Los espíritus no pertenecen perpetuamente al mismo orden, sino que todos se perfeccionan pasando por los diferentes grados de la jerarquía espiritista. Este perfeccionamiento se realiza por medio de la encarnación, impuesta como expiación a unos, y como misión a otros.
La vida material es una prueba que deben sufrir repetidas veces, hasta que alcanzan la perfección absoluta; una especie de tamiz o depuratorio del que salen más o menos purificados. Al abandonar el cuerpo, el alma vuelve al mundo de los espíritus, de donde había salido, para tomar una nueva existencia material, después de un espacio de tiempo más o menos prolongado, durante el cual se encuentra en estado de espíritu errante.
Debiendo pasar el espíritu por varias encarnaciones, resulta que todos nosotros hemos tenido diversas existencias y que tendremos otras, perfeccionadas más o menos, ora en la tierra, ora en otros mundos. Los espíritus se encarnan siempre en la especie humana, y sería erróneo creer que el alma o espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de un animal. Las diferentes existencias corporales del espíritu siempre son progresivas, nunca retrogradas; pero la rapidez del progreso depende de los esfuerzos que hagamos para llegar a la perfección. -Las cualidades del alma son las mismas que las del espíritu encarnado en nosotros, de modo que el hombre de bien es encarnación de un espíritu bueno y el hombre perverso lo es de un espíritu impuro”.
Y Allan Kardek sigue diciendo: “El alma era individual antes de la encarnación, y continua siéndolo después de separarse del cuerpo.-A su vuelta al mundo de los espíritus, el alma encuentra en él a todos los que conoció en la tierra y todas sus existencias anteriores se presentan a su memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo el mal que ha hecho. El espíritu encarnado esta bajo la influencia de la materia tridimensional, y el hombre que vence semejante influencia por medio de la elevación y purificación de su alma se aproxima a los espíritus buenos a los cuales se unirá algún día. El que se deja dominar por las malas pasiones, y cifra toda su ventura en la satisfacción de los apetitos groseros, se aproxima a los espíritus impuros, dando el predominio a la naturaleza animal. Los espíritus encarnados pueblan los diferentes globos del universo. Los espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada o circunscrita, sino que están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros. Forman una población invisible que se agita a nuestro alrededor.
Los espíritus ejercen en el mundo moral y hasta en el físico una acción incesante; obran sobre la materia y el pensamiento, y constituyen uno de los poderes de la naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que solo en el espiritismo encuentran solución racional. Las relaciones de los espíritus con los hombres son constantes. Los espíritus buenos nos excitan al bien, nos fortalecen en las pruebas de la vida y nos ayudan a sobrellevarlas con valor y resignación. Los espíritus malos nos excitan al mal, y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos Las comunicaciones de los espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles.
Tienen lugar las comunicaciones ocultas por medio de la buena o mala influencia que ejercen en nosotros sin que lo sepamos. Las comunicaciones ostensibles se verifican por medio de la escritura, de la palabra o de otras manifestaciones materiales, y la mayor parte de las veces por mediación de los mediums que sirven de instrumento a los espíritus. Los espíritus se manifiestan espontáneamente o cuando se les evoca. Puede evocárseles a todos, lo mismo a los que animaron a los hombres oscuros, que a los de los más ilustres personajes, cualquiera que sea la época en la que hayan vivido: así a los de nuestros parientes y amigos, como a los de nuestro enemigos, y obtener en comunicaciones verbales o escritas, consejos y reseñas de su situación de ultratumba, de sus pensamientos respecto a nosotros, como también aquellas revelaciones que les es licito hacernos”.
Y volviendo al libro de Enoch:“Entonces yo afirmé el círculo celestial, e hice que las aguas que están abajo del cielo que se unieran entre sí, en un solo es pacio profundo, y que el caos se volviera seco, y así se hizo. De entre las olas yo creé grande y dura roca, y de la roca amontoné la parte seca, y a la parte seca la llamé tierra, y el centro de la tierra lo llamé abismo, esto quiere decir sin-fondo, y recogí en un mismo sitio y lo até todo con un yugo. Y yo le dije al mar: “Observa, yo te doy límite eterno, y tú no quebrantarás desatándolo de las partes tus componentes”. Siendo así, yo hice rápido el firmamento.
Este día llamé : El Primero Creado. Y por entre todo el celestial ejército yo imaginaba la imagen y esencia del fuego, y mi ojo miró a la muy dura, firme, roca, y del fulgor de mi ojo recibió su natural prodigio, que son ambos fuego y agua en fuego, y ninguno de los dos puede desplazar al otro, por consiguiente, el rayo es más brillante que el Sol, más suave que el agua y más firme que la dura roca. Y de la roca corté del todo un gran fuego, y del fuego yo creé las órdenes de las incorpóreas diez huestes de ángeles, y sus armas son ardientes y sus vestiduras una llama encendida y yo ordené que cada uno de ellos de pie debía permanecer en su orden. Aquí Satanás con sus ángeles fue arrojado de las alturas . Y fue uno entre las órdenes de los ángeles que habiéndose apartado con la orden que estaba bajo su mando concibió una idea imposible: Colocar su trono más alto que las nubes sobre la tierra, de modo que pudiera convertirse en igual rango a mi poder [posiblemente querían tener naves y armas tan poderosas como las de los demás].
