Corría el año 1945.
También en la lejana Asia empieza la cuenta atrás del final de la Segunda Guerra Mundial. Unidades especiales del ejército de EE.UU. observan China con objeto de reconquistar los territorios ocupados por las tropas japonesas. El teniente James Gaussman de las fuerzas aéreas de EE.UU. aborda su avión monoplaza para sobrevolar la cordillera de Qin-ling-shan, al sudoeste de Xian.
Su vuelo de observación le lleva hasta las estribaciones de esta sierra del centro de China. De pronto, el joven piloto descubre algo increíble en la superficie: una pirámide colosal se eleva sobre un valle. ¿Se trata de una ilusión óptica? ¿Acaso las pirámides no estaban en Egipto o América Latina? ¿Desde cuándo las había también en el Imperio del centro?
CHINA DESCONOCIDA
El informe que redactó el aviador después de volver a la base sigue causando hoy una gran sensación:
«Volando rodeé una montaña y llegué a un valle llano. Directamente debajo había una gigantesca pirámide blanca, rodeada de un brillo claro, casi irreal. Me pareció que era metálica o de alguna piedra muy especial. Sobrevolé varias veces el coloso blanco plateado.
Lo que más llama la atención es la punta: una gran pieza metálica similar a una piedra preciosa. Me impresionó tanto el gran tamaño de ese objeto que estuve tentado de aterrizar, pero no había manera. Para mí está claro que esta construcción no es una instalación militar moderna».
MONUMENTO GIGANTESCO
Al principio, el mando militar no quiso dar crédito a este descubrimiento de una pirámide que sonaba a cuento chino, pero cuando se analizaron las fotografías de la cámara de a bordo tuvo que retractarse. En ellas se veía claramente la enorme construcción, aunque nada pudo deducirse en cuanto a su finalidad.
El examen del material gráfico corroboró las estimaciones del teniente Gaussman: la pirámide se alza hasta unos 300 metros de altura, y en la base mide nada menos que 490 metros de lado. Para hacernos una idea: la pirámide más grande de Egipto, la de Keops, tenía originalmente una altura de «tan solo» 146,94 metros y unos lados, en la base, de 230,38 metros de longitud, es decir, su tamaño no llegaba ni a la mitad de la de China. Por tanto, la pirámide más grande del mundo se halla en Asia.
CHINA, EL PAÍS DE LAS PIRÁMIDES
En China hay más pirámides que en Egipto.
Centenares de ellas pueblan la zona situada entre las grandes urbes de Xian y Xianyang. Poco a poco se entera el mundo de la existencia de estos inmensos tesoros arqueológicos. Hasta en la República Popular China eran muy pocos los que sabían de la existencia de las pirámides, pues se hallan en zona militar o apartadas de las vías de comunicación abiertas al tráfico.
SECRETISMO
La opinión pública no se enteró durante 40 años del sensacional descubrimiento de la pirámide blanca.
El informe de vuelo y las fotografías fueron declarados secreto militar. Aun así, en marzo de 1947 apareció en el New York Times un artículo del ex coronel del ejército de EE.UU., Maurice Cheahan, donde relataba un vuelo sobre la misteriosa pirámide de la cordillera de Qin-ling.
El escritor australiano Brian Crowley retomó esta pista en el año 1986 y consiguió una foto del vuelo de observación del archivo militar de EE.UU. En ella se ve una pirámide con canales de erosión paralelos que dan una idea de la antigüedad de aquel edificio.
SEPULCROS SOLARES
En 1991, cuando se buscaba un espacio para un nuevo aeropuerto cerca de la ciudad de Xian, se hallaron numerosas pirámides. Estos «sepulcros solares» se alzan hasta 40 metros en vertical por encima de los campos. Al igual que algunas pirámides de Centroamérica, no tienen punta, sino que están truncadas. Ya cerca de Xianyang, las pirámides -que forman grupos de cuatro o cinco- miden hasta 50 metros de altura.
Dado que hasta la fecha no se han realizado excavaciones, la posibilidad de que encierren espacios huecos en su interior no es más que una hipótesis, alimentada por la existencia de azoteas hundidas. Varias pirámides se remontan a la época de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), y tanto su fundador, el emperador Liu Bang, como otros once soberanos de la familia Han encontraron allí su última morada.
Dos de los edificios se construyeron ya durante la dinastía Zhou, que gobernó hace 3.000 años. Todavía más antigua es la pirámide del emperador Shao-hao, hijo del legendario «Emperador amarillo», que reinó alrededor de 2600 a.C. en el Imperio del centro.
Cerca de la ciudad de Qufu, en medio de un gran parque, brilla una estructura de piedra blanca de 18 metros de altura y 28 metros de ancho, coronada por un pequeño templo. En su interior permanece sentado, al estilo de un faraón, el emperador Shao-hao, que al igual que sus homólogos egipcios se consideraba descendiente de los dioses.
MEDIDAS INCREÍBLES
El arqueólogo Wang Shiping, de la Universidad de Xian, ha demostrado los profundos conocimientos que debieron de tener los constructores de las pirámides. En 1994 se descubrieron, a 30 kilómetros de su ciudad natal, varias pirámides en una zona militar. Una de ellas está exactamente en el centro geométrico de todos los continentes, lo que exigía conocer la forma esférica del planeta y la distribución de las masas terrestres.
Asimismo, el profesor Wang opina que las pirámides se orientaron de acuerdo con las estrellas, ajustándose en ello a la ancestral doctrina de feng shui, que parte de una geomancia sacralizada, un principio que también pudo guiar la construcción de pirámides egipcias y de monolitos en el norte de Europa y Grecia. De confirmarse estas hipótesis, en el futuro habrá grandes descubrimientos en torno a los conocimientos de pueblos antiguos.
UN FENÓMENO GLOBAL
¿Hubo en las grandes culturas de la prehistoria una transmisión de ideas a escala planetaria de la que hasta ahora ni se sospechaba?
Es curioso que la ciudad imperial de Shao-hao se llame Qufu, cuya pronunciación es idéntica a la del nombre del faraón Kefrén, quien hizo construir, junto a la de Keops, una segunda pirámide gigantesca, en la misma época que la china.
Es curioso que la ciudad imperial de Shao-hao se llame Qufu, cuya pronunciación es idéntica a la del nombre del faraón Kefrén, quien hizo construir, junto a la de Keops, una segunda pirámide gigantesca, en la misma época que la china.
Está documentado que la arteria comercial más famosa de la historia, la ruta de la seda, con sus 6.500 kilómetros de longitud, ya permitió un intercambio de oro y vidrio por seda entre el imperio Han y el Imperio romano hace 2.000 años. Por tanto, el posible contacto temprano no parece en modo alguno imposible.
Demostrarlo es tarea de futuros investigadores.
Demostrarlo es tarea de futuros investigadores.
3 octubre, 2019
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