Lo que me encontré en un remoto arrecife del mar de la China Meridional me dejó confundido y conmocionado.
Me habían dicho que los pescadores chinos estaban deliberadamente destruyendo los corales cerca de unos atolones controlados por Filipinas en las islas Spratly, pero no quería creerlo.
“Pasa día y noche, mes tras mes”, me dijo un alcalde filipino en la isla de Palawan.
“Me parece que es deliberado. Es como que no estuvieran castigando al destruir nuestros arrecifes”.
No me lo tomé en serio, pensé que debía ser palabrería antichina de un político que culpa de todo lo que no le gusta al vecino.
Pero más tarde, según nuestro pequeño avión descendía hacia el islote filipino de Pagasa, miré por la ventanilla y lo vi.
Al menos una docena de botes estaban anclados en un arrecife cercano, con largas estelas de arena y grava detrás, justo de lo que hablaba el alcalde.
Pero incluso así, no estaba preparado para lo que vimos cuando nos sumergimos.
Un filipino nos guio en su pequeño barco pesquero hasta donde operaban los furtivos chinos.
Tenían sus embarcaciones ancladas al arrecife y estaban acelerando bruscamente, lanzando nubes de humo negro de los motores diésel.
Le pregunté al barquero qué estaban haciendo: “Usan sus hélices para romper los corales”, respondió.
De nuevo, me puse escéptico. La única manera de contrastarlo era entrar en el agua.
Estaba muy turbia y llena de arena. Sólo podía distinguir en el fondo una hélice girando, pero era imposible saber exactamente cómo ocurría la destrucción.
Eso sí, el resultado sí estaba claro: devastación total.
Este lugar había sido un rico ecosistema coralino. Ahora el fondo estaba cubierto de capas y más capas de restos, millones de fragmentos de coral destruidos: blanco y muerto, como huesos.
Continué nadando. En todas direcciones, la destrucción alcanzaba los cientos de metros, pilas de restos coralinos amontonados.
Parecía demasiado ilógico. ¿Por qué un pescador, incluso los furtivos, iban a destruir un sistema coralino de esta manera?
Almejas gigantes
Luego, debajo de mí, vi a dos de los furtivos, sumergidos con máscaras y mangueras por las que respiraban. Estaban acarreando algo pesado.
Con mucho esfuerzo en el fondo arenoso y a través de las burbujas, pude entrever qué era: una enorme almeja de al menos un metro.
La dejaron caer cerca de su barco, donde había otras tres que habían cargado antes.
Almejas de este tamaño probablemente tienen cien años y, como descubrí más tarde en un sitio de subastas en internet, se pueden vender por entre US$1.000 y US$2.000 el par.
Navegamos hacia un grupo de pesqueros de mayor tamaño que estaban anclados justo por fuera del arrecife, son los “barcos nodriza” de los furtivos.
En los más grades pude ver cientos de almejas amontonadas.
En la popa, cada embarcación tenía escrito “Tanmen” en grandes caracteres chinos.
Había oído hablar de Tanmen antes, es un puerto chino en la isla de Hainan.
En mayo de 2014, otro barco de Tanmen fue capturado por la policía de Filipinas en un arrecife llamado “Media luna de la bajura”. A bordo, la policía encontró 500 tortugas carey, la mayoría yacía muerta.
La tortuga carey es una especie en peligro de extinción y está protegida por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites, en inglés).
Una corte filipina sentenció a los nueve marineros a un año en prisión.
Eso fue recibido con furia en Pekín, que reclamó que fueran inmediatamente liberados y acusó a Filipinas de “una severa violación de la soberanía china… al detener ilegalmente a pesqueros en aguas alrededor de las islas Nansha”.
Nada de esto prueba que China está protegiendo a los furtivos, pero tampoco parece que Pekín esté haciendo nada para frenarlos.
Los que vimos esquilmando los arrecifes no mostraron ningún tipo de miedo o incomodidad cuando nos vieron llegar con las cámaras.
Día y noche
De vuelta en Pagasa, un oficial del cuerpo de marines filipino me dijo que la destrucción de la zona lleva ya dos años, día y noche.
“Ustedes están armados, ¿por qué no van en sus lanchas rápidas a arrestarlos?”, le pregunté.
“Es demasiado peligroso, no queremos una confrontación con la fuerza naval china”, respondió.
Todavía veo difícil de entender por qué hacen esto estos pescadores chinos, con su larga tradición de pescar en arrecifes y ahora los destruyen.
La avaricia puede ser la respuesta. En la nueva y próspera china, hay más dinero para hacer del saqueo y comercio de especies amenazadas que de pescar.
Y hay otro hecho triste en lo que está ocurriendo.
Por chocante que sea la destrucción del arrecife que presencié, es nada comparado con la destrucción que provoca la masiva operación de construcción de islas que está teniendo lugar no muy lejos.
La última isla en ser completada, en el arrecife Mischief, tiene más de 9 kilómetros de largo.
Esos son 9 kilómetros de arrecife coralino vivo que está enterrado bajo millones de toneladas de arena y grava.
http://www.24horas.cl/noticiasbbc/por-que-hay-chinos-destruyendo-los-arrecifes-del-mar-de-la-china-meridional-1873684
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