Durante los últimos años ha surgido una gran controversia acusando al Instituto Smithsoniano (y a un grupo de escépticos y arqueólogos) por encubrir el descubrimiento de cientos de esqueletos gigantes encontrados en los montículos indígenas de los nativo americanos. Jin Vieira es uno de los pioneros en dar a conocer cientos historias sobre esqueletos gigantes luego que se interesara en el tema al visitar varias cámaras de piedra en el norte de EE.UU.
Hasta la fecha, Vieira ha recolectado cerca de 1,500 artículos de periódicos y libros publicados entre el siglo 19 y principios del siglo 20. En los registros está escrito que los esqueletos tienen un tamaño que va desde los 2 hasta más de 5 metros de altura.
Una de las plataformas de los montículos en Etowah, Georgia, EE.UU. Un reporte del Smithsoniano de 1887 revela el hallazgo de 7 esqueletos gigantes enterrados allí. Vieira comenzó a publicar los artículos, uno a la vez, cada día en su página de Facebook llamada Your Daily Giant. Subsecuentemente, tras varias publicaciones con buena acogida, los escépticos blogueros no se hicieron esperar.
Uno de los detractores, Jason Colavito, proclamó que los reportes publicados eran malas interpretaciones de huesos de mastodonte o mamut o bien meras falsificaciones.
El escéptico también argumentó que la paleopatología moderna podía explicar algunos de los reportes debido a que el repetido congelamiento y descongelamiento de huesos enterrados era «suficiente para convertir un cuerpo promedio en uno gigante». Ambas aseveraciones de Colavito serán refutadas con creces en las siguientes líneas. En febrero de 2014, Andrew Collins y yo comenzamos una investigación detallada de los numerosos reportes de gigantes. Visitamos multitud de sitios con montículos, hablamos con varios arqueólogos, y rastreamos muchas de las historias de esqueletos gigantes hasta su fuente.
Lo que encontramos es tan intrigante y tiene un alcance tal que decidí escribir un libro intitulado: «Ruta de Almas: El Viaje de la Muerte Nativo Americano; Cygnus, Orión, la Vía Láctea, Esqueletos Gigantes en Montículos, & el Smithsoniano».
El título refleja nuestro propósito original, i.e., detallar la nueva información acerca de los misteriosos símbolos hallados en los artefactos desenterrados en montículos y lo que significan de acuerdo a las creencias sobre la muerte de los nativo americanos, además de indagar hasta su origen las historias sobre «esqueletos gigantes». En este artículo, nos centraremos solo en los descubrimientos de osamentas. Tapa del libro (disponible en Amazon).
Tumbas de Gigantes …
A diferencia de lo que dicen los escépticos, encontramos algunos fraudes en los reportes y detallamos algunos importantes en el libro.
El más llamativo de ellos fue el de «Los Gigantes de Florida, Tampa», reportado en los periódicos entre 1922 y 1927. También encontramos que otros reportes simplemente se fueron desvaneciendo en el olvido. Esto último implica que eran historias obtenidas típicamente de segunda o tercera mano donde alguien le contaba a alguien que en cierta excavación se habían desenterrado esqueletos de generosas proporciones. Las pistas para este tipo de publicaciones siempre terminaban donde habían empezado, lo que usualmente significa una historia compilada gracias a las remembranzas de los residentes locales. Un esqueleto fotografiado antes de ser enterrado nuevamente, en Moundville, Alabama, 1987. Este no era un «gigante».
También notamos que muchos sitios de Internet y algunos libros que tocan irresponsablemente el tema de los esqueletos gigantes, agregan oraciones y «hechos» a la fuente original. Muchos supuestos hallazgos de esqueletos «gigantes» publicados en la red no están correctamente rotulados. Por ejemplo, fotografías de un presunto esqueleto gigante excavado en Serpent Mound, no pertenece a ese montículo y el «gigante» es una imagen de un esqueleto normal desenterrado en Chillicothe.
