martes, 12 de marzo de 2019

Grabación de Villarejo (Actualización): La Policía de Rubalcaba asumía que Marruecos y Francia "estaban detrás" del 11-M


La cúpula policial que investigó los ataques del 11-M tenía la sospecha, nunca investigada, de que los servicios secretos de Francia y Marruecos participaron en los atentados terroristas que segaron la vida de 191 personas en Madrid hace ahora 15 años.


Según desvela hoy Moncloa.com, esta tesis fue sustentada por varios de los responsables policiales con más peso en el Ministerio del Interior de Alfredo Pérez Rubalcaba, protagonistas de una grabación obtenida por el diario. "Mi criterio es que fueron los marroquíes con apoyo de los franceses, sin lugar a dudas", explica el excomisario José Villarejo, según acredita la cinta, grabada en diciembre de 2009. "Estaban detrás", afirma a renglón seguido Juan Antonio González, entonces máximo responsable de todos los operativos de Policía judicial en España.





La grabación se realizó en una comida a la que asistían cuatro altos jefes policiales: el comisario Villarejo -en prisión preventiva desde hace más de un año por orden de la Audiencia Nacional-, el mencionado Juan Antonio González, el comisario José Luis Olivera -que entonces dirigía la Unidad de Delincuencia Económica (UDEF) y llegó a ser director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO)- y Eloy Quirós -responsable de la UDYCO y actual comisario general de la Policía Judicial-.

La posibilidad de que los servicios secretos de Francia y Marruecosestuvieran detrás de los atentados terroristas del 11-M, de los que hoy se cumplen 15 años, fue analizada en diciembre de 2009 por altos mandos policiales del Ministerio del Interior que dirigía Alfredo Pérez Rubalcaba en aquella época, según un audio al que ha tenido acceso MONCLOA.COM.

La reunión se produjo en el restaurante madrileño Rianxo, el mismo sitio en el que comisarios de Policía se encontraron por casualidad con Luis Bárcenas en junio de ese año, o donde también quedaron a comer con Baltasar Garzón y Dolores Delgado, por aquel entonces fiscal de la Audiencia Nacional, en la famosa comida de octubre de ese 2009.

En esta ocasión, los comensales fueron Juan Antonio González, comisario general de la Policía Judicial; José Luis Olivera, que dirigía la Unidad de Delincuencia Económica (UDEF); Eloy Quirós, máximo responsable de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) y que en la actualidad ocupa el puesto de González; y José Manuel Villarejo, adjunto a la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía y que fue la persona que grabó la conversación sin que sus compañeros de mantel lo supieran.



De izquierda a derecha, los comisarios Juan Antonio González, José Luis Olivera, Eloy Quirós y José Manuel Villarejo.

A finales de 2009 ya se conocían las sentencias sobre el 11-M de la Audiencia Nacional (de octubre de 2007) y la posterior del Tribunal Supremo (de julio de 2008). Tras recordar algunos pasajes de la captura de Laureano Oubiña en Grecia, un hecho acaecido en el año 2000 en el que participaron Olivera y Villarejo, y repasar varias operaciones en el mundo árabe, es González -conocido como JAG en la jerga policial- quien saca a colación las teorías de la conspiración sobre los atentados del 11-M que siguen presentes en una parte de la ciudadanía.

Tanto González como Villarejo coinciden en que lo que van a hablar “no se puede decir fuera de aquí”. Olivera lamenta que en “los tres primeros días se trabajó muy deprisa”, mientras que Villarejo admite que “objetivamente, la historia no va a juzgar bien este servicio“. Quirós, por su parte, apenas tercia en el debate.

González reconoce de inicio que sus compañeros policiales hicieron una “investigación de puta madre”, pero critica que aquel 11-M eran “la tira” para descubrir quién estaba detrás del mayor atentado en la historia de Europa y, al final, hubo “errores” que han alimentado las sospechas. “Hay muchos flecos”, subraya Villarejo, quien califica “de bulto” los errores a los que se refería su entonces superior jerárquico.

Juan Antonio González: Hicieron una investigación de puta madre. Yo soy el primero que lo admiro, lo he defendido y me ha parecido que han hecho un trabajo de la hostia. Aquí no se trata como antes de pegarle una paliza a un ‘choro’ y coger al autor del secuestro o del atraco. Tienes que estar todo…


Villarejo: Así es

JAG: Mire usted, este es este porque llamó por teléfono. Macho, túfíjate la que están liando con el 11-M. Si no hubieran aquel día… eran la tira, se hubieran salvado todas estas cosas.

Villarejo: Hay muchos flecos, eh.

JAG: Pues tú lo ves en lo de UDYCO (se dirige a Eloy Quirós, que entonces era comisario de esta unidad). Están intentando, bueno, dar despistes.

Quirós: Podrás decir que somos la Policía de Rubalcaba, que hemos hecho, pero la esencia…

Villarejo: La esencia del tema es impecable. Es impecable.
JAG: Es que ahí había errores…

Villarejo: ¡De bulto!

