Construida entre 1969 y 1979 durante la Revolución Cultural para proteger a la población de posibles ataques nucleares, Beijing esconde todo un entramado de túneles y salas que nunca llegaron a ser utilizados.
En 1969 el presidente chino Mao Tse-Tung decidió que el futuro de los habitantes de Beijing se encontraba bajo tierra, por este motivo un ejército de chinos fue enviado bajo las calles de Beijing para excavar un enorme laberinto de túneles y habitaciones a prueba de bombas.
Todo esto se debía a las sospechas de una inminente guerra con la antigua Unión Soviética. Y fue en el año 1979 cuando se finalizó este duro trabajo y también cuando la URSS decidió involucrarse en la guerra de Afganistán.
Actualmente se puede explorar un tramo de estos túneles, aproximadamente un recorrido de medio kilómetro, el resto está controlado por el Gobierno.
A los ojos del turista se trata de un laberinto de corredores recubiertos de hormigón armado y de acero, paredes humedecidas y retratos de revolucionarios colgados de las paredes así como máquinas de guerra.
Pero con un poco de imaginación, esta excursión subterránea puede cambiar mucho. Las piezas vacías en la penumbra, construidas a lo largo del túnel, tienen una función específica. De esta forma, es posible imaginar la biblioteca, aún cuando no tenga libros; el patinódromo, sin pista; los baños; el hospital con capacidad para una veintena de personas; los comedores; e incluso una sala de recreación para los ancianos cuyo nombre inglés Recreational Center for Senior People.
Tras dejar volar nuestra imaginación, la atención se centra una vez más en las explicaciones del guía, quien vestido con uniforme de campaña explica; « La parte más profunda se encuentra a 20 metros de profundidad, pero no está accesible al público porque no cuenta con electricidad », prosigue él. « Sin embargo, hay buena señal telefónica », agrega. Bastante rudimentario, el sistema de ventilación se reduce a una abertura en el techo a través de la cual se puede divisar el cielo.
Puertas cerradas con candados señalan los puntos estratégicos de Beijing, tales como Tiananmen o Wangfujing. Contra las paredes, maniquíes de plástico llevan máscaras de gas y otros accesorios militares. Otras salas conservan diferentes objetos de la época, un lugar lleno de historia que es capaz de albergar 300 000 personas.
En caso de guerra nuclear, ese lugar subterraneo se queda chico para la cantidad de gente que vive en beijing, entrarian algunas personas seleccionadas y el resto de los 18 millones que viven en beijing que se que se las arreglen como puedan, de todas formas es preferible tener este lugar a no tener nada.
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