Y yo le arrojé de la altura con sus ángeles y él estuvo volando continuamente en el aire, sobre el abismo. En el tercer día le ordené a la tierra que hiciera crecer grandes y fructíferos árboles y colinas y semillas para sembrar, y planté el Paraíso, y yo lo cerqué e instalé ángeles como guardianes armados, flameantes y de esta forma yo creé renovación. Entonces llegó la noche y volvió el amanecer del cuarto día. En el cuarto día yo ordené que debía haber grandes luces en los círculos celestiales. Y en el primero y más alto de los círculos yo coloqué las estrellas, Kruno, y en el segundo Aphrodit, en el tercero Aris, en el quinto Zeus, en sexto Ermis, en el séptimo menor, la Luna y la adorné con las estrellas más pequeñas. Y en el más bajo coloqué el Sol para la iluminación del día y la Lunas y las estrellas para la iluminación de la noche”.
“El Sol, el cual debía ir de acuerdo con cada animal [signos del Zodíaco] en este caso son doce y yo asigné el curso de los meses y sus nombres y vidas, sus notoriedades, y sus horas marcadas y en la forma que deben sucederse unas a otras. Entonces llegó la mañana y asomó la mañana del quinto día.
En el quinto día yo ordené al mar, que debía traer peces, y emplumadas aves de muchas variedades, y toda clase de animales que se arrastran sobre la tierra y los que van sobre la tierra en cuatro patas, y los que se elevan en el aire, macho y hembra, y cada alma que respira el espíritu de vida. Y volvió la noche y regresó la mañana, el día sexto. En el día sexto (viernes) yo ordené a mi sabiduría crear al hombre de siete consistencias: una, su carne de la tierra; dos, su sangre del rocío; tres, sus ojos de la luz del Sol; cuatro, sus huesos, de la piedra; cinco, su inteligencia de la celeridad de los ángeles y de las nubes; seis, sus venas y su cabello de la grama de la tierra; séptimo, su alma, de mi aliento y del viento [energía].
Y yo le concedí siete naturalezas; a la carne, el oído, a los ojos para ver, el alma, el olfato, a las venas, el tacto, a la sangre para el gusto, a los huesos para la fortaleza y a la inteligencia rapidez, disfrute. Y concebí un sutil dicho para decir; yo creé al hombre de lo invisible y de la visible natura, de ambos surge su muerte y vida e imagen , él sabe del idioma como cosa creada; pequeño en la grandeza y de nuevo grande en la pequeñez. Y yo lo coloqué sobre la tierra, como un segundo ángel, honorable, grande y gloriosos, y yo le nombré como regidor para gobernar la tierra y que tuviera mi sabiduría, y no hubo nadie (sobre la tierra) mayor que él de todas mis existentes creaturas. Y yo le asigné un nombre de las cuatro componentes partes, del este, del oeste, del sur, del norte y decreté para él cuatro estrellas, especiales, y yo llamé su nombre, Adam y le mostré los dos caminos, el de la Luz y el de la Obscuridad. Y yo le dije: Esto es bueno, aquello es malo, de manera que yo probara si realmente él tenía amor por mí, u odio, y poner en claro quién era el que me amaba de su raza”.
“Porque yo había visto su naturaleza, pero él no había visto aún la suya, de este modo, como no podía ver a través de sí mismo, yo supe que él pecaría de mal en peor. Entonces me dije: “Después de pecar ¿qué le queda sino la muerte?” Y yo le puse a dormir y él se quedó dormido. Y yo tomé una costilla de él, y le creé una esposa, de manera que la muerte le llegara por su propia esposa. Y yo tomé su última palabra y la llamé, madre, que quiere decir Eva. Adán hacía su vida en la tierra, y yo creé al Este un jardín del Edén, de forma que él debía observar el testamento y guardar el mandato. Yo hice que los cielos se abrieran para él, de manera que él pudiera ver los ángeles cantando el himno de Victoria, y la luz ensombrecida. Y él estaba continuamente en el paraíso, y el demonio comprendió que yo deseaba crear otro mundo, porque Adán era el señor en la tierra, para mandarla y controlarla.
El diablo es el espíritu maligno de los bajos lugares, como ángel fugitivo de la luz él creó a Sotona de los cielos de la forma y modo que su nombre fue Satanás, así él fue diferente de los demás ángeles, pero su natural no cambió su inteligencia más allá de su comprensión de lo correcto y de las cosas pecaminosas. Y él entendió la condena y el pecado que él había cometido anteriormente, por consiguiente, concibió una idea en contra de Adam, en tal forma que él entró al Paraíso y sedujo a Eva, pero no tocó a Adán. Así yo maldije la ignorancia; pero lo que yo previamente bendije, aquello, yo no lo maldigo.
Por tanto yo no maldigo al hombre, ni la tierra, ni las otras creaturas, pero del hombre sí su maligno fruto y sus obras. Y yo le dije: : “Tierra Eres, y a la tierra de donde te tomé, tú debes volver; no te arruinaré pero te envío de nuevo al sitio de donde te saqué”. Entonces yo de nuevo puedo sacarte en mi segunda venida. Y yo bendigo todas mis creaturas visibles e invisibles. Y Adán estuvo horas y media en el paraíso. Y yo bendije el sétimo día, que es el Sábado, en que Él descansó de todas sus obras”.
