El Culto Cargo ( o culto del cargamento – culto a la carga) representan un fenómeno étnico-social singular que surgió durante la Segunda Guerra Mundial, después de las expediciones estadounidenses en las islas del Pacífico.
¿Es posible que el mismo fenómeno se
El Culto Cargo ( o culto del cargamento – culto a la carga) representan un fenómeno étnico-social singular que surgió durante la Segunda Guerra Mundial, después de las expediciones estadounidenses en las islas del Pacífico. ¿Es posible que el mismo fenómeno se haya producido en el pasado de la Tierra, cuando los antiguos astronautas extraterrestres estuvieron en contacto con nuestros antepasados considerándolos deidades?
Cada año la tribu amazónica kayapó celebra la llegada del misterioso Bep-Kororoti, o “el que viene del cosmos”, él vino a visitar la Tierra hace mucho tiempo.
Así cuenta la antigua leyenda amazónica:
“El guerrero venido del cosmos se divirtió al ver la fragilidad de sus adversarios. A fin de darles una demostración de su fuerza, alzó su kop y, apuntando sucesivamente a un árbol y a una piedra, destruyó ambos. Todos comprendieron que Bep-Kororoti había querido demostrarles que no había venido a hacer la guerra.”
La historia humana nos enseña que el mundo ha evolucionado de lo simple a lo complejo, de las herramientas de piedra a la tecnología avanzada que tenemos disponibles hoy en día. Sin embargo, decenas de historias de las culturas nativas parecen complicar este esquema aparentemente lineal.
Restos arquitectónicos de enormes estructuras megalíticas y las historias de los antiguos dioses que descendieron a la Tierra en la antigüedad, sugieren la visita de antiguos astronautas extraterrestres que descendieron sobre la Tierra hace miles de años.
¿Es posible que los antiguos astronautas extraterrestres hayan estado en contacto con nuestros antepasados y los hayan confundido con dioses debido a su tecnología avanzada? Para explorar esta posibilidad, debemos entender el fenómeno particular del “culto a la carga”.
En el día de John Frum
Desde el primer día de su llegada en mayo de 1941, las cosas nunca fueron las mismas para el pueblo de Tanna, una de las islas más pequeñas del archipiélago Vanuatu del Pacífico occidental.
“El día de John Frum” es el evento más importante en el culto nacido dentro de la tribu que viven en la isla. En este día santo, muchos desfilan y celebran en honor a la deidad compasiva que había visitado a estas personas muchos años atrás.
Muchos etnólogos creen que los nativos de Tanna han desarrollado el culto en torno a la figura de un soldado americano llamado John Frum (probablemente la mala pronunciación de “John from America” (John de Estados Unidos), que vivía en estrecho contacto con la tribu durante la Segunda Guerra Mundial.
Los nativos seguidores del culto creen que John Frum volverá un día a la isla cargado de cargamento y provisiones.
Es bien sabido que el culto comenzó a desarrollarse con la llegada de unos 300.000 soldados estadounidenses a New Hebrides, encargados de defender el archipiélago de una posible invasión japonesa.
El caso de John Frum es uno de la parte más conocida del fenómeno conocido como “culto a la carga”. Es un fenómeno étnico-social singular que surgió como resultado de las expediciones estadounidenses en las islas del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
La distribución gratuita de alimentos, la aplicación de la medicina occidental entre los hombres de la tribu primitiva y el uso de aviones, tuvo que impresionar mucho a los nativos, tanto es así que los nativos creían que estaban tratando con divinidades, lo que llevó a la creación de cultos religiosos reales en honor a las deidades.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos cultos cargo construyeron réplicas de aviones de paja y madera, con la esperanza de atraer a los aviones militares a tierra y les suministren con carga una vez más.
Con el fin de la guerra, el principal propósito de la adoración era invocar el regreso de los dioses con la piel blanca, como John Frum o como el duque Felipe de Edimburgo, adorado por las tribus Yaohnanen del archipiélago Vanuatu.
Bep-Kororoti: el astronauta que visitó el Amazonas
Sin embargo, los cultos a la carga pueden tener un origen mucho más remoto que los procedentes de las Islas del Pacífico. El primero en haber desarrollado una adoración por un visitante extraterrestre puede haber sido el Kayapo, una tribu de la selva amazónica.
El Kayapo anualmente celebra la llegada de la misterioso Bep-Kororoti, “el que viene del cosmos”, vistiendo un peculiar traje de mimbre que se asemeja a un traje espacial moderno.
Según los relatos de los líderes de la tribu, el misterioso personaje venía de la cadena montañosa del Pukato-Ti. Por el temor del primera encuentro, los aldeanos comenzaron lentamente a desarrollar una verdadera adoración por el desconocido, motivado por su belleza, el esplendor de su piel blanca y su buena voluntad hacia todos. Se dice que este extraño visitante era extraordinariamente inteligente y que había entregado a los antepasados de la tribu preciosos conocimientos.
Cuenta la leyenda que un día Bep-Kororoti estalló en un ataque de ira y con gritos y amenazas prohibió a los miembros de la tribu acercarse a él. Fue entonces cuando la tribu vio al desconocido ir al pie de la montaña y escapar hacia el cielo en una tremenda explosión que sacudió toda la región.
Los nativos vieron a Bep-Kororoti desaparecer en una nube de fuego. La explosión fue tan intensa que destruyo una amplia zona de la selva, haciendo desaparecer a los animales y desde entonces, la tribu sufrido un período de hambruna e inanición.
El etnólogo Joao Americo Peret, que entrevistó a los ancianos de la comunidad aborigen en 1952, dijo que la historia de Bep-Kororoti se remonta a un pasado lejano.
Los investigadores modernos, a la luz del fenómeno del culto cargo, se preguntan qué tipo de persona podría haber visitado las tribus del Mato Grosso en un período tan remoto, vestido con un traje espacial y portando una magia que, como dicen los Kayapo, era capaz de derribar un animal con un simple toque.
Sin duda, la figura de Bep-Kororoti no corresponde a la mentalidad humanitaria del soldado estadounidense que los Tanna de Vannatu continuaron adorando. Pero lo más bizarro, cuando aprendes sobre la historia de los kayapó, es el extraño traje espacial que se ha convertido en una parte integral de las ceremonias en memoria de Bep-Kororoti, ya que el culto, de una época antiquisima, surgió cuando cuando no existía viaje espacial humano.
Además, la historia de la partida de Bep-Kororoti, “a través de nubes de humo, luz y truenos”, recuerda claramente a la memoria el comportamiento de un motor a reacción moderno. El espectáculo debe haber dominado los sentidos de los aborígenes.
Según los informes, el mecanismo de propulsión estaba controlado por lo que los nativos creían eran “ramas” y la nave parecía ser un “árbol”. Cuenta la leyenda que el visitante se sentó en este árbol especial y tocando las ramas, ocurrió una gran explosión y el árbol desapareció en el aire. ¿Es la oportunidad de pensar de que se trataba de un cohete espacial?
C.1040
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