jueves, 30 de noviembre de 2017

Akakor y la Leyenda de los Ugna Mongulala (y II)


“Dichas pirámides y la ciudad de Akahim se situaban en la cordillera de Parima, en el sistema montañoso del Gurupira, en las fuentes donde nace el río Padauiri (que es afluente del Rio Negro).

Su localización está cercana a la frontera con Venezuela y el territorio es considerado por el gobierno brasileño de “seguridad nacional”. Las pirámides son de base cuadrangular y la más elevada debe tener entre 100 y 150 metros de altura.

Las otras son de menores dimensiones. El arqueólogo Roldao Pires Brandao observó que “las pirámides por su forma son idénticas a las descubiertas en México”.

Las fotos publicadas por la revista Veja muestran otras construcciones cubiertas por vegetación baja.”

“La expedición brasileña pudo fotografiar las pirámides desde unos cuatro kilómetros de distancia pero, les fue imposible aproximarse a ellas ni a las ruinas de la ciudad abandonada de Akahim ya que no podían abrirse camino a través de la tupida jungla por falta de braceros.




Pirámide de Akahim.

Revista Veja 01-08-79

“La expedición brasileña asegura haber tenido como guía al indio Tatunca Nara que, no solo les llevó hasta el lugar donde se ubicaban las pirámides sino que prosiguieron hasta el noroeste, siguiendo las crestas de la Sierra de Gurupira, hasta llegar a las inmediaciones de las ruinas de una ciudad perdida y abandonada medio escondida entre la espesura de la selva. En ella pudieron observar incontables bocas de cavernas por entre las rocas del lugar adyacente. 

Al parecer, según testimonios posteriores, la ciudad ya había sido vista por pilotos civiles y militares de las Fuerzas Aéreas Brasileñas que sobrevolaron la región. Un etnólogo que les acompañó, Ryoku Yuhan (1), llegó a la conclusión, después de haber examinado “desde lejos” la ciudad, de que las ruinas tenían gran semejanza con construcciones de estilo incaico y deben tener una antigüedad de “cientos de siglos” (?). Incluso apuntó la posibilidad de que tales ruinas correspondiesen a las de Eldorado, tan buscadas por los españoles. Esta ciudad fue localizada a unos 180 kms. del lugar donde se ubicaban las pirámides.”

El descubrimiento de las pirámides del Amazonas, le brindó a la historia de Akakor una publicidad extra. Tatunca Nara, aumentó su credibilidad entre los investigadores, que intuyeron tras su relato una fuente de verdad.

“Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: yManoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala. En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por nosotros. El edificio principal estaba rodeado de pirámides más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que resplandecían. 

Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.”

" También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de la vida y de la muerte. Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida”.

Con la noticia en primera plana, Däniken optó por una nueva expedición, la cual tampoco prosperó. Solo alcanzó para un relato oral de Ferdinand Schhmidt (2).

Llegados al punto más abajo de la catarata mayor, en el que estaba enclavado nuestro antiguo campamento, nos plantamos en veinte minutos de marcha a través de la selva ante la pared rocosa que había que escalar. Alcanzamos el punto más alto, que estaba poblado de muchas variedades de cactus, y que ofrecía una grandiosa panorámica hacía el oeste. Desde aquí pude fotografiar las tres pirámides y la inmediata cadena montañosa con las antiguas ruinas de Akahim. A partir de ahora nos encaminamos juntos en dirección hacia la catarata, a través de la selva, y a poca distancia de la orilla.

De repente había ante nosotros, apoyado en un árbol, un indio.


Pirámide oculta en la maleza de la selva amazonía.

Entre él y nosotros mediaba una hondonada pequeña. Tatunka se detuvo y exclamó “Ramos”.El indio se encaminó hacía Tatunka y ambos se abrazaron. Ramos tenía cabellos negros que le caían sobre los hombros, lucía una cinta trenzada en la frente, era de piel bastante oscura, pero tenía ojos claros, verdes. De la oreja derecha le pendía una cadenita en forma de gota, con alguna figura y un reborde exterior decorado.

Ramos era el jefe de la tropa de los Mongulala y estaba allí con sus guerreros, quienes esperaban más arriba. Ramos advirtió a Tatunka que los sacerdotes de su tribu habían decidido su casamiento con la princesa que le había sido asignada hace ya muchos años(3). Después Ramos le preguntó por el escritor (Däniken), ya que los Mongulala esperaban encontrarse con él, en lugar de con Ferdinand Schmid.

Como Tatunka debía volver para casarse con la princesa, Schmid tuvo que elegir entre proseguir él solo con Ramos y sus guerreros o echar para atrás y regresar: El suizo sabía que apenas quedaban unos kilómetros para alcanzar Akahim, la ciudad donde se ocultaban las reliquias tecnológicas de los dioses. Schmid estaba en un dilema. Ramos y sus guerreros no le daban garantías por su vida tanto en su viaje a Akahim como en el retorno a Manaos.

Pese ello, con cierta osadía, se empeñó en ir a Akahim. Pensó que, después de tan largo y penoso camino por una jungla donde llovía copiosamente la mayor parte del tiempo, estando a un par de pasos del objetivo tanto tiempo esperado no podía desaprovechar aquella oportunidad que, tal vez, fuese la última.

Pero Tatunka le dijo que tenía miedo de volver solo a la civilización. Argumentó que, si regresaba sin Schmid, los blancos - y en especial el propio Däniken -, querrían saber de su paradero y Tatunka se preguntaba si creerían la palabra de un indio. Schmid pensó que si le daba una carta para Erich von Däniken el problema quedaba resuelto. Pero el indio no lo veía claro. Si les daba la carta a los blancos estos podrían pensar que él la escribió presionado por amenazas. De esta forma, Schmid no tuvo más remedio que volver con Tatunka a Manaos.

Resignado, el suizo captó la señal de alerta, marchándose de regreso a su país. Otros investigadores desoyeron “las señales”, y continuaron buscando las ciudades subterráneas. La mayoría desapareció en la selva amazónica.

Lista macabra:

1977: Un joven norteamericano obsesionado con Akakor arriba al Cuzco, para tratar de organizar una expedición que lo conduzca hacia las zonas desconocidas de del sureste del Perú. Contrató a una guía para que lo acompañara hasta las fuentes del Río Yaco, donde esperaba entrevistarse con un “indígena” que lo llevaría a la ciudad oculta. Nunca más se lo vio con vida.

1980: John Reeds, otro norteamericano desaparecido. Una carta fue encontrada dentro de sus pertenencias donde declara estar a dos días de Akahim. En la misma hay elogios hacia Tatunca Nara. Sin embargo contra los deseos de este se interno solo en la selva.

1983: Herbert Wanner. Ciudadano suizo. Desaparecido y encontrado muerto. Tuvo contacto con Tatunca Nara. Interrogado negó cualquier implicancia.

1986: Christine Heuser. Investigadora alemana de la AAS (4). Paso cuatro semanas con Tatunca Nara. Se cree que tuvo un romance con el líder de los Ugha Mongulala. Hasta hoy figura como desaparecida.

En la distancia, Karl Brugger observaba los acontecimientos que se sucedían y planificaba su regreso en silencio, el cual se concretó en 1981. Acompañado de Tatunca Nara, intentó convencer a un cineasta, Orlando Senna para que produjera un video documental sobre Akakor. 

Senna se negó a participar, argumentando:

“que no estaban dadas las condiciones de seguridad para una incursión a zonas tan inhóspitas” (5).

Cuando en 1984 sobreviene la muerte del periodista, un nuevo capítulo comienza a escribirse en la intrincada y enigmática historia de Akakor. Hasta ese entonces no existían objeciones demasiado graves en contra de la figura de Tatunca Nara, pero todo eso cambió, cuando desde Alemania se difundió que el indígena en realidad era un ciudadano de ese país con un pasado como convicto.

Günter Hauck, tal su verdadero nombre, figuraba en los archivos policiales alemanes como desaparecido desde el 15 de Febrero de 1968, fecha, en la cual abordó un barco para dirigirse a Río de Janeiro. A partir de allí, su rastro se perdía. El expediente también mencionaba, que durante su estadía en prisión fue conocido con el apodo de Tatunca Nara.

