Toussaint Louventure
Una oleada de protestas y disturbios se están sucediendo a lo largo de la geografía turca. Esta revuelta pone en entredicho la estabilidad de este país estratégico situado al oriente del Mediterráneo.
Miembro de la OTAN, Turquía es una pieza clave en el dominio de las grandes potencias (concretamente EEUU y los países de la U.E.) sobre Oriente Medio.
Recordemos el papel jugado por Turquía en el apoyo y sostenimiento de los rebeldes sirios y en todas las medidas destinadas a la injerencia y agresión contra Siria, (llegando en Octubre del 2012 a atacar posiciones del Ejército Sirio).
La impopularidad de la estrategia de guerra y agresión en contra de Siria, el empobrecimiento continuado de las clases populares y las medidas de recortes en libertades democráticas dictadas por el gobierno islamista deErdrogán han sido el caldo de cultivo de esta revuelta masiva.
Todo empezó el 1 de Junio cuando las fuerzas del orden reprimieron una protesta contra la destrucción del Parque de Gezi cerca de la legendaria Plaza Taskim de Estambul.
La respuesta organizada de unos 10.000 trabajadores y estudiantes ha obligaron a las fuerzas de seguridad a replegarse momentáneamente de la Plaza Taskim.
El éxito de la movilización hizo que las protestas se extendiesen a lo largo del país, en concreto otra de las grandes movilizaciones se han dado en la capital de Turquía Ankara.
Unos 4.000 estudiantes bloquearon la principal avenida de la capital y marcharon desde la Universidad Técnica de Oriente Medio hacia la Plaza Kizilay.
Los manifestantes han elevado el carácter de sus reivindicaciones pidiendo la retirada del conjunto de medidas antipopulares aprobadas por el gobierno, así como la dimisión del mismo.
Se han estado sucediendo a lo largo de la capital fuertes enfrentamientos con la policía.
A su vez el gobierno no ha escatimado en la represión, se calcula según fuentes oficiales que hay cerca de un millar de detenidos y 79 heridos en las protestas, el gobierno ha utilizado vehículos policiales blindados, pelotas de goma y chorros de agua contra los manifestantes y según recientes informaciones podría haber movilizado a efectivos militares para reprimir las protestas, así mismo también ha ordenado bloquear las redes sociales para censurar consignas subversivas en la Red.
Amnistía Internacional denuncia que las fuerzas represivas del régimen de Erdrogan han causado al menos dos muertos, aunque algunos medios elevan la cifra de fallecidos a 8 e incluso a 12 manifestantes.
Los manifestantes coreando lemas tales como “¡Abajo el Fascismo!” o “¡Unidos codo con codo contra el fascismo!”.
Una de las principales fuerzas políticas que se han puesto al frente de esta rebelión ha sido el legendario Partido Comunista Turco (TKP), han participado en primera línea en las manifestaciones y han liderado la resistencia callejera contra las cargas policiales.
Las masas en colaboración con los camaradas han repelido valientemente a las fuerzas del orden en numerosas ocasiones provocando su repliegue, y sus dirigentes han arengado a las masas desde un improvisado escenario de laPlaza Taskim, hoy tomada por el pueblo.
Es de explicar que la represión estatal se haya cebado con el TKP, recientemente su sede ha sido asaltada por fuerzas policiales y decenas de sus militantes detenidos, así como también han sido asaltadas, multitudes de sede y centros sociales de partidos de izquierda, movimientos sociales, sindicatos y colectivos anarquistas.
Desde la Mancha Obrera mantendremos toda la cobertura posible sobre el desarrollo de la revuelta en Turquía, y manteniendo en alto nuestro principio fundamental del internacionalismo proletario deseamos la victoria para las masas populares turcas.
Erdogan contra las cuerdas. El pueblo turco se prepara para una Huelga General de 72 horas
Toussaint Louventure
A pesar de que distintos analistas auguraban que después de los intensos enfrentamientos del fin de semana pasado pasaría la tormenta y todo volvería a la normalidad volvieron a errar en su análisis. Tras un breve período de calma el vendaval turco ha vuelto con más fiereza que nunca.
