Entre Pinto y Valdemoro debe estar la “tercera vía” a la que se están apuntando los empresarios catalanes desde que el presidente de la Generalitat Artur Mas ha dado una nueva vuelta de tuerca a la tensión soberanista, al fijar de manera unilateral fecha y pregunta para una consultasobre una hipotética separación de Cataluña del resto de España. Si bien la mayor parte de los grandes empresarios siguen callados, sus representantes están empezando a dar señales que apuntan a una petición de moderación y de diálogo.
Estos son los casos tanto del presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Miquel Valls, como del de la patronal catalana Fomento del Trabajo, Joaquim Gay de Montellà. Los dos están pidiendo de una u otra manera lo que en política catalana se denomina ‘tercera vía’, un término acuñado por el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida y que básicamente supondría un pacto con el Gobierno español para eludir lo que de forma popular se denomina como ‘choque de trenes’. En ambos casos, tanto Valls como Gay de Montellà hicieron sendos llamamientos durante las copas de Navidad de este año en sus respectiva instituciones.
Estos avisos también han venido acompañados por advertencias más o menos cautas sobre el impacto de una hipotética independencia. Así, por ejemplo, Valls ha anunciado que a partir de este 2014, la Cámara de Comercio que preside elaborará diversos estudios sobre las consecuencias económicas de un estado independiente.
Pero, sobre todo, Valls ha insistido en que si hay consulta ésta se lleve a cabo “con plenas garantías legales, de principio a fin”. Además, Valls ha mostrado su preocupación porque la teórica independencia dejase a Cataluña fuera de la UE.
Voz de alarma
Gay de Montellà pide a la clase política “diálogo y negociación” para una salida que, como siempre ha mantenido la patronal catalana, pasaría por un “concierto fiscal” a la vasca.
Como la Cámara de Comercio, Fomento también ha anunciado estudios sobre la posibles consecuencias de una separación de Cataluña, que no serán muy positivos, teniendo en cuenta que como media, las empresas catalanas, tienen en el resto de España entre un 25% y un 30% de su volumen de negocio.
En línea con Rosell
La inquietud empresarial en Cataluña encaja con la que ha expresado Joan Rosell, presidente de la CEOE. Rosell es el presidente de los empresarios españoles pero también es catalán. Y en recientes declaraciones se ha manifestado en contra del proceso de independencia de Cataluña, señalando que sería negativo tanto para los catalanes como para la mayoría de las empresas catalanas.
La primera entidad financiera lleva dos años evitando pronunciarse oficialmente excepto en poner el énfasis en que “se respete escrupulosamente la legalidad” y en hacer llamamientos al diálogo, en palabras del vicepresidente de la CaixaBank, Juan María Nin, en la última presentación de resultados del banco. O lo que es lo mismo, la Cámara de Comercio y la patronal catalana se están alineando con el primer poder económico catalán.
Distanciarse de Mas no es apoyar a Rajoy
Sin embargo, hay que distinguir que distanciarse de Mas no es apoyar al presidente español, Mariano Rajoy. Mientras Rajoy sigue en sus trece de no mover ficha ante el desafío catalán, todos estos empresarios serían partidarios de cambiar la Constitución para definir un nuevo encaje de Cataluña en España, desactivar el independentismo y mejorar el sistema de financiación autonómica.
En cambio, Rajoy y el gobierno del PP consideran que ni es el momento político ni hay el consenso suficiente, una estrategia que, a juicio de los empresarios catalanes, sólo hace que aumente la tensión política entre Cataluña y el gobierno de Madrid.
La tercera vía de Duran i Lleida podría parecer una salida para evitar llegar a una declaración unilateral de independencia, como se teme si al final hay elecciones autonómicas adelantadas el próximo mes de noviembre. Pero los empresarios también son conscientes de que la independencia de Cataluña es un problema político y, por tanto, son los políticos los que tienen que remangarse.
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