miércoles, 3 de junio de 2015

La Interpretación Del Pasado De La Vida Sobre La Tierra A Través De Los Fósiles (I)

Zecharia Sitchin nos explica que Anu, rey de los anunnaki en el planeta Nibiru, vino a la Tierra en una visita provocada por una emergencia debida a la necesidad de obtener oro. Cuarenta años (del planeta Nibiru) después del primer aterrizaje, los anunnaki que trabajaban en las minas de oro se amotinaron y se negaron a seguir trabajando. Y tomaron a Enlil, uno de los hijos de Anu, como rehén cuando fue allí para resolver la crisis. Milenios más tarde estos acontecimientos quedaron registrados y se los contaron a los terrestres, para que supieran cuales habían sido los orígenes. Se convocó un Consejo de Dioses y Enlil insistió en que Anu viniera a la Tierra a presidirlo. En presencia de los líderes reunidos, Enlil detalló los acontecimientos y acusó a Enki, otro de los hijos de Anu, de haber dirigido la rebelión. Pero, cuando los amotinados relataron su historia, Anu sintió simpatía por ellos, ya que eran astronautas, no mineros; y su trabajo había terminado por hacerse insoportable. Pero, ¿cómo iban a sobrevivir en Nibiru si no extraían el oro? Enki planteó crear unos trabajadores terrestres, que se hicieran cargo de los trabajos más duros. Ante la sorprendida asamblea explicó que había estado llevando a cabo experimentos con la ayuda de Ninti/Ninharsag, la médico jefe. Y añadió que en el este de África existía un hombre-simio, con el que sorprendentemente existía compatibilidad genética. Según Enki, lo que hacía falta era efectuar mejoras genéticas a este ser, dándole algunos de los genes de los anunnaki. Entonces, se convertirá en una criatura a imagen y semejanza de los anunnaki (de los “dioses”), capaz de utilizar herramientas y lo suficientemente inteligente como para obedecer e interpretar órdenes.

Y así fue como se creó el LULU AMELU, el «trabajador mezclado», por medio de la manipulación genética y la fertilización del óvulo de una mujer-simio en una probeta de laboratorio. Pero los híbridos no podían procrear y las mujeres anunnaki tenían que hacer de diosas del nacimiento en cada ocasión, por lo que Enki y Ninharsag fueron perfeccionando a los híbridos hasta que lograron el modelo perfecto, y le llamaron Adam, «el de la Tierra». Con estos esclavos creados pudieron producir oro en abundancia. Los siete asentamientos se convirtieron en ciudades, y los anunnaki, que en aquel tiempo eran solo 600 en la Tierra y 300 en las estaciones orbitales, se acostumbraron a una vida cómoda. 


La noción de que la humanidad fue creada por algún tipo de manipulación genética extraterrestre es la base actual de las historias de la creación, encontradas en los registros Sumerios antiguos y en posteriores escritos Hebreos. Esta idea es planteada en detalle en la obra de Zacarías Sitchin, quien utiliza los registros sumerios para argumentar que el moderno Homo-Sapiens fue creado por seres del espacio exterior llamados “Nefilim“. Basándose en las tablillas sumerias, Sitchin cree que los Nefilim crearon a los humanos mediante la modificación genética del Homo-Erectus. El Homo erectus era un homínido extinto, que vivió entre hace 1,8 millones de años y 300.000 años, durante el Pleistoceno inferior y medio. El Pleistoceno es una división de la escala temporal geológica y representa una época geológica que comienza hace 2,59 millones de años y finaliza aproximadamente 10.000 años a.C., precedida por el Plioceno y seguida por el Holoceno. Es la sexta época de la Era Cenozoica y la más antigua de las dos que componen el Período cuaternario. El término pleistoceno deriva del griego πλεῖστος (pleistos “lo más”) y καινός (kainos “nuevo”). El Pleistoceno se corresponde con el conocido como Paleolítico arqueológico. El Pleistoceno abarca las últimas glaciaciones, hasta el episodio Dryas Reciente incluido. El final del Dryas Reciente ha sido fechado aproximadamente en el 9600 a.C. El Dryas Reciente o Joven Dryas (en inglés Younger Dryas) fue una fase de enfriamiento climático que duró unos 1300 años, y que podemos situar a finales del Pleistoceno, entre 12.700 y 11.500 años atrás, curiosamente coincidente con la época de la posible desaparición de la Atlántida. Toma su nombre de la flor alpina Dryas octopetala. Hay indicios del impacto del cometa Clovis hace unos 12.900 años en América del Norte que, según una hipótesis reciente, podría haber iniciado el enfriamiento del Dryas Reciente.

El Dryas Reciente significó un rápido regreso a las condiciones glaciares en las latitudes más altas del Hemisferio Norte. Esto contrasta con el calentamiento del deshielo que tuvo lugar en el periodo anterior. Estas transiciones duraron aproximadamente una década. Las informaciones obtenidas de isótopos térmicamente fraccionados de nitrógeno y argón provenientes de núcleos de hielo de Groenlandia, indican que esta isla era unos 15 C más fría que en la actualidad. En las islas Británicas, los fósiles de escarabajos indican un descenso de las temperaturas medias anuales de 5 C y las condiciones periglaciares prevalecían en las tierras bajas y los glaciares en las tierras altas. Desde entonces, no ha habido ningún periodo de cambio climático abrupto tan grande, extendido o rápido. Los Homo erectus clásicos habitaron en Asia oriental (China, Indonesia). En África se han hallado restos de fósiles afines que con frecuencia se incluyen en otra especie, el Homo ergaster. También en Europa, diversos restos fósiles han sido clasificados como Homo erectus, aunque la tendencia actual es la de reservar el nombre Homo erectus para los fósiles asiáticos. El volumen craneal era muy variable, aumentando a lo largo de su dilatada historia. Tenía una capacidad mayor que la del Homo habilis y que la del Homo georgicus encontrado en Dmanisi. Los primeros restos que se encontraron del Hombre de Java muestran una capacidad craneal de 850 cm3, mientras que los que se encontraron posteriormente llegan a los 1100 cm3. Poseía un marcado toro supraorbitario y una fuerte mandíbula sin mentón, pero de dientes relativamente pequeños. Presentaba un mayor dimorfismo sexual que en el hombre moderno. Era muy robusto y tenía una talla elevada, hasta 1,80 m de medida. La industria lítica que producía pertenece principalmente al Achelense y probablemente dominaba el fuego.

La idea de que la humanidad es el producto de una ingeniería genética, conducida por extraterrestres provenientes de alguna parte, fuera de nuestro pequeño planeta, desafía tanto a la evolución darwiniana como al creacionismo basado en un Dios creador. El cristianismo proclama que un supuesto todopoderoso Dios creó a nuestros primeros padres del “barro”, de manera parecida a como el alfarero moldea la arcilla. Sólo cuando Adán y Eva rompen con las reglas de su creador son sujetos al dolor, la enfermedad y la muerte. Por desobedecer a este Dios también condenaron a su descendencia, o sea a toda la humanidad, a ser pecadores. El cristianismo deriva su relato sobre Adán y Eva del primer libro de la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento: el Génesis. Si interpretamos la Biblia literalmente, asumiendo que se trata de un documento histórico e infalible, se nos presenta un Dios (Jehovah o Yahvé) que se muestra como celoso, colérico y vengativo. El temor del “Señor” (Jehovah) aparece enfatizado constantemente a través del Antiguo Testamento. Se espera de Él que recompense a aquellos que lo adoran y que mantienen la observancia de la ley ritual, gratificando sus deseos mundanos con posesiones materiales y poder. No se puede dejar de notar que este Dios se asemeja grandemente a los caprichosos dioses sumerios y, posteriormente, a los dioses griegos. De acuerdo al Génesis, este Dios tan “humano” desconocía que los seres humanos habían echado a perder su creación al comer la “fruta prohibida“. Después de esto, habiendo expulsado a la primera pareja humana del Paraíso, amenazó a sus descendientes con su cólera hasta el día en que ahogó al mundo entero con un diluvio. Este Dios Jehovah, como el historiador Gibbon observa en su obra “The Decline and Fall of the Roman Empire” (Declinación y caída del Imperio Romano) es un “ser propenso a la pasión y al error, caprichoso a su favor, implacable en su resentimiento, celoso de su supersticiosa adoración, y confinando su providencia parcial a una simple persona y a su transitoria vida“.


Hay algunas referencias de la vida disoluta en los mitos sobre el Olimpo de los dioses griegos, que son los mismos que los dioses sumerios. Y algunos, a pesar de las instrucciones de Enlil, tomaron por esposas a las hijas del hombre y tuvieron hijos con ellas. De ello hay también referencias en el Génesis. Y hasta aquí esta breve introducción mitológica sobre el posible origen del Homo sapiens sapiens, que puede ser útil para entender lo que indicamos en este artículo. Pero ahora veamos la historia del hombre en la Tierra, basada en el estudio de los fósiles y en la «historia convencional». La pequeña ciudad de Altdorf, cerca de Nuremberg, Alemania, no aparece en la mayoría de las enciclopedias e índices geográficos, que incluyen solamente la ciudad homónima y más conocida que hay en Suiza, donde Guillermo Tell disparó una flecha contra una manzana colocada en la cabeza de su hijo. A pesar de ello, la distingue un hecho aún más notable. Se trata del lugar donde el hombre moderno concibió la sospecha de que su origen podía remontarse a millones de años atrás. La idea hubiera bastado para horrorizar al responsable de ello, Johann Jakob Scheuchzer, ya que era un cristiano devoto que creía que todas las palabras de la Biblia son literalmente ciertas. Y fue, al tratar de probarlo, cuando desencadenó lo que se convertiría en la paleontología moderna, la ciencia de los organismos antiguos extintos. Johann Jakob Scheuchzer(1672 – 1733) fue un médico y naturalista suizo, conocido sobre todo por su interpretación de los fósiles como vestigios del diluvio universal. Hijo de un médico municipal, Scheuchzer nació en Zúrich. Comenzó sus estudios de medicina en Altdorf, y luego en Núremberg en 1692, para, en 1693, partir hacia Utrecht, donde obtiene su doctorado en 1694. Ese mismo año sigue los consejos de August Quirinus Rivinus, rector de la Universidad de Leipzig, y organiza una expedición a los Alpes, recolectando flora. Finalizados sus estudios, no se producen vacantes en los cuatro médicos oficiales de Zúrich, por lo que, a fin de mejorar su currículo, trabaja en sociedades científicas y en las academias de la ciudad. En 1695, al morir Johann Jakob Wagner, el médico del Orfelinato de Zúrich y que había sido el autor de una primera Historia naturalis Helvetiae (Zúrich 1689), ocupa su empleo. Al mismo tiempo es director de la Biblioteca Municipal y de la Cámara de Artes y de Ciencias naturales, por lo que se decide a explorar su pequeña patria, haciéndolo a partir de 1714. Equipado de un vasto y detallado catálogo, conteniendo más de 220 preguntas, se informa de conocimientos en toda Suiza sobre la naturaleza y las condiciones meteorológicas de las localidades donde habita cada especie. Sobre todo trabaja en la educación popular, refutando las leyendas populares.