Solo el dato de la fecha, bastaba para demoler una de las primeras incongruencias detectadas del relato que Tatunca contara a Karl Brugger. Era imposible que su proclama de príncipe de Akakor fuera viable en 1968, teniendo en cuenta que su ingreso a Sudamérica se produjo en esa misma época.

En medio de la polémica, otro tema salió a luz. Se denunció que en los días posteriores a la muerte de Brugger, el consulado alemán entró a su departamento y se llevó toda la documentación privada del periodista. 

¿Qué estaba pasando?.

Surgieron versiones acerca de un nuevo libro que Brugger pensaba publicar a la brevedad. Según sus allegados, el periodista confió, que estaba trabajando en una hipótesis más controversial acerca del tema de las ciudades subterráneas, y que de conocerse, causaría sensación. También habló, sobre incursionar en el tema nazi y sus exploraciones en la jungla sudamericana, pues dijo contar con documentos inéditos que avalarían su investigación (6).

De estas afirmaciones se desprende, que Brugger nunca perdió las esperanzas de encontrar las ciudades perdidas. Podemos suponer, que era consciente de la verdadera identidad de Tatunca Nara, pero aún así, el indígena continuó jugando un papel fundamental en el trazado de su historia. Tal vez Brugger, no creyó necesario hacer público un detalle que ponía en riesgo la credibilidad de su libro, y por otra parte, hasta sus últimos días tuvo la certeza que Tatunca no mentía.

Pero si no mentía, no se explica el fracaso de todas las expediciones emprendidas, incluyendo la del propio Brugger. Ahora bien, en el tren de conjeturas, ¿qué es lo que se esconde tras Akakor?. Y, ¿por qué ese repentino interés en el factor nazi?. 

Veamos.

Durante la redacción de Crónicas de Akakor, Tatunca Nara contó a Brugger una intrigante historia. Refirió, que en 1936 Sinakaia, príncipe de su pueblo por esos años, tomó parte en el asalto de Santa María, poblado brasileño situado en las zonas altas del Río Negro. Los Ugha Mongulala, asesinaron a gran parte de los ocupantes, exceptuando, a cuatro mujeres que fueron hechas prisioneras. Sólo sobrevivió una monja de nacionalidad alemana, Reinha, que más tarde renunció a sus hábitos y se casó con Sinkaia. De esta unión habría nacido Tatunca Nara.

Cuatro años después, en 1941, la nueva princesa partió como embajadora en un viaje secreto hacia Alemania. Un año después, Reinha regresó con algunos dirigentes alemanes. Se estableció una alianza entre los dos pueblos. El acuerdo contemplaba que Akakor, recibiría dos mil soldados alemanes para enseñar a los Ugha Mongulala el manejo de armas poderosas, y que a cambio, estos últimos, se comprometían a construir grandes fortificaciones y a ganar nueva tierra cultivable.

“Pero la parte más importante del acuerdo, estableció que los alemanes desembarcarían en la costa brasileña y ocuparían las ciudades más importantes. Los guerreros de los Ugha Mongulala apoyarían la campaña mediante rápidas incursiones sobre los poblados de los Blancos Bárbaros situados en el interior del país.

Tras la esperada victoria, Brasil sería dividido en dos territorios: los soldados alemanes reclamarían las provincias de la costa; los Ugha Mongulala serían satisfechos con la región sobre el Gran Río que les había dado por los Dioses 12.000 años antes.”

Según Tatunca los soldados alemanes tenían una ruta de viaje que les permitía ingresar al Continente Sudamericano sin problemas.

“El punto de partida lo constituía una ciudad alemana llamada Marsella. Se les decía que su destino era Inglaterra. Una vez a bordo de la nave, que podía moverse bajo el agua como un pez, les era revelado su auténtico destino. Después de viajar durante tres semanas por el océano oriental, llegaban a la desembocadura del Gran Río. Aquí les recogía un barco más pequeño, que los transportaba hasta las zonas altas del Río Negro.

En la última parte de su viaje eran acompañados por exploradores de Ugha Mongulala. El trayecto hasta la gran Catarata situada en la frontera entre Brasilo y Perú lo realizaban en canoas, y desde aquí solamente eran necesarios veinte horas de camino hasta llegar a Akakor. En conjunto el viaje de los soldados alemanes duraba unas cinco lunas.”

