Una prueba más o menos irrefutable de inteligencia superior es la capacidad de la empatía, la posibilidad de “ponerse en lugar del otro”, de anticipar sus reacciones, sus emociones, quizá también el peligro que está a punto de enfrentar.
Eso fue lo que sucedió el pasado 22 de abril en el Estrecho de Cook, en aguas neozelandesas, cuando unos cuantos delfines notaran la presencia de un tiburón blanco que al parecer acechaba a Adam Walker, un nadador de origen británico que cumplía con el desafío de cruzar el estrecho a brazo limpio.
Walker se encontraba a mitad de su travesía cuando descubrió al depredador detrás suyo, a una distancia un tanto amenazante. El hombre comenzaba a preocuparse y quizá atemorizarse cuando de pronto vio que un grupo de delfines nadó hasta él y lo rodeó, continuando en su misma ruta durante casi una hora, hasta que el tiburón finalmente se alejó.
“¡Quiero pensar que estaban protegiéndome y guiándome a casa!”, escribió Walker en su cuenta de Facebook, donde también compartió el video que registró el suceso.
Walker, por cierto, intenta completar el “Desafío de los 7 Océanos”, el cual consiste en cubrir a nado 7 distintas rutas de larga distancia repartidas en diversos mares del mundo y que hasta el momento lo han conseguido solo 4 personas.
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