Otras tantas historias eran enigmáticas y sus caminos llevaban a múltiples fuentes, pero, a fines prácticos, no representaban ninguna prueba que se pudiera considerar contundente.
No obstante, el hecho es que una proporción substancial de los viejos reportes de esqueletos gigantes fueron escritos fácticamente y con evidencia arqueológica que los respalda. Uno se da cuenta que ciertos arqueólogos modernos y algunos detractores de sillón detestan este último hecho de tal manera que aborrecen a cualquiera que se atreva a tomarse el tema en serio.
Un intrigante conjunto de reportes sobre esqueletos gigantes que puede ser considerado como verídico es el del Montículo de Chickasawba (Arkansas). Una publicación arqueológica que hallamos antes de visitar el sitio relata como esqueletos que van de los 2 a los 3 metros de altura han sido hallados en ese lugar.
Un reporte especifica que en 1976 se encontró un esqueleto de más de 2 metros. Chickasawba es un montículo en Blytheville, Arkansas. donde se encontraron muchos esqueletos que iban de los 2 a los 3 metros de altura.
Durante las investigaciones realizadas por el Smithsoniano entre 1887 y 1894 (registradas en los Reportes Anuales del Departamento de Etnología), se detallan los hallazgos producidos en los montículos. En nuestra laboriosa pesquisa página por página de estos documentos nos enteramos que los agentes de campo del Instituto descubrieron 17 esqueletos cuya altura rondaba los 2 metros o más.
El más grande que figura en los registros es de 2.43 metros. La mayor concentración de estos «gigantes» parece ubicarse en el valle Kanawha, West Virginia, el cual visité junto con los investigadores Brent y Joan Raynes. Si hacemos un par de análisis estadísticos y los aplicamos a estos esqueletos gigantes hallados en West Virginia para determinar la probabilidad de semejante cantidad de esqueletos con las mismas características concentrados en una sola zona geográfica, no es de sorprender que nos alejemos de cualquier explicación que aluda a la casualidad. El primer análisis asume que los esqueletos fueron medidos correctamente y demuestra que la probabilidad estadística de encontrar tantos esqueletos de «gente alta» en estos montículos es cercana a cero.
El segundo análisis, por el contrario, asumió que los esqueletos fueron medidos incorrectamente debido a una «expansión» de la osamenta producida en el transcurrir del tiempo por la presión de las piedras y la tierra. Este último estudio reduce el tamaño de todos los esqueletos cerca de un 7,5%.
Los resultados estadísticos también corroboran que la probabilidad de descubrir una gran cantidad de esqueletos altos en estos montículos de West Virginia está muy por debajo de lo que se podría esperar encontrar por casualidad (p > .01).
Y, dado que, por poner un ejemplo, los arqueólogos estadounidenses caracterizaron a los esqueletos de la pirámides de Moche como «gigantes» (1.80 mts.), los escépticos no tienen por qué alterarse si rotulamos a estos esqueletos de los montículos —mucho más altos— con el mismo epíteto.
El montículo de Poorhouse, también llamado el Montículo del Instituto, está ubicado en la Reserva Indígena Shawnee, en Dunlap, West Virginia. En 1884, el Smithsoniano halló 2 esqueletos gigantes de más de 2 metros dentro de este montículo. En esencia, para que el Smithsoniano tenga por casualidad en su poder 17 esqueletos de más de 2 metros de altura, tendrían que haber desenterrado 2,5 millones de esqueletos (y este cálculo se vale de estadísticas de altura modernas, no de aquellas en promedio mucho más bajas de los nativo americanos).