Colin Henry Wilson (nacido el 26 de junio de 1931 en Leicester), es un escritor del Reino Unido, así como un destacado filósofo. Los principales temas de su obra son la criminalidad y el misticismo. Nacido y educado en Leicester, Reino Unido, dejó los estudios a los 16 años. Cuando tenía 24 años, publicó The Outsider (1956), que examina el papel del proscrito social en varias obras literarias y figuras culturales, donde examina a Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Ernest Hemingway, Hermann Hesse, Fyodor Dostoyevsky, William James, T. E. Lawrence, Vaslav Nijinsky y Vincent Van Gogh, y donde Wilson discute su percepción de la alienación social en su obra. El libro fue un éxito de ventas y ayudó a popularizar el existencialismo en Gran Bretaña. Sin embargo, el elogio de la crítica fue breve. Colin Wilson también ha escrito obras sobre temas metafísicos y ocultistas. En 1971 publicó The Occult: A History, realizando una exégesis de Aleister Crowley, G. I. Gurdjieff, Helena Petrovna Blavatsky, la cábala, la magia primitiva, Franz Anton Mesmer, Gregor Rasputin, Daniel Dunglas Home y Paracelso, entre otros. También escribió una biografía especialmente objetiva de Crowley: Aleister Crowley: The Nature of the Beast, así como biografías de Gurdjieff, C. G. Jung, Wilhem Reich, Rudolf Steiner, y P. D. Ouspensky. Originalmente Colin Wilson se concentró en el desarrollo de lo que llamaba la “Facultad X”, que incrementaba la percepción y proporcionaba habilidades como la telepatía o la percepción energética. En sus obras posteriores sugiere la posibilidad de la existencia de vida tras la muerte y de los espíritus, que personalmente analiza como miembro del “Ghost Club”. En 1996 escribió “From Atlantis to the Sphinx”, que en español se publicó con el título “El Mensaje Oculto De La Esfinge”, en el que me he basado principalmente para escribir este artículo.

De 1705 a 1707 Scheuchzer escribirá un resumen de los resultados de sus estudios enSeltsamen Naturgeschichten des Schweizer – Lands wochentliche Erzehlung, donde refuta la opinión de que ciertos organismos vivos eran pura obra del demonio. Escribe en 1701, para la educación popular, el primer libro de Física en lengua alemana, titulado Physica, oder Natur-Wissenschaft. De una importancia particular fueron sus primeras mediciones de altitud, sirviéndose de instrumentos barométricos en vez de usar los clásicos cálculos trigonométricos poco fiables. Por sus estudios de cristales de montaña, fue, junto con el médico municipal de Lucerna, Moritz Anton Kappeler, y su alumno Henri Hottinger, fundadores de la cristalografía moderna. Y sus observaciones sobre la meteorología le permitió extraer regularmente reportes meteorológicos. Pero, ¿qué es la Paleontología? La Paleontología (del griegopalaios = antiguo, onto = ser, logía = tratado, estudio, ciencia) es la ciencia que estudia e interpreta el pasado de la vida sobre la Tierra a través de los fósiles. Se encuadra dentro de las Ciencias Naturales, posee un cuerpo de doctrina propio, y comparte fundamentos y métodos con la Geología y la Biología, con las que se integra estrechamente. Entre sus objetivos están, además de la reconstrucción de los seres que vivieron en el pasado, el estudio de su origen, de sus cambios en el tiempo (evolución y filogenia), de las relaciones entre ellos y con su entorno (paleoecología, evolución de la biosfera), de su distribución espacial y migraciones (paleobiogeografía), de las extinciones, de los procesos de fosilización (tafonomía), o de la correlación y datación de las rocas que los contienen (bioestratigrafía). La Paleontología permite entender la actual composición (biodiversidad) y distribución de los seres vivos sobre la Tierra (biogeografía), antes de la intervención humana. También ha aportado pruebas indispensables para la solución de dos de las más grandes controversias científicas del pasado siglo, tales como la evolución de los seres vivos y la deriva de los continentes. Y, de cara a nuestro futuro, ofrece herramientas para el análisis de cómo los cambios climáticos pueden afectar al conjunto de la biosfera. Tal como ya hemos dicho, Paleontología es la ciencia que se encarga del estudio de los fósiles, y es a través de estos que se puede obtener información acerca de las distintas eras geológicas. Permite conocer la flora y fauna de cada era. Como vamos a hacer referencias a las eras geológicas, hacemos un pequeño resumen. La Era Azoica, que significa “sin vida”, es la más antigua. En ella no aparecen fósiles de plantas ni de animales. La Era Arcaica se calcula duró hasta hace unos 500 millones de años. En ella se produjeron grandes plegamientos y cataclismos que dieron origen a algunas de las principales cadenas de montañas. La actividad volcánica fue muy intensa en América y surgieron las cordilleras en Canadá. Los científicos creen que al final de este período aparecieron las primeras bacterias y algas en el mar.


Luego tenemos la Era Primaria o Paleozoica, que significa “vida antigua”. En los primeros tiempos la vida estaba limitada al mar. Dominaban los invertebrados y también las medusas, gusanos, moluscos, caracoles y corales. Hace aproximadamente 350 millones de años aparecieron los primeros vertebrados: se trataba de peces cuyo cuerpo estaba cubierto por una coraza ósea. En este período brotaron los primeros vegetales terrestres, como helechos y coníferas, y aparecieron los insectos, los primeros animales que abandonaban el mar, y los anfibios o batracios. Le sigue la Era Secundaria o Mesozoica, que es la edad de los dinosaurios y se extiende desde unos 200 millones hasta 70 millones de años antes de nuestros días. Comenzó con una intensa actividad volcánica y se formaron los bosques petrificados de Arizona. Luego Europa fue invadida por los océanos, lo mismo que grandes extensiones de América y África. Aparecen los primeros reptiles, que en esta edad alcanzaron extraordinario desarrollo y tamaño gigantesco, como los dinosaurios. Algunos reptiles aprendieron a volar, corno el ranforrinco, que era semejante al murciélago. Al final de la era evolucionaron las plantas con flores, llamadas angiospermas, y se diversificaron por todo el mundo. Se extinguieron los dinosaurios y comenzó la gran diversificación de los mamíferos. A continuación tenemos la Era Terciaria o Cenozoica, o edad de los mamíferos, se extiende hasta un millón de años antes de nuestros días. La intensa actividad orogénica dio origen a cordilleras tan importantes como los Andes, los Alpes y el Himalaya. Es la edad de los mamíferos, que si bien aparecieron en la era anterior, adquirieron en ésta mayor relevancia y una gran área de dispersión. También surgieron los tipos actuales de árboles. Por último tenemos la Era Cuaternaria, que es la actual. Los glaciares cubrieron la cuarta parte de la superficie terrestre, y el clima era muy frío. En esta era se supone que aparece el hombre, que convivió con animales feroces y corpulentos como el mamut, el mastodonte, el tigre de dientes afilados, entre otros. Su aspecto era semejante a los simios, ya que así lo demuestran las mandíbulas y otros restos encontrados. Al final de la última glaciación, hace unos 30.000 años, apareció el hombre de Cro-Magnon u Horno Sapiens, que habitaba en cuevas, y que lenta pero constantemente va creando su cultura e imponiéndose al medio quo le rodea. Cinco mil millones de años e infinitos acontecimientos que ningún mortal puede abarcar constituyen la maravillosa historia terrestre.

Y, ¿qué es un fósil? En geología, fósil es un término usado para describir cualquier evidencia directa de un organismo con más de 10.000 años de antigüedad. Un fósil puede consistir en una estructura original, por ejemplo un hueso, en el que las partes porosas han sido rellenadas con minerales, como carbonato de calcio o sílice, y depositados por aguas subterráneas. Este proceso protege al hueso de la acción del aire y le da un aspecto de piedra. Un fósil puede ser también una sustancia diferente, como la madera, cuyas moléculas han sido reemplazadas por materia mineral. El término puede ser aplicado en un sentido más amplio a cualquier residuo de carbono que permanezca con la misma forma que el organismo original, el cual habría experimentado probablemente un proceso de destilación; este es el caso de muchos fósiles de helechos. Los moldes naturales formados tras la disolución por las aguas subterráneas de las partes duras de algunos organismos también son fósiles; las cavidades resultantes se rellenan más tarde de sedimentos endurecidos que forman réplicas del original. Otros tipos incluyen huellas, restos intactos conservados en terrenos congelados, en lagos de asfalto y en turberas, insectos atrapados en la resina endurecida de antiguas coníferas, que en la actualidad se denomina ámbar, y excrementos fosilizados conocidos como coprolitos, que suelen contener escamas de peces y otras partes duras de animales devorados. Los estromatolitos son montículos formados por láminas de roca que contienen grandes cantidades de fósiles primitivos y los restos más antiguos de la existencia de vida en el planeta. Se consideran signos de actividad microbiana, concretamente, de sedimentos y sustancias que fueron utilizadas y transformadas por numerosos microbios. Los fósiles suministran un registro del cambio evolutivo a lo largo de 3.000 millones de años en la escala de tiempos geológicos. Aunque los organismos multicelulares han podido ser abundantes en los mares que existían en el precámbrico -hace 4.600 millones de años- eran exclusivamente criaturas con cuerpos blandos, incapaces de crear fósiles. Por lo tanto, la vida precámbrica apenas ha dejado rastro. El registro fósil se enriqueció mucho más cuando aparecieron las cubiertas duras y los cuerpos con esqueleto al comienzo de la era paleozoica, hace 570 millones de años. Los geólogos del siglo XIX utilizaron esta riqueza fósil para establecer una cronología de los últimos 500 millones de años.


En la actualidad se ha planteado la utilización de los fósiles estromatolitos como única prueba de una actividad biológica prehistórica. Según un informe publicado en la revista Nature, estos fósiles tienen una antigüedad de 3.500 millones de años, primera fecha que dan los geólogos para la existencia de vida en la Tierra. Según un artículo que acompaña al informe, se han encontrado restos de microbios en los estromatolitos de hace 3.500 millones de años, demostrando así que existía vida en la Tierra hace tantos millones de años. Sin embargo, se plantean algunas dudas sobre el hecho de que todos los estromatolitos contengan pruebas de esa vida. En el año 1705 Scheuchzer estaba dando un paseo con un amigo llamado Langhans. Ambos jóvenes eran estudiantes y habían subido a la Colina de la Horca, en cuya cima se alzaba el patíbulo de la ciudad, y se habían detenido para contemplar el paisaje que les rodeaba, con sus campos de lúpulos iluminados por la luz dorada de crepúsculo. Entonces una roca grande que había a sus pies llamó la atención de Scheuchzer. La roca era de color gris, pero en ella se veían claramente varias vértebras de color negro. Scheuchzer la señaló. “-¡Mira! ¡He aquí la prueba de que la inundación de que habla la Biblia realmente tuvo lugar! Esta espina dorsal es humana”. Langham inspeccionó la roca con expresión de desagrado: “Estoy seguro de que es algún pobre diablo al que ahorcaron hace siglos. ¡Por el amor de Dios, déjala en el suelo!”. Y de un manotazo hizo caer la roca que Scheuchzer acababa de recoger y que cayó dando botes colina abajo, chocó con otra y se hizo añicos. Scheuchzer profirió un aullido de angustia y salió corriendo tras ella. El choque había esparcido fragmentos de roca gris por una zona muy amplia y Scheuchzer tuvo que escarbar en el polvo durante unos cuantos minutos antes de encontrar dos de las vértebras ennegrecidas. Respirando con dificultad, volvió a subir con ellas hasta el patíbulo: “¡Mira, huesos humanos! Y tú has visto que estaban dentro de la roca. ¿Cómo podrían los huesos de un ahorcado meterse dentro de una roca? Estos huesos han estado aquí durante millones de años, desde la inundación de Noé”.”¿Por qué son negros?”.“Porque son de uno de los pecadores a los que Dios pensaba destruir, como a los habitantes de Sodoma”.