La revuelta que dio comienzo en Estambul se ha extendido a otras ciudades de la geografía turca como Ankara (la capital) e Izmir. El bastión de los manifestantes se encuentra en el distrito de Besikitas, zona próxima al despacho del primer ministro islamista Erdogan.
Entre unos 3.000 y 5.000 manifestantes han cercado la oficina de Erdogancon barricadas, han dispersado a la policía lanzando piedras y objetos contundentes y han intentado asaltar la oficina del primer ministro utilizando como medio una excavadora móvil sustraída de una obra.
Los disturbios se han seguido sucediendo a su vez por los barrios populares de Gazi, Kocaeli, Tunali Hilmi, Kizilay, Güven y Sarigazi, y se han saldado con cuatro heridos y una sede del partido islamista gobernante (AKP) quemada, a su vez las fuerzas de seguridad han respondido lanzando gases lacrimógenos y fuego real.
Han sido detenidas en los últimos días 1.700 personas en 67 ciudades y según fuentes no gubernamentales se han producido alrededor de 1.500 heridos.
Médicos y enfermeros voluntarios han creado improvisados “hospitales de campaña” en las zonas de protesta para atender a los heridos, según declaraciones de un diputado de la oposición “Hay muchos heridos graves y no todos pueden ser atendidos., los jóvenes escriben en sus brazos su grupo sanguíneo como precaución”.
Por su parte Edrogán ha abandonado su anterior tono arrogante y ha hecho continuos llamamientos a la “tranquilidad”, a su vez se ha comprometido a echar atrás el plan urbanístico que dio comienzo a la oleada de disturbios.
Por su parte los principales sindicatos del país, Türk-Is, Hak-Is y DISK, se han unido y han decidió convocar unaHuelga General de 72 horas que dará su comienzo mañana Martes 4 de Junio.
Aunque formalmente han justificado su convocatoria de huelga con la solidaridad con la lucha de los trabajadores deTEKEL (una de las mayores empresas públicas de Turquía y que se encuentra en proceso de privatización), está claro que el inicio de las protestas y su repercusión han influido claramente en la decisión de convocatoria.
El próximo Martes la clase obrera turca librará una decisiva batalla en su lucha por revertir su hasta ahora correlación de fuerzas desfavorable.
El Partido Comunista de Turquía (al igual que otros partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales), sigue siendo objeto de una incesante persecución y acoso.
Ayer fueron asaltadas las sedes del TKP en Estambul y Ankara disparando pelotas de goma en el interior de la sede, así como también fue asaltada la sede del periódico “El Sol” órgano oficial del TKP.
Esta mañana diversos dirigentes comunistas fueron atacados mientras acudían en coche a una protesta en Ankara, la policía atacó con pelotas de goma el vehículo resultando tres pasajeros heridos.
Por su parte el TKP ha condenado estos ataques y sostiene que seguirá a la cabeza de las protestas junto a las masas populares hasta que el gobierno dimita y se echen abajo el conjunto de medidas reaccionarias.
MANUEL MARTORELL | 2 DE JUNIO DE 2013
Los antidisturbios utilizan cañones de agua contra los manifestantes de la plaza Taksim (Estambul), el pasado viernes. / Tolga Bozoglu (Efe)
“Hagáis lo que hagáis, ya hemos tomado una decisión”. De forma tan inapelable respondía Tayip Erdogán, el primer ministro turco, el pasado 29 de mayo a quienes se concentraban en Taksim, el distrito más europeo de Turquía, para impedir que las excavadoras arrasaran el parque Gezi, una de las pocas zonas verdes de este populoso barrio de Istanbul.
Según comentó por teléfono una de las jóvenes que ha participado desde el primer momento en esta protesta, al principio apenas eran una decena de personas.
Durante este fin de semana, la campaña para salvar esta zona verde se ha convertido en un problema político a nivel nacional, extendiéndose las manifestaciones, los enfrentamientos con la policía a las principales ciudades del país y, finalmente, obligando al Gobierno a detener la escalada represiva.
