Planeta azul se presenta de nuevo, esta vez con una controversial historia sobre los antiguos astronautas que dieron origen a los ancestrales dropa en el Tíbet.
Cuenta la leyenda que una especie de “sonda espacial” llegó a la sierra Baya Kara-Ula tripulada por habitantes de otro planeta. Sus intenciones pacíficas habían sido malinterpretadas por los habitantes de la zona.
Muchos de ellos habían sido perseguidos y asesinados por miembros de la tribu Ham, que vivía en las cuevas vecinas.
Los extraños se referían a sí mismos como la tribu Dropa. Dijeron que bajaron de las nubes en su nave espacial. Se estrellaron en las montañas remotas de difícil acceso.
No tenían manera alguna de construir una nueva nave. La leyenda local habla de pequeños hombres con rostro amarillento y aparentemente demacrado que vinieron de las nubes, hacía mucho tiempo.
Los hombres tenían enormes cabezas abultadas y cuerpos pequeños. Por su aspecto extraño fueron perseguidos, cazados y asesinados por los mongoles.
Esta descripción es exacta a los cuerpos encontrados en las cuevas.
En las paredes de las cuevas los arqueólogos encontraron imágenes de la salida del Sol, la Luna, las estrellas y la tierra, no identificables, todos unidos entre sí por líneas muy pequeñas.
Las pinturas rupestres fueron datadas de hace unos 12.000 años.
En la actualidad el área de la cueva aún está habitada por dos tribus conocidas como Ham y los Dropas.
Estas tribus son de aspecto extraño en su apariencia. Son frágiles y con un retraso en el promedio de crecimiento de 1,5 metros de altura, no son ni típicamente chinos ni tibetanos.
Según los teóricos de los antiguos astronautas la investigación del acontecimiento, fue realizada por arqueólogos chinos y rusos en medio de una de las más grandes conspiraciones, para negar la existencia del hecho real, de que una raza alienígena dio origen a los dropa.
En 1938 el arqueólogo chino Chi-Pu-Tei descubrió una serie de tumbas en las cuevas casi inaccesibles de los montes Baian Kara Ula, en la zona fronteriza chino-tibetana.
En las tumbas halló pequeños esqueletos de seres macrocéfalos, muy delgados y de hombros estrechos.
También se encontraron cerca de 700 discos de piedra de 30 centímetros de diámetro con agujeros en el centro de 20 milímetros de ancho y surcos, denominados “Piedras Dropa”, en alusión a los Dropa o pastores nómadas que habitan la mayor parte del norte del Tíbet.
En las paredes había relieves del Sol, la Luna, estrellas, la Tierra y líneas que unían la Tierra con el cielo.
Los discos y las pinturas tenían una antigüedad aproximada de 12.000 años, mucho más que las pirámides de Egipto.
Los discos y otros hallazgos de la expedición fueron trasladados a la Universidad de Pekín y en 1958 el profesor Tsum Um Nui expuso una teoría según la cual los surcos eran jeroglíficos desconocidos.
Los arqueólogos chinos señalaban que la región en tiempos remotos fue ocupada en sus cumbres por las hostiles y nada sociables tribus dropa y jham (silkang) de estatura media 1,30 mts., pero sobre sus esqueletos frágiles no encajaban los grandes cráneos hallados, así que Chi-Pu-Tei publicó su hipótesis en 1940 afirmando que aquellas razas extintas eran algún tipo de simios montañeses, provocando la Burla cruel y humillante de la comunidad científica.
Suponía que los platos de piedra fueron colocados por una cultura posterior pero su hipótesis no explicaba los entierros de difuntos, impropios en los simios.
En 1962, el profesor Tsum-Um-Nui, de la Academia de Prehistoria de Pekín descifró parte de la escritura de los discos, pero la Academia se negó a publicar tan extraños resultados.
Tsum-Um-Nui demostró claramente que la escritura acanalada no era una broma moderna y, tras limpiarlos minuciosamente los remitió a la Academia de Ciencias de Moscú.