“Y yo decreté el día octavo, que el octavo día sería el primero creado después de mi obra, y que aquellos primeros siete días rotarían en la forma de los siete mil años, y que al comienzo de los ocho mil llegará también el tiempo que no cuente más, sin años, ni meses, ni semanas, ni días, ni horas. Y ahora, Enoch, todo lo que te he contado, todo lo que has comprendido, todo lo que has visto de las cosas celestiales, todo lo que has visto en la tierra y todo lo que he escrito en estos libros por mi gran sabiduría, todas estas cosas las imaginé y las creé desde la más alta creación hasta la más baja y hasta el fin, y no existe consejero y heredero de mis creaciones. “Yo Soy mi propio Eterno, no creado por manos y sin cambio ni reemplazo”. Mi mente es mi consejero, mi sabiduría y mi palabra son hechos, y mis ojos observan todas las cosas, como están ellas colocadas aquí y tiemblan con pavura. Si yo apartare de mi cara las cosas, todas ellas serían destruidas.
Y administra mi mente, Enoch, y conoce al que te está hablando a ti, y toma tú los libros que tú mismo has escrito. Y yo te doy a Samuel y Raguil que te subirán con los libros, y baja a la tierra y dile a tus hijos todo lo que te he contado, y todo lo que has visto desde el más bajo cielo hasta mi trono, con todos sus ejércitos. Porque yo creé todas las fuerzas y no hay ninguna que se me resista y que no esté a mi mandar. Porque todas están sujetas a mi régimen y trabajan para mi solo mandar.
Entrégales los libros de la escritura a mano, e ellos, los leerán y me conocerán como el creador de todas las cosas, y comprenderán cómo es que no hay otro Dios sino “yo”. Y deja que ellos distribuyan los libros de tu escritura a mano, hijos a hijos, generación a generación, nación a nación. Y yo a ti, Enoch, mi intercesor, el Archiestratega Miguel para las escrituras de sus padres Adam, Seth, Enos, Cainan, Mahaleleel y Jared tu padre. Ellos han rechazado mis mandamientos y mi ley, han cultivado y recogido semillas indignas sin temer a Dios, y no me han amado, porque han comenzado a inclinarse ante dioses vanos, y han negado Mi Unidad, y han anegado la tierra de falsedades, ofensas abominables, libertinajes, se han juntado uno con otro, y practicado toda clase de sucios excesos que da disgusto relatar. Y en consecuencia de este proceder, yo enviaré un diluvio sobre la tierra, y yo destruiré todos los hombres, y toda la tierra junta se hundirá en una gran obscuridad”.
“Y consideró Dios que de la semilla de ellos debía levantarse otra generación, mucho después, pero de ellos, muchos serían iniciados. Aquel que levante esa generación, tiene el deber de revelarle los libros escritos por tu mano, como también el de tus padres, es a ellos a quienes él debe señalar la custodia del mundo, y los hombres fieles y obreros de mi verdad y mi gozo, para que no desconozcan mi nombre. Y ellos entregarán este saber a otra generación y aquellos otros habiendo leído sean glorificados para siempre, más que el primero. Ahora, Enoch, te daré el término de treinta días para que los pases en tu casa y le cuentes a tus hijos y toda la familia lo que todos deben de oír con gran atención acerca de mi presencia, lo que es dicho a ellos por tu boca, que ellos deben leer y comprender, la razón del por qué no existe otro Dios sino “yo”. Que ellos deben siempre guardar mis leyes, y comenzar a leer y tomar mis leyes, y comenzar a leer y tomar dentro de sí los libros escritos de tu mano.
Y después de treinta días yo enviaré mi ángel por ti, y él te tomará de la tierra y de tus hijos y te traerá a mí. Y aquí ordenó Dios A uno de sus más antiguos ángeles, retador y temible, y le puso a mi lado, su apariencia era, blanco como la nieve, y sus manos como hielo, tenía el aspecto de un gran escarchado; y él congeló mi cara, porque yo no podía soportar la grandeza del fuego encendida del Señor, así como no es posible soportar una estufa ardiendo, ni el fuego del Sol, ni la helada del aire [aquí también parece referirse a algún tipo de traje espacial, con algún tipo vidrio protector]. Y el Señor me dijo: “Enoch, si tu rostro no hubiera sido congelado de este modo, ningún hombre sería capaz de mirarte a la cara”. Y el Señor les dijo a aquellos primeros hombres que me llevaron arriba: “Dejad que Enoch baje con vosotros a la tierra y aguardará hasta el día determinado”. Y por la noche ellos me dejaron sobre mi cama. Y Matusalem esperando mi regreso, hacía guardia día y noche en mi lecho. Se llenó de temor cuando oyó mi llegada, y yo le dije: “Deja que toda mi familia venga unida, de manera que les pueda contar todo”.
“Oh, hijos, míos, oigan la advertencia de su padre, tanto más cuanto está acordado por el mandato del Señor. Yo fui dejado venir a ustedes y les anuncio, no de mis labios, pero sí de los labios del Señor, todo lo que es y fue y todo lo que es ahora y todo lo será hasta el día del juicio. Porque el Señor me dejó venir a ustedes desde luego ustedes oyen las palabras de mis labios, de un hombre hecho poderoso para ustedes, porque yo soy un privilegiado, un ungido que ha visto la faz del Señor, como hierro a centellear con el fuego que envía fuertes chispazos quemantes.
