Diego Herchhoren.— No es ningún secreto que Google colabora regularmente con agencias de inteligencia de todo el mundo. Es una empresa contratista del gobierno español y ahora forma parte del diseño de la desinformación y la guerra psicológica en España.
De hecho, Google será el principal proveedor de la tecnología de geolocalización necesaria tras la reciente aprobación del Real Decreto 400/2021, de 8 de junio, por el que desarrollan las reglas de localización de los dispositivos de los usuarios y las obligaciones formales del Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales.
En el año 2010, el director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, creó Google Ideas, que fue definido en su día como un laboratorio de pensamiento en la intersección existente entre la tecnología y la geopolítica [sic].
Para encabezar Google Ideas, Schmidt llamó a un hombre llamado Jared Cohen, un miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos (algo así como la filial local del Club Bilderberg) que había sido asesor de demócratas y de republicanos indistintamente, ya que fue asesor de Condolezza Rice y de Hillary Clinton. De hecho, fue un partícipe clave de las operaciones de cambio de régimen bajo ambas administraciones.
Google Ideas y Cohen fueron esenciales en la operación de cambio de régimen de Ucrania de 2014 y también participaron en el derrocamiento de Hosni Mubarak en Egipto, hecho que se conoció tras las filtraciones de los correos de la agencia Strafor, la llamada «CIA privada».
Las filtraciones de los correos de Hillary Clinton revelaron que Google Ideas también participó en las operaciones de guerra psicológica en Siria, con el objetivo de derrocar al gobierno de Bashar Al Assad.
Tras estas evidencias y la mala prensa, Google Ideas pasó a llamarse Google Jigsaw en 2015, y cambió la estrategia, optando por el llamado «método de redireccionamiento«, que no es es más que la manipulación de los resultados del motor de búsqueda previa elaboración de un perfil del usuario que utiliza dicho motor
Y Google tiene perfiles de usuarios en abundancia gracias a los inicios de sesión de Google centralizados: teléfonos Android, cuentas de Gmail, servicios complementarios como YouTube, incluso a niños, a través de Google Classroom, la aplicación preferida de la amplia mayoría de los colegios españoles.
El mayor caso de éxito de Jigsaw en España es el de Maldita.es y Newtral. Si usted busca información alternativa sobre un tema controvertido, y los primeros enlaces que le aparecen en Google son de estos dos medios, no es casualidad. Es la consecuencia de un perfil elaborado por el buscador a través de sus criterios de búsqueda y que le proporcionará la información «buena» que previamente ha sido analizada. De hecho la propia web de Maldita presume de esta colaboración.
Pero la planificación de Jigsaw también tiene utilidades para la Policía Nacional o la Guardia Civil. Es precisamente el objetivo del llamado Plan Estratégico Nacional de Lucha Contra la Radicalización Violenta, un plan iniciado por el gobierno del PP pero luego reforzado por el PSOE y Podemos, que apunta a «constituir un instrumento eficaz de detección temprana y neutralización de los brotes y focos de radicalismo violento», y que incluye actuaciones «preventivas» en el marco del acceso a la información, de vigilancia y de actuación de las Fuerzas de Seguridad.
Es decir, que queda muy poco tiempo para que aquellas búsquedas que el Estado entienda como «peligrosas» o «extremistas», tengan como consecuencia una posible citación judicial o una visita de las autoridades a su domicilio.
Lo que implica que la mejor manera de prevenir los efectos de esta guerra psicológica es desconectarse, en la medida de lo posible, de todos aquellos dispositivos que almacenan nuestros intereses: desde los teléfonos o televisiones inteligentes a los vehículos con geolocalización incorporada, ya que el arma principal de esta forma de vigilancia masiva no es la intromisión, sino nuestro consentimiento.
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