Grupo de científicos estadounidenses publican un estudio detallado de los posibles efectos de una guerra nuclear sobre varios elementos del medio ambiente basado en una simulación electrónica.
En ocasiones hemos visto escenas post-apocalípticas en películas hechas en Hollywood según la imaginación de los directores. Pero ahora tenemos la posibilidad de conocer de verdad qué pasaría si una guerra atómica tuviera lugar. La revista ‘Popular Science’ publica un estudio de científicos estadounidenses que han simulado una guerra de escala regional.
El equipo de científicos especialistas en la atmósfera y el medio ambiente recreó un conflicto con el uso de 100 cabezas nucleares equivalentes a las bombas lanzadas por las fuerzas armadas de los EE.UU. en Hiroshima (16 kilotones por cabeza). El modelo representa una guerra entre India y Pakistán, que quizás sea injusto teniendo en cuenta que, según los científicos, estos países tienen pocas reservas de armas nucleares en comparación con los EE.UU., Rusia y China. La idea general de este estudio es “si una carga de este tamaño (100 cabezas de 16 kilotones cada una) puede causar daños tan grandes, imagínense lo que harían armas de peso pesado”.
El estudio contiene además una descripción detallada sobre cómo el uso de armas nucleares afectaría a varios elementos del medio ambiente.
Primero, cinco megatones de carbón negro (partículas en suspensión con la mayor fuerza de absorción de luz formadas por incompleta quema de combustibles fósiles y material biológico) ascendería a la atmósfera absorbiendo el calor del sol. Una parte de este carbón negro caería posteriormente con la lluvia. Este fenómeno reduciría la temperatura media global en 1.25 C durante un período de 3 o 4 años y en 0.5 C durante una década.
El descenso de las temperaturas reduciría el calor que el planeta recibe. Cinco años después de la guerra la Tierra recibiría un 9% menos de lluvias en comparación con las estadísticas actuales. El fenómeno más evidente, según el estudio, tendrá lugar en las regiones de monzón, entre ellas Oriente Medio, el subcontinente indio y el sureste asiático.
Las temperaturas globales se reducirían durante los primeros cinco años después del conflicto nuclear. Antes de que la Tierra empezara a recalentarse, la época de crecimiento media de los cultivos del planeta se reduciría por 10 hasta los 40 días en las zonas agricultoras del mundo.
Las reacciones químicas en la atmósfera destruirían la capa de ozono que protege a los habitantes de la Tierra contra la radiación ultravioleta. Cinco años después de la catástrofe el planeta tendría entre un 20% y un 25% menos de ozono menos de media. Diez años después la atmósfera recuperará su capa de protección, pero todavía tendría un 8% de ozono menos que antes del conflicto. El incremento de la radiación ultravioleta causaría más quemaduras del sol y casos de cáncer de piel a la gente y podría desestabilizar el ADN en varios tipos de cultivo, entre ellos el maíz.
El estudio demuestra los cambios de la época de cultivo causados por el uso extenso de armas nucleares.
Otro estudio publicado por la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear supone que cerca de 2.000 millones de personas en todo el mundo se verían afectados por la crisis alimentaria tras una caída drástica de las superficies cultivadas y la producción de comida.
La obra destaca por el uso de un nuevo modelo de cálculo de las consecuencias en comparación con los estudios anteriores. Las simulaciones accesibles predicen varios períodos con los efectos inmediatos de una guerra nuclear y coinciden en suponer que los sufrimientos para la población y el medio ambiente serían duros y prolongados.
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