Ustedes ven la prudencia en mis ojos, son los ojos de un hombre con designio y significado para ustedes porque yo he visto los ojos del Señor brillando como rayos de Sol y llenando los ojos del hombre de un temor luminoso de fuegos. Miren ahora, hijos míos la mano derecha del hombre que los ayuda; pues yo he visto la mano derecha del Señor llenando el cielo a medida que ël me ayudaba.
Ustedes están viendo el compás de mi forma de trabajo como si fuera la de ustedes, pero yo he visto el ilimitado y perfecto compás del Señor, que no tiene fin. Ustedes oyen las palabras como salen de mis labios, como yo oigo la voz del Señor, igual que un gran trueno incesante entre tumultos de nubes. Y ahora, hijos míos, escuchen las pláticas de su padre en la tierra, lo temeroso y terrible que es venir frente al gobernante de la tierra,¡cuánto más temible es presentarse cara a cara delante del Todopoderoso, dominador del Cielo, controlador de la rapidez y la muerte y de los ejércitos celestiales!.
¿Quién podría soportar ese dolor sin fin?. Y ahora, hijos míos, yo sé todas las cosas porque éstas vienen de labios del Señor, y éstas mis ojos vieron, desde el principio al fin. Yo sé todas las cosas, y he escrito todas ellas en libros, sus ciclos y su fin, y sus plenitudes, y de todos los ejércitos y sus marchas. Yo he medido y dibujado las estrellas, la gran e incontable multitud de ellas. ¿Qué hombre ha visto sus revoluciones, y sus entradas?. Porque ni siquiera los ángeles saben el número de ellas, mientras yo he escrito todos sus nombres”
“Y yo medí el Sol, su circunferencia y sus rayos, conté las horas, yo escribí de todas las cosas que hay en la tierra, yo he escrito sobre las cosas que son nutritivas en la tierra, de todas las semillas que se plantan y las que no, y de las que la tierra produce y de todas las plantas y de cada hierba y de cada flor, y su dulce perfume, y sus nombres, sus composiciones, y de sus alas, y como ellas gestan lluvia y gotas de lluvia. Y yo investigué todas las cosas, y escribí del camino del trueno y del relámpago, y me mostraron las llaves y sus guardianes, sus ascensiones, la forma de viajar; se dejan ir con suavidad de medida por una cadena, y así sostenida por una fuerte cadena y violencia Él lanza hacia abajo las furiosas nubes y destruye todas las cosas en la tierra. Yo escribí sobre las casas -tesoro de la nieve, y de las casas de almacenajes del frío y de los aires escarchados [¿cámaras refrigeradoras?] y observé el que cuida de las llaves de las estaciones, el que llena las nubes con ellas y no deja exhaustas las casas -tesoro.
Y yo escribí sobre los lugares de reposo de los vientos y observé y vi cómo sus cuida-llaves sostenían pesos -escalas y medidas; primero lo ponían en un peso-escala, después en el otro los pesos los dejaban salir de acuerdo con la medida, astutamente sobre toda la tierra a fin de que por fuerte respiración ellos ponen a oscilar la tierra. Y yo medí toda la tierra, sus montañas, sus colinas, sus campos, árboles, piedras, ríos; todas las cosas existentes yo las escribí, lo alto de la tierra hasta el séptimo cielo y hacia abajo hasta el muy bajo infierno, y el sitio del juicio, y el muy enorme y lloroso sitio de purificación. Y yo vi los antepasados de todo tiempo con Adam Y Eva; y suspiré y rompí en llanto y me dije de la ruina de su deshonor: “Pena se hace en mí por mi flaqueza y por aquella de mis antepasados y pensé dentro de mi corazón y dije: “Bendito es el hombre que no ha nacido, o que ha nacido y no ha pecado de la luz del Señor, que no venga a este lugar, ni traiga el yugo de este lugar”.
“Y yo vi los guarda-llaves y guardas del sitio de pena y llantos de pie, como grandes serpientes, y sus caras como lámparas extinguidas y sus ojos de fuego, sus dientes afilados [esta imagen se parece a las que figuran en algunas esculturas mayas], y yo vi todas las obras del Señor todas justas y correctas, mientras que las obras del hombre son unas buenas y otras malas, y en sus obras se sabe de aquellas que mienten vilmente. Yo, hijos míos, medí y escribí toda obra y toda medida como también todo juicio correcto.
Así como un año es más esclarecido que el siguiente, así también es un hombre más esclarecido que otro, algunos por sus grandes posesiones, otros por la sabiduría en su corazón, aquellos por su particular intelecto, otros por su astucia, otro por el silencio de su boca, otro además, por su purificación, otro por su fuerza, otro por su gentileza, uno por su juventud, otro por su agudo ingenio, otro por la belleza de su cuerpo, y otros por su sensibilidad; dejemos que sea oído en todo lugar, pero en verdad sea dicho, no existe nada mejor que aquel que respeta, ama y glorifica al Señor, él será glorificado en el tiempo a venir. El Señor habiendo creado al hombre a imagen de su propia faz, lo hizo también pequeño y grande en espíritu, cuerpo, mente y obras.
