Cuando el posible traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos aparece cada día en los medios, otro espacio asociado al dictador ha saltado a la actualidad: el Canto del pico, en la localidad de Torrelodones. Javier Martín
El propietario de este histórico edificio –declarado Bien de Interés Cultural y hoy destrozado por el vandalismo, coliseo de botellones y pinacoteca de grafitis chabacanos– debe presentar un proyecto de rehabilitación a las autoridades..
En caso contrario, una sanción millonaria pende sobre los legítimos dueños, la familia Ayamburu, acusados de abandonar un enclave arquitectónico que, a su manera, resume la historia política de la España del siglo XX.
Quizá fueran la multitud de fenómenos paranormales que se producen en su interior los que provocaron que los Ayamburu decidieran no poner un pie allí.
Lo cierto es que tan sólo contemplar su perfil intimida. Situado en una altura por encima de los 1.000 metros, el Palacio del Canto del Pico se asoma con el carácter de una castiza mansión de Norman Bates.
Lo cierto es que tan sólo contemplar su perfil intimida. Situado en una altura por encima de los 1.000 metros, el Palacio del Canto del Pico se asoma con el carácter de una castiza mansión de Norman Bates.
Y es que a nadie extrañaría si el Conde Drácula, hastiado por el turismo que abruma Transilvania, se hubiera mudado a otra vivienda con su finura gótica, lo hubiera hecho a este palacio de Torrelodones, que lleva tambaleándose desde que fue puesto en pie allá por 1920.
De golpe entró la mansión en la historia de las desgracias, pues en ella el ex presidente del Gobierno Antonio Maura encontró la muerte tras una caída por las escaleras después de sufrir un infarto durante una visita a su propietario, el conde de las Almenas.
Quizá ese instante trágico quedara atrapado entre las paredes del Palacio, pues son muchos los testigos que han asegurado que son constantes los golpes y ruidos inexplicables que se escuchan en el entorno de las escaleras del edificio abandonado.
Lo cierto es que la historia del Canto del Pico tiene la guerra y la muerte adherida a cada uno de sus muros. Durante la Guerra Civil, se convirtió en el cuartel general republicano durante la sangrienta batalla de Brunete y el socialista Indalecio Prieto lo estableció como refugio.
Tras la guerra, el conde de las Almenas lo regaló a Franco, que lo utilizó como escenario de Raza, la película que él mismo guionizó con el pseudónimo de Jaime de Andrade. Además de como residencia de descanso, el dictador lo usó para cobijarse cuando llegaban informaciones de un posible atentado para su persona.
En 1987, los descendientes de Franco lo vendieron y poco a poco el conjunto se fue deteriorando y fue engullido por los rigores del abandono. Quienes nunca se alejaron del Canto del Pico fueron los fenómenos paranormales que han seguido habitándolo ante el terror de sus ocasionales visitantes.
Piedras que salen volando sin que aparentemente nadie las lance, susurros de niñas pequeñas, rasguños, respiraciones imposibles, conversaciones en la biblioteca donde se celebraban las juntas militares… las habitaciones de la mansión espectral parecen impregnadas de almas incapaces de descansar en el más allá, incapaces de olvidar que en el Canto del Pico se vivió una pequeña pero trascendente parte de la trágica historia contemporánea de nuestro país.
Miércoles 12 de Diciembre, 2018
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