Para 1945 dos mil soldados alemanes se encontraban viviendo en Akakor. La finalización de la Segunda Guerra interrumpió el plan original. Ante la imposibilidad de volver a Alemania, los soldados optaron por establecerse con los Ugha Mongulala. 

En este punto de su libro, Brugger, prestó mucha atención y decidió buscar registros históricos que dieran asidero a la versión brindada por Tatunca.

Escribió:

“Las operaciones en América del Sur de las asociaciones secretas alemanas no fueron menos numerosas y bien fundadas. Ya en 1938, un submarino alemán reconoció la zona inferior del Amazonas. Su tripulación hizo una investigación geográfica y estableció contactos con la colonia alemana en Manaus. Realizó asimismo el primer film histórico sobre la Amazonia, que todavía se conserva en los archivos de Berlín Oriental. El material fotográfico hecho público demuestra que el interés de los investigadores fue mucho más allá de la mera recogida de datos personales. Otras operación, que se halla documentada en los archivos de la fuerza aérea brasileña, fue el viaje del barco de la S.S. Carolina en junio de 1943 desde Maceió hasta Belem. Sólo puede imaginarse cuáles eran las órdenes del audaz carguero alemán.

La fuerza área brasileña pensó que transportaba un cargamento de armas para agente secretos alemanes y atacó el barco sin éxito. Más esta explicación, vista retrospectivamente, parece poco probable. Nunca hubo colonia alemana alguna en el área de Maceió ni tampoco instalaciones de las fuerzas brasileñas. Hay numerosas referencias sobre operaciones secretas del Tercer Reich en Brasil. Testigos oculares afirman haber observado el desembarco de submarinos alemanes en la costa de Río de Janeiro. Un periodista de la revista brasileña Realidad e incluso descubrió en el Mato Grosso una colonia alemana, compuesta al parecer exclusivamente de antiguos miembros de las S.S.

“Según la Crónica de Akakor, 2.000 soldados alemanes llegaron a la capital de los ugha mongulala entre 1940 y 1945. El punto de partida de esta operación secreta lo constituyó Marsella. Entre sus miembros se encontraban A. Jung de Rastatt, H. Haag de Mannheim, A. Schwager de Stuttgart, y K. Liebermann de Roth. Mujeres y niños acompañaron al último grupo. El contacto había sido facilitado por una hermana misionera alemana de la estación de Santa Bárbara. Una investigación de los datos contenidos en la Crónica de Akakor suministró la evidencia de que los cuatro soldados mencionados fueron dados por muertos en 1945. Según información recibida de la diócesis amazónica, la estación misionera de Santa Bárbara fue atacada y destruida por tribus salvajes indias en el año 1 936. Entre los numerosos muertos se encontraban varias monjas alemanas.

“Teniendo en cuenta los preparativos técnicos que el desembarco de 2.000 soldados alemanes habría requerido, los datos son insuficientes. Pero las operaciones de los comandos secretos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial podrían ser comprobadas en los casos en los que hubieran sido organizadas por la Abwehr. Los documentos sobre las actividades de la división extranjera del Partido Nacional Socialista o de asociaciones secretas del tipo de la Ahnenerbe o bien nunca fueron registrados o bien fueron quemados. Técnicamente, el desembarco de 2.000 soldados alemanes podría haber sido posible. La predilección de Hitler por las ciencias ocultas debió haberle urgido a establecer contactos con un «Pueblo Escogido».

El biógrafo de Hitler, Rauschning, caracteriza al «Führer del Gran Imperio Alemán» de la siguiente manera:

«Los planes y las acciones políticas de Hitler únicamente pueden comprenderse si uno conoce sus más profundos pensamientos y ha experimentado su convicción de la relación mágica entre el hombre y el Universo».”

Coincidimos con Brugger, que tanto la Abwehr, como la Ahnenerbe, contaban con los medios necesarios para implicarse en una operación de esta envergadura. 