Cualquiera que ultraje la faz del Todopoderoso y desprecie la imagen del Señor, y aquel que descargue su ira sobre cualquier hombre, Dios le apartará temporalmente y en su gran misericordia le mostrará el camino que por sí mismo tendrá que encontrar, y aquél que en reproche escupa a la cara del hombre, a su hora encontrará la verdad, y en el día del juicio se le mostrará el camino de la justicia. Bendito es el hombre que no dirige su corazón con malicia en contra de ningún hombre, y atiende al herido, levanta al caído y hace caridad al necesitado, porque en el día del gran juicio cada peso, cada medida y cada añadidura será como en el mercado; como si dijéramos, ellos son pesados en balanzas y puestos de pie en el mercado, y cada uno sabrá su propia medida, y de acuerdo con su medida tendrá su recompensa justa”.
“Sólo puros y contritos corazones cualquiera que se apresure a hacer ofrendas delante de la faz del Señor, por su parte el Señor hará más rápida esa ofrenda dándole su ayuda. Pero quien quiera acelerar la luz de su lámpara delante de la faz del Señor y no lo hace con verdadero juicio y entendimiento, el Señor no aumentará su tesoro en el reino de la Altura. Cuando al Señor se le ofrece pan o cirios, o carneros o cualquier otro sacrificio, entonces esto significa, nada; porque Dios lo que pide son corazones puros, y con sólo esto Él prueba el corazón del hombre. Escucha, pueblo mío, y toma dentro de ti estas palabras de mis labios. Si alguno trae regalos a un gobernante terreno, y tiene pensamientos desleales en su corazón, y el mandatario sabiéndolo ¿no se disgusta y no regresa esos regalos y no lo entrega a juicio?.
O si un hombre aparenta ser bueno para otro, con falsedad de su lengua, trayendo engaño en su corazón, ¿no entendería la traición de su corazón y el mismo no será condenado, cuando su falsedad estaba a la vista de todos?. Y cuando el Señor envíe su gran luz, entonces ahí habrá juicio para el justo y para el injusto, y allá ni uno escapará de ser visto. Y ahora mis hijos, asienten su pensamiento en sus corazones, marquen bien las palabras de su padre, pues todas llegan a ustedes de los labios del Señor. Tomen estos escritos de la escritura a mano y léanlos. Porque los libros son muchos, y en ellos ustedes aprenderán de todas las obras del Señor, todo lo que ha sido desde el principio de la creación y lo que será hasta el fin del tiempo.
Y si ustedes observan mis escrituras, ustedes no pecarán en contra del Señor; porque no hay otro excepto el Señor ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los sitios más abajo, ni siquiera en el principio UNO. El Señor ha puesto el principio en lo desconocido, y ha esparcido cielos visibles e invisibles. Él asentó la tierra sobre las aguas y creó incontables creaturas y quien ha calculado el agua y el principio de lo soluble o el polvo de la tierra, o la arena del mar, o las gotas de la lluvia, o el rocío de la mañana, o la respiración del viento. Quien ha llenado la tierra y el mar y el indisoluble invierno”.
“Él contó las estrellas del fuego y decoró el cielo y lo puso en el centro. De la travesía del Sol a través de los siete círculos, que son el convenio de ciento ochenta y dos tronos, que él hace en un día corto, y de nuevo otros ciento ochenta y dos, que él baja en un día largo, y él tiene dos tronos para acá, sobre los tronos de los meses, desde el día diez y siete del mes Tsivan él va hacia abajo al mes Thevan, desde el diez y siete de Thevan él sube. Así de este modo él va cerca de la tierra, entonces se regocija y hace sus frutos y cuando é se retira, la tierra se entristece y árboles y frutos no tienen florescencia. Todo esto Él midió, con buena medida de horas y en su gran sabiduría él fijó una medida de todo lo visible y lo invisible. De lo invisible él hizo todas las cosas visibles, siendo él mismo invisible.
Así tal hago saber a ustedes, hijos míos, distribuyan los libros a sus hijos y dentro de toda generación y entre las naciones que tendrán el sentido del amor a Dios, dejen que ellos los reciban y puede suceder que ellos lleguen a amarlos más que cualquier dulce manjar terreno, y los lean y se los expliquen entre ellos. Y aquellos que no comprendan al Señor, que no aman a Dios, que no aceptan, que rechazan que no reciben estos libros, un gran juicio los espera. Bendito es el hombre que llevará sus yugos y los arrastrará consigo, porque él será liberado en el día del gran juicio.
Yo juro a ustedes hijos míos; yo juro no por ningún juramento, ni por el Cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra creatura que Dios ha creado, yo juro. El Señor dijo: “No hay juramento en mí, ni injusticia, sólo verdad”. Si no hay verdad en el hombre, dejen a ellos jurar por las palabras “Sí, sí, sí, o también no, no”. Y yo juro a ustedes, sí, sí, que no ha habido hombre alguno en el vientre de su madre, que ya de anterior no tenga preparado para cada uno de ellos un puesto para el reposo de su alma, y una medida fija cuanto le está determinado y un hombre para que sea probado en este mundo. Sí, hijos, no os engañéis, porque ha sido previamente preparado un sitio para cada alma de hombre”.
“Yo he escrito cada obra del hombre y ningún nacido sobre la tierra puede permanecer oculto, ni sus obras permanecer calladas. Yo veo todas las cosas. Y por lo tanto, ahora, mis hijos, en paciencia y humildad pasen el número de sus días, para que puedan heredar vida infinita. Tolera por la causa del Señor cada herida, cada agravio, cada palabra maligna, cada agresión. Si mal pago te acontece no lo devuelvas ni a vecino ni a enemigo porque el Señor se encargará de devolverlo por ti, y será La Ley en el día del gran juicio, porque aquí, no habrá venganza entre los hombres. Cualquiera de ustedes que gaste su oro y su plata en bien de sus hermanos, recibirá amplio tesoro en el mundo venidero. No injuriéis a viudas ni a huérfanos, ni a extranjeros a fin de que las airadas Leyes de Dios no caigan sobre vosotros. Tiendan sus manos al pobre de acuerdo con sus fuerzas. No escondan su dinero en la tierra. Ayuda al hombre fiel en su aflicción; y la aflicción no te hallará en el momento de tu necesidad.
Y cada aflictivo y cruel yugo que caiga sobre ti, llévalo por la causa del Señor, entonces encontrarás tu recompensa en el día del juicio. Es bueno ir mañana, medio día, tarde y noche a la morada del Señor para gloria de su Creador. Porque cada cosa que alienta lo glorifica y toda creatura visible e invisible, en esta forma le devuelve alabanza. Bendito
Es el hombre que abre sus labios en honor del Dios del Sabaoth y enaltece al Señor en su corazón. Execrable todo hombre que abre sus labios para traer ultraje y calumnia a su vecino, porque él atrae sobre sí el desprecio de Dios. Bendito es aquél que abre sus labios bendiciendo a Dios.
Blasfemo es aquél que delante del Señor, todos los días de su vida, abre sus labios para maldecir y abusar. Bendito aquél que bendice todas las obras del Señor. Blasfemo es el que trae la creación de Dios a menosprecio. Bendito es el que mira hacia abajo y levanta a los caídos. Blasfemo es el que mira y está ansioso por la destrucción de lo que no es suyo. Bendito es aquél que guarda los principios de sus padres y los afirma desde el comienzo. Blasfemo es aquél que pervierte los mandatos de sus antepasados. Bendito es aquél que implanta paz y amor”.
“Blasfemo es que desasosiega a aquellos que aman a sus vecinos. Bendito es el que habla con lengua y corazón humilde. Blasfemo es el que habla de paz con su lengua, mientras que en su corazón no hay paz, sino una espada. Porque todas estas cosas serán puestas desnudas en el platillo de la balanza y en los libros, en el día del gran juicio. Y ahora, mis hijos, no digan: “Nuestro padre está de pie delante del Dios, y está orando por nuestras culpas” porque allí no hay ayudante para ningún hombre culpable. Vena ustedes ahora, cómo yo he escrito todas las obras de cada hombre, antes de su creación, todo aquellos que ha sido hecho por todo hombre en todo su tiempo, y ninguno puede decir o relatar mi manuscrito, porque el Señor ve todos los pensamientos del hombre, como son ellos en las casas -tesoro del corazón.
Y ahora, mis hijos, graben bien todas las palabras de su padre, que yo les digo. Ustedes, al menos, no se lamentarán diciendo: “¿por qué nuestro padre no nos dijo?”. En aquél tiempo, no comprendieron que debían entregar estos libros que yo les he dado a ustedes. Ellos son para una herencia de vuestra paz, así yo les digo: Pásenlos a todos aquellos que los deseen e instrúyanlos, de modo que ellos también puedan leer las muy grandes y maravillosas obras del Señor. Hijos míos, observen, el día de mi plazo y el tiempo llegó. Los ángeles que irán conmigo están de pie frente a mí, y me urgen a partir, esperando están de pie para cumplir con todo lo que fue encargado a ellos. Porque mañana yo subiré al cielo, a la más alta Jerusalem, a mi eterna herencia. Por lo tanto les ruego hagan delante de la faz del Señor todas las grandes complacencias”.
“Matusalem habiendo contestado a su padre Enoch, dijo: “¿Qué puede hacer agradable a tus ojos, padre, que yo pueda llevar a cabo delante de ti, que tú puedas bendecir nuestros hogares, y a tus hijos, y que tu pueblo se haga glorioso a través de ti, y que tú puedas partir así, como Dios ordenó?”. Enoch contesta a su hijo Matusalem y dice: “Oye, hijo,desde el momento en que el Señor me hizo ungir con el ungüento de su gloria, no he tenido alimento en mí, y mi alma no recuerda de terrenales disfrutes, ni yo deseo nada terreno”. Hijo mío Matusaem, convoca a todos tus hermanos y toda tu familia y a los mayores del pueblo de modo que pueda hablarles y partir, como está planeado para mi. Y Matusalem se apresuró y convocó a sus hermanos, Regim, Reman, Uchan, Chermion, Gaidad y todos los mayores del pueblo delante de su padre Enoch; y él los bendijo y les habló así: Óiganme, hijos míos en este día de hoy.
