(Reuters)
Corrimientos, hundimientos de tierra, cócteles químicos que se filtran en las entrañas de la tierra y contaminan las capas freáticas, legisladores al servicio de empresas con la reputación de Halliburton.... En Estados Unidos se habla desde hace algún tiempo del “reverso tenebroso” de la fracturación hidráulica(fracking), técnica mediante la que se explotan los yacimientos de gas pizarra (shale gas) en más de 30 estados del país. El documental Gasland, nominado en 2010 a los Oscar, ofrece un buen resumen de los argumentos en contra. Es una pieza de activismo vehemente, ilustrada con imágenes que inquietan. De los grifos sale agua amarillenta a borbotones, los vecinos hablan asustados de la salud de sus hijos y los expertos sugieren ante la cámara turbias alianzas selladas con billetes. Su director, Josh Fox, goza de una cierta popularidad en la costa noreste del país y en California. En el sur de Texas, sin embargo, es persona “non grata”.
Russell (Rusty) Day Jr. se ríe de Fox y se ríe de Gasland. Dice que el documental ofrece una versión falseada y tendenciosa. Reconoce que hay accidentes, pero sólo cuando el trabajo se deja en manos de pequeñas empresas mal preparadas que hacen chapuzas con los ductos o que perforan en lugares equivocados. Rusty lleva botas y sombrero. Es un tipo cordial y alegre que habla con un acento endiablado y en cuya tarjeta de visita destaca su cargo en el Consejo de su comunidad. Líder rural, pequeño empresario, ranchero y regente de un hostal, es un hombre ocupado. Hace unos años cedió los derechos minerales de sus tierras y desde entonces en su finca se han ido excavando algunos de los muchos pozos que succionan el yacimiento del Eagle Ford Shale, cuyas reservas cruzan Texas y se adentran en México sin que nadie sepa con exactitud hasta dónde llegan. La fracturación hidráulica, dice Rusty, ha aportado un buen dinero a su familia, clientes para su hostal y, en general, un incontestable boom económico en su comunidad. “¿Peligroso? No, es algo muy positivo”, insiste.
La fracturación hidráulica, dice Rusty, ha aportado un buen dinero a su familia, clientes para su hostal y, en general, un incontestable 'boom' económico en su comunidadCon excepciones, los habitantes de estos condados sureños abrazan el fracking con entusiasmo. Los argumentos ecologistas se reciben con indiferencia, o incluso enfado. Miguel Conchas, presidente de la Cámara de Comercio de Laredo, destaca que la “psique” texana es terreno abonado para ello. “En esta zona se ha vivido durante años del petróleo. Cuando todo lo demás iba mal, el petróleo era la industria que daba de comer a muchas familias. Por eso nuestra visión puede ser distinta a la de alguien que vive en Nueva York o en California; es un tema cultural”, dice. Conchas explica lo sucedido en lugares como el pueblecito de Cotula, donde en tres años la población se ha duplicado y se han levantado 12 hoteles, algunos de los cuales tienen ya todas sus habitaciones reservadas hasta 2019. “Literalmente no hay casas para todos los trabajadores que está atrayendo el boom energético y te diría que la inflación inmobiliaria generada empieza a ser un problema. ¡En un lugar donde sobra terreno para construir por todos sitios!”, dice.
Buscan trabajadores en el extranjero
Corpus Christi es la ciudad portuaria en la que se refina, almacena y distribuye buena parte del gas y el petróleo que se extrae en la zona. El presidente Corporación para el Desarrollo Económico, Roland Mower, exhibe con orgullo los datos de creación de empleo (aumento del 3,2% anual, tasa de paro del 4%) y afirma que muchas empresas del sector no consiguen encontrar trabajadores cualificados y tienen que buscarlos por todo el país, e incluso en el extranjero. Informes recientes, quizá excesivamente optimistas o interesados, hablan de un impacto de cientos de millones de euros repartidos entre los 20 condados más beneficiados por la explotación del Eagle Ford Shale. La Universidad de San Antonio ofrece una visión más sensata y presentada con menos pirotecnia: hasta 2012, el yacimiento generó 61 mil millones de dólares y creó 116 mil puestos de trabajo estables.
Son cifras cuya magnitud conviene poner en contexto, al tratarse de un área con una densidad de población ridícula. Buena parte del gas y el petróleo del Eagle Ford Shale se encuentra en el Distrito 23, una extensión de equiparable a la de Portugal (abarca de San Antonio hasta El Paso) pero en la que hay poco más de 800.000 personas censadas. La localidad más poblada (Del Río) no supera los 40.000 habitantes. En medio de ranchos, fincas polvorientas y enormes extensiones despobladas, han languidecido durante siglos pueblecitos como Eagle Pass (20.000 habitantes), que ahora flotan sobre un auténtico tesoro de gas. Sus vecinos esperan atraer las próximas inversiones y escudriñan el horizonte esperando a que empiecen a llegar los camiones y los taladros petroleros.
En Corpus Christi también se preocupan por el futuro de sus hijos. Pero no tanto por las consecuencias ecológicas del 'fracking', como por lo que ocurrirá cuando la “fiebre energética” decaiga, cuando no sean necesarios más trabajadores para perforar los pozosLa tasa demográfica juega claramente a favor de los intereses energéticos en una región donde los riesgos de un accidente son más discretos y los beneficios se reparten entre menos vecinos. La comparación que ofrece un asesor energético del Senado es elocuente: no es lo mismo ceder a cambio de una fortuna los derechos minerales de una finca yerma perdida en mitad de Texas, dice, que “malvender” los pocos metros cuadrados del jardín donde juegan tus hijos en una casa familiar de, pongamos, Pennsylvania.
"Nos sentimos cómodos con el 'fracking'"
Existen zonas más o menos inmunes al entusiasmo, sobre todo viajando más al oeste, donde hay menos oportunidad de negocio y una tradición más liberal (en el sentido americano). El representante del Distrito 23 en el Capitolio, Pete Gallego, procede precisamente de allí, de un pueblecito llamado Alpine. En su despacho de Washington DC responde a las preguntas sobre el fracking con frases de político capitalino que, obviamente, no es la primera vez que pronuncia. “El fracking es algo muy nuevo y por ahora estamos tratando de hacer todo lo posible para estudiarlo, para discutirlo, pero creo que sí hemos llegado a un punto en el que nos sentimos cómodos con la tecnología (delfracking). Es algo importante”, dice.
En los almacenes del puerto de Corpus Christi han empezado a reservar espacio para cuando empiecen a llegar los buques de carga. Pretenden aprovechar el boom energético para convertirse en uno de los grandes puertos industriales y comerciales de América. Por ahora lo que se amontonan son productos relacionados con el sector energético y, de hecho, 90 de cada 100 toneladas que cargan sus grúas son petróleo, gas o derivados. También se apilan toneladas de tierra procedentes de China. “Es una arena especial que sirve de mezcla con el agua y los químicos para elfracking”, explica el director del desarrollo del puerto, Rubén Medina. Frente al edificio de la Autoridad Portuaria se levanta un parque acuático. Construido en plena zona industrial, sus toboganes serpentean a pocos metros de las refinerías, una muestra más de la naturalidad con la que los vecinos conviven con el gas y el petróleo.
En Corpus Christi también se preocupan por el futuro de sus hijos. Pero no tanto por las consecuencias ecológicas del fracking como por lo que ocurrirá cuando la “fiebre energética” decaiga, cuando no sean necesarios más trabajadores para perforar los pozos ni más restaurantes para darles de comer. El boom del Eagle Ford Shale durará, calculan, una o dos décadas más como mucho. ¿Y entonces? “Lo que estamos haciendo es intentar crear oportunidades de crecimiento económico a largo plazo para que, cuando acaben los trabajos relacionados con la construcción de nuevos pozos, la economía sea sostenible y no se venga todo abajo”, explica uno de los vicealcaldes de la ciudad, Rudy Garza.
Gracias al imán de la energía barata, están atrayendo inversiones industriales no sólo por Estados Unidos, sino también por el extranjero. Con algunos resultados brillantes: por ejemplo, el gigante del acero austriaco Voestalpin escogió hace poco Corpus Christi para una de sus plantas (que abrirá en 2016) después de estudiar 17 localizaciones distintas. También abrió su operación recientemente la china TPCO, uno de los mayores fabricantes de tuberías del mundo y que ya ha creado 800 puestos de trabajo fijos. O la italiana M&G Chemicals, el tercer mayor productor mundial de politereftalato de etileno (el famoso PET, con el que se fabrican por ejemplo las botellas de plástico). La otra gran apuesta de la región es convertirse en un enclave estratégico y tecnológico para el transporte y procesado de los recursos de toda el área. Incluso los llegados del otro lado de la frontera, de México, donde se espera que la reforma energética en curso atraiga las primeras inversiones pronto.
Mientras tanto, se brinda cada noche en honor de la fracturación hidráulica.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-02-17/los-devotos-del-fracking_90156/
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