viernes, 7 de junio de 2013

Regresa el 'hombre del tanque'

Dos noches antes, tanques idénticos a los que el joven detenía, aplastaron a estudiantes en la Plaza Tiananmen, en medio de sus gritos


Estudiante de pie frente a los tanques en el Bulevar la Paz Eterna de Beijing, el 5 de junio de 1989. (La Gran Época)

La gente hoy todavía se pregunta qué sucedió con el 'hombre del tanque'.

La mañana del 5 de junio de 1989, un joven de camisa blanca que llevaba dos bolsas de compras, enfiló rumbo al Boulevard de la Paz Eterna en Beijing, y se detuvo en medio de la calle, frente al primero de una larga fila de tanques.

El tanque líder intentó sortearlo, pero él se movió a su vez, bloqueando e impidiendo su paso un par de veces. Cuando el tanque luego giró y avanzó directamente hacia él, aun estando dentro del alcance del armamento del tanque, él no se inmutó. Finalmente, los tanques tuvieron que detener su marcha y esperar.

Reporteros alojados en el Hotel Beijing, ubicado en las cercanías del lugar, fotografiaron a lo lejos la escena, inmortalizando así al 'hombre del tanque'.

Al día siguiente, la fotografía del joven enfrentando a los tanques se difundía en las primeras páginas de todo el mundo, y la imagen fue rápidamente convertida en ícono.

Descrita a menudo como una de las imágenes más poderosas del siglo 20, como todos los símbolos, obtiene gran parte de su energía a partir de lo que los espectadores quieren encontrar en ellos.

Dos noches antes, tanques idénticos a los que este joven detenía, aplastaron a estudiantes en la Plaza Tiananmen y en avenidas circundantes, en medio de sus gritos. El mundo había sido testigo de cómo un Estado autoritario destrozaba a pacíficos individuos solo por atreverse a querer un cambio.

Desde cualquier ángulo razonable, la acción del hombre del tanque parece absurda. ¿Qué esperaba lograr? No obstante, en el aniversario de la más terrible violación del individuo por parte del Estado, la imagen del hombre del tanque reivindica al individuo.

La foto dio una respuesta a una necesidad sentida con urgencia luego de la masacre: la necesidad de creer que lo que cada uno de nosotros piensa y siente, importa. Cuando los tanques se detuvieron, la dignidad de la humanidad se vio, en ese momento, restaurada.

Arremetiendo

Sin embargo, la persona que inspiró estos sentimientos es, él mismo, un anónimo. Quién era y qué le sucedió luego, ha sido motivo de disputa desde aquel día en el Boulevard de la Paz Eterna.

Hoy es conocido comúnmente como Wang Weilin, pero nadie sabe a ciencia cierta si ese era realmente su nombre.

En cuanto al joven, lo último que se supo de él, es mostrado en un video donde se aprecia que luego es empujado fuera de la escena hasta perderse de vista.

En el video, mientras Wang Weilin se detiene frente al tanque líder, un hombre en bicicleta llega a la escena. Le dice algunas palabras a Wang y hace algunas señas con su mano.

De pronto, dos individuos llegan corriendo. Sostienen a Wang por los brazos, y uno de ellos lo toma por la espalda. El hombre que había permanecido firme e inmóvil frente a los tanques, es visto por última vez corriendo a toda prisa hacia fuera del boulevard, empujado por detrás por sus nuevos compañeros.

El intelectual chino Wu Ren Hua, autor de dos libros aclamados por la crítica, donde detalla la masacre de la Plaza Tiananmen, dijo a Radio Free Asia que los jóvenes que corren con Wang son agentes de seguridad vestidos de civil.

Wu cree, y un experto en lenguaje corporal consultado por él, está de acuerdo, que ellos utilizaron técnicas de artes marciales, sosteniendo los brazos de Wang de cierta forma, y aplicando presión a determinados puntos de acupuntura, para que no pudiera resistirse.