En aquellos días cuando el Señor bajó a la tierra por la causa de Adam, y visitó todas sus creaturas, creadas por Él mismo, después de esto Él creó a Adam y el Señor llamó a todos los animales de la tierra, todos los reptiles, todas las aves que poblaban el aire, y los trajo a todos ellos delante de la faz de nuestro padre Adam. Y Adam le dio nombre a todo ser viviente en la tierra. Y el Señor le asignó gobernar todo, y que todas las cosas estuvieran sujetas a sus manos, y los hizo mudos y los hizo tardos de modo que pudieran ser gobernados por el hombre, y estuvieran en obediencia y consentimiento a él. Y así también el Señor creó a todo hombre sobre todas sus posesiones. El Señor no juzgará ni una sola alma de bestia por motivo del hombre, pero adjudicó las almas de los hombres a sus bestias en este mundo; porque el hombre tiene un sitio especial”.
“Y como cada alma de hombre es acorde al número, similarmente las bestias no perecen, ni ninguna alma de bestia que el Señor creó, esto será hasta el gran juicio, y ellos acusarán al hombre, si él los maltrata. Quien quiera manchar el alma de las bestias mancha su propia alma. No obstante el hombre trae animales limpios para hacer sacrificios por sus pecados, de manera que puedan curar su alma. Y si ellos traen para sacrificios animales limpios y aves, que el hombre ha sanado, él sana su alma. Todo esto es dado a ustedes para alimento, atado por las cuatro patas, es decir, para hacer buena la cura, él sana su alma.
Pero quien quiera mate animal sin herida, mata su propia alma y mancha su propia alma. Y el que haga a cualquier animal cualquier herida en cualquier parte, en secreto, esto es una práctica malsana y él mancha su propia alma. Aquel que trabaja la muerte del alma de un hombre, mata su propia alma, y mata su propio cuerpo, y no hay ningún remedio para él por siempre. Aquel que pone a un hombre en algún enredo, deberí a meterse él mismo en él, y no hay cura para él por siempre.
Quien embarca a un hombre en cualquier asunto, su justo castigo no sería menguado en el día de la gran justicia, por siempre. Aquel que malamente trabaja o habla en perjuicio de un alma, no se hará justicia a sí mismo, para siempre. Y ahora, hijos míos, aparten sus corazones de toda injusticia que el Señor rechaza. De la misma forma que el hombre pide algo para su propia alma a Dios, así deja que Él lo haga para toda alma viviente, porque yo sé todas las cosas, como en la gran hora que ha de venir hay muchas mansiones preparadas para los hombres, buena para buenos, mala para malos, y muchas sin número. Benditos aquellos que entráis en las buenas cosas, porque en las malas no hay paz ni regreso de ellas. Oigan, hijos míos, pequeño y grande, niño y adulto, cuando el hombre pone un buen deseo en su corazón, trayendo regalos de sus obras ante el Señor, y sus manos no hacen obra buena, entonces el Señor da la espalda a la ofrenda de esas manos; así el hombre no podrá encontrar ya el buen trabajo de sus manos”.
“Y si sus manos lo hacen y su corazón murmura y su corazón no para de murmurar incesantemente, entonces él, no alcanza ninguna ventaja. Así las manos y el corazón deben ir de acuerdo en hacer el bien. Bendito sea le hombre que con su paciencia trae sus ofrendas con fe delante del Señor porque así él encuentra perdón para sus errores. Pero si él se retracta de sus palabras antes del tiempo, no hay arrepentimiento para él; y si el tiempo pasa y él no se ret racta de aquello que es prometido, no habrá arrepentimiento después dela muerte. Porque toda obra que haga el hombre antes del tiempo, es engaño ante los hombres y culpa ante Dios.
Cuando el hombre viste al desnudo y da de comer al hambriento, él encuentra recompensa de Dios. Pero si su corazón murmura, él comete doble perjuicio; ruina para sí y de aquello que él da; y para él no habrá búsqueda de recompensa a cuenta de esto. Y si su corazón está lleno de su alimento y su propia carne trajeada con sus ropas, él comete ultraje, y perderá toda su resistencia de pobreza, y no conseguirá recompensa de sus buenas obras. Todo hombre orgullosos y magnilocuente es ingrato al Señor, y todo falso discurso, un traje de engaño; él será cortado de la hoja de la espada de la muerte; echado al fuego, y consumido para siempre”. Cuando Enoch hubo hablado estas palabras a sus hijos, toda la gente lejos y cerca oyeron cómo el Señor estaba llamando a Enoch. Ellos tomaron consejo entre ellos: “Vayamos y besemos a Enoch” y dos mil hombres vinieron unidos al sitio Achuzan donde Enoch y sus hijos se encontraban. Y las personas mayores de su pueblo, la asamblea completa, vinieron y reverenciaron y comenzaron a besar a Enoch y le dijeron: Nuestro padre Enoch, se tú bendito del Señor el eterno gobernante y ahora bendice a tus hijos, y a toda la gente, para que seamos glorificados hoy delante de ti. Porque tú serás glorificado delante de la faz del Señor, por siempre, en vista que el Señor te escogió a ti, antes que a cualquier otro hombre en la tierra, y te designó escriba de toda su creación, visible e invisible, y como redentor de las culpas del hombre y como ayuda de tu gran familia.