JAG: …de que las personas que han estado ahí, porque yo no sé quién es el culpable, pero aquí hay que controlar las cosas, yo no quiero vivir con la (xxx), yo creo eh.

Olivera: Totalmente

Villarejo: Totalmente.

Olivera: Yo también.

Villarejo: Absolutamente de acuerdo.

Olivera: Yo también estoy de acuerdo. Yo te estoy hablando desde el principio. Desde el principio que está localizado quiénes son los malos.

La intervención de los servicios franceses

La versión aportada en esta grabación coincide con la declaración que el comisario Villarejo ha realizado en la Audiencia Nacional quince años después. Ante el juez Manuel García Castellón, Villarejo mantuvo que organizó un viaje a Líbano para captar información sobre las llamadas recibidas desde allí por los terroristas del 11-M.





Sin embargo y según la versión del ex comisario, esos datos fueron cercenados por miembros del servicio secreto francés. Esa misma versión fue aportada en 2011 por el traficante de armas Monzer Al Kassar.

En el seno de la operación Tándem, Villarejo utilizó estos viajes para explicar su participación en el pago de cinco millones de euros por parte del BBVA para frenar la compra de acciones del banco por parte de Sacyr. Pagos que sirvieron presuntamente para intervenir de forma ilegal los teléfonos de miembros del Gobierno de Zapatero.


La pasada semana, la defensa del excomisario presentó un escrito solicitando a la Audiencia Nacional que pida al Consejo de Ministros la desclasificación de documentos secretos que, a su juicio, "señalan la autoría real del 11-M".

La mochila de Vallecas se "preparó ad hoc" para dirigir la investigación, según Villarejo

La mochila sin explotar encontrada presuntamente el 11-M en la estación de El Pozo y que apareció un día después de los atentados en la comisaría de Vallecas era, en realidad, una prueba falsa colocada para teledirigir la investigación. Eso es al menos lo que aseguró el excomisario José Villarejo ante la cúpula policial en 2009, en una conversación que él mismo grabó y que hoy publica Moncloa.com. Los jefes policiales presentes ni se escandalizaron ni le contradijeron.

Junto a Villarejo, estaban en esa reunión Juan Antonio González, máximo responsable entonces de la Policía judicial; José Luis Olivera, jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF); y Eloy Quirós, responsable de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Policía (UDYCO).

En la grabación, los mandos policiales mantienen que las pesquisas en las primeras horas de los atentados tienen errores "de bulto". "Yo te estoy hablando desde el principio. Desde el principio que está localizado quiénes son los malos", dice el comisario Olivera. "Pero perdona", replica Villarejo. "¿Por qué se localiza a los malos? Por el tema de Vallecas", recuerda en alusión a la mochila sin detonar que apareció en la comisaría de Puente de Vallecas.

Olivera.- ¿Por qué salen los malos? Porque son la primera tarjeta de la mochila que no explota.

Villarejo.- Mochila que nunca podía haber explosionado porque estaban los cables alterados... que es un tema que no se puede obviar. Eso es una pista que te la dejan ad hoc. Preparada. Qué casualidad que todas explotan menos una, que cogen y la anulan.

La prueba que precipita todo

La mochila de Vallecas, la prueba que precipita la detención de Jamal Zougam y permite identificar a los autores de la masacre, ha estado siempre envuelta en la polémica. Sorprendentemente, su existencia no figuró en documento policial alguno hasta 24 horas después de los ataques. Pese a todo, la Justicia la admitió como prueba sin solicitar una investigación al respecto.

La posibilidad de que alguien colocara esa mochila para teledirigir la investigación es una hipótesis que se manejó desde el principio. EL ESPAÑOL publicó el sábado en exclusiva el contenido íntegro de un informe de la Brigada de Resolución de Casos de la Policía (BARC) en el que se abordaba el problema de la mochila y donde se venía a confirmar que hubo fallos en la cadena de custodia.

"En su momento y durante años, la actuación policial relacionada con el hallazgo de dicho objeto provocó, además de la preocupación por cómo pudo un artefacto explosivo aparecer en una comisaría, abundantes teorías al respecto. Por ello, la superioridad ordena revisar dicha actuación policial", recoge el informe de la BARC.

El documento admite que la mochila estuvo fuera de control al menos en tres puntos: "Hubo tres momentos en los que se pasó por alto la existencia, supervisión y control de la bolsa de deportes que albergaba el artefacto: en la extracción de los efectos de los vagones, en la colocación de la bolsa en un montón de objetos sin que su contenido hubiera sido revisado por el EDEX y en el instante en el que se introduce en un bolsón de basura sin comprobar su interior, a pesar de su peso excesivo".

A continuación, tanto Olivera como Villarejo se centran en la mochila de Vallecas que no explotó y que, en opinión del segundo, es una pista que dejaron “ad hoc” para atrapar “a los malos” ya que tenía los cables “alterados” y la mochila no podía explotar.

Es decir, el hecho de que la bomba no explotase en la fatídica mañana del 11-M no se debió a un fallo logístico de los terroristas, en opinión de ambos comisarios, sino que alguien la anuló a propósito para dejar esa pista.