Sin hacer caso de las protestas de su amigo, Scheuchzer metió las vértebras en los espaciosos bolsillos de su levita. Era su levita de doctor y le gustaba ponérsela cuando salía a pasear, porque a menudo recogía fragmentos de huesos viejos o de pedernal, para sumarlos a su colección de cosas sueltas que supuestamente probaban la veracidad de la Biblia. Cinco años más tarde, convertido ya en   principal médico de Zurich y canónigo de la Iglesia, Scheuchzer escribió un folleto con la intención de probar que la inundación bíblica había ocurrido realmente. Señalaba que se habían encontrado, en lugares situados cientos de kilómetros en el interior, muchas rocas con fósiles en forma de pez en su interior. Y argüía que habían quedado allí al bajar las aguas del diluvio. Luego procedía a describir las dos vértebras que había encontrado en la Colina de la Horca, empotradas en una piedra. La pregunta evidente era ¿cómo se habían metido aquellos peces en la piedra? El folleto causó un gran revuelo y los clérigos lo citaron desde el púlpito para probar que lo que decía la Biblia era verdad. Pero la reacción de los científicos fue hostil. Los fósiles eran algo que se conocía desde hacía siglos y un docto árabe llamado Avicena había escrito sobre ellos hacia el año 1000, explicando que eran literalmente fenómenos de una naturaleza traviesa que disfrutaba imitando formas vivas, del mismo modo que las nubes imitan rostros. Avicena (980 –1037) fue un médico, filósofo y científico persa. Escribió cerca de cuatrocientos cincuenta libros sobre diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina. Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina, también conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir ‘príncipe de los sabios’. Es asimismo uno de los principales médicos de todos los tiempos. Avicena, o Ibn Siná, como fue llamado en persa, nació en Afshana, provincia de Jorasán, Tranxosiana, actualmente en Uzbequistán. Sus padres eran musulmanes. Al parecer fue precoz en su interés por las ciencias naturales y la medicina. Tanto que a los catorce años estudiaba solo. Se le envió a estudiar cálculo con un mercader,al-Natili. Tenía buena memoria y podía recitar todo el Corán. Cuando su padre fue nombrado funcionario, lo acompañó a Bujara, entonces capital de los Samaníes, y allí estudió los saberes de la época, tales como física, matemáticas, filosofía, lógica y el Corán. Se vio influido por un tratado de al-Farabi, que le permitió superar las dificultades que encontró en el estudio de laMetafísica de Aristóteles. Esta precocidad en los estudios también se reflejó en una precocidad en la carrera, pues a los dieciséis años ya dirigía a médicos famosos y a los diecisiete gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur.

El genio florentino Leonardo da Vinci (1452 – 1519), que a menudo desenterraba fósiles mientras dirigía la construcción de canales, había sugerido que eran los restos de animales vivos, pero nadie había tomado en serio sus palabras. Ahora los científicos decían que las vértebras de Scheuchzer en realidad eran pedazos de roca. Pero lo que más enfureció a Scheuchzer fue un libro publicado poco antes por un mineralogista llamado John Bajer, que contenía un grabado en el que podían verse algunas vértebras exactamente iguales a las que él había descubierto debajo del patíbulo de Altdorf. Y Bajer había dicho que eran vértebras de pez. Scheuchzer publicó un folleto atacando a Bajer, pero éste siguió opinando lo mismo. Transcurriría más de un siglo antes de que la ciencia demostrara que ambos se equivocaban y procediera a identificar los huesos, que resultaron ser de ictiosaurio, especie de cocodrilo prehistórico que floreció en el período jurásico, hace unos doscientos millones de años. Scheuchzer estaba decidido a probar que los fósiles eran los huesos de víctimas de la inundación bíblica y tenía numerosos discípulos que se hacían llamar «inundacionistas» o «diluvianos». Dieciséis años después, en 1726, los «inundacionistas» salieron triunfantes al presentar Scheuchzer una prueba concluyente de la realidad de la inundación. La prueba era una piedra caliza procedente de las canteras de Oningen, en Baden, y contenía algunos restos indiscutiblemente humanoides, con un cráneo casi completo, una espina dorsal y un hueso pelviano. También el folleto que hablaba de ello fue un gran éxito de venta. Y también en esta ocasión el tiempo demostraría que Scheuchzer se había equivocado. Mucho después de su muerte se comprobó que su esqueleto de ser humano primitivo correspondía en realidad a un lagarto. Sin embargo, había tenido su utilidad. El folleto de Scheuchzer había dado pábulo a un debate general y aumentó el número de sus partidarios. La mayoría de ellos estaban de acuerdo con el arzobispo James Ussher, que en tiempos de Jacobo I había calculado que el mundo fue creado en el 4004 a. de C. Decía que había sumado todas las fechas que se citan en la Biblia y habían construido toda suerte de seres asombrosos utilizando los huesos y fragmentos que desenterraban, entre ellos un unicornio y un dragón. Pero algunos cayeron en la cuenta de que, a menudo, los fósiles encontrados a distintas profundidades eran muy diferentes unos de otros, lo cual parecía indicar que los seres podían cambiar de una edad a otra.


Scheuchzer murió en 1733, a la edad de 61 años, todavía totalmente convencido de que la Biblia contenía la historia completa de la creación. De hecho, la mayor parte del mundo cristiano de su tiempo estaba convencido de ello. Sin embargo, incluso en los comienzos del siglo XVIII, un hombre notable y genial había comprendido la verdad. Se llamaba Benoît de Maillet (1656-1738) y fue un diplomático y naturalista francés que realizó diversas campañas de estudio de la geología de los países donde trabajó. Su forma de pensar fue adelantada a su época, y su visión de las ciencias y de la religión estuvo a punto de costarle algún disgusto. Benoit de Maillet introdujo conceptos e ideas que posteriormente fueron analizados por otros naturalistas que buscaban respuestas en la naturaleza. Muchos de sus argumentos nos pueden parecer actualmente simplistas y equivocados, sin embargo otros fueron rompedores para su época y supusieron los primeros escalones hacia la comprensión del origen de la biodiversidad de nuestro planeta. En ese sentido sugirió un origen diferente a la Creación para la Tierra, apuntando que ésta, así como los organismos que la pueblan, evolucionó a lo largo de un largo período de tiempo. Benoît de Maillet nunca asistió a la universidad, pero recibió una excelente educación en temas clásicos. Sin embargo pronto empezó a mostrar gran afición por la geología y las ciencias naturales, aprovechando sus viajes para realizar diferentes estudios de campo. Su principal obra titulada “Telliamed”, que es su propio nombre “de Maillet” escrito al revés, es un intento de reconciliar su visión del mundo con la Iglesia Católica. Esta obra está muy alejada de una interpretación literal de las Escrituras, lo que explica que se publicara después de su muerte, en un intento de evitarse riesgos. Dentro de su visión del mundo empieza por mostrarnos que la Tierra no pudo ser creada en un instante porque los eventos que se observan en su corteza indican un lento progreso debido a procesos naturales. Llegó a esas conclusiones después de estudiar la geología de Egipto y otros países del Mediterráneo. Se basó fundamentalmente en la sedimentación, excluyendo otros procesos geológicos importantes como los agentes geomorfológicos, exceptuando la erosión. El texto parece moderno cuando trata la sedimentación, pero parece un relato fantástico cuando se ocupa de otros temas, ya que no acaba de entender las diferencias entre los principales tipos de rocas que componen la corteza terrestre.

Benoît de Maillet afirmó que las criaturas terrestres derivan de organismos acuáticos. Fue capaz de reconocer la verdadera naturaleza de los fósiles, al contemplar fósiles de organismos marinos incrustados en rocas sedimentarias situadas muy por encima del nivel del mar. No interpretó que los continentes podían elevarse, sino que afirmó que la Tierra tuvo que estar completamente cubierta por agua, tal como sugirió René Descartes (1596 – 1650), importante filósofo, matemático y físico francés, y como, poco a poco, el agua iba disminuyendo su profundidad. Calculó que el ritmo de bajada de las aguas era de unas 3 pulgadas por siglo, a partir de regiones que antes estaban inundadas y ahora se localizan sobre el nivel del mar. Extrapolando esto a la altura de las montañas calculó que la Tierra debía de tener unos 2.400 millones de años y que estuvo totalmente cubierta de agua hace unos 2.000 millones de años. A pesar de lo aparentemente disparatado de esta idea, contiene algunos aspectos novedosos e interesantes. Señaló la importancia de aquellos procesos que operan lentamente a lo largo de mucho tiempo sobre la formación del relieve del planeta. Introdujo la idea de que la Tierra debía de tener miles de millones de años de antigüedad, idea que tardó más de un siglo en ser aceptada. También es interesante su hipótesis de que los organismos terrestres proceden de otros acuáticos, aunque no atinó a establecer una línea evolutiva coherente. Introdujo también la idea de panspermia, aunque no le puso nombre, al postular que el espacio estaba lleno de esporas invisibles capaces de sembrar de vida en diferentes mundos. Quizás una de sus contribuciones más importantes, y que fue tenida en cuenta por naturalistas posteriores, sea la que dice que los estratos sedimentarios que se localizan en las zonas más profundas contienen restos de animales que hoy ya no se encuentran sobre nuestro planeta. En cuanto al origen del hombre afirmó que éste tenía un origen natural, como cualquier otro ser vivo, llegando a postular que derivaba de organismos marinos. Pero Benoît de Maillet decidió no publicar el libro mientras viviera, no fuese a perjudicar su reputación de funcionario del gobierno. Apareció once años después de su muerte, en 1749. Pero el manuscrito lo habían leído muchas personas cultas y había sido muy comentado. A Benoît de Maillet, cuyo nombre ha caído desgraciadamente en el olvido, se le debería considerar el verdadero creador de la teoría de la evolución.

François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694 –1778) fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés que figura como uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad. En 1746 Voltaire fue elegido miembro de la Academia francesa en la que ocupó el asiento con el enigmático número 33, que parece indicar una vinculación masónica. Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos literarios y sobre todo filosóficos. Voltaire no ve oposición entre una sociedad alienante y un individuo oprimido, idea defendida por Jean-Jacques Rousseau, sino que cree en un sentimiento universal e innato de la justicia, que tiene que reflejarse en las leyes de todas las sociedades. La vida en común exige una convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno. El instinto y la razón del individuo le lleva a respetar y promover tal pacto. El propósito de la moral es enseñarnos los principios de esta convivencia fructífera. La labor del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante la ciencia y la técnica, y embellecer su vida gracias a las artes. Como se ve, su filosofía práctica prescinde de Dios, aunque Voltaire no era ateo. Como el reloj presupone un relojero, el universo implica la existencia de un «eterno geómetra», ya que Voltaire era deísta. Sin embargo, no creía en la intervención divina en los asuntos humanos y denunciaba el providencialismo en su cuento filosófico Cándido o el optimismo(1759). Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica, símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se empeñó en luchar contra los errores judiciales y en ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos. Asimismo Voltaire ha pasado a la Historia por acuñar el concepto de tolerancia religiosa. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y la superstición y siempre defendió la convivencia pacífica entre personas de distintas creencias y religiones.