Resumiendo, hay un misterio genuino aquí. La altura de muchos de los individuos sepultados en los ancestrales montículos de América del Norte era muy superior a la general de la población —escapando a cualquier noción de simple azar. … Escepticismo de pequeños
Los escépticos alegan que el gigantismo es probablemente la causa de muchos de los reportes de gigantes, pero nunca presentan una evidencia para tal aseveración. Es un débil intento por explicar algo sin investigar realmente el asunto. El gigantismo es extremadamente raro, tan raro que no existen estadísticas de incidencias para esta enfermedad hormonal. En la historia de Estados Unidos hay menos de 100 casos de gigantismo registrados. De hecho, hoy en día la abrumadora mayoría de gente alta —que alcanza o se aproxima a los 2 metros— no tiene ningún desorden de gigantismo. Por otro lado, el porcentaje de humanos modernos que alcanzan los 2 metros de altura es del 0.000007%. En el ancestral mundo de los constructores de montículos, el porcentaje de la población que alcanzaba esa altura debería ser aun menor. Otra objeción escéptica es que el congelamiento y descongelamiento hace que los esqueletos sean tan grandes que parecen gigantes. Esta objeción es totalmente falsa y carece de sustento.
Los textos de paleopatología moderna y otras fuentes afirman que los huesos enterrados que sufren de congelamiento se quiebran y pierden masa —i.e. se achican. En cuanto a los montículos, tampoco existen reportes de confusiones entre huesos humanos y los de mastodontes/mamuts.
En un ejemplar de 1884 de la revista Science, Cyrus Thomas, en una inspección de los montículos para el Smithsoniano, detalló el desentierro y recuperación de un esqueleto alto de 2.30 metros en Kanawha Valley. Hallamos bastantes casos similares en otros artículos de periódicos que condensan reportes de campo arqueológicos sobre esqueletos de proporciones muy generosas. Por lo tanto, el mero rechazo de los escépticos hacia el tema responde más a una negación con profundas raíces en procesos psicológicos que a cualquier otra cosa.
Según algunos etnólogos, las leyendas de los nativo americanos detallan la existencia de una raza de gigantes que invadió las regiones donde se ubican los montículos. Estos gigantes se transformaron en líderes y sacerdotes de las tribus. A través de los años, esta clase gobernante se perpetuó en el poder por medio de la herencia, hasta que llegó un punto en el que se corrompieron tanto que las masas se rebelaron contra ellos y los exterminaron. «Las leyendas de los nativo americanos detallan la existencia de una raza de gigantes» … Sólo podemos especular con quiénes eran realmente estos gigantes o de dónde provenían.
Lo cierto es que constituían una élite con conocimientos tan importantes como las grandes tumbas en donde fueron sepultados por los antiguos. Este conocimiento concernía al viaje de la muerte —el tópico en el cual nos enfocamos en el libro. También explica por qué las constelaciones de Orión y Cygnus (Cisne) parecen cobrar suma importancia en cada sitio ancestral. Cabe destacar que muy poca gente conoce que tan extensivas son, y bien construidas están, las cámaras de piedra que sirvieron como tumbas dentro de los montículos. Son increíbles, se encuentren en montículos grandes o pequeños. Obtuvimos unas pocas fotos de éstas —luego que la tierra fue removida— e incluso yo, luego de visitar miles de montículos de los nativo americanos, no puedo creer que no estuviera al tanto de la existencia de tales cámaras de piedra.
Un rara foto de 1910 en donde se observa una tumba de piedra encontrada en el fondo de un montículo en Missouri. Para concluir, en el libro se habla sobre la presunta conspiración del Smithsoniano. Si nos basamos en la estricta definición de una verdadera conspiración, no podríamos aplicarla por completo a lo que hizo y hace este instituto. Más bien es una suerte de estupidez en el sentido que ellos han ignorado un aspecto de sus propios descubrimientos que es muy intrigante para el público. En vez de llegar al público y motivarlo a investigar más, lo alienan.
Uno además nota que la arqueología estadounidense es bastante cerrada, se resiste a cualquier creencia que vaya en contra de lo establecido, y utilizan a los escépticos como «fuerza policial» para silenciar a los críticos. Desde un punto de vista psicológico, están batallando contra sus propias sombras… y esa es una batalla que no puede ser ganada. Por Dr. Greg Little
Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: