En medio de la ofensiva iraquí contra la ciudad de Mosul, en poder del Estado Islámico, y del calentamiento de la pelea Trump-Clinton por llegar a la Casa Blanca, ha pasado prácticamente desapercibida la reunión en Londres de la Reina Isabel II con el patriarca Kiril, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, precisamente en el momento de mayor tensión entre Rusia y Occidente. Los servicios de inteligencia especulan sobre el contenido del misterioso encuentro y la naturaleza del mensaje de Putin transmitido por el prelado ruso.
Kiril comenzó el pasado 15 de octubre una visita de cuatro días a Londres con motivo del 300 aniversario de la presencia de la Iglesia ortodoxa en Gran Bretaña, pero los analistas piensan que este ha sido el pretexto para que el jefe religioso ruso llevase a la Reina Isabel II un mensaje personal del presidente Putin cuando nos encontramos a las puertas de una confrontación militar entre Occidente y Rusia.
El patriarca Kiril de Moscú es tenido como una persona de la máxima confianza de Putin que desempeña una diplomacia paralela, con misiones discretas y en extremo delicadas, allí donde no puede llegar el ministro de Exteriores ruso, Lavrov. La Iglesia ortodoxa rusa ha experimentado un crecimiento sin precedentes bajo el mandato del zar Putin, que ha destinado cientos de millones de rublos para restaurar las viejas iglesias y monasterios, construir otras nuevas y ampliar el número de obispos y sacerdotes. Apoyo oficial que se ha visto correspondido por un cerrado apoyo de la jerarquía religiosa rusa al Kremlin. Un destalle elocuente fue la apertura en 2002, ya en la Era Putin, de una capilla ortodoxa en la famosa Lubianka, sede del FSB (ex KGB), para los funcionarios del servicio secreto.
Las últimas encuestas señalan que el 75 por ciento de la población rusa se considera cristiano ortodoxa. Con este contundente apoyo sociológico, es lógico que Putin haya hecho de la Iglesia uno de los puntales de su política nacionalista.
Diplomacia paralela
En febrero pasado, el Papa Francisco y el patriarca Kiril mantuvieron un histórico encuentro en La Habana, casi mil años después del cisma que separó a católicos y ortodoxos. La reunión se presentó ante la opinión pública mundial como el primer gran impulso para la reunificación de las dos Iglesias. Una meta que, aparte de su sentido religioso, tenía un objetivo político: lograr el apoyo del Vaticano para rebajar la presión de Occidente hacia Rusia liderada por Estados Unidos. Ocho meses después no solo no se ha conseguido dicho objetivo sino que la presión se ha recrudecido hasta niveles desconocidos desde el final de la Guerra Fría.
La "autoritas" de Isabel II
En este contexto de diplomacia paralela,en medios de inteligencia europeos se asegura que Kiril habría transmitido a la reina un mensaje muy concreto de Putin: que la poderosa soberana británica utilice su influencia para frenar la guerra económica desencadenada por la City londinense contra Rusia. Isabel II es la única persona del mundo con "autoritas" sobre los grandes banqueros londinenses que, a su vez, influyen históricamente sobre Wall Street.
La pregunta es: ¿qué ofrece Putin a cambio del apoyo de la soberana del Reino Unido? Es en este punto donde se disparan las especulaciones de los analistas.
Los más ortodoxos apuntan que el dirigente ruso está dispuesto a abrir las puertas de Rusia a las empresas británicas tras el brexit que sitúa en una difícil encrucijada a la economía británica, si Isabel II llama a capítulo a las grandes familias de la banca internacional -Rothschild, Warburg, Rockefeller, Lazard- para que pongan fin a las sanciones económicas por la crisis de Ucrania y la adhesión de Crimea. Apenas una decena de linajes europeos y norteamericanos que controlan la economía mundial por encima de los poderes políticos.
A favor del Brexit
Se da la circunstancia de que el diario The Sun publicó tres meses antes del referéndum que la reina estaba a favor del brexit porque la Unión Europea iba "en la dirección equivocada". Esta noticia provocó un fulminante desmentido del palacio de Buckingham, pero dejó en la opinión pública la sensación de que su soberana no se identificaba con el proyecto europeo. Vladimir Putin se ofrecería como el salvador de la economía del Reino Unido dándole acceso a los enormes recursos naturales rusos.
Otros analistas van un paso más allá y apuntan que Kiril transmitió a la reina la promesa de Putin de no solicitar la devolución de la inmensa fortuna de los zares que, al parecer, fue a parar al Banco de Inglaterra tras el fusilamiento de la familia Romanov al comienzo de la revolución rusa. Se trata de 500 toneladas de oro (equivalentes a 20.000 millones de dólares) que nunca se encontraron y que en los últimos años se afirma están sepultadas en el fondo fangoso del lago Baikal, el más profundo del planeta, tras descarrilar en 1920 el tren que las transportaba.
Guerra económica y oro parecen ir cada vez más de la mano si tenemos en cuenta que desde el pasado abril la Bolsa de Oro de Shanghái ha arrebatado a Londres y Nueva York el monopolio de fijar el precio del metal precioso y las grandes potencias -sobre todo China y Rusia- incrementan a marchas forzadas sus reservas de lingotes
No hay comentarios:
Publicar un comentario