Villarejo: Pero perdona, ¿por qué se localizan a los malos? Por el tema de Vallecas.

Olivera: ¿Por qué salen los malos? Porque son la primera tarjeta de la mochila que no explota.

Villarejo: Es la mochila que de pronto aparece.

Olivera: Llaman al Gordo (el comisario Enrique García Castaño), ‘El Gordo’ llama al ‘Río’ (xxx). El ‘Río’ le dice (xxx) porque es la mina.

Villarejo: Perdóname, perdona. Mochila que nunca podía haber explosionado porque estaban los cables alterados.

Oli: Verdad.

Villarejo: Un momento, un momento. Es que… es que esos temas son…no se puede obviar.

Quirós: También es que (xxx) igual es que no sabíamos…

Villarejo: Nada, no sabíamos nada. Entonces eso es una pista que te la dejan ad hoc. Preparada. ¡Qué casualidad, que todas explotan menos una, que cogen y la anulan!

González les da la razón, lo que permite a Villarejo exponer su “criterio” de que fueron los servicios secretos marroquíes, “con apoyo de los franceses”, los que estuvieron detrás del acto terrorista. Lejos de desmentirle en ese momento, González apoya a píes juntillas el argumentario de su subordinado: “Estaban detrás”, afirma JAG de forma tajante.

JAG: Claro, si tú coges a dos chorizos que andan por ahí, pero es que esto lo van a mirar todo el mundo que hay ahí.

Villarejo: Juan Antonio, yo, mi criterio…

JAG: Quedas ahí un poco..

Villarejo: Yo, mi criterio y yo he estado en Siria, he estado en el Líbano, y he estado recogiendo de una cabina de teléfonos llamadas que se hicieron durante el 11-M, que luego después las han tenido aquí y que antes, precisamente antes, fueron los servicios secretos franceses a cortar parte de esas llamadas. Ojo, entonces, yo, mi criterio, después de todo eso, es que fueron los marroquíes, con apoyo de los franceses, sin lugar a dudas.

Olivera: Vamos…

Villarejo: No tengo, ninguna, vamos.

JAG: Estaban detrás.

Es en ese momento cuando Villarejo relata a sus conmilitones el viaje que hizo a territorio libanés bajo control de Hizbolá en busca de un listado de llamadas que se hizo el día de los atentados desde una cabina telefónica.

La sorpresa del agente encubierto fue enterarse que los franceses se le habían adelantado y habían obligado a mutilar la lista de llamadas, un hecho que trasladó al comisario Telesforo Rubio, el primer jefe de la Comisaría General de Información en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque con poco éxito, a tenor del comentario despectivo que Villarejo lanza contra él.





Villarejo: Pero sin ninguna duda. O sea, yo no tengo ni una puta duda de que los servicios secretos marroquíes estuvieron hasta el culo y que los franceses le dieron el apoyo logístico. ¿Por qué? Porque estábamos ya en una línea de puta madre, al margen de que la izquierda o la derecha íbamos. Los franceses, hasta el culo, hasta el culo. Ya te digo, los sirios, o sea yo voy al Líbano, a mí me pide el ‘Gordo’, me pide entonces el ‘tontopollas’ del Teleférico (Telesforo Rubio) le pide un teléfono, que yo había , había estado en la zona de Hizbolá, de una zona de Hizbolá del Líbano.

Una cabina de teléfono. Les digo, ¿qué queréis? El listado de las llamadas. Yo cojo, y le consigo el listado de las llamadas, pero hablo con el general, que es amiguete y me dice: ‘Han venido los franceses y han cogido con las tijeras y han dicho, esto no se los des, esto se lo das, esto se lo das’. ¡Los franceses! Y yo se lo dije al tonto de Teleférico, que es tonto, y que, por tanto, no entendió la importancia del tema.

La última parte de la conversación gira en torno al trabajo que hizo Telesforo Rubio, quien sale malparado incluso en los comentarios de González. Tras ello, los mandos policiales cambiaron de tercio y la grabación concluye unos minutos más tarde.

Olivera: Le vino el Mohammed ¿me lo das o no?

JAG: Eso también, eso también, ¡qué pena me da!

Villarejo: Por eso yo estoy contigo, absolutamente en el 99 por ciento de las cosas.

JAG: Primero, porque aquí, para dirigir, mandar, hacer las cosas, primero hay que tener un poquito de calma.

Villarejo: Un poquito de capacidad, que no creas que hay muchos genios.

JAG: Y el Telesforo ese, yo creo que no es una persona…

Villarejo: No, en absoluto

JAG: …que conozca el funcionamiento, cómo hay que hacer esto, cómo hay que dar (xxxx) para separar el trigo de la paja, para que no se haga nada mal.

Villarejo: De todo esto, lo que queda, es que el único que ha pisado calle y el único que es madero has sido tú, coño (dirigiéndose a JAG). Y objetivamente, no es una cuestión de ser amigo o no ser amigo, es que eso te lo tienen que reconocer hasta tus mayores enemigos, objetivamente.

