“Gobernar es repartir dolor”, afirmó hace unos meses Alberto Ruiz-Gallardón, Ministro de Justicia, sin aclarar que el dolor siempre recae sobre los más débiles. La presunta complejidad de la política y la economía “sólo es un fraude”, apunta Chomsky.
Es el subterfugio utilizado para mantener a la población alejada de esa oligarquía que gobierna en la sombra, de acuerdo con la lógica de la acumulación y la dominación. Desde luego, habrá cambios.
España puede convertirse en una república, sin que eso represente ninguna ventaja para la clase asalariada. La “regeneración democrática” incluirá una apertura en materia de costumbres y una apariencia de modernidad.
La España Neoliberal seguirá los pasos de Obama, que se ha mostrado tolerante en esas cuestiones, sin renunciar a la tortura, los asesinatos extrajudiciales y las cárceles secretas. Se habla del cierre de Guantánamo, olvidando que sólo en la Base Aérea de Bagram (Afganistán) hay 6.000 personas detenidas, sin una acusación formal ni derecho a defensa jurídica. 6.000 personas que –según el periodista Adam Serwer- “pueden ser torturadas hasta la muerte, con absoluta impunidad”.
El propio Jimmy Carter, ex presidente norteamericano, ha publicado un artículo en The New York Times, acusando al gobierno actual de violar claramente “al menos diez de los treinta artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.
La América de Obama se parece a la España Neoliberal que enciende los sueños de Esperanza Aguirre y Aznar, donde ya no habría necesidad de pactar con los sindicatos ni de mantener el compromiso de una educación y una sanidad universales.
“En el Nuevo Orden Mundial –escribe Noam Chomsky-, el mundo debe ser gobernado por los ricos y para los ricos. El sistema mundial no se parece en nada al libre mercado clásico; la expresión mercantilismo empresarial sería más acertada. El ejercicio del gobierno se halla cada vez más en manos de unas enormes instituciones privadas y de sus representantes”.
En Estados Unidos (el país del libre mercado y la competencia justa), la industria militar, la investigación aeroespacial y las empresas de alta tecnología son subvencionadas generosamente con fondos públicos procedentes de los impuestos.
Desde 1950, la investigación en electrónica e informática es subvencionada por el gobierno norteamericano, alegando que las innovaciones se aprovechan en mejorar los equipos militares. Eso no impide que los bienes de consumo fabricados con dinero público se comercialicen, vendiendo a los ciudadanos los mismos productos que han costeado con su bolsillo.
Warren Buffett lo tiene muy claro: “Por supuesto que hay lucha de clases y los ricos estamos ganando”.
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