Sus escritos siempre se caracterizaron por la llaneza del lenguaje, huyendo de cualquier tipo de grandilocuencia. Maestro de la ironía, la utilizó siempre para defenderse de sus enemigos, de los que en ocasiones hacía burla demostrando en todo momento un finísimo sentido del humor. Son conocidas sus discrepancias con Montesquieu acerca del derecho de los pueblos a la guerra, y el despiadado modo que tenía de referirse a Rousseau, achacándole sensiblería e hipocresía. Pero contradiciendo su proclamada tolerancia, Voltaire se burló de la teoría de Benoît de Maillet, como también se burló de la idea de que los fósiles fuesen los restos de organismos prehistóricos. Opinaba, erróneamente, que los fósiles de peces encontrados en las montañas eran los restos de comida que habían dejado allí los viajeros. No intentó explicar por qué las espinas se habían fosilizado en lugar de pudrirse. Lamentablemente, el tipo de escepticismo de Voltaire estaba muy extendido a finales del siglo XVIII. No obstante, las cosas iban cambiando poco a poco. En 1780, un médico militar alemán, llamado Friedrich Hoffmann, estaba caminando por el interior de una mina de creta cerca de Maastricht, en Holanda, cuando vio un gigantesco cráneo de «dragón» incrustado en la creta. En realidad había descubierto el primer cráneo de dinosaurio. Hoffmann ordenó que sacaran el cráneo de  la mina y lo llevasen al museo Teyler de Haarlem, donde causó sensación. Hoffmann y sus colegas científicos decidieron que era un «saurio». Por desgracia, a Hoffmann se le había olvidado pedir permiso al propietario de la mina, un sacerdote llamado Godin, para sacar el cráneo. Godin entabló una demanda para que se lo devolvieran y la ganó. Al verse privado de aquel descubrimiento, que hacía época, Hoffmann se sumió en una depresión y murió. Godin, que, por lo visto, era un personaje sumamente desagradable, guardó el cráneo bajo llave y se negó a permitir que los científicos lo examinasen. Pero en 1794 los franceses invadieron el país y, con gran disgusto de Godin, se apoderaron del cráneo, aunque su propietario hizo cuanto pudo por esconderlo. Los franceses lo mandaron al Jardin des Plantes de París, donde lo estudió el gran naturalista Georges Cuvier.

Georges Léopold Chrétien Frédéric Dagobert Cuvier, barón de Cuvier (1769 –1832) fue un gran naturalista francés. Fue el primer gran promotor de la anatomía comparada y de la paleontología. Ocupó diferentes puestos de importancia en la educación nacional francesa en la época de Napoleón y, tras la restauración de los Borbones, fue nombrado profesor de anatomía comparada del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en París. Partiendo de su concepción funcional del organismo, Cuvier investigó la permanencia de las grandes funciones fisiológicas en la diversidad de las especies. Este “principio de correlación” actuaba como hilo conductor tanto de la anatomía comparada como de la paleontología. Así -señalaba Cuvier- la depredación implica un cierto tipo de dentición, un tubo digestivo capaz de asimilar la carne y miembros que permitan una locomoción adaptada a esa dieta. Cuvier fue el primer naturalista en clasificar el reino animal desde el punto de vista estructural o morfológico que, no obstante, estaba completamente subordinado a la función. Su obra más importante fue elRegne animal distribué d’après son organisation (“Reino animal distribuido a partir de su organización“), que apareció en cuatro volúmenes en su primera edición en 1817 y en cinco a partir de la segunda edición (1829-1830). Cuvier defendió el principio según el cual, teniendo en cuenta los datos proporcionados por la anatomía comparada, los animales debían ser agrupados en cuatro planes estructurales de organización (embranchements): vertebrados, moluscos, articulados y radiados. Cada uno de estos grupos se definía por una disposición particular de los sistemas esenciales, entre los cuales se encontraban, fundamentalmente, los núcleos vitales, a saber, el cerebro y el aparato circulatorio. El resto de los órganos puede variar dentro de cada plan corporal, siempre respetando el principio de correlación. Cuvier se oponía radicalmente al gradualismo, por lo que estos planes eran considerados irreductibles entre sí. Tanto su funcionalismo como su defensa de esta irreductibilidad le condujeron a una célebre polémica con Geoffroy Saint-Hilaire. Cuvier jugó un papel crucial en el desarrollo de la paleontología. Gracias a su principio de correlación fue capaz de reconstruir los esqueletos completos de animales fósiles.

Partiendo de sus observaciones paleontológicas, Cuvier elaboró una historia de la Tierra fundamentada en el fijismo y el catastrofismo. Así, concibió la historia geológica como una historia puntuada por revoluciones o catástrofes. En tales períodos se habría producido la extinción de las especies hasta entonces existentes y su sustitución por otras. Estas nuevas especies procederían de otras regiones del planeta que se habrían salvado de la catástrofe. Así explicaba Cuvier los vacíos estratigráficos del registro fósil, que no parecían permitir la inferencia de una continuidad de las formas orgánicas. Desde la perspectiva del catastrofismo, la edad de la Tierra no necesitaba ser excesivamente prolongada. De ahí que Cuvier abogara por sólo 6.000 años de antigüedad, lo que le enfrentó a Charles Lyell, cuyo gradualismorequería millones de años. Esta defensa de la constancia de las especies y su oposición algradualismo enfrentaron a Cuvier con la corriente transformista iniciada por Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, y desarrollada ampliamente por Jean-Baptiste Lamarck. Después del hallazgo del dinosaurio, por parte de Friedrich Hoffmann, todo el mundo se puso a excavar en busca de dinosaurios y se desenterraron muchos huesos antiguos. Cuvier se convirtió en el gran experto en especies extintas y se jactaba de poder reconstruir un esqueleto entero partiendo de un solo hueso. Pero ¿cómo habían desaparecido todas aquellas especies de la faz de la Tierra? Según Cuvier, que tomó la teoría prestada de su predecesor, el conde de Buffon, la respuesta era que la Tierra había sufrido una serie de grandes catástrofes, tales como inundaciones y terremotos, que habían exterminado a especies enteras. Entonces la naturaleza tuvo que empezar otra vez desde el principio. El hombre y su primo, el mono, habían sido fruto de la última etapa de creación, desde la última catástrofe… Esto significaba que Cuvier se oponía totalmente a la teoría de la evolución de Benoît de Maillet, que empezaba a gozar de popularidad entre muchos científicos jóvenes como, por ejemplo, Geoffroy Saint-Hilaire. Las especies no «evolucionaron», sino que fueron creadas y luego aniquiladas por las catástrofes, como el dragón que descubriera Hoffmann. Después de explorar varias minas británicas, un joven inglés llamado William Smith anunció que había identificado no menos de treinta y dos «capas» que contenían fósiles y a las que dio nombres tales como «carbonífera», «cretácea» y«devónica» . Y estas capas estaban definidas de manera muy clara. No se encontraban fósiles devónicos en la capa carbonífera. Eso parecía significar que cada época geológica terminó bruscamente, con una catástrofe. La Ciencia se estaba empezando a aproximar a la realidad.


Es cierto que Cuvier se sintió preocupado durante un tiempo por un descubrimiento que hizo uno de sus discípulos más fieles, el barón Ernst Schlotheim, en 1820. Mientras buscaba entre huesos de mamut en Turingia, Alemania, Schlotheim encontró dientes humanos. Según Cuvier, eso era imposible porque los mamuts pertenecían a la última era de la creación. Cuvier explicó en son tranquilizador que probablemente algún sepulturero había enterrado un cadáver en un suelo perteneciente a la era antediluviana. Schlotheim profirió un suspiro de alivio, ya que era demasiado viejo para empezar a cambiar de parecer. Otros dos lotes de restos humanos aparecieron entre huesos de animales extintos. Y de nuevo Schlotheim se dejó persuadir de que era un fenómeno anormal. Pero en 1823 se halló un esqueleto humano, sin cabeza, en estratos antiguos de Paviland, en el País de Gales. Como la tierra arcillosa lo había manchado de rojo, lo llamaron la Dama Roja de Paviland. Aunque de hecho resultó que era un esqueleto de hombre. Inspirado por el hallazgo, un clérigo llamado McEnery encontró herramientas antiguas entre huesos de mamut en Kent’s Cavern, en Devon. Este hallazgo debería haber convencido a Cuvier de que estaba equivocado. Pero Cuvier quitó importancia a los descubrimientos, como si fueran fruto de la casualidad. No cabe duda de que Cuvier era un gran científico, pero también, como por desgracia ha pasado con tantos científicos, era un dogmático que destruyó la carrera de su colega, el profesor Jean-Baptiste Lamarck, evolucionista que no sólo creía que las especies evolucionan gradualmente, sino que evolucionan porque quieren. Cuvier tuvo la suerte de morir en 1832, justo antes de que la ciencia de la geología desacreditara temporalmente sus teorías catastrofistas, ya que justamente era la parte de su teoría que se demostraría cierta . El responsable de este descredito de sus teorías catastrofistas fue un abogado, que   era también un entusiasta del estudio de la geología, Charles Lyell (1797 – 1875), abogado y geólogo británico, y uno de los fundadores de la Geología moderna. Después de diez años de estudiar detenidamente la corteza de la Tierra, sacó la conclusión de que la cronología del arzobispo Ussher, que todavía aceptaban millones de cristianos, era absurdamente errónea y que la Tierra se había formado a lo largo de millones de años.

Dada esta escala de tiempo, que también se demostró cierta, opinaba que no había ninguna necesidad de catástrofes que levantaran montañas e inundasen valles. Todo podía explicarse diciendo que era resultado de la lenta erosión. Su obraPrincipios de geología (1830-1833) fue uno de los libros más trascendentales de la historia de la ciencia. Lyell sacó la conclusión de que la inundación de que habla la Biblia era un hecho real, pero que la había provocado la licuefacción del hielo al finalizar la última de las grandes glaciaciones, hace unos quince mil años. Los glaciares habían labrado lentamente los paisajes a lo largo de cientos de miles de años. Y los fósiles de peces encontrados en las montañas habían estado en otro tiempo en el fondo de mares prehistóricos. Lyell encontró oposición por parte de los catastrofistas, los diluvianos y los fundamentalistas religiosos, pero sus puntos de vista acabaron imponiéndose poco a poco. La teoría de la historia de la Tierra, que aparecería gradualmente a lo largo de los siguientes años, nos dice que nuestra Tierra existe desde hace unos cuatro mil millones y medio de años, pero durante los primeros mil millones fue una bola incandescente que se enfrió paulatinamente. En algún momento de los siguientes mil millones de años se desarrollaron los primeros organismos vivos en los mares calientes. Eran células diminutas que no nacían ni morían. Los primeros fósiles corresponden a estos organismos unicelulares que datan de hace tres mil millones y medio de años. Hace sólo 630 millones de años, aparecen los primeros organismos verdaderamente vivos, organismos que pueden reproducirse y que pueden permitirse morir. La vida creó su método de pasar la antorcha a la siguiente generación, que haría frente de nuevo a todos los viejos problemas. Pasaron otros cuarenta millones de años antes de que aparecieran en los mares los primeros organismos invertebrados, como, por ejemplo, los trilobites. Es   el período denominado cámbrico, hace unos 590 millones de años, y fue también el período de los primeros peces (para más información, ver artículo “Eras geológicas de la Tierra“). Algunas de las primeras plantas hicieron igualmente su aparición en tierra.