Según informa la red Bianet, miles de manifestantes protagonizaron el viernes violentos choques con las fuerzas antidisturbios en Ankara, cuando intentaban dirigirse desde el parque Kugulu hacia el centro de la capital, registrándose medio centenar de detenciones.
En Eskisehir se concentraron otras 5.000 personas en solidaridad con Taksim y, de acuerdo con estos datos, acciones semejantes se han realizado en Izmir, Izmit, Mersin, Bursa, Adana, Antalya, Konya, Hatay, Bolu y Mugla, interpretándose que la extensión de este conflicto a otras partes de Turquía es una respuesta a la brutalidad con que ha actuado la policía y la actitud autoritaria del Gobierno de Erdogán.
En total, el Ministerio del Interior ha reconocido un centenar de manifestaciones en 48 provincias y cerca de mil detenidos en todo el país, sin embargo otras fuentes consideran que estas cifras tratan de maquillar la magnitud de unos acontecimientos que algunos comienzan a calificar como “la Primavera Turca”.
Solamente en Ankara, la Asociación Médica de la capital ha constatado más de 400 heridos atendidos en centros hospitalarios, de los cuales 15 serían de gravedad, mientras que en Istanbul la cifra sobrepasaría ampliamente el centenar.
Aparentemente, el contencioso del parque Gezi es de carácter urbanístico.
El Gobierno de Erdogán apoya la construcción de un centro comercial en esa zona verde, rehabilitando unos antiguos cuarteles de Artillería del periodo otomano.
Pero, si se tiene en cuenta la obsesión islamista sobre lo que representa la plaza de Taksim para Istanbul, y, por lo tanto, para la ciudad que sirve de escaparate internacional a toda Turquía, da la impresión de que nos encontramos ante una operación para acabar con la idiosincrasia del distrito más liberal de la antigua Constantinopla.
Cualquiera que haya visitado Istanbul y se haya paseado al atardecer por la avenida Istiklal entenderá perfectamente de qué estamos hablando. Si paseas por el barrio de Fatih, entre el Gran Bazar y las murallas bizantinas, da la sensación de estar en Teherán, pero, por el contrario, subir a Taksim por Istiklal es como andar por el centro de cualquier metrópoli europea.
Taksim es “la oveja negra” entre los barrios de Istanbul; allí se encuentran los bares de copas, los “pubs” y los locales con música en vivo, los centros culturales y librerías progresistas, las tiendas con la moda de vanguardia, las minorías de todo tipo; en torno a Taksim se encuentran las principales iglesias cristianas y las pocas sinagogas que quedan, aquí es donde mejor se desenvuelven los activistas kurdos y donde tiene su redacción central el periódico Ozgur Gundemy donde aún permanecen vacíos los edificios de las familias griegas expulsadas en la última campaña xenófoba durante los años 50.
Y también es aquí donde los poderosos sindicatos revolucionarios convocaban sus “primeros de Mayo” hasta que el año 1977 la policía disparó indiscriminadamente contra la multitud, matando a cerca de un centenar de personas.
Desde entonces el Gobierno prohíbe la celebración del día internacional de los trabajadores en esta emblemática plaza.
Precisamente por todas estas razones, los islamistas, cuando iniciaron su campaña a comienzos de los 90 para hacerse con la Alcaldía de Istanbul, incluyeron en su programa electoral la construcción de una grandiosa mezquita que ocupara todo el centro de la plaza, igual que propusieron convertir el Museo de Santa Sofía en centro de oración y derribar las murallas bizantinas porque “eran cristianas”.
Ninguno de esos proyectos siguió adelante pero el Gobierno del AKP, a través de la administración local, ha ido introduciendo medidas que, en realidad, tienen el mismo objetivo: acabar con este reducto de progres e izquierdistas.
Aumentar el impuesto al alcohol para que su consumo sea prohibitivo, sustituir los cursos de danza por otros de “lengua árabe” en los centros culturales de barrio o reducir las exposiciones de arte vanguardista son algunas de ellas.
Ahora se trata de borrar del mapa metropolitano el parque donde resulta normal ver a chicos y chicas juntos, donde se practica yoga y otras “excentricidades” con ropa “poco adecuada” o simplemente puedes montar un “pic nic” con tus amigos.
