El escritor Arturo Pérez-Reverte utilizó este domingo una vez más la red social Twitter para analizar la actualidad desde su habitual punto de vista ácido y mordaz, centrándose en esta ocasión principalmente en los sucesos ocurridos en el barrio burgalés de Gamonal.
En primer lugar, Reverte compara la actuación ciudadana con la que tuvo lugar en torno a una perrera de Mairena del Aljarafe cuyo deficiente trato a los animales impulsó a la población a protestar, con lo que se consiguió una mayor notoriedad.
“Primera conclusión: por la vía oficial se consigue poco. Por la bronca, al menos, sales en el Telediario. Y a lo único a que tienen miedo los políticos (los jueces se la traen al pairo) es al Telediario. A la gente dando bronca en el Telediario. Eso, siempre y cuando el político de turno no tenga controlado el Telediario”, expresa, puntualizando que la “forma de que el político no controle el Telediario” es “que la gente no trague y que la bronca sea tan gorda que la cosa no pueda ocultarse”.
En el caso de Burgos, Reverte comienza calificando al alcalde de “pobre hombre, inseguro, acomplejado, incompetente en el diálogo y en la violencia, una alcalde con freno y marcha atrás”. “Resumiendo: cuando la calle arde, el político se acojona. Hasta entonces, pastelea”, explica.
“Si vas por lo legal, no te hacen ni puñetero caso. Si vas por lo ilegal, llega el radical antisistema quemacoches y se adueña del invento. Eso es malo porque radicaliza la protesta, y es bueno porque abre Telediarios”, reflexiona.
Reverte añade que “al ciudadano indignado, aunque pacífico, le viene bien que el radical se encargue del cóctel molotov”, porque “llega allí donde no llegaría él”, por lo que concluye que “para una causa justa desdeñada por el poder, lo ideal es una combinación de ciudadanos pacíficos con ciudadanos broncas”.
“Dicho de otra manera: el alcalde de Burgos acaba de confirmar a toda España que la única manera de defender causas es que arda la calle. Y eso abre interesantes perspectivas de futuro. Imaginen cuando un día se coordinen estas interesantes perspectivas”, apunta, dejando en el aire esta posibilidad.
El cartagenero extrae la moraleja de que “cuando haya causa a defender, ante la probada inoperatividad de las vías legales, llevémosla al punto crítico y que se acojonen”, aunque muestra su inquietud ante “las graves consecuencias de una conclusión como esa: en esta perra y bormuja España, quien no quema no mama”.
Reverte pide, a modo de solución, “políticos eficaces y con sentido común, gente decente que atienda y las vea venir antes de estallar, y que si estallan, sepan gobernarlas con sentido común y autoridad clara, asumiendo aciertos y errores”. “Alcaldes o políticos eficaces, no bobos, o golfos, compadres unos y otros de caciques, constructores, empresarios y trincones locales”, recalca.
Sin embargo, el escritor intuye que “conociendo a nuestra clase política, no son esos los que abundan, así que, me temo, esto va a ponerse sinmpático”.
Finaliza, apuntando a modo de colofón que “hemos aprendido todos una lección útil y peligrosa: un contenedor ardiendo vale más que una denuncia en un juzgado, y es más rápido”, por lo que “sugiero al Gobierno que tenga muchos bomberos y muchos antidisturbios a mano”, porque “los va a necesitar y hay días en que merece necesitarlos”.
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