El misterio Kalaji, el policía que estuvo en todos los momentos del 11-M

Del mismo modo que se podía ver indistintamente a AymanMaussiliKalaji con uniforme de Policía en la puerta de una comisaría del centro de Madrid, estaba en la escolta del juez Garzón o inmerso en una operación de la Brigada de Información, la inteligencia de la Policía, este español nacido en Siria estaba en tan diferentes lugares del 11M, que su figura es aún un misterio.

MaussiliKalaji (que son sus apellidos españolizados), hoy 60 años, vive con una pensión de retiro de la Policía en un pueblo de la provincia de Toledo pegado a la carretera A-5, a menos de 80 kilómetros de Madrid. Kalaji –que es como se le conoce– estuvo directa o indirectamente implicado en casi todos los momentos del 11M. Desde la liberación de las tarjetas con que se activaron los explosivos, como incluso en el hallazgo de la furgoneta Kangoo en Alcalá de Henares, clave para encontrar la autoría de los atentados, o las escuchas a “El Tunecino”.

Su aparición directa en el sumario del 11M tiene que ver con el rastro de los teléfonos móviles que se siguió a través de la mochila hallada intacta, con explosivos, en Vallecas, tras la terrible matanza. Bazar Top, la tienda de los hindúes, donde el comando compró los teléfonos móviles con que activaron las bombas, encargó la liberación de los móviles a la tienda de Kalaji, llamada Test Ayman. Un comercio que compatibilizaba con su trabajo de agente de Policía. De allí salieron los teléfonos móviles que se prepararían para meter en las mochilas y activar las bombas que mataron a 191 personas el 11M.

Fuentes de la investigación encuentran aquí un hilo que nunca se aclaró convincentemente. Las personas que encargaron el trabajo, según los testimonios de los empleados de la tienda, hablaban un idioma extraño, no árabe. Era búlgaro.

MaussiliKalaji fue identificado por los agentes que investigaban el atentado días después, parece que en torno al 17 de marzo, porque sobre esto también hay controversia, que no se aclaró en su declaración como testigo en el juicio del 11M. La versión extraoficial asegura que los conocimientos de Kalaji fueron claves para seguir la pista hasta el comando que estaba escondido en Leganés. Pero esto parece más propaganda extendida por los amigos de Kalaji, que los hay, en la Policía y en otros ámbitos.

AymanKalaji no es un policía con una carrera convencional. Nacido en Siria, llegó a España con 22 años, en 1981. En 1984 consiguió la nacionalidad española, al parecer como premio por servicios prestados al Estado. Después, entró en la Policía, algo también atípico. Según ha reconocido el propio Kalaji, formó parte del ejército sirio, donde, según él mismo ha declarado, “aprendí lo necesario para ser soldado… y alguna cosa más”. Algo más que motivó que la seguridad nacional siria lo enviara a un curso de especialización en la Unión Soviética. Un curso que Kalaji no ha detallado en sede judicial.

Diversas fuentes lo sitúan posteriormente en un campamento de Hezbollah, la milicia armada libanesa apoyada por Siria, impartiendo cursos de explosivos, pero esto no ha sido confirmado. Él solo ha negado “que mandara un campamento de entrenamiento”, no que fuera parte de él. Un informe del Telesforo Rubio, comisario General de Información, dice que los explosivos y los teléfonos se soldaron con gran celeridad, entre el 3 y el 8 de marzo, cuando éstos quedaron liberados.

LA DECLARACIÓN DE GARZÓN EN EL CONGRESO

Lo que sí está confirmado es que Kalaji trabajó en la Unidad Central de Información Exterior (UCIE). Unidad volcada en el terrorismo islamista. Y que formó parte de la escolta del juez Baltasar Garzón, entre otros destinos en la Policía. Sus conocimientos de árabe y sus contactos en el mundo islamista lo hacían un agente de enorme valor. Entonces, ¿qué hacía vigilando, uniformado, con un fusil franchi, la entrada de una comisaría, un trabajo muy poco valorado en la Policía?

Según relató el propio Garzón en la comisión de Investigación del Parlamento sobre los atentados, hubo una operación clave contra el terrorismo islamista en 1989, con la incautación de un cargamento de armas en el puerto de Valencia. Y allí estaba Kalaji, como parte del operativo de inteligencia de la UCIE.

A Kalaji se le atribuye el control de diferentes confidentes encaramados en las estructuras terroristas yihadistas. Eso ocurrió en sus tiempos de la UCIE, de la que se fue, según su testimonio ante el juez “porque no estaba conforme” con algunas cosas en la forma de trabajar. Dejara o no la Unidad de Inteligencia de la Policía volcada en el yihadismo, lo que sí está claro es que Kalaji es una pieza más en el complicado entramado entre el juez Baltasar Garzón y el traficante de armas sirio Monzer Al-Kassar, condenado por el propio Garzón. Al-Kassar se pudre a día de hoy en una remota prisión de Estados Unidos, alejado de cualquier acceso a periodistas. Su papel parece entre oscuro y aprovechado en todo el movimiento de inteligencia que hubo en torno a la segunda guerra de Iraq y hasta el 11M.