En el período devónico, hace unos 408 millones de años, los peces que encontraban el mar demasiado   peligroso empezaron a salir a tierra y a convertirse en anfibios al transformarse las aletas en patas. Los reptiles aparecieron en los períodos carboníferos, 40 millones de años más tarde. Este primer gran período de la historia de la Tierra, llamado era paleozoica, terminó con la era pérmica, hace 286 millones de años. El segundo de los tres grandes períodos, el mesozoico, es la era de los mamíferos, luego de los dinosaurios, y se extiende desde hace unos 250 millones de años a hace sólo 65 millones.   Ahora también sabemos que la teoría catastrofista de Buffon y Cuvier no era del todo incorrecta. Parece ser que algún objeto grande procedente del espacio exterior chocó con la Tierra hace 65 millones de años y destruyó el 75 por ciento de los seres que vivían en ella, entre ellos los dinosaurios. Fuera lo que fuese, tal vez un inmenso meteoro, tal vez un cometa, o tal vez incluso un asteroide, probablemente llenó la atmósfera de vapor e hizo que la temperatura subiera lo suficiente para acabar con la mayoría de los seres grandes. De no ser por esta catástrofe, parece que sería poco probable que existieran ahora seres humanos. Aunque existen algunas evidencias no oficiales de que, ya en aquella remota época, existían seres humanos. A los comienzos de la tercera gran era de la historia de la Tierra, la denominada cenozoica, existía un cálido y húmedo mundo de vastas junglas tropicales que llegaba hasta el interior de la Europa septentrional. Sin los grandes depredadores carnívoros, como, por ejemplo, el tiranosaurio rex y los gigantescos murciélagos dentados, era un lugar bastante plácido, con pájaros de pluma, y roedores parecidos a la ardilla que saltaban de árbol en árbol y se alimentaban de larvas y huevos de pájaro. Estos roedores no ponían huevos, sino que eran vivíparos y criaban y protegían a sus crías, con lo cual incrementaban la tasa de supervivencia.


A mediados de la era cretácea, que empezó hace alrededor de 144 millones de años, apareció un ser minúsculo semejante a la musaraña que probablemente vivía en las raíces de los árboles y comía insectos. Las musarañas son animalillos de ferocidad increíble, parecidos a diminutos ratones. Su corazón da 800 latidos por minuto y lo que comen diariamente equivale a varias veces el peso de su propio cuerpo, ya que al ser tan minúsculos no pueden retener el calor. En la pacífica era cenozoica que siguió a la cretácea, estas musarañas tenían ya la confianza suficiente para subirse a los árboles, donde comían semillas y hojas tiernas y un nuevo elemento evolutivo llamado «fruta». En los árboles   les salió una «mano», dotada de pulgar y cuatro dedos, que les permitía agarrarse a las ramas. Las musarañas fueron exterminadas en gran número por sus primos los roedores, que tenían unos dientes que nunca dejaban de crecer, por lo que nunca se desgastaban. Pero sobrevivieron en África, o mejor dicho en el inmenso continente que a la sazón abarcaba África y América del Sur, y se convirtieron en monos, con ojos colocados uno al lado del otro, en vez de a ambos lados de la cabeza, gracias a lo cual calculaban mejor las distancias. Los seres humanos parece que somos descendientes de esta musaraña arborícola. Una gran revolución del pensamiento humano se produjo porque, en diciembre de 1831, un joven naturalista que se llamaba Charles Darwin zarpó con destino a América del Sur en un barco llamado Beagle. Curiosamente, el objetivo principal del viaje era llevar de vuelta a su país a tres nativos de piel oscura de la Tierra del Fuego, situada frente a la costa de América del Sur.

Charles Robert Darwin (1809 – 1882) fue un naturalista inglés que postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. La evolución fue aceptada como un hecho, en vida de Darwin, por la comunidad científica y buena parte del público, mientras que su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como la explicación primaria del proceso evolutivo hasta la década de 1930. Actualmente constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus modificaciones, los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia, puesto que constituyen una explicación lógica que unifica las observaciones sobre la diversidad de la vida. Con apenas 16 años Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo, aunque paulatinamente fue dejando de lado sus estudios de medicina para dedicarse a la investigación de los invertebrados marinos. Posteriormente, la Universidad de Cambridge dio alas a su pasión por las ciencias naturales. Intrigado por la distribución geográfica de la vida salvaje y por los fósiles que recolectó en su periplo, Darwin investigó sobre el hecho de la transmutación de las especies y concibió su teoría de la selección natural en 1838. Aunque discutió sus ideas con algunos naturalistas, necesitaba tiempo para realizar una investigación exhaustiva, y sus trabajos geológicos tenían prioridad. Se encontraba redactando su teoría en 1858 cuando Alfred Russel Wallace le envió un ensayo que describía la misma idea, urgiéndole Darwin a realizar una publicación conjunta de ambas teorías. Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida, publicada en 1859, estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones. Trató la evolución humana y la selección natural en su obra El origen del hombre y de la selección en relación al sexo y posteriormente en La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. También dedicó una serie de publicaciones a sus investigaciones en botánica, y su última obra abordó el tema de los vermes terrestres (un tipo de gusano) y sus efectos en la formación del suelo. Dos semanas antes de morir publicó un último y breve trabajo sobre un bivalvo diminuto encontrado en las patas de un escarabajo de agua en los Midlands ingleses. Dicho ejemplar le fue enviado por Walter Drawbridge Crick, abuelo paterno de Francis Crick, codescubridor junto a James Dewey Watson de la estructura molecular del ADN en 1953. Como reconocimiento a la excepcionalidad de sus trabajos, Darwin fue uno de los cinco personajes del siglo XIX no pertenecientes a la realeza del Reino Unido honrado con funerales de Estado, siendo sepultado en la Abadía de Westminster, próximo a John Herschel e Isaac Newton.

Volviendo al viaje de Darwin, el capitán del Beagle, Robert Fitzroy, un cristiano devoto pero partidario de la esclavitud, había comprado los tres nativos a bajo precio y pensaba utilizarlos como sirvientes no retribuidos en Inglaterra. Uno de los nativos era una muchacha pubescente y Fitzroy la había comprado porque no le gustaba nada verla andar desnuda. Por desgracia, durante la travesía marítima se había aprobado una ley contra la esclavitud y, al llegar a puerto, le ordenaron con indignación que los llevara de vuelta a su tierra. Y para que la expedición tuviera algún objetivo práctico, el ministro del interior decretó que les acompañara un científico que estudiaría la flora y la fauna sudamericanas. Al hombre elegido se le tenía por un fracasado en la vida. A sus 22 años de edad, Charles Darwin era un estudiante de medicina fracasado y también un clérigo fracasado. Luego comprobó que disfrutaba con la zoología y la botánica, por lo que su profesor de Cambridge le recomendó para cubrir el puesto en el Beagle. Dio la casualidad de que Darwin era también un buen liberal, que en aquel tiempo se llamaban whigs, y se mostró totalmente de acuerdo en que había que devolver a los tres nativos a su tierra. El capitán era un conservador de toda la vida y dijo al joven científico que era un sentimental. La carrera de la vida la ganaban los más sanos y rápidos. Los fuertes sobrevivían, los débiles morían. Darwin no estaba seguro de que le gustase tal teoría. Pero la verdad es que su abuelo Erasmus Darwin había escrito un largo poema titulado The Temple of Nature   (1803), en el que argüía que toda la vida había tenido su origen en los mares. Luego había pasado a la   Tierra, donde a los peces les habían salido extremidades y se habían convertido en mamíferos. Así que, tal vez, el capitán Fitzroy tuviese razón. Quizá la competencia era la causa de que la especie mejorase lentamente. El regreso de los tres nativos a la Tierra del Fuego reforzó su opinión. Uno de ellos, un joven al que habían puesto el nombre de York Minster, era fuerte y dominante y tardó poco en sentirse a gusto entre sus hermanos salvajes. Pronto se olvidó de sus costumbres civilizadas y empezó a andar desnudo, lo cual disgustaba a un misionero llamado Matthews, al que habían enviado con el encargo de tratar de convertir a los nativos. También andaba desnuda la muchacha pubescente, a la que Fitzroy había dado el nombre de Fuegia. Pero el más joven y delicado de los nativos, al que llamaban Jemmy Button, era maltratado y golpeado y con los ojos llenos de lágrimas suplicó que le permitieran volver al Beagle. 


El capitán se vio obligado a decirle que no y cuando el Beagle se hizo a la mar resultaba más que obvio que Jemmy Button, al no estar protegido por las barreras artificiales de la civilización, iba a tener una vida muy dura. Lo mismo le ocurriría a Fuegia. Diez años después, un barco lleno de cazadores de focas hizo escala en la isla y Fuegia se apresuró a subir a bordo para reanudar el trato con los hombres blancos. A éstos les costó creer que la suerte les sonriera de aquel modo y la violaron repetidamente hasta que la muchacha cayó agotada y estuvo a punto de morir. La siguiente vez que la vieron unos observadores británicos, parecía una vieja. Darwin nunca se enteró de lo ocurrido, pero, de haber llegado a sus oídos, hubiera aumentado su convencimiento de que la naturaleza no había sido creada de acuerdo con principios liberales. Mientras estudiaba la flora y la fauna de Patagonia, Darwin encontró señales, a su parecer inconfundibles, de que Cuvier, que aún vivía, se equivocaba en lo de las catástrofes. Encontró los huesos de seres extintos como, por ejemplo, megaterios (perezosos gigantes) ytoxodontes, pero vio animales igualmente «prehistóricos», tales como armadillos y osos hormigueros que seguían vivos. También encontró huesos de llamas extintas y vio ejemplares vivos de unas llamas extrañamente parecidas a las que llamaban «guanacos». Las llamas extintas eran más pequeñas. Pero le pareció poco verosímil que Dios, o la naturaleza, hubiese exterminado a las llamas antiguas y luego se hubiera tomado la molestia de crear otras mayores. ¿No parecía más probable que los guanacos hubieran evolucionado a partir de sus antepasadas extintas? Fue al cabo de una docena de años, ya de vuelta en Inglaterra, cuando Darwin encontró un libro que una vez más le hizo pensar en la falta de piedad de la naturaleza cuando la dejaban hacer. El libro se titulaba Ensayo sobre el principio de la población (1798), que era obra del reverendo Thomas Malthus (1766 – 1834), clérigo anglicano y erudito británico, y que examinaba la historia con ojos claramente pesimistas. La sociedad no asciende hacia la prosperidad y el liberalismo, porque la prosperidad da lugar a que sobrevivan más bebés, y el aumento de la población pronto sobrepasa al aumento de la prosperidad. La sociedad no va hacia arriba, sino hacia abajo. Más adelante Malthus argüía que si queremos hacer algo para resolver el problema, nosotros mismos debemos tratar de controlar la población. Pero en la naturaleza, por supuesto, no hay nadie que controle el crecimiento. Así que se produce una explosión demográfica y los más débiles mueren de inanición.

