Una excavación que se desarrolla estos días en Moià, una localidad cercana a Barcelona (España), con 10 años ya de trayectoria, ha permitido dar respuesta a algunas incógnitas sobre el comportamiento de las comunidades neandertales. Está dirigida por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
“Después de esta primera década, la valoración de los trabajos efectuados es muy positiva y ha permitido dar respuesta a cinco cuestiones importantes relacionadas con los neandertales”, señala Jordi Rosell, investigador del IPHES, profesor docente de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y codirector de las excavaciones en el Toll y en Teixoneres junto con Florent Rivals, investigador ICREA en el mismo centro de investigación.
¿En la lucha por las cuevas, ganaban osos o humanos?
Una de las cuestiones tiene que ver con los conflictos entre humanos y carnívoros en ese periodo, que habitualmente se resolvían a favor de los primeros. “A partir del registro arqueológico, hemos averiguado que, normalmente, las cuevas eran ocupadas en invierno por los osos de las cavernas y en primavera por las hienas u otros carnívoros”, añade el experto. Ocasionalmente, algunos grupos de neandertales visitaban estas cavidades, rompiendo la dinámica natural de sus residentes habituales.
“Por lo visto hasta ahora, la sola presencia –prosigue Rosell– de los neandertales debía ahuyentar a estos animales, los cuales, al igual que hacen hoy en día, preferían pasar desapercibidos por los humanos. En caso contrario, podían ser cazados, como lo demuestran algunas marcas de corte observadas sobre algunos osos de las cavernas de las Coves del Toll, hace 60.000 años, y que prueban su tratamiento por parte de los neandertales”.
En la excavación participan miembros del IPHES y alumnado de diversas universidades españolas. (Foto: Jordi Mestre/IPHES)
¿Tenían campamentos estructurados?
En cuanto a la organización y estructuración de los campamentos de los neandertales, tradicionalmente eran muchos los que defendían su ausencia. En cambio, “la Cova de les Teixoneres sugiere el uso de áreas específicas para fines concretos”, apunta el investigador.
Generalmente, todo se realizaba en torno a los hogares, que se situaban en la zona exterior. Solamente en un caso se utilizó el área más interna para situar uno relacionado con el consumo de un cérvido. “La falta de estructuración observada en otros yacimientos se debe, probablemente, a la acción posterior de carnívoros que, intentando aprovechar los despojos abandonados por los grupos humanos, posiblemente han removido los restos”, observa.
¿Existía un ‘territorio’ neandertal?
Por otra parte, los grupos humanos que visitan las Coves del Toll y las Coves Teixoneres no parecen ser autóctonos de la comarca catalana del Moianès. Las rocas que utilizan parecen proceder mayoritariamente de áreas alejadas, sobre todo de la comarca de Osona. No obstante, la reiteración en sus visitas a las cuevas sugiere la existencia de unos recorridos bien establecidos para un territorio con puestos clave o de visita obligada, como la Cova de las Teixoneres.
¿Comían de todo?
Una de los principales ventajas que ofrece el estudio de los grupos humanos viajeros, como es el caso de los neandertales que visitaban las Coves del Toll y las Coves Teixoneres, es la diversidad de recursos que son capaces de explotar durante sus trayectos. Esto permite visualizar con claridad el espectro de animales que ellos contemplaban como presas.
“Ahora mismo, sabemos que en el Moianès los neandertales explotaban la carne de animales pequeños, como las tortugas o los conejos, y de animales muy grandes, como los rinocerontes y los uros, pasando por caballos, asnos silvestres, ciervos, corzos e incluso, jabalíes”, asegura Rosell.
¿Vivieron cambios climáticos acusados?
Entre hace 40.000 y 70.000 años antes de ahora, que es el período más estudiado hasta la fecha por lo que se refiere a dichas cuevas, parece producirse una diversidad de ambientes importante. El paisaje habría sido dominado todo el tiempo por una significativa cobertura forestal. No obstante, se registran periodos de fríos rigurosos, durante les cuales en las cuevas aparecen animales como el rinoceronte lanudo y el mamut, y períodos más templados, con presencia de corzo o de asno silvestre. Según el arqueólogo del IPHES, esto indica que los cambios climáticos ocurridos en los últimos 100.000 años fueron bastante extremos.
Lejos aún de terminar la investigación, las incógnitas resueltas sirven para plantear nuevas preguntas y más objetivos de cara a futuras campañas. Una de ellas es ver qué relación había entre las diferentes modalidades de campamentos neandertales y los cambios climáticos. Es decir, saber si el clima condicionaba los modos de vida de los neandertales y su movilidad por el territorio.
El segundo reto es confirmar si existía una cacería regular del oso de las cavernas por parte de los neandertales. Por ahora, los restos recuperados de estos animales con indicios de haber sido tratadas por los humanos son escasos. “Sin embargo, futuras excavaciones –avanza Jordi Rosell– harán aumentar este número y permitirán comprobar esta hipótesis con garantías”. (Fuente: Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social)
Fuente: Noticias de la Ciencia
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