Christian Stanfield, un chico minusválido de Pennsylvania, se dedicó a grabar el acoso al que era sometido por otros chicos del colegio e incluso por el conductor del autobús.
Cuando su madre envió la evidencia al director del instituto este les hizo borrar las grabaciones bajo amenaza, y posteriormente llamó a la policía, que acusó al niño de grabación ilegal al no contar con la aprobación de las otras partes.
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