Darwin reconoció que la verdad era que si cada pareja de mamíferos, aves o peces, produce más de dos vástagos y éstos también producen más de dos vástagos, la explosión demográfica resultante cubriría hasta el último centímetro habitable de la Tierra en el plazo de unas cuantas generaciones. La  muerte es el medio que emplea la naturaleza para impedir que la Tierra se vea desbordada. Empezó a criar animales -perros, conejos, pollos, palomas- y durante veinte años estudió las variaciones que se producían de una generación a otra. Eran muchas más de las que había sospechado. Sus dudas se disiparon. Ahora tenía un mecanismo que explicaba la evolución. La naturaleza producía variaciones.   Las especies útiles sobrevivían, las inútiles se extinguían. De modo que, tal como supusiera su abuelo, había un cambio y una mejora constantes, al seguir reproduciéndose y multiplicándose las variaciones útiles. Darwin no tenía ninguna prisa por dar a conocer estas conclusiones revolucionarias. Se consideraba a sí mismo un buen cristiano y era consciente de que los resultados de sus estudios equivalían a un rechazo decisivo del Libro del Génesis (ver artículo “Evolucionismo o Creacionismo, ¿dónde está la verdad?“). Así que continuó batallando con una vasta obra que esperaba se publicara después de su muerte. Entonces, en 1857 , estalló la bomba. Una carta de otro zoólogo, un ex maestro de escuela llamado Alfred Russell Wallace (1823 –1913), naturalista, explorador, geógrafo, antropólogo y biólogo británico, presentaba, en líneas generales, una teoría virtualmente idéntica a la suya. Darwin quedó anonadado y le pareció que había malgastado un cuarto de siglo de trabajo. Pensó que sería injusto si se interponía en el camino de Wallace. Pidió consejo a sir Charles Lyell, el autor de Principios de geología. Lyell le aconsejó que lo publicase simultáneamente al trabajo de Wallace, con un breve resumen de sus propias ideas. Así lo hizo Darwin en la revista de la Linnaean Society. Luego emprendió la tarea de condensar la inmensa obra que había estado escribiendo durante años. Le llevó trece meses y se tituló El origen de las especies por medio de la selección natural. Al publicarse, en noviembre de 1859, provocó el mayor escándalo intelectual del siglo XIX. Saltaba a la vista que se trataba de un libro muy serio que presentaba una abrumadora masa de datos. Sin embargo, sus conclusiones eran claramente contrarias a todos los principios religiosos que había tenido el hombre desde el comienzo de los tiempos. La diversidad de la naturaleza no era obra de Dios, o de los dioses, sino fruto de un sencillo principio mecánico: la supervivencia de los mejor dotados. No se mencionaba al hombre para nada -excepto un un breve comentario en la conclusión ,en el sentido de que «se arrojará luz sobre el origen del hombre y su historia».

Pero los puntos de vista de Darwin sobre ese tema resultaban claros en el resto de su libro. El hombre   no estaba «hecho a imagen de Dios» y no tenía ningún lugar singular en la naturaleza. Era un animal como los otros, ni más ni menos, y probablemente descendía de algún tipo de mono. El científico Thomas Henry Huxley, que escribió su reseña para The Times, lo calificó de obra maestra. Thomas Henry Huxley (1825 – 1895) fue un biólogo británico, conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución de Charles Darwin. Su famoso debate en 1860 con el obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, fue un momento clave en la aceptación más amplia de la evolución, y para su propia carrera. Allí deslizó su mordaz frase “prefiero descender de un simio antes que de un obtuso como usted” cuando el obispo le preguntó si era heredero del mono por parte materna o paterna; aunque no está recogido lo que respondió de forma exacta, contestó algo así: “Si tuviera que elegir por antepasado entre un pobre mono y un hombre magníficamente dotado por la naturaleza y de gran influencia, que utiliza sus dones para ridiculizar una discusión científica y para desacreditar a quienes buscaran humildemente la verdad, preferiría descender del mono“. Se dice que el impacto de las palabras fue tal, que una señora presente en la sala se desmayó. Wilberforce fue entrenado por Richard Owen, con quien Huxley había debatido sobre si el hombre estaba estrechamente relacionado con los monos. Huxley aceptó lentamente algunas ideas de Darwin, como la del gradualismo. Y aunque no estaba muy decidido sobre la selección natural, apoyó públicamente a Darwin. Fue instrumental en el desarrollo de la educación científica en Gran Bretaña, y peleó en contra de las versiones más extremas de la tradición religiosa. Huxley usó el término ‘agnóstico‘ para describir su propia visión de la religión, un término cuyo uso ha sido continuado hasta la actualidad. Huxley se autoformó en casi todo lo que sabía. Brillantemente, se convirtió en quizás el mejor anatomista comparativo de la segunda mitad del siglo XIX. Trabajó primero con invertebrados, clarificando las relaciones entre grupos que previamente se conocían poco. Más tarde, trabajó con vertebrados, especialmente en la relación entre el hombre y los monos. Otra de sus conclusiones importantes fue que las aves evolucionaron de los dinosaurios, mayormente, los carnívoros pequeños (Theropoda). Esta idea es apoyada ampliamente hoy en día. Su trabajo en la anatomía ha sido eclipsado por su apoyo controvertido a favor de la evolución, y por su extenso trabajo público en la educación científica, que han tenido un efecto significativo en la sociedad británica y en todo el mundo.


Nos resulta difícil comprender el efecto que tuvieron estos puntos de vista evolucionistas. Es verdad que Maillet, Erasmus Darwin y Lamarck ya habían bosquejado algunas teorías de la evolución. Pero la obra de Darwin no equivalía a una teoría. Tuvo todo el efecto brutal de un hecho científico innegable. Y su autor parecía estar diciéndole al mundo que todos sus credos religiosos eran estupideces. No había ninguna necesidad de que Dios interviniera en la naturaleza. Ésta era una máquina gigantesca que producía especies nuevas. Pero el propio Darwin se oponía a esta interpretación «sin alma» de sus ideas. Después de todo, una máquina de este tipo la habría hecho alguien. Darwin creía que sencillamente había descubierto cómo funcionan los mecanismos de la evolución. De manera intencionada o no, Darwin había provocado el cambio intelectual más grande de la historia de la raza humana. El hombre siempre había partido de la base de que él era el centro del universo y de que había sido creado por los dioses. Escudriñaba los cielos giratorios en busca de alguna señal del designio divino y escudriñaba la naturaleza en busca de los oscuros jeroglíficos que revelaran la voluntad de los dioses. Ahora Darwin le estaba diciendo que todo esto era una ilusión óptica. El mundo era simplemente lo que parecía ser. Consistía en cosas y no en significados ocultos. A partir de ahora, el hombre tenía que aceptar que estaba solo. ¿Y cuál era este «origen el hombre y su historia» sobre el cual Darwin prometía arrojar un poco de luz? Ahora que la mayoría de los biólogos eran darwinianos, no había excusa para la vaguedad y la imprecisión. De hecho, Darwin tenía el convencimiento de que los arqueólogos encontrarían los huesos de un ser que estaría a medio camino entre el mono y el hombre. En 1871 lo bautizó con el nombre de «el eslabón perdido». En 1908, veintiséis años después de la muerte de Darwin, pareció cumplirse su profecía cuando un hombre llamado Charles Dawson anunció que había encontrado fragmentos de un cráneo humano antiguo en un lugar llamado Piltdown, en East Sussex. Más adelante, Dawson y otros dos geólogos encontraron una mandíbula inferior que era decididamente simiesca y encajaba en el cráneo. Lo llamaron «el hombre de Piltdown» o «el hombre del alba» y Dawson se hizo famoso.

Sin embargo, los científicos estaban perplejos. El desarrollo del «hombre antiguo» era básicamente el   desarrollo de su cerebro y, por tanto, de su cráneo. El hombre de Piltdown tenía el cráneo muy desarrollado. En tal caso, ¿por qué era su mandíbula tan simiesca? La respuesta fue que era realmente   una mandíbula de mono. En 1953, mucho tiempo después de la muerte de Dawson, el análisis de la fluorina del hombre de Piltdown reveló que se trataba de un engaño. El cráneo tenía una antigüedad de “sólo” 50.000 años, mientras que la mandíbula era de un orangután o de un chimpancé. Ambas habían sido teñidas con sulfato de hierro y pigmento para que pareciesen iguales. En realidad, ya en 1856, sólo siete años después de publicarse El origen de las especies, pareció que se había encontrado el primer hombre. A unos cuantos kilómetros de Düsseldorf hay un pequeño valle que se llama Neander, (valle de Neander = Neanderthal en alemán), en honor de un compositor. Tiene paredes de piedra caliza y unos hombres que trabajaban en la extracción de la misma descubrieron unos huesos tan pesados y bastos que supusieron que habían encontrado un esqueleto de oso. Pero un maestro de escuela del lugar, un tal Johann Fuhlrott, los vio y en seguida supo que no se trataba de un oso, sino de los restos de un ser humano simiesco, de frente baja y deprimida, y casi sin mentón. Curiosamente,   el cerebro de aquel ser era mayor que el del hombre moderno. Pero la curvatura de los fémures sugería que en otro tiempo había andado con el cuerpo encogido. ¿Era posible que aquel ser fuese el antepasado más antiguo del hombre? Los sabios dijeron que no. La mayoría de ellos eran discípulos de Cuvier y uno incluso sugirió que el esqueleto era de un cosaco que había perseguido a Napoleón desde Rusia en 1814. Y el gran Rudolf Virchow, fundador de la patología celular, opinó que el esqueleto pertenecía a un idiota. Durante un tiempo Fuhlrott, el maestro de escuela, se sintió totalmente descorazonado. Luego sir Charles Lyell intervino y anunció que el «idiota» era en verdad un ser humano primitivo. Y aunque Virchow se negó a reconocer su error, a lo largo de los veinticinco años siguientes se hicieron descubrimientos que borraron toda duda de que el hombre de Neandertal fuera un ser humano primitivo. Así que, al parecer, se trataba del «eslabón perdido» o de lo que Haeckel, el discípulo de Darwin, prefería llamar «pitecántropo» u hombre mono. ¿O no? Sin duda cabía esperar que el hombre mono tuviese un cerebro mucho más pequeño que el hombre moderno en vez de uno mayor. En tal caso, el hombre de Neandertal tenía que ser bastante reciente, aproximadamente durante los últimos cien mil años.

El siguiente paso decisivo en la búsqueda del hombre antiguo lo dieron los franceses. Pero no fueron los profesores de geología de París, que aún creían que, como afirmaba Cuvier, el hombre era una creación reciente, sino dos aficionados notables, como ha sucedido tantas veces en la historia de la paleontología, antropología y arqueología. Descubrieron la existencia del antepasado directo del hombre moderno: el hombre de Cromañón. Todo empezó en el decenio de 1820, cuando un abogado francés que se llamaba Édouard Lartet y vivía en el pueblo de Gers, en el sur de Francia, se sintió intrigado por un diente enorme que le llevó un agricultor del lugar. Lartet consultó un libro de Cuvier y descubrió que era un diente de mamut. Según Cuvier, los mamuts se habían extinguido mucho antes de que el hombre apareciese en la Tierra. ¿Qué hacía, pues, un diente de mamut cerca de la superficie? Lartet empezó a excavar y en 1837 encontró algunos huesos y fragmentos de cráneo de un   ser simiesco que databan de mediados del período terciario, tal vez de hace quince millones de años. Más adelante se identificarían como pertenecientes a un driopiteco, al que algunos científicos modernos consideran el antepasado original del hombre. Lartet cayó bajo la influencia de un aduanero y dramaturgo llamado Boucher de Crèvecoeur de Perthes, que vivía en Abbeville, a orillas del Somme, y que estaba convencido de que aquel hombre databa de la era terciaria, hace más de dos millones de años. Tanto Lartet como Boucher de Perthes buscaron yacimientos terciarios, pero no dieron con ninguno. Pero Boucher de Perthes se hallaba excavando en Picardía y encontró gran número de huesos de animales antiguos, así como hachas de mano, raspadores y punzones que obviamente habían sido fabricados por el hombre. Al mostrárselos a los profesores de geología, le explicaron en tono condescendiente que no eran herramientas hechas por el hombre, sino pedazos de sílice endurecido que sencillamente parecían herramientas. Pero Boucher se salvó de caer en el desánimo al recibir una visita de Charles Lyell, que dijo no tener la menor duda de que las hachas de mano eran obra del hombre. Fue una bofetada para los discípulos de Cuvier, ya que el más eminente de todos los geólogos modernos, Charles Lyell, había declarado que alguna forma de «fósil humano» había existido realmente durante decenas de miles de años, en tiempos del mamut, el tigre de dientes de sable y el oso cavernícola. Era la segunda vez que Lyell afirmaba algo que le valió ocupar un lugar importante en la historia de la ciencia. El inglés prudente, que había aconsejado a Darwin que no concediera demasiada importancia a la ascendencia del hombre, dio ahora un ímpetu decisivo a la ciencia del hombre antiguo.