En colaboración con expertos geólogos demostró que los discos contenían gran proporción de cobalto y aleación metálica.
Los físicos hallaron en losdiscos pétreos, al examinarlos con osciloscopio, un elevado un elevado ritmo vibracional, lo que hizo suponer que en algún momento estuvieron expuestos a altas tensiones eléctricas.
Tsum-Um-Nui logró el respaldo de cuatro científicos y en 1963 publicó su trabajo en el entorno universitario tras un largo debate entre su equipo y las autoridades académicas. Dicho trabajo se conserva completo en la Academia de Pekín y en el Archivo Histórico de Taipéi (Taiwán).
En Rusia, el filólogo Viatkeslav Zaizev, de la Universidad de Minsk, publicó un extracto de ese trabajo y de la persecución y ocaso que a partir de él sufrió Tsum-Um-Nui, en la revista de temas espaciales “Sputnik”.
El informe explica que hace unos 12 mil años (edad estimada de los discos según los análisis rusos) un grupo de alienígenas quedó abandonado en la región al accidentarse su nave y ser incapaces de volver a despegar y carecer de medios para construir nuevas naves, siendo aniquilados por las tribus locales que los persiguieron pese a que esos seres intentaron mantener pacíficas relaciones con los montañeses.
“Diez veces las mujeres, niños y hombres se escondieron en las cuevas hasta la salida del sol.
Entonces creyeron distinguir una señal y vieron cómo llegaban otros, al parecer en señal de paz”, según otra variante de traducción “entonces entendimos a través de signos y expresiones que ellos no tenían intenciones de hacernos daño”.
Las leyendas chinas locales narran el descenso desde las nubes de pequeños seres amarillos muy delgados y macrocéfalos en la zona de BaianKara Ula, cuyo contacto fue evitado por las tribus locales por su deforme aspecto, pero luego estas tribus los exterminaron persiguiéndolos sin tregua, incluso a caballo.
Para el profesor Tsum-Um-Nui y su equipo los símbolos planetarios en las rocas tenían relación directa con lo que se narra en los discos y halló también tumbas cercanas con restos humanos normales que probaban la convivencia de seres humanos normales con seres macrocéfalos extraterrestres.
Según Tsum, los signos narran la historia del aterrizaje forzoso de la nave espacial y la matanza de la mayor parte de los sobrevivientes por habitantes del lugar. Supuestamente, Tsum reportó su descubrimiento en 1962, pero la Universidad de Pekín no recomendó su publicación porque estimó que los criterios de interpretación de los jeroglíficos carecían de argumentación científica.
Posteriormente, en 1965, las autoridades de la Alma Mater autorizaron la publicación de materiales relacionados con los discos Dropa, que en esencia corroboraron la teoría de Tsum sobre la sonda tripulada interplanetaria. Entonces, los científicos chinos expusieron fotos de los discos Dropa que de hecho, son similares a los discos Bi, que se encuentran por millares en varias regiones de China.
Generalmente, los discos Bi son pequeños, son hechos de jade o nefrita, con un pequeño agujero redondo o cuadrado en el centro, aunque no tienen los jeroglíficos como los discos Dropa.
Según sostienen los teóricos de los antiguos astronautas, los discos Dropa tienen propiedades peculiares, tales como, elevadas concentraciones de cobalto y otros metales que les confiere una dureza especial.
La resistencia de los discos Dropa, más elevada que el granito ponen en relevancia la tecnología que se tuvo que aplicar para grabar los jeroglíficos, de por sí difíciles por su reducido tamaño.
Sea cual sea su naturaleza, origen, o significado, las piedras Dropa siguen siendo un objeto de vivo interés para arqueólogos y antropólogos.
La mayoría de los expertos consideran que la historia que narra, los jeroglíficos de los discos Dropa, es uno de los tantos mitos que existen en los pueblos antiguos, que cuentan que sus ancestros vinieron a la Tierra desde otras estrellas.
Otros, como los teóricos de los antiguos astronautas, consideran factible que la Tierra fue poblada por extraterrestres, estiman que las piedras Dropa tienen un valor incalculable porque son la primera evidencia de esas visitas. Sostienen que existe una leyenda acerca de una extraña etnia en la zona que divide las regiones del Tíbet y Xining, que habita en la cordillera de Bayan Kara-Ula, un lugar muy aislado de la civilización.
Según ciertas versiones, podrían ser descendientes de los extraterrestres. En esta área cohabitan dos etnias, los Han y los Dropa, que son diferentes a sus vecinos. Según estudios antropológicos, la morfología de estos grupos no cuadra en ninguna clasificación étnica ni fisionomía racial.
Son muy bajitos, delicados y delgados, con una estatura promedio alrededor de 1.25 metros y un peso cercano a los cincuenta kilos, con un tono de piel amarillo.
Sus cabezas son bastante grandes respecto a su cuerpo, y suelen tener pococabello, semejando ser calvos. Tienen un aspecto más cercano al caucásico que al oriental, ya que poseen grandes ojos azules que no están rasgados.
El rey medía 120 centímetros y la reina 100 centímetros. Según se cuenta, Chi Pu Tei, profesor de la Academia de Arqueología de Beijing especializado en la arqueología, quien condujo a varios estudiantes en 1938 a unas cuevas cercanas en las montañas de Bayan Kara-Ula, durante una excursión de inspección.
Pudieron percatarse de que no eran simples cuevas, sino que estaban conectadas a modo de túneles, con varias estancias y almacenes.
Las paredes de estos pasajes y habitaciones, eran cuadradas y cristalizadas, evidenciando haber sido trabajadas con alguna fuente de intenso calor.
En las paredes, podían verse grabados de cuerpos celestes como el Sol, la Luna, las estrellas y la propia Tierra con rectas punteadas interconectando dichos astros.
Aun así, el hallazgo más impresionante fueron 716 discos de piedra, con inscripciones talladas en los mismos que parecían tener una gran antigüedad. Dichos discos poseían 22.7 centímetros de diámetro y un grosor de 2 centímetros, presentando un agujero en la parte central de 2 centímetros de diámetro.
Más que inscripciones talladas, observaron que la superficie tenía surcos dobles que empezaban en la parte central del disco, y se desarrollaban en forma de espiral hasta el exterior.
Esto le confería un aspecto de disco de vinilo o de gramófono.
¿Quizás contenían misteriosos mensajes sonoros?
En 1958, el profesor de la Universidad de Beijing, Tsum Um Nui, descifró la rara escritura de los discos donde se narraban pasajes referentes a naves provenientes del espacio hace unos 12000 años.
Para los teóricos de los antiguos astronautas, los habitantes que viven actualmente esas regiones, podrían ser descendientes de esos primeros colonizadores del espacio.
Algunos mensajes de los discos, relataban que los Dropa llegaron hace miles años a la Tierra en naves espaciales y se quedaron.
La etnia de los Ham, que eran autóctonos de la región, se refugiaron en cuevas, asustados por la presencia de los visitantes.
También se cuenta que una de las naves, debió de estrellarse al aterrizar, dejando a los Dropa para siempre en esa zona.
¿Sería la etnia de los Dropa descendiente de extraterrestres?
Analizando los discos de piedra, se halló en ellos una gran cantidad de cobalto y una presencia muy alta de energía, evidenciando poseer una carga eléctrica, todavía duradera aun pasados 12000 años.
De pronto Todo el asunto se vio envuelto en una gran conspiración, donde nadie pudo aclarar más sobre el significado de las escrituras, la procedencia de los discos o los esqueletos de las cuevas.
En 1.947 Karyl Robins, después de haber visto uno de estos discos de piedra afirmo haber vivido entre los dropa, acumulando numerosa información sobre sus costumbres, su sistema social y su historia.
Una historia que, según él, comenzó con la llegada a la Tierra hace 12.000 años de estos seres abordo de una nave que se estrelló entre la frontera de China y el Tíbet.