LAS ESCUCHAS A ‘EL TUNECINO’

Lo que sí está comprobado es que Kalaji, además de conocer a Al-Kassar, sabía quién era el ideólogo del comando que perpetró el 11M, Sherhane Ben Fakhet, ‘El Tunecino’. Este terrorista de corte intelectual había sido controlado por los servicios de inteligencia de la Policía. Incluso por la propia hermana de Kalaji, Lina.

Lina Massouli era traductora de la Policía y había tratado las intercepciones telefónicas con las que se controlaba a ‘El Tunecino’. Según la versión que en su momento trasladaron los amigos de Kalaji, se atribuye un aviso de Lina a sus superiores respecto a la peligrosidad de ‘El Tunecino’.

Las coincidencias de la vida de AymanMasouliKalaji con el 11M adquieren nuevos tintes cuando aparece en escena, en Alcalá de Henares, una furgoneta Renault Kangoo cargada de evidencias. Entre los agentes que acudieron a controlar esta furgoneta estaba una policía local llamada Marisol. Fuentes de la inteligencia llegan a atribuir a esta Marisol incluso el hallazgo de la furgoneta.

Marisol sería una agente más, si no fuera porque se trataba de la exmujer de AymanMasouliKalaji. La Policía consideró que fue la furgoneta Kangoo la pieza clave de la investigación que conectó todos los escenarios y dio la pista clave. También fue la que permitió abandonar la primigenia tesis de que ETA era la autora de la matanza, y orientar la investigación hacia los grupos yihadistas, como así era en realidad.

Si a este puzzle se le añade la relación Kalaji-Garzón y se une la relación entre Garzón y el comisario Enrique García Castaño, ‘El Gordo’, clave también en la investigación del 11M, es inevitable un cierto escalofrío.





Kalaji fue despachado en el juicio por el 11M con apenas quince minutos de interrogatorio. La Fiscalía pasó de puntillas por su testimonio y las defensas lanzaron algunas preguntas graneadas pero poco orientadas.Kalaji solo se incomodó cuando le preguntaron por su pasado militar en el Ejército sirio: “No sé qué tiene que ver esto”, dijo.

El juez Bermúdez le cortó diciendo que era él quien decidía qué tiene que ver y conminándole a responder a la pregunta. Kalaji se fue con una respuesta genérica y no aclaró qué aprendió en la Unión Soviética durante esos seis meses de entrenamiento especializado.

’11-M desde dentro’, el libro de Villarejo sobre los atentados

El excomisario José Manuel Villarejo empezó un libro sobre los atentados yihadistas de marzo de 2004, al que le puso el nombre de ’11-M desde dentro’. Al menos, redactó un índice con siete partes y un epílogo. En él hay alusiones a la eventual autoría intelectual de Francia y Marruecos, y se menciona un apoyo “puntual” de ETA en los preparativos mediante “asesores externos” que los engloba con “espías de Irak e Irán”, según el documento al que ha tenido acceso MONCLOA.COM en exclusiva.

La “escaleta” del libro, en palabras del policía hoy en prisión, se elaboró a principios de 2006. Puso la fecha del 28 de enero de ese año, por lo que aún no habían pasado dos años del peor atentado terrorista en la historia de Europa. En ese momento, el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo seguía con la instrucción del caso ya que la investigación terminó en abril de 2006.

De la lectura del índice, da la impresión que Villarejo quiso plasmar en varias páginas un resumen de lo que él había vivido en aquel marzo de 2004 y en los meses posteriores, con el fin de que no se le olvidara ya que varios enunciados tienen un desarrollo más amplio. También parece que la redacción fue apresurada ya que contiene errores caligráficos de bulto -llama ‘Descayar’ al por entonces director del CNI, Jorge Dezcallar-. He aquí el desarrollo del índice de ’11M desde dentro’, tal y como lo plasmó Villarejo:

1EL CALDO DE CULTIVO

Primer capítulo del índice que elaboró Villarejo.

En esta extensa parte se habla de la “bofetada al gabacho”, que puede ser una alusión al giro proestadounidense que tuvo el Gobierno de José María Aznar tras los atentados del 11-S en Estados Unidos. En ese punto se incluye “la visita del protector (París viaja a Madrid)”, pero no se desvela quién del Ejecutivo francés vino a la capital española antes de los atentados.

En todo caso, no fue Jacques Chirac, quien tras una visita de Estado en 1999 no volvió a pisar suelo español hasta después de la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero. En sus memorias El compromiso del poder, Aznar describió la “estrecha relación” que tenían por aquel entonces Rabat y París como una “pinza” o una “tenaza” para España.

Y detalla cómo en una reunión que mantuvo con Chirac durante la presidencia española de la Unión Europea, el mandatario francés llegó a decirle: “Tratas a Mohamed peor que Sharon trata a los palestinos”. (…) “Tenéis que empezar a devolverlo todo [Ceuta, Melilla, los peñones]”, a lo que Aznar le respondió: “No tengo nada que devolver”.