El problema de Boucher era su vaguedad , que hacía perder la paciencia incluso a Lyell. A pesar de ello, Boucher hizo descubrimientos de importancia incalculable. Sin embargo, fue su colaborador, Lartet, quien hizo el descubrimiento más interesante hasta el momento. Lartet, que ahora era financiado por un industrial inglés llamado Henry Christy y podía dedicar todo su tiempo a las investigaciones, abandonó las capas terciarias y empezó a estudiar la era siguiente, el pleistoceno o edad glacial. En septiembre de 1860 encontró un montón de residuos de cocina primitivos en Massat, en el departamento del Ariège, entre los cuales había un asta de venado en la que aparecía grabado un   oso cavernícola. Al parecer el hombre antiguo era un artista,. Veinte años antes, un tal Brouillette encontró un hueso en el que estaban grabadas dos hembras de gamo. Pero los científicos lo habían rechazado diciendo que era obra de niños. Pero el asta que había encontrado Lartet estaba en una capa totalmente inexplorada. El mundo de los eruditos se vio ahora obligado a tomarle en serio. Seguidamente se trasladó al valle del río Vézère, en Dordoña. Este valle fue tan importante para la prehistoria como el Valle de los Reyes lo fue para la egiptología. En 1864 Lartet encontró un colmillo de mamut en el que había señales de un hacha de mano, lo cual era prueba concluyente de que el hombre fue contemporáneo del mamut. En 1868 Lartet oyó hablar de un nuevo descubrimiento que se había hecho en el valle del Vézère, en una cueva que había aparecido durante las obras de construcción de un ferrocarril, cerca del pueblo de Les Eyzies. En un lugar llamado Cromañón. Lartet   envió a su hijo Louis a echar un vistazo. Louis dijo que sin duda era el mayor descubrimiento que se había hecho hasta entonces. La cueva estaba llena de artefactos de sus antiguos ocupantes. Pero lo que era más importante, contenía esqueletos. Y un cráneo que hallaron en la parte de atrás de la cueva era virtualmente idéntico a cualquiera de los cráneos que podían encontrarse en un cementerio actual,   con una cavidad grande para el cerebro y el mentón prominente del hombre moderno. Puede que tenga un significado siniestro que esta morada del hombre moderno fuera escenario de hechos violentos. Los seis seres humanos de Cromañón (Cro-Magnon), el hombre cuyo cráneo hemos descrito, tres hombres más jóvenes, una mujer y un bebé, habían muerto en circunstancias extrañas. El cráneo de la mujer presentaba una herida profunda que estaba en vías de curación. Pero parecía que la mujer había muerto al dar a luz el bebé. Cómo habían muerto ella y los demás no estaba claro: la cueva de Cromañón constituye el primer relato de detectives de la historia de la humanidad. Como de costumbre, los científicos no quisieron saber nada.

Dijeron que la cueva no era más que un lugar destinado a inhumaciones y que probablemente era más   o menos moderna. Pero su certeza empezó a tambalearse pronto cuando empezaron a aparecer esqueletos de Cromañón en otras partes que, obviamente, no eran lugares que se usaran para entierros. En una pared de una cueva de Les Combarelles había grabada una cara humana con barba. Todos los indicios hacían pensar que aquellas cuevas las ocupaban cazadores. Los hombres antiguos del valle del Vézère vivían de la caza de animales. Cerca del pueblo de Solutré se encontraron miles de huesos de caballos salvajes a los pies de un risco escarpado. Aparentemente los cazadores los habían perseguido hasta hacer que se metieran en una trampa y se precipitaran al vacío. En resumen, el antepasado directo del hombre no era el hombre de Neandertal, sino estos cazadores y artistas de Cromañón, cuyas mujeres llevaban adornos de marfil tallado y conchas. Quizá el descubrimiento del hombre de Cromañón se hubiese producido un decenio antes si un español llamado Marcelino de Sautuola hubiera mostrado más curiosidad. Hacia 1858, aunque no se conoce la fecha exacta, un perro perteneciente a don Marcelino, que vivía en Altamira, desapareció por una grieta del suelo cuando su dueño se encontraba cazando. Resultó que la grieta era la entrada de una cueva subterránea. Don Marcelino ordenó que la cerrasen porque era peligrosa. Unos veinte años más tarde,   después de asistir a la exposición de París en 1878 y de ver herramientas de la edad glacial, don Marcelino penetró en la cueva y empezó a excavar en busca de artefactos humanos. Encontró un hacha de mano y algunas puntas de flecha de piedra. Luego, un día, Maria, su hija de cinco años, entró en la cueva con él y profirió exclamaciones de entusiasmo. Acababa de ver imágenes de toros que embestían en las paredes, en una parte de la cueva cuyo techo era demasiado bajo para que su padre pudiese entrar en ella. El pigmento todavía estaba húmedo. Y esto sería la perdición de don Marcelino. Porque cuando dio a conocer su descubrimiento al mundo, los expertos dijeron que era un engaño. Don Marcelino murió convertido en un hombre amargado y decepcionado. Pero, al cabo de algunos años, uno de tales expertos, un hombre llamado Cartailhac, después de estudiar cuevas parecidas en Les Eyzies, se dio cuenta de que había sido muy injusto con don Marcelino y volvió corriendo con la intención de pedir disculpas. Maria de Sautola, que ahora era una anciana dama, no pudo hacer más que sonreír con tristeza y acompañarle hasta la tumba de don Marcelino. Más adelante se descubrieron muchas otras cuevas espectaculares en Lascaux, llenas de dibujos de bisontes, toros, caballos salvajes, osos, rinocerontes e incluso hombres que llevaban astas de ciervo en la cabeza. Resultaba obvio que estos últimos eran chamanes o magos y, al parecer, los dibujos tenían una finalidad mágica, tal vez para asegurarse de que la presa se viera atraída hacia los cazadores de la edad de piedra.

No obstante, el hombre de Neandertal seguía en la Tierra hace 50.000 años, cuando el hombre de Cromañón se hallaba celebrando sus ceremonias mágicas. El hecho de que el hombre de Neandertal se hubiera desvanecido de la historia mientras el hombre de Cromañón todavía estaba en sus inicios, sugiere la siniestra hipótesis de que lo había exterminado su primo artístico. Pero, ¿qué antigüedad tenía el hombre? Hasta el momento, los paleontólogos habían logrado constatar que los orígenes de la   humanidad se remontaban a cien mil años atrás, durante el pleistoceno. Una mandíbula descubierta muchos años después, en 1907, en un arenal cerca de Heidelberg, Alemania, hizo que la antigüedad de la historia del hombre retrocediera unos 150.000 años. Pero como no había duda de que no era «el eslabón perdido», el descubrimiento no contribuyó a esclarecer los comienzos de la historia del hombre. Sin embargo, a cada momento se encontraban cráneos humanos y artefactos en capas mucho   más antiguas, lo cual parecía justificar el convencimiento de Boucher de Perthes de que el hombre podía datar de la era terciaria. Por ejemplo, en 1866, en Calaveras County, California, el propietario de una mina, un tal Mattison, descubrió parte de un cráneo de tipo humano en una capa de grava situada cerca de 40 metros debajo de la superficie, en un lugar llamado Bald Hill. La capa en la que se encontró parecía datar del plioceno, es decir, de hace más de dos millones de años. La examinó el geólogo J. D. Whitney, que dijo a la California Academy of Sciences que se había encontrado en estratos del plioceno. Esto escandalizó a los sectores religiosos de los Estados Unidos, toda vez que parecía contradecir a la Biblia. La prensa religiosa atacó al cráneo hallado en Calaveras County y lo tachó de engaño. Y un ministro congregacionalista afirmó que había hablado con los mineros que habían colocado el cráneo para engañar a Whitney. El embaucador original había sido un agente de la Wells Fargo llamado Scribner, a quien el señor Mattison, el hombre que lo había encontrado, llevó el cráneo sin caer en la cuenta de que Scribner lo había colocado allí para gastar una broma. Pero Scribner aseguró a un tal doctor A. S. Hudson, que intentó llegar al fondo de la historia unos años después, y que no había sido un engaño. Y la esposa de Mattison comprobó que su marido lo había traído de la mina con incrustaciones de arena y fósiles, y lo habían tenido en casa durante un año. A pesar de todo esto, la gente siguió creyendo que había sido un engaño.


Uno de los que no lo creyeron fue Alfred Russel Wallace, cofundador de la teoría evolucionista. Sabía que Whitney había investigado muchos otros informes de hallazgos de huesos humanos en minas de gran profundidad y que, en algunos casos, los huesos parecían proceder de estratos todavía más antiguos que el plioceno. Whitney también había investigado herramientas y artefactos de piedra que parecían tener millones de años de antigüedad. Diez años antes, unos mineros habían hallado un esqueleto humano completo debajo de Table Mountain, en Tuolumne County, y cerca de allí había huesos y restos entre los que se encontraban dientes de mastodonte… que parecían del mioceno, hace  más de cinco millones de años. Otro fragmento de cráneo humano también se encontró en Table Mountain, en 1857, cerca de restos de mastodonte. Whitney examinó una mandíbula humana y artefactos de piedra encontrados debajo de la misma montaña, con una posible antigüedad de más de nueve millones de años. Unos huesos humanos encontrados en el túnel de Misuri, en Placer County, procedían de una capa depositada hace más de ocho millones de años. Whitney también habló con un tal doctor H. H. Boyce, que había encontrado huesos humanos en Clay Hill, Eldorado County, en una   capa que podía ser del plioceno o incluso del mioceno. Whitney juntó todos estos indicios de la existencia del «hombre terciario» (el período terciario terminó con el plioceno) en un libro titulado Auriferous Gravels of the Sierra Nevada of California, publicado en 1880. Algunos de los artefactos hallados en Tuolumne, California, parecían tan absurdos que costaba creer que no fuesen engaños. Entre ellos había un mortero encontrado en el lugar mismo, incrustado en la tierra del lugar y no en el   valle de algún río adonde hubieran podido llevarlo los ríos o los glaciares, en gravas de más de 35 millones de años de antigüedad. Una mano de mortero y un mortero hallados a la misma profundidad, y una mano de mortero, conocida por el nombre de King Pestle, encontrada en estratos de más de nueve millones de años de antigüedad. Sin embargo, no habría ninguna posibilidad de que los hubiesen «plantado» en tiempos recientes. Parecía más probable que los hubieran llevado allí unos mineros primitivos hace miles de años.