Y como “hagan lo que hagan la decisión ya está tomada”, el 28 de mayo se pusieron en marcha las excavadoras, sin que las pocas personas concentradas pudieran impedirlo. Sin embargo, el día 29 por la tarde, Sirri Sureyya Onder, un diputado kurdo del BDP,
se plantó delante de las excavadoras y exigió la autorización legal para realizar esos trabajos, autorización que los operarios no tenían.
Poco después, las excavadoras y los policías que les protegían se retiraron y eso permitió a las redes sociales extender la convocatoria para una nueva concentración.
El día 30 eran miles los concentrados y la policía tuvo que intervenir con refuerzos apoyados por cañones de agua, extendiéndose los incidentes por toda esta parte de Istanbul.
En las imágenes difundidas por internet, se aprecia el uso masivo de gases lacrimógenos, provocando las quejas de laAsociación de Médicos, de Amnistía Internacional, de Reporteros Sin Fronteras e incluso de la Unión Europea y de la Embajada de Estados Unidos.
El lingüista y filósofo
Noam Chomsky, siempre atento a lo que ocurre en esta parte del mundo, ha llegado a declarar que lo ocurrido en el parque Gezi son los sucesos “más vergonzosos que han ocurrido en la Historia de Turquía”.
Ante el cariz que tomaban estos acontecimientos, el presidente Abdullah Gul, de viaje oficial en Turkmenistán, pidió el sábado por la mañana la retirada de la Policía, dejando en evidencia al propio Erdogán, que había dejado claro su decisión de no ceder “hicieran lo que hicieran” los manifestantes y que solo unas horas antes había asegurado que las fuerzas del orden no se marcharían de Taksim.
Por la tarde, tras un repliegue parcial, decenas de miles de personas ocupaban toda la plaza creando una imagen muy semejante a la que mostraba Tahrir durante la “Primavera Árabe” en Egipto.
Erdogan en medio de la brutal represión de las protestas: “No soy un dictador”
Los últimos días Turquía se ha visto sumergida en protestas antigubernamentales marcadas por la carga policial. Sin embargo el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, niega la acusación de que es un líder autoritario. “No soy un dictador”, dijo.
El descontento social estalló tras la decisión de las autoridades turcas de destruir el parque Gezi, en Estambul, para construir un centro comercial. Lo que empezó como una acampada pacífica, se transformó en numerosas protestas antigubernamentales en las ciudades más grandes del país como Ankara, Estambul e Esmirna.
Tras cuatro jornadas de protestas, al menos dos personas han fallecido y centenares han resultado heridas. Más de 1.700 manifestantes acabaron detenidos. Bajo el grito “¡Tayyip dimite!”, los manifestantes de todo el país se expresan contra la islamización y la política de Erdogan, al que tachan de dictador y cuya dimisión exigen.
“Si tachan de dictador a la persona que sirve al pueblo, no tengo nada que decir. Mi única preocupación es servir a mi país”, dijo Erdogan este lunes. En otro discurso se defendió diciendo: “Yo no soy un dictador. La dictadura no fluye en mi sangre y no está en mi naturaleza, soy un servidor del pueblo”.
Muchos turcos seculares ven al primer ministro, que lleva más de 10 años en el poder, como una figura sin límites que tiene una influencia indebida en casi todos los aspectos de la vida del país. Sin embargo, los analistas no se atreven a decir aún que estas manifestaciones puedan debilitar su reputación como el líder más influyente después de Mustafa Kemal Ataturk, el padre de la moderna República de Turquía.
En el poder desde 2002 y con el apoyo de la abrumadora mayoría del pueblo en las parlamentarias, Erdogan pudo llevar a Turquía una relativa estabilidad, sobre todo en términos económicos, después de años de gobiernos de coalición.
No obstante, algunos analistas indican que los recientes acontecimientos han socavado la autoridad del primer ministro, que busca postularse el próximo año al cargo de jefe del Estado turco. La represión brutal de las protestas podría ser utilizada por los opositores políticos de Erdogan en el futuro, mientras el mismo pueblo se opone a su estilo autoritario.