Durante la crisis de Perejil, Chirac fue condescendiente con Mohamed VI y paró una iniciativa europea de apoyo a España. Villarejo subraya en su índice que la respuesta española a la hora de recuperar el islote con una operación militar fue “inesperada”, pero añade que la acción “no fue olvidada” y que tras ello, Rabat envió a París a un emisario, cuyo rastro fue seguido por las autoridades españolas.

Al final de este capítulo, el entonces agente encubierto hace hincapié en que hubo un “exceso de información por confidentes y escuchas”, mientras que faltó el trabajo de traductores -se entiende que de lengua árabe-, un hecho que el CNI subsanó tras el 11-M.

También se habla de los “hermanos sirios”, una clara alusión al Gobierno de Damasco, ya que los investigadores tuvieron los “ojos cerrados” con las llamadas telefónicas que se hicieron desde el Líbano a España el día de los atentados por culpa del “boicot de teléfonos”. En aquella época, el régimen sirio controlaba una extensa parte del país de los cedros como si fuera un protectorado.

Asimismo, arremete contra el CNI y su “eterno limbo” durante el 11-M -habla del “comando de la tijera”– y en especial contra el jefe de los servicios secretos en ese momento, Jorge Dezcallar. “Descayar (sic) no tenía ni idea de nada y cuando el CNP le informó de la pista de ETA,” en las primeras horas tras los atentados, “rápidamente se quiso apuntar el tanto de la versión más posible y se tiró a la piscina con un informe donde se inventaba todo, desde las fuentes hasta el hipotético trabajo de campo que nunca hicieron”.

En ese punto, enfatiza que los libaneses “se negaron a dar los datos del rastreo de una cabina” y que después mutilaron algunas de las llamadas para facilitárselas “al DB francés”, refiriéndose al servicio secreto galo que opera fuera del Hexágono y que es conocido como la Dirección General del Servicio Exterior (DGSE).

También menciona el “trabajo fácil” que tenía París a la hora de controlar a ETA y a los “moritos” magrebíes, un hecho amplificado en el escrito que Villarejo ha enviado esta semana al juez Manuel García Castellón y al que ha tenido acceso El Español.

Sobre los etarras, apunta a que la banda terrorista hizo “ensayos” durante las Navidades “negras” de 2003, una clara referencia al intento de atentado que llevó a cabo ETA en esa Nochebuena con una mochila de 25 kilos con explosivos en el tren Irún-Madrid que, por fortuna, fue interceptada por la Policía. Los miembros de ETA detenidos admitieron que habían colocado otras dos bombas en lineas férreas de Aragón.

El expediente Villarejo: “Espías franceses” destruyeron pruebas que revelaban quién ordenó el 11-M

La Guardia Civil hizo una entrega controlada de explosivos días antes del atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid y su objetivo, el terrorista Jamal Ahmidan, a quien querían acorralar con dicha estrategia, se escapó con 200 kilos de dinamita. Para burlarles, el yihadista contó con la ayuda del servicio secreto francés y de personal cercano a la embajada de Marruecos, que instruyó luego a la célula de Morata de Tajuña en el montaje de bombas.

Parte de esas instrucciones llegaron desde una cabina en el Líbano, pero cuando los espías franceses y marroquíes supieron que España investigaba esa pista por una "fuga de información", hicieron desaparecer las pruebas y colocaron otras manipuladas como la mochila de Vallecas para orientar las pesquisas.

Esa es, a grandes rasgos, la versión que el comisario José Manuel Villarejo aportó la semana pasada en un escrito remitido a la Audiencia Nacional sobre lo que supuestamente, y siempre según su versión, sucedió en el atentado del 11-M que acabó con 191 víctimas mortales.

En el documento remitido al juez Manuel García-Castellón, encargado de la investigación del caso Tándem que tiene como principal investigado a Villarejo por los presuntos delitos de organización criminal y blanqueo, entre otros, el excomisario mantiene que toda esta conspiración para atentar en España habría quedado soterrada "de no haberse conocido la labor de dirección que los terroristas recibieron desde fuera, a través de la cabina de teléfono" ubicada en Beirut (Líbano) pero controlada por la inteligencia siria.

"Tuve conocimiento de la existencia de tal cabina gracias a las excelentes relaciones que mantenía por medio del comerciante de armas [Monzer Al Kassar] con los jefes del servicio de espionaje sirio, el general Alí Duba y más tarde su sucesor Abderraman Hunney[conocido como El Viejo]", mantiene el exmando policial en la información remitida a la Audiencia Nacional supuestamente para "defenderse". Intenta argumentar que el trabajo de espionaje que realizó a petición del BBVA contra miembros de Sacyr, por el que está imputado, tenía también sentido como agente encubierto del Estado y le habría permitido conseguir información relacionada con el 11-M.





"En numerosas ocasiones estos responsables me mostraron su confianza, como cuando aceptaron el retorno de los agentes del CNI expulsados de Siria o los datos esenciales sobre el arsenal de armas del que disponía Irak antes de la guerra, información que fue transferida en su totalidad a la CIA, a través de los responsables de esta agencia en Madrid", se puede leer en el mencionado documento.

