Ralph y Rose Solecki fueron los arqueólogos conocidos por «otorgar humanidad» a los neandentales. Previamente a sus descubrimientos en la cueva de Shanizar, en el norte de Iraq, se consideraba a estos «primos del Homo Sapiens» como seres básicos y primarios, casi animales.
Los Neardentales hacían rituales para enterrar a sus muertos
En 1951 los Solecki realizaron su primera expedición, aunque sus investigaciones se extendieron varias décadas hasta mitad de los 80. Tras estudiar restos de huesos y analizar la forma en que estaban enterrados en diversas partes de Oriente Próximo como Siria, Iraq y Líbano, concluyeron con la idea de que la especie Neandental tenía un lenguaje, destacaba aspectos artísticos en su vida diaria y enterraba a sus muertos con flores, entre otros descubrimientos.
A pesar de que en su momento sus hallazgos fueron controvertidos y no contaron con demasiado respaldo académico, una revelación reciente demuestra que sus conclusiones iban bien encaminadas. Científicos de Cambridge han encontrado el torso de un miembro de esta especie en la misma cueva de Shanizar y con técnicas más modernas han podido comprobar que se trata de «un adulto Neandental que fue enterrado de forma intencionada con flores».
Hacía 25 años que no se localizaba ningún resto nuevo de la especie Neandental. En concreto, en la última década, entre otras razones, por las dificultades de inmersión en la zona del Kurdistán por la guerra de Siria y la acción terrorista del DAESH.
Además, este torso apareció muy cerca de «el enterramiento con flores» de los Solecki. La tumba recibió ese nombre debido a que los grupos de granos de polen de las zonas adyacentes a los sedimentos fueron interpretados como evidencia de la colocación intencional de flores con el cadáver, según los propios arqueólogos de Cambridge.
El misterio que rodea la existencia de los Neandentales continúa, puesto que con «nuestra llegada» hace 40.000 años, su especie desapareció. Hallazgos arqueológicos como estos ayudan a aclarar cómo era su vida y cuán evolucionados estaban. Incluso, tal vez, demasiado evolucionados para su época.
Isabel González
2 de Marzo de 2020 (16:00 CET)
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