Una tradición recogida por la Mishna hebrea, afirma que la vid era el árbol del Bien y del Mal, cuyo fruto aporta el conocimiento. Generalmente, la manzana, con sus cinco pepitas, es el símbolo de ese conocimiento superior, representado por el pentagrama.
Pero cinco son precisamente las extremidades de la hoja de parra, el primer vestido de Adán según la iconografía cristiana, cubierto así por la sabiduría prohibida a los no iniciados.
La misma alegoría parece esconderse tras otro relato bíblico. Tras posarse el Arca en el monte Ararat, también símbolo del eje y del pilar cósmicos, Noé cultivó vides y elaboró el vino con el que se produjo la primera borrachera de la historia.
Uno de sus hijos, Cam, sorprendió a Noé embriagado y desnudo y llamó a sus otros dos hermanos para mofarse del estado de su padre. Los hermanos de Cam, Jafet y Sem, lejos de agregarse a la burla taparon la desnudez de Noé. Para los cabalistas no se trata de un desliz del patriarca, sino de una alegoría del conocimiento.
Embriagado por la sabiduría oculta, Noé se tambalea desnudo; todo un símbolo del alma en su estado original, “borracha” de luz y conocimiento. El no iniciado, el ignorante, se mofa de dicho conocimiento, por lo que es tarea del iniciado, de Jafet, volver a velar la sabiduría para ocultarla a quien no la merece, “vestir” a Noé.
No parece casualidad que la palabra que designa al vino en hebreo, yain, posee el mismo valor numérico, 70, que el vocablo cuyo significado es misterio, sod. Otra curiosa coincidencia resulta del hecho de que para los turcotártaros del centro de Asia, la invención de las bebidas alcohólicas se deba a un héroe superviviente de un diluvio, patrón de los muertos, los borrachos y los niños. Un brindis por el dios del vino Baco sobre un sileno, estatua situada en los jardines del viñedo bordelés de Château-Mouton Rothschild.
Cuerpo y sangre de la divinidad, un viejo mito que en su versión celta reaparece con extraña fuerza en la Edad Media bajo el concepto del Grial, el vaso sagrado que contiene el precioso vino de la vida y el conocimiento, la sangre de Cristo. No es una idea nueva, desde luego. Curiosamente, los dioses asociados al vino son dioses civilizadores, que aportan, entre otros, el conocimiento de la agricultura.
Pero quizás su rasgo más característico es que son sacrificados, y a menudo despedazados, tal y como se parte el pan entre los comensales de un banquete. Dios de la vid y del vino es Osiris, el “Ser bueno”, despedazado por su hermano Set, que esparce sus miembros por todo Egipto.
Pero Osiris es, asimismo, señor de la vida eterna y símbolo de la tierra, cuyos frutos son el pan y el vino. Civilizador es, también, el Orfeo griego, la figura fundamental de los misterios órficos, héroe divino despedazado por las furiosas y borrachas bacantes que esparcen sus miembros, quizás se pudiera decir que los “siembran”, sobre la tierra.
Y ello nos conduce a la presencia del gran dios del vino a quien honran las bacantes y (muchos sin saberlo) los parroquianos habituales de las tabernas actuales: Baco o Dionisos. Hijo de Zeus, Dioniso fue despedazado por los titanes, para luego ser resucitado. Durante una estancia en el monte Nisa inventó el vino, cuyo cultivo y elaboración enseño, como regalo divino, a los hombres. Fórmulas magistrales Diversos formatos de botellas de vino del siglo XIX.
Las bibliografías alquímica y farmacológica están llenas de fórmulas medicinales que utilizan el vino como base de bebedizos dotados de muchas propiedades. He aquí algunos preparados que el lector podrá elaborar sin demasiado esfuerzo:
AGUA PÓNTICA DE PITZ EL SALMANTINO: Un licor que tiene fama de proporcionar lozanía y buena figura: vino blanco añejo (1,25 litros), aguardiente seco (2,5 litros), agua destilada (1,23 litros), azúcar blanco (2 kilos), coriandro (18 gramos), clavo de especia (5 gramos), anís verde (6 gramos).
Preparar un jarabe con el azúcar y el agua destilada. Machacar las especias y dejar macerar en la mezcla de vino y aguardiente. Agitar con frecuencia. Al cabo de 6 semanas colar el preparado y añadir el jarabe.
VINO DEL AMOR: Vino tinto (2 tazas), canela (3 cucharaditas), jengibre (3 cuchadaritas). Opcionalmente pueden añadirse dos cucharaditas de jugo de ruibarbo. Tomar una vaina de vainilla y hacerle un corte longitudinal.
Añadir a la mezcla. Dejar reposar durante 3 días.
ELIXIR DE LARGA VIDA DE JACOBO LAURENCE: Se trata de la fórmula de un escocés que vivió 140 años, tomando el siguiente preparado: vino tinto (100 partes), extracto de genciana (2 partes), azúcar (12 partes), cortezas de naranja (7 partes).
VINO TÓNICO: Vino tinto (15 partes), tintura de genciana (1 parte).
VINO NUTRITIVO: Vino generoso (10 partes), alcohol purificado de 25º (5 partes), azúcar (4 partes), esencia de ruibarbo (1/8 parte).
Artículo publicado en MysteryPlanet
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