Un chivatazo

En su escrito desde la cárcel de Estremera, donde se encuentra en prisión preventiva desde hace más de un año acusado de liderar presuntamente una organización "parapolicial", el exagente ahonda en su declaración del pasado mes de enero, donde, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, ya reveló ante la Justicia la organización de un viaje a Siria para investigar las comunicaciones realizadas desde esa cabina. Unos datos que, según él, fueron entregados cercenados por los responsables del servicio secreto sirio, dejando la investigación en una vía muerta.

"Una vez conocido este dato crucial de la cabina, ante mi insistencia, [los servicios secretos sirios] optaron por facilitar el listado de llamadas, de manera extraoficial, entregándome una copia en mano para lo cual me pidieron un encuentro personal en Damasco, como medida de confidencialidad", asegura Villarejo.

"Así que lo comuniqué a los máximos responsables que ya había nombrado en el Ministerio del Interior Zapatero, y tanto el DAO Miguel Fernández-Chico como el resto de la cúpula, en principio estuvieron de acuerdo con dicho viaje [...] En el último momento, cuando ya disponía incluso de visado, se me comunica que yo no viajaría, sin alegar ninguna justificación para tal decisión, que suponía que se despreciaba tan importante información, al no cumplir la condición de mi presencia, ya pactada", prosigue el alegato del exagente investigado por la Justicia.

Hace ocho años el diario El Mundo publicó una entrevista con el traficante de armas Monzer Al Kassar desde una cárcel en EEUU en la que relataba una versión muy similar sobre la organización y la existencia de ese viaje, al que acudió finalmente el entonces comisario de Información, Telesforo Rubio.

"Por parte del servicio secreto sirio se me comunica que una fuga de información procedente de España había alertado de esta entrega, por lo que miembros del espionaje francés habían viajado con anterioridad, llevándose este listado y facilitando a la delegación española una copia cercenada, donde ua no constaban determinados números. Por más que insistí en recuperar estos números, que tal vez podrían habernos conducido a conocer los autores intelectuales que dinero las instrucciones a los terroristas, mis gestiones fueron inútiles. Ni los sirios tenía interés en contrariar a Francia ni el Gobierno español a través del Ministerio de Interior mostró interés alguno en conocer estos datos", concluye.

"Un trabajo por encargo": así reflejó Villarejo hace 13 años la conexión marroquí del 11-M

El excomisario José Villarejo dejó por escrito en enero de 2006 sus tesis y los datos que logró recabar sobre los atentados del 11-M. Según desvela hoy el portal Moncloa.com, el exagente encubierto pensaba escribir un libro sobre el peor ataque terrorista en la historia de España, titulado 11-M Desde Dentro. Para ello, el exagente de Inteligencia preparó un índice con los temas más importantes que quería tratar en su libro.

El documento, fechado el 28 de enero de 2006, refleja a modo de resumen una versión muy similar a la aportada trece años después por Villarejo ante la Audiencia Nacional para explicar la supuesta intervención de los servicios secretos marroquíes y franceses en la comisión de los atentados.

En un primer apartado, llamado "Caldo de cultivo" el documento recuerda la presencia española en la guerra de Irak, las "amistades peligrosas" de José María Aznar con la foto de Las Azores y su alianza con EEUU, y el desplante diplomático a Francia cuando España no apoyó la redacción de la Constitución Europea tal y como la planteó el Ejecutivo galo. "Perejil en sala, la respuesta inesperada y no olvidada" refleja la tesis de que la invasión marroquí de la pequeña isla y su posterior expulsión por la fuerza fue otro de los supuestos detonantes.

Según el documento, el capítulo "los ojos cerrados de los hermanos sirios" pensaba tratar "El boicot de los teléfonos" por el que la inteligencia siria se negó "a dar los datos del rastreo de una cabina del Líbano y después de mutilar algunas de las llamadas, se las facilitaron al DB francés". Algo que el expolicía declaró en esos mismos términos en la Audiencia Nacional.

Los directores de orquesta

En el apartado de "los preparativos", Villarejo refleja puntos como "la transmutación milagrosa, de medriocres chorizos a terroristas fanáticos" o "la intoxicación de los ejecutores... la técnica de los compartimentos estancos (ni a dónde, ni por dónde ni cómo ni cuándo). En la tercera parte, llamada "La acción del 11-M", el resumen incluye un capítulo sobre "Los directores de orquesta.. de distintos países pero todos hablaban francés". Poco después, el exmando policial habla abiertamente de "un trabajo por encargo"




Una de las páginas del índice elaborado por el exagente.

En la cuarta parte del proyecto literario, llamada "Los chapuzas", Villarejo pensaba tratar "la ocultación de pistas", "El explosivo que no se encontró y el que de pronto apareció" en una clara referencia a la mochila de Vallecas y los peritajes divergentes sobre la presencia de Titadine y Goma 2 Eco entre los explosivos.