Y Enoch respondió a toda su gente diciendo: “oigan hijos míos, antes de que todas las creaturas creadas, el Señor creó todas las cosas visibles e invisibles. Y a medida que el tiempo fue e iba pasando, comprendió que después de todo aquello él creó al hombre a la imagen de su propia forma, y le puso ojos para ver, oídos para oír, y corazón para reflexionar e intelecto con qué deliberar. Y el Señor vio todas las obras del hombre y creó todas sus creaturas y dividió el tiempo, del tiempo él fijó los años, de los años él ordenó los meses, y de los meses él asignó los días y de los días él ordenó siete”.
“Y en aquellos él ordenó las horas, las midió con exactitud, de modo que el hombre pudiera reflexionar en el tiempo y contar los años, meses, horas, sus alteraciones, principio y fin, y también para que pudiera contar su propia vida, de su principio hasta su muerte, y reflexionar en su culpa y escribiera su obra buena y mala; porque ninguna obra está oculta a los ojos de Dios, de modo que cada hombre pueda saber sus obras y nunca quebrantar sus mandamientos y guardar mis escrituras de generac ión en generación. Cuando toda creación visible e invisible, como Dios la creó,, tenga su fin, entonces cada hombre se presentará al gran tribunal y para entonces el tiempo habrá perecido y los años, y desde ese instante en adelante no habrá ni meses, ni días, ni horas, ellas se unirán entre sí y ya no contarán más. Ahí, comenzará una bella armonía, y todos los íntegros que hayan escapado del gran juicio del Señor serán recogidos en la gran armonía, y vivirán eternamente y entonces también no habrá entre ellos ni trabajo, ni enfermedad, ni humillación, ni ansiedad, ni necesidad, ni violencia, ni día, ni obscuridad, pero sí una gran luz. Y ellos tendrán una grande e indescriptible muralla y un paraíso luminoso e incorruptible, porque todo lo corruptible, todas las cosas corruptibles pasarían para siempre, y todo será vida eterna. Y ahora, mis hijos, conserven sus almas fuera de toda injusticia, esa que al Señor le desagrada. Caminen frente a la faz del Señor, respetuosos y trémulos y sirvan sólo a él. Reverencien al Dios verdadero, no a ídolos necios, respeta la imagen de Dios y trae sólo tus ofrendas delante del Señor. Dios repudia la injusticia. Porque el Señor ve todas las cosas; cuando Él recibe los pensamientos en su corazón, entonces él dirige los intelectos y cada pensamiento está siempre delante del Señor, que hizo firme la tierra y puso a todas las creaturas en ella”.
“Si miras la cielo, el Señor está allí; y si tomas conciencia de la profundidad del océano y de todo lo que está bajo la tierra, el Señor está allí. Porque el Señor creó todas las cosas. No reverencies las cosas hechas por el hombre, dejando por ello al Señor de toda la creación, porque ninguna obra puede permanecer escondida frente a la faz del Señor.
Caminen, hijos míos, en mansedumbre, en honestidad, en fe, en verdad, en seguridad sobre promesas, en enfermedad, en abuso, en heridas, en tentación, en desnudez, en privación, amándose los unos a los otros, de modo que ustedes se conviertan en herederos del tiempo sin fin. Benditos sean los justos que escapan del gran juicio, porque ellos brillarán mucho más que el séptuple sol, porque en este mundo la séptima parte de toma del todo, luz, obscuridad, alimento, regocijo, tristeza, paraíso, tortura, fuego, helada y otras cosas; Él puso todo por escrito, de modo que pudieran ustedes leer y comprender.
Cuando Enoch hubo hablado a su gente, el Señor envió obscuridad a la tierra y allí fue obscuridad y cubrió todos aquellos hombres que estaban de pie con Enoch, y ellos tomaron a Enoch y lo subieron al más alto cielo, donde mora el Señor; y él lo recibió y le colocó delante de Sí, y la obscuridad de desvaneció de la tierra y de nuevo la luz brilló. Y la gente vio, mas no pudo comprender de qué forma se habían llevado a Enoch, y glorificaron a Dios, y encontraron un registro en donde estaba trazado “el Dios invisible”; y así, regresaron todos a sus casas.
Él fue llevado al cielo en el primer día del mes Tesivan y permaneció en el cielo sesenta días. Él escribió todos los signos de toda creación, que el Señor creó, y escribió trescientos sesenta y seis libros, y se los entregó a sus hijos y permaneció en la tierra treinta días, y de nuevo fue llevado al cielo en el sexto día del mes Tesiva, en el mismo día y hora en que nació. Como la naturaleza de cada hombre en esta vida es obscura, de este modo son también sus conceptos, nacimiento y partida de este mundo. (o vida). A la hora que fue concebido, e esa misma hora él murió. Matusalem y sus hermanos, todos hijos de Enoch, se apresuraron y erigieron un altar en el sitio llamado Achuzan [Jerusalen], de donde Enoch fue llevado a la altura celeste.
Y ellos tomaron bueyes sacrificables y convocaron a todo el pueblo y ofrecieron el sacrificio delante de la faz del Señor. Toda la gente, los ancianos del pueblo y toda la asamblea vinieron a la fiesta y trajeron regalos a los hijos de Enoch. E hicieron una gran fiesta, regocijándose con gran alegría por tres días, alabando al Señor que les había enviado esta señal a través de Enoch, quien encontró el favor de Él, que debe pasar a sus hijos de generación en generación, de edad en edad”.