Maduro compra 50 millones de rollos para escenificar su lucha contra la escasez de varios productos en el país
Una mujer pasa por el pasillo de un supermercado que tiene las estanterías medio vacías.
Yuraima Noriega es demasiado joven para recordarlo. Pero señala que cuando ella o su esposo, Cruz, ven una fila, preguntan qué se vende al final. Si es algo que necesiten en su casa, hacen cola y esperan. Cuando se le dice que eso era, exactamente, lo que hacía la gente en la Unión Soviética, bromea: «Es que ya llegamos al 'mar de la felicidad', como llamaba (Hugo) Chávez a Cuba».
Acostumbrados a vivir en un descalabro cotidiano, no muchos venezolanos, sin embargo, encuentran humor en la escasez que padecen, que es crónica desde que el fallecido presidente inició su ensayo socialista, con expropiaciones de empresas y controles de todo tipo.
Esa escasez se ha hecho tan crítica en los últimos meses que, como señala Marisol Pérez, habitante de La Candelaria, el barrio gallego de Caracas, «yo me voy de expedición. Salgo y no sé cuándo regreso, tengo que recorrer cinco, seis sitios, y hasta soborno a gente en los hipermercados para que me llame cuando llega algo que necesito».
El desabastecimiento, sumado a la inflación, están mermando la ya baja popularidad de Nicolás Maduro. Solo en abril, el índice de precios subió un 4,3 %, mientras la escasez alcanza un 20 % en general, y en algunos productos críticos, más de un 70 %, entre ellos las medicinas.
A pesar de las quejas de Marisol Pérez, Caracas es privilegiada, el Gobierno favorece la venta de productos en la capital. Noriega vive en la vecina Vargas, territorio costero donde la escasez es mucho mayor.
Y aunque lo que más falta no son los productos de tocador, el Gobierno ha decidido importar de emergencia 50 millones de rollos de papel higiénico, lo que enseguida desató un chiste en las redes sociales: A cada venezolano le toca un rollo y medio. No se sabe cuándo llegará, ni dónde lo han comprado. Pero la idea es anular lo que llaman «la campaña mediática de que hay escasez».
El experimento socialista de Chávez parece condenado al fracaso. Maduro ha comenzado a reunirse con empresarios para reactivar la producción, e incluso ha prometido flexibilizar controles. Como dijo Jorge Botti, presidente de la patronal Fedecámaras, «la economía venezolana no aguanta un parche más». El Gobierno atribuye la escasez a un plan de la oposición, que acapara productos para derrocarlo, mientras empresarios y oposición culpan a las políticas de control de precios.
PEDRO GARCÍA OTERO