Todo su trabajo está recopilado en un libro titulado “Los dioses del Sol en el exilio”.
En1.994 el investigador Peter Krassa localizó parte de los discos en el Museo de Xi’an, después de que Ernst Wegerer y su esposa en 1.974, lograsen fotografiarlos y describirlos con todo tipo de detalles.
Intentó acceder a los discos y a toda la información en el Museo de Xi’an, pero 20 años después de la visita de Ernst Wegerer y su mujer se había perdido toda referencia de la existencia de los discos. Sencillamente había desaparecido.
En 1.995 la agencia de noticias Associated Press de China publicaba el comunicado sobre un descubrimiento en la provincia de Szechuan, junto a las montañas de Bain-Kara-Ula de una pequeña tribu aislada hasta ese momento del resto del mundo.
Esta comunidad estaba compuesta por unas 120 personas no catalogables en ningún grupo etnológico de la región. La característica que más llamaba la atención era su escasa altura, el individuo más alto no sobrepasaba 1,15 metros.
Y que poseían una leyenda en cual se mencionaban a unos pequeños hombres amarillos, diminutos y débiles, con cabezas largas y anchas, que procedían de las nubes; la gente se alejaba de ellos por su apariencia extraña, y fueron perseguidos y cazados por los mongoles.
Según algunos investigadores, la leyenda haría referencia a los Dropa, una raza de extraterrestres que habría llegado a la tierra hace 12 mil años, más precisamente a las altas montañas de Baian Kara Ula, en la frontera con el Tíbet.
En 1938 un profesor dearqueología de la Universidad de Pekín decidió realizar una expedición para explorar las cuevas en las montañas de Baian Kara Ula. Allí encontró numerosas tumbas con esqueletos de 1,38 metros de largo, enterrados en ellas.
Los esqueletos tenían las mismas características que se atribuían a aquellos seres mitológicos. Junto a las tumbas también se habrían encontrado 716 discos de piedra de 22,7 centímetros de ancho y dos centímetros de grosor, con agujeros de 20 mm de ancho en sus centros.
Dos décadas más tarde, en la misma Universidad de Pekín, científicos habrían analizado estos discos, y encontrado pruebas de que fueron expuestos a corrientes eléctricas en un pasado muy remoto; para finalmente descifrar una suerte de escritura en la que se contaba la historia de los Dropa, una población extraterrestre que estuvo escondida en la Tierra.
La certeza de este relato ha sido desmentida, o al menos puesta en duda, numerosas veces, pero hay quienes siguen investigando al respecto.
Aunque lo realmente misteriosos es que la comunidad arqueológica nunca ha dado este descubrimiento como real, ya que ellos mantienen que el Dr. Tsum Um Nui nunca existió, además que los datos ofrecidos por la expedición no eran verídicos y por supuesto los discos no existieron porque al parecer desaparecieron.
Pero cuando todo parecía una fantasía aparente, en 2007 los descendientes del Dr. Tsum Um Nui entregaron algunas muestras de los esqueletos hallados.
Aunque las primeras investigaciones no fueron concluyentes, las pruebas de ADN determinaron que no solo se trataba de descendientes de un pequeño pueblo de China sino de algo que podía tirar al traste la evolución humana.
¿Se quiso ocultar un descubrimiento que podría haber cambiado la historia de la humanidad? ¿Este es un caso de conspiración arqueológica? Varios investigadores sostienen que la desaparición de los discos dropa tiene que ver con el resultado de una alteración social causada por la Revolución Cultural China que se inició en 1966 de la mano de Mao Zedong donde gran cantidad de información científica, cultural y étnica fue catalogada como seguridad de estado por parte de las autoridades revolucionarias de ese país.
RECOPILACION INVESTIGATIVA: ING. REYNALDO PEREZ MONAGAS
Fuente: http://rey55.wordpress.com/2014/03/01/116-los-dropa-antiguos-astronautas-en-el-tibet/