En la última parte del índice del libro, que nunca llegó a materializarse, Villarejo explica que tras los atentados, "Marruecos mejora ostensiblemente sus relaciones" y le aporta a España "beneficios en cascada" como los acuerdos de pesca, mientras que "Francia se tranquiliza ante la pérdida de sintonía de España con EEEUU" y "España se convierte en aliada del mundo árabe en contra de Israel y EEUU".

Parte de los explosivos del 11-M salió de “depósitos de la Guardia Civil”, denuncia Villarejo al juez

Las revelaciones del excomisario José Manuel Villarejo sobre el 11-M no terminan en la presunta implicación de espías marroquíes y franceses en el atentado, según ha sostenido en un escrito remitido a la Audiencia Nacional.

Además, el exmando policial investigado en el caso Tándem y en prisión desde noviembre de 2017 asegura en el documento remitido al juez Manuel García-Castellón que parte del explosivo utilizado en los trenes salió en realidad de "los depósitos de armas de la Guardia Civil". Eso explica, según el exagente, la existencia de distintos tipos de explosivo (Titadine o Goma 2 ECO) en los atentados.

Según la versión aportada por Villarejo, que ha pedido que el Gobierno desclasifique los documentos oficiales que le vinculen con el 11-M para poder "defenderse", la operación de compra de 200 kilos de explosivos por parte de Jamal Ahmidan, alias El Chino, el 29 de febrero de 2004, era en realidad una "entrega controlada" por la Guardia Civil, que "con el fin de colocar un dispositivo de seguimiento" integró entre la dinamita "algún material explosivo existente en los depósitos de armas" del instituto armado, según la versión del excomisario.

El objetivo que había detrás, según Villarejo, era crear un intento de atentado ficticio, una compra controlada de dinamita que serviría para detener a los presuntos terroristas en posesión de la munición y acreditar así su intención de atentar en suelo español de forma inminente. Pero, según él, algo salió mal.

El comisario jubilado sostiene que los yihadistas contaron con "ayuda externa" para burlar la vigilancia y terminar perpetrando el atentado y apunta directamente a encubiertos de la inteligencia francesa. "De no haber contado con ayuda muy profesional, esos delincuentes comunes de tan escasa preparación jamás habrían burlado a un experimentado y muy fogueado equipo de seguimiento de la Guardia Civil", sostiene en el escrito remitido al Juzgado Central de Instrucción número 6.

"Inexplicablemente la vigilancia y el dispositivo fallaron y El Chino se perdió al entrar en Madrid, a pesar de que el control fue tan riguroso que se le llevó a parar en varias ocasiones para verificar que por el peso detectado en la amortiguación no había transferido su letal carga a ningún otro vehículo", sostiene el exagente encubierto.

Mentiras en el juicio

El uso de distintos explosivos en los diez artefactos que estallaron en los trenes de Madrid dejando 191 muertos es uno de los principales puntos de discordia en la investigación judicial del 11-M. Sobre el papel, los terroristas tuvieron acceso únicamente a la Goma 2 ECO que el minero y confidente de la Guardia Civil, José Emilio Suárez Trashorras, obtuvo de forma ilegal de la explotación minera donde trabajó, Mina Conchita.





Sin embargo, tanto los análisis oficiales como los realizados por los distintos peritos de las acusaciones determinaron que en al menos en una de las explosiones el reactivo tenía componentes que no se encontraban en la Goma 2 ECO utilizada para uso minero. Por los componentes, allí se utilizó un tipo distinto de dinamita, llamada Titadine.

Ahora, el excomisario Villarejo mantiene ante la Audiencia Nacional que ese explosivo dispar salió de un polvorín de la Guardia Civil y que se camufló entre los 200 kilos de dinamita adquiridos por El Chino, propiciando así "la confusión de Titadine o Goma 2 ECO con cordón detonante".

El excomisario, acusado de encabezar una presunta organización criminal para enriquecerse por medio de investigaciones ilegales, señala además a dos mandos de la Guardia Civil, a los que acusa de mentir en el juicio para ocultar que la compra de los explosivos fue una operación concertada por la Guardia Civil con Trashorras, que era su confidente.

"Cuando se produjo el atentado, el coronel jefe que era el responsable de la operación [Félix Hernando, entonces responsable de la Unidad Central Operativa] negó la existencia de la misma durante el juicio y después, antes de su pase a la reserva, fue ascendido a general ante su amenaza de hablar", explica el policía en el documento remitido la pasada semana al juez que le investiga.

"Respecto al cabo responsable del control de armas y explosivos de la Guardia Civil, de nombre L.A [Villarejo revela al juez el nombre completo], pasó de inmediato al CNI y el libro de registro se perdió y fue sustituido por uno nuevo, adecuadamente maquillado", concluye el excomisario en su alegato.

DOMINGO 10 DE MARZO DE 2019 22:00

Fuentes: El Mundo, El Español, Moncloa.com

http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/confidenciales/24462-grabacion-de-villarejo-actualizacion-la-policia-de-rubalcaba-asumia-que-marruecos-y-francia-qestaban-detrasq-del-11-m

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