Se especuló mucho acerca de lo que le sucedió a Wang después de ese día. Algunos piensan, quién sabe en base a qué pruebas, que escapó a Hong Kong o a Taiwán.

Esa opinión no es compartida por el disidente chino Wei Jingsheng, quien dice que la vida de Wang terminó ese mismo día.

En una entrevista anterior con La Gran Época, Wei explica que el comandante de la columna de tanques que Wang detuvo era un ex compañero de clases de Wei.

Fue ese ex compañero suyo quien comandó el tanque principal y quien convocó al personal de seguridad, a fin de evitar ocasionar daños al joven. Wang fue llevado por ellos del boulevard hacia las afueras de un museo militar cercano.

Pero allí los oficiales lo perdieron. Wang corrió a enfrentar otra columna de tanques de una unidad diferente, pero esta vez los tanques no se detuvieron. De acuerdo con Wei Jingsheng, Wang fue aplastado como carne de hamburguesa.

La emblemática foto, y lo que despierta al observarla, no coincide -ni se siente correcto- al ser contrastado con el final que esta historia tuvo realmente.

Ciudadanía

Sin embargo, el espíritu de la protesta sin palabras del 'hombre del tanque' aún hoy se encuentra vivo en China.

Al recibir un premio en Oxford el 21 de mayo pasado, el activista ciego Chen Guangcheng dijo: “En los últimos años, los chinos han tenido un rápido despertar de que son ciudadanos, y este sentido es cada vez más y más fuerte”.

Chen, quien escapó hace un año después de sufrir un injusto arresto domiciliario durante un año y medio, podría ser el primer ejemplo que muestra cómo el ejercicio de la ciudadanía hoy en China tiene un costo temible.

Pese a ello, son cada vez más los chinos que insisten en ejercer su derecho a la ciudadanía, sin temor a las consecuencias que un Estado totalitario pueda aplicar contra ellos.

Un ejemplo de esto sucedió el 13 de mayo de este año, cuando un grupo de abogados de derechos humanos viajó a la provincia de Sichuan, al sureste de China, para investigar un importante centro de lavado de cerebro. Fueron detenidos y golpeados por los guardias, para ser luego entregados a la policía, recibiendo golpes también de parte de ellos. Lo más reciente sobre este caso es que el Estado se negó a renovar sus licencias legales.

De acuerdo con un sitio web disidente, 10.000 peticionarios (víctimas de injusticias que recurren a la Oficina de Peticiones tras haber fracasado en tribunales locales) se desplazaron a Beijing el 31 de mayo. Testigos afirman que mil de ellos fueron embarcados en autobuses y llevados a cárceles clandestinas conocidas por el abuso que allí se imparten.

De acuerdo con un informe del 26 de mayo del sitio web Minghui, de Falun Gong, 1.371 pobladores de la provincia de Hebei firmaron una petición exigiendo la liberación de un practicante de esta disciplina, aun sabiendo que el Partido Comunista chino podía castigarlos por oponerse a las injusticias cometidas contra él.

Reunir el valor del 'hombre del tanque', necesitó de un disgusto, una angustia y una desazón muy grande. El día anterior y dos noches antes fue testigo de cosas que nadie nunca debería ver. Ahogado en la ira, la tristeza y la repugnancia, ha de haber sentido que no tenía más remedio que decir: “Esto tiene que parar”.

Esto aplica también para el pueblo chino. El disgusto que ocasionan las cosas que aún hoy hace el Partido Comunista chino continúa elevándose en sus gargantas hasta que eventualmente sentirán que no hay otro remedio más que decir: “Esto tiene que parar”.

Atravesando duras pruebas y enormes riesgos, es el mismo pueblo quien hoy reclama, insistiendo en que, sin importar las consecuencias, no serán silenciados. El 'hombre del tanque', quien muy probablemente no esté más entre nosotros, ha encontrado a sus herederos.

Por Stephen Gregory - La Gran Época

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