'The winner takes it all'. Si CDC y ERC presentan finalmente candidatura conjunta a las generales, arrasarán en Cataluña. Parafraseando la canción de Abba, Junts Pel Sí se lo llevaría todo
PLL
19.10.2015 – 05:00 H.
Los independentistas catalanes se proponen montar una zapatiesta en las generales aprovechándose de la debilidad de PP y PSOE. A tenor de las epístolas en papel verjurado de FAES con las que los críticos salpimientan las páginas de los periódicos, en un caso, o las guerras intestinas Madrid-Sevilla a cuenta de fichajes de última hora como los de Irene Lozano, en el otro, uno puede colegir que los dos grandes partidos están haciendo auténticos esfuerzos por suicidarse en los comicios del 20 de diciembre. Una coyuntura que pretende aprovechar el ‘ejército’ de Artur Mas para tomar el Congreso.
La hoja de ruta de Convergència pasa, como no podía ser de otra forma, por sacar el mayor número de diputados en Madrid y así condicionar al futuro Ejecutivo, sabedor de que, sea cual sea el que salga de las urnas, nacerá con respiración asistida y estará constreñido a un alambicado juego de las alianzas, nacionalistas incluidos, que limitarán su margen de maniobra. En CDC hace ya tiempo que echaron números. Si logran convencer a ERC para repetir la fórmula de las catalanas e ir de la mano en los próximos comicios, “podrán montar un pollo” importante. Según sus cábalas, no habría apenas hueco para el resto de formaciones. 'The winner takes it all'. Parafraseando la canción de Abba, Junts Pel Sí se lo llevaría todo.
De los 47 escaños que se reparten por Cataluña (31 por Barcelona; seis, Tarragona y Girona; cuatro, Lleida), casi 30 irían a parar a la formación ‘liderada’ por Artur Mas. Tan solo Ciudadanos lograría arañar algún escaño gracias a un Albert Rivera en modo ‘booming’ [Test Rivera vs Iglesias: ¿quién dijo qué en el esperado debate? Descúbrelo con este test]. El PSC prácticamente desaparecería. Del PP, mejor no hablar. El hundimiento del 'Titanic'. En definitiva, por mor de la casuística electoral, el hecho de sacar una ventaja de más de 20 puntos al segundo permitiría a Junts Pel Sí pasar como un rodillo por las generales en aquella comunidad. Todo un hándicap para las fuerzas constitucionalistas.
El plan de Artur Mas contaría -no lo duden siquiera un ápice- con la inestimable ayuda de la extrema izquierda catalana y más concretamente con la de la Candidatura de Unidad Popular. La CUP no quiere asaltar los cielos. Lo que la CUP quiere es asaltar el Congreso de los Diputados. Lo único que le falta a Antonio Baños para convertirse en clon de Tejero es encasquetarse un tricornio e irrumpir en el Congreso armas en ristre. Y no nos referimos a las armas de fuego sino a las musicales. Baños, miembro antaño de la conocida banda Los Carradine, se muestra más amenazante con su guitarra y sus libros que Tejero con su pistola.
Muchos y variados analistas han incurrido en la equivocación de ensalzar a los miembros de la CUP como si fueran reputados estadistas, casi discípulos de Churchill, por el simple hecho de haber negado sus votos al ‘president’ en funciones para que repita en el cargo. Ya se sabe: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Craso error. Como en la fábula del escorpión y la rana, la CUP terminará picando con su aguijón. Esto es, terminará invistiendo a Artur Mas como ‘rey’ de la Generalitat. No tiene elección. Va en su naturaleza.
Radical, antisistema, anticapitalista, antieuropeo, antitodo, la estrategia de Baños no es otra que apoyar hasta el final la candidatura independentista a las generales, pidiendo el voto para Junts Pel Sí como si fuera propio, ya que la CUP no se presentará a los comicios. El fin secesionista justifica los medios. Sea como fuere, “hay que montar un pollo político y jurídico”. Convergència más Esquerra y la CUP suponen el 6% de todo el voto español.
Baldón para las aspiraciones de Pedro Sánchez
El rodillo independentista del 20-D tendrá consecuencias en cascada en el resto de formaciones, especialmente en el PSOE. Por mucha encuesta deMetroscopia que salga los domingos, por mucho que se emboce con la bandera de España, Pedro Sánchez tiene un problema en Cataluña, comunidad clave sobre la que históricamente se han cimentado las victorias socialistas. Es, sin lugar a dudas, su mayor desafío.
De extrapolarse los resultados del 27 de septiembre a las generales, y presuponiendo una candidatura unitaria secesionista, el PSC apenas sacaría cinco escaños en diciembre, siete escaños siendo generosos y atendiendo a ese principio que dice que los socialistas arrastran más votos en las generales que en las autonómicas. Sean cinco, siete u ocho, con estos guarismos resulta harto complicado que Sánchez salga victorioso de su envite nacional. Nada que ver con la ideología o el programa. Se trata de una simple cuestión de aritmética.
A dos meses de las elecciones, todo parece indicar que la futura gobernabilidad de España pasa por las manos de Albert Rivera, némesis de los independentistas. En un país dividido estructuralmente en centro izquierda (42%), centro derecha (42%) y nacionalistas (15%), C’s se ubica sociológicamente (que no ideológicamente) en el segundo de los bloques. Resulta imprescindible hacer esta puntualización por dos motivos: uno, porque PP y Ciudadanos son vasos comunicantes y lo que baja uno lo sube el otro, y viceversa; y dos, porque la razón de existir de la formación naranja es y será Cataluña, de tal forma que las líneas rojas que marcará a la hora de aliarse con uno u otro partido vendrán determinadas por esta circunstancia.
Ciudadanos, explican ellos mismos, nació para “hacer frente al ahogo que para el conjunto de la sociedad catalana suponen, desde hace más de 25 años, las políticas nacionalistas identitarias que pretenden homogeneizar culturalmente una sociedad plural y diversa”, mientras que la CUP se autodefine como “una organización política asamblearia de alcance nacional, que se extiende en los Países Catalanes y que trabaja por un país independiente, socialista, ecológicamente sostenible y desligado de las formas de dominación patriarcales”.
Teniendo en cuenta que C’s y CUP se encuentran en las antípodas, que los dos resultan decisivos para la formación de gobierno tanto en Madrid como en Barcelona y que la formación del primero de los ejecutivos viene irremediablemente condicionada por la del segundo, teniendo en cuenta todos estos factores, se presenta un escenario de tal complejidad que ni el mismísimo Sun Tzu podría resolver. Las elecciones catalanas no terminaron el 27 de septiembre. Tampoco lo harán el 20 de diciembre. Es probable que, visto semejante embeleco, las elecciones catalanas no terminen nunca.
http://elrobotpescador.com/2015/10/19/los-planes-que-eeuu-tenia-en-siria-y-que-rusia-ha-roto-en-pedazos/#more-10251
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