La Abwehr, fue el servicio de inteligencia alemán que comenzó a funcionar en 1866. Durante la Segunda Guerra Mundial fue dirigido por el Contralmirante Wilhelm Canaris (1887-1945?) (7). Además de estar encargado de la inteligencia, la Abwer, desarrolló tareas de espionaje, contrainteligencia, seguridad, actividades de sabotaje y subversión. En Sudamérica se concentraron en tareas de inteligencia naval y marítima. Muchos países del continente que simpatizaban con los alemanes, prestaron una valiosa colaboración a la causa nazi. 

Algunos biógrafos sostienen que Canaris fue,

“el artífice de un plan denominado Z-Plan, un plan, para continuar la guerra, en caso de que Alemania perdiera militarmente. También creó una organización denominada “Die Kette” (8) , para continuar la guerra desde fuera de Alemania si el territorio era invadido y cuyo símbolo era un águila alemana sobre un Sol negro. Tanto el Z-Plan como la organización Die Kette no fueron concebidos con fines a corto o mediano plazo, sino para perdurar por varias generaciones”.

Una hipótesis no confirmada sugiere que Canarias, quién era amigo del general Franco,

“obtuvo la península de Jandia (Fuenteventura) en las Islas Canarias por su contribución en la guerra civil, supuestamente era una base secreta de submarinos que sería descubierta después de la guerra, donde los alemanes la utilizarían como vía de escape, aprovisionamiento y escala rumbo a otras bases secretas en América del Sur y la Antártica. Esta residencia llamada Villa Winter sería del General Gustav del servicio de inteligencia alemán al que los nativos de la isla llamarían “Don Gustavo”. Esta base estaría construida bajo alto secreto sobre cuevas y caverna naturales que comunicarían a su vez con la residencia camuflada que serviría de bunker y punto de observación de la costa.”

Resulta sugestiva la mención de bases sudamericanas. ¿Pudo haberse establecido alguna en territorio brasileño?. No, si pensamos que este país le declaró la guerra al Eje en 1942, factor que complica cualquier acción de esa índole. Pero las posibilidades están abiertas y no se pueden descartar.

Como segunda opción tenemos a la Ahnenerbe.


Notas

Ryoku Yuhan, es el seudónimo adoptado por José Alair da Costa Pires, quién cambió su nombre al convertirse al budismo.

El bote del capitán Schmidt naufragó, perdiéndose importante material fílmico que revelaba indicios de Akahim. Rumores que circularon por Manaus, señalaron a Tatunca Nara como el responsable del fracaso, atribuido a su errático comportamiento que durante todo el trayecto buscó boicotear la misión.

Según relató Däniken más tarde, “Tatunca explicó a Schmidt que no podía volver a Akahim puesto que no quería concretar aquel casamiento, pues estaba ya matrimonialmente unido en Manaus con una mujer blanca; no obstante, le dice que puede seguir a Ramos hasta la ciudad, pero no le garantiza pueda regresar algún día a la “civilización””.

Ancient Astronaut Society. Fundada por Erich Von Däniken en 1973.

“Entrevistado Senna por la revista “Trance”, en el número de junio de 1982, manifestó que no realizó la expedición porque el propio Tatunca no le garantizó ninguna seguridad, puesto que había que cruzar regiones muy inhóspitas, con miles de nativos en pie de guerra contra cualquier invasor que se acercara. El proyecto entonces queda en la nada.

“Se comentó que Karl iba a hacer públicas en los días próximos a su asesinato, fotos y filmaciones que probaban que hubo un asentamiento del Tercer Reich en la parte alta de Río Negro”.

En 1940 fue ascendido a Almirante. Desde la Abwerh organizó la ayuda alemana al General Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. Más tarde sería acusado de integrar una red de conspiradores para matar a Hitler. En 1945 fue internado en el campo de concentración de Flossenburg,, donde se lo ejecutó un poco antes de terminar la Guerra. Investigaciones recientes, sugieren que su detención y posterior muerte, fue en realidad una pantalla de camuflaje para desviar la atención de los aliados. Canaris habría continuado con sus operaciones desde la clandestinidad.

“La cadena”.

Publicado el 26 de marzo de 2006

por Ana Débora Goldstern

Publicado el 5 de enero de 2006
05/01/2006
del Sitio Web RevistaInvestigacion

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