Es comprensible que Alfred Russel Wallace se inclinara a pensar que estos hallazgos, y docenas de otros parecidos, sugerían la posibilidad de que el hombre tuviera una antigüedad que superaba en millones de años a la que Darwin y Haeckel creían que tenía. Quizá porque «por medio de la cultura, el hombre se ha visto separado de los caprichos de la selección natural». Así que cuando oyó decir que un tendero de Kent, que se llamaba Benjamin Harrison, había encontrado hachas de mano de piedra en capas de grava que parecían datar del plioceno, con más de dos millones de años de antigüedad, e incluso del mioceno, más de cinco millones, se apresuró a ir a verle. Harrison vivía en Ightam, no lejos de Londres, en una zona del Weald, especie de valle erosionado por los ríos, entre North Downs y South Downs. Un río actúa como una especie de herramienta de excavar, porque al hundirse en la tierra, deja el pasado al descubierto en forma de gravas. Da la vuelta a la habitual ley de la arqueología de que cuanto más hondo el nivel, más antiguo es, porque las gravas superiores son las más antiguas. Al buscar en estos niveles superiores, Harrison encontró no sólo «neolitos», o depuradas herramientas de piedra fabricadas durante los últimos cien mil años, sino también «paleolitos», herramientas que tienen quizá un millón de años de antigüedad, e incluso «eolitos», herramientas tan primitivas, que a menudo cuesta distinguirlas de piedras cuyas formas son naturales. En 1891, Wallace fue a ver a Harrison, cuyas piedras le fascinaron. Al igual que el eminente geólogo Sir John Prestwich, no le cupo la menor duda de que los paleolitos y eolitos de Harrison probaban que durante millones de años habían existido en la Tierra algunos tipos de animales que fabricaban herramientas. Pero ahora se acercaba el final de siglo y científicos como WaIlace y Prestwich iban convirtiéndose poco a poco en una minoría. La sugerencia de Darwin en el sentido de que el hombre descendía de los monos despertó una oposición enconada y burlona, hasta el extremo de que bastaba hacer tal afirmación en público para desencadenar gritos de indignación o carcajadas sarcásticas. La discusión se había polarizado. En un extremo se encontraban los fanáticos religiosos y, en el otro, los partidarios del hombre-mono. A estos últimos les había encantado el descubrimiento de Neandertal, porque parecía probar que el hombre había sido poco más que un mono en los aproximadamente últimos cien mil años . Así que, les gustase a o no, Wallace, Prestwich y otros, que pensaban igual, se encontraban metidos en el mismo saco que «Soapy Sam» Wilberforce y el capitán, entonces vicealmirante Fitzroy, el antiguo camarada de a bordo de Darwin, que seguía oponiéndose implacablemente al darwinismo.

Fuentes:
Colin Wilson – El Mensaje Oculto De La Esfinge
Martyn Bramwell – Rocas Y Fósiles
Georges Cuvier – Essay on the Theory of the Earth
Alessandro Garassino – Fósiles
Johann Jakob Scheuchzer – Sacred Physics
Mauricio Antón – El secreto de los fósiles
Charles Robert Darwin – El origen de las especies
Jacques Boucher de Perthes – Antiquités celtiques et antediluviennes
Zecharia Sitchin – El 12º Planeta

Blatter dimite por sorpresa y convoca nuevas elecciones para presidir la FIFA

CONVOCA UN CONGRESO EXTRAORDINARIO
Joseph Blatter, actual presidente de la FIFA, ha convocado un congreso extraordinario al mismo tiempo que ha anunciado que renuncia a la presidencia de la misma tras el mismo

Blatter anunció que renuncia a seguir presidiendo la FIFA (EFE)

EL CONFIDENCIAL  02.06.2015 – 18:53 H.

Joseph Blatter, presidente de la FIFA, anunció este martes que pone a disposición su cargo e informó de que habrá un congreso extraordinario, que se celebrará próximamente, para elegir al nuevo mandatario del máximo organismo futbolístico mundial. "A pesar de haber sido apoyado en las últimas y recientes elecciones, ese apoyo no lo comparten todos y por eso renuncio al cargo. Tomo esta decisión de renunciar para limpiar la imagen de la FIFA, que necesita una profunda reestructuración", aseguró Blatter. El Congreso Extraordinario de la FIFA, en el que se elegirá al sustituto, puede celebrarse entre el próximo diciembre y marzo de 2016, según el presidente del Comité de Auditoría y Conformidad, Domenico Scala,

“Renuncio al cargo porque la FIFA necesita una importante reestructuración;considero que lo mejor para conseguirlo es que yo deje mi sitio a otra persona”, explicó el áun presidente. Además, añadió que “todavía no está fijada la fecha del congreso extraordinario, pero no debería ser convocado más allá de unas pocas semanas. Lo que más me importa es la FIFA y por eso he decidido abandonar”.

Blatter fue elegido presidente electo el pasado viernes 29 de mayo, dos días después de la detención de siete altos cargos de la FIFA en Suiza a petición de la justicia de Estados Unidos, que solicitó su extradición para juzgarlos por presunta corrupción. “Durante muchos años hemos pedido reformas, pero éstas no son suficientes”, subrayó Blatter.

Blatter sale por la puerta de atrás de una FIFA bajo sospecha (Reuters)

"Aprecio y adoro la FIFA"

También indicó que “aprecia y adora” la FIFA más que "otra cosa" y explicó que ha tomado esta decisión porque quiere “hacer lo mejor para el organismo del que acaba de dimitir. Blatter declaró que espera que el congreso extraordinario se celebré en "un corto plazo de tiempo" y dejó claro que no se presentará a las elecciones. "Se preparará con el tiempo suficiente para que los candidatos deseosos de presentarse puedan hacer sus campañas", apuntó.

"El próximo congreso ordinario de la FIFA tendrá lugar el 13 de mayo de 2016 en Ciudad de México. Esto crearía un innecesario retraso y instaré al Comité Ejecutivo a que organice un Congreso Extraordinario para la designación de mi sucesor lo más pronto posible", aclaró. Asimismo, tras leer un breve comunicado que no superó los diez minutos y tras el que no se admitieron preguntas de la prensa, recordó las reformas que está acometiendo la FIFA en el mundo del fútbol e hizo autocrítica del último escándalo que afectó a la institución internacional.

"Durante muchos años, hemos llevado acabo la introducción de reformas administrativas. Por supuesto, estas reformas deben continuar hasta que sean eficaces", comentó. "No tenemos control sobre los representantes de las Confederaciones, pero sus acciones, por supuesto, están bajo la responsabilidad de la FIFA. Aquí necesitamos un cambio estructural y de naturaleza profunda", agregó. Por último, lanzó un mensaje final para las personas y cargos que le apoyaron mientras ocupó la presidencia de la FIFA: "Quiero agradecer a todos aquellos que siempre me están apoyando de forma leal y constructiva como presidente de FIFA y a todos los que han hecho tanto por FIFA", indicó.

Blatter lleva 17 años presidiendo la FIFA (EFE)

Platini aplaude la decisión

Blatter dice adiós al cargo después de acceder a él el 8 de junio de 1998. En total, ha sumado 17 años al frente de la FIFA y su última elección, el viernes pasado, fue muy polémica por la detención solo dos días antes de siete cargos del organismo que presidía acusados de corrupción. Pese a ello, decidió seguir adelante con las elecciones y ganó al otro candidato, el jordano Ali bin Al Hussein, por 133 votos contra 73. Después de proclamarse presidente declaró que la FIFA no necesitaba una "revolución" y sí una "evolución".

"Me hacen responsable de esta tormenta. De acuerdo. Asumo la responsabilidad y estoy dispuesto a seguir adelante. Los delitos cometidos se centran en América del Norte y del Sur. Nos vemos afectados porque las personas detenidas ocupaban cargos en la organización, pero la FIFA no tiene un papel directo", dijo entonces. Ahora, solo tres días después de anunciar que seguiría presidiendo la FIFA a sus 79 años, decidió, por sorpresa, dejar el cargo de una institución que, en un espacio de tiempo todavía indeterminado, tendrá un nuevo nombre en el cargó más importante del mundo del fútbol.

El presidente de la UEFA, Michel Platini, aseguró que la dimisión de Joseph Blatter como presidente de la FIFA, anunciada esta tarde por el propio dirigente suizo, "fue una decisión difícil, valiente y correcta". Platini, que forma parte del Comité Ejecutivo de la FIFA, pidió a Blatter el pasado 28 de mayo el día antes de las elecciones a la presidencia en las que fue reelegido, que dimitiera y abandonara su puesto para poder limpiar la pésima imagen de organización, tras la detención de siete de sus directivos por presuntos casos de corrupción.

Hay que recordar que la Comisión Europea (CE), sin querer entrar en la reciente reelección de Blatter, sí dejó claro que la corrupción no puede tener ningún lugar en el mundo del fútbol, esperando que la FIFA acometa cambios profundos para limpiar la imagen del mundo del fútbol, muy tocada tras el escándalo destapado hace unos días. “No vamos a comentar una elección individual en una organización independiente. Pero lo que podemos decir es que la corrupción no tiene ningún lugar en el deporte”, señaló la portavoz comunitaria para el Deporte, Natalie Vandystadt.

http://www.elconfidencial.com/

UNA BREVE GUÍA PARA COMPRENDER EL ESCÁNDALO

Diez claves para entender la trama de "sobornos y mordidas" de la FIFA

Este miércoles, nueve miembros de la FIFA eran detenidos en el marco de una operación contra la corrupción en el mundo del fútbol, una trama que 'El Confidencial' intenta simplificar en diez claves

Joseph Blatter, presidente de FIFA, asegura no tener conocimiento de la trama de corrupción de su organismo.

28.05.2015 – 05:00 H.

Este miércoles, la FIFA se ha visto envuelta en un nuevo escándalo. El organismo del fútbol mundial, a escasos días de que se lleve a cabo la elección de su nuevo presidente, ha visto cómo detenían a nueve de sus miembros por encontrarse inmersos en una presunta trama de corrupción que habría provocado que a lo largo de más de tres décadas, muchas de las elecciones del organismo se hayan visto alteradas por "mordidas y sobornos" (puedeconsultar aquí el documento de la acusación, al que ha tenido acceso El Confidencial).

Según la Fiscalía de EEUU, con la ayuda de 'Mr. 10%', esta organización delictiva dentro de la FIFA lleva funcionando desde hace más de treinta años y, desde entonces, varios escándalos han saltado a la luz. Desde la supuesta compra del Mundial de Qatar 2022 al sospechoso cierre de la investigación en el marco del 'Informe García' o los supuestos pagos del exdirectivo de la FIFAMohammed Bin Hamman a presidentes de 30 asociaciones africanas.

Por ello, El Confidencial ha querido sintetizar toda esta trama, ofreciendo diez claves para entender el escándalo de la FIFA:

1.- ¿Cuál es el origen de estas investigaciones?

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No se podría señalar un momento concreto, sino que se trata de unaconcatenación de hechos. Según la investigación de la Fiscalía de EEUU, la FIFA ha venido efectuando desde principios de los años noventa, de manera sistemática y reiterada, una serie de pagos en comisiones a los representantes de los medios y de firmas de promoción de eventos deportivos. Estos 'acuerdos' permitían a la FIFA tener una ventaja a la hora de conseguir derechos de retransmisión y de publicidad en torneos, un sistema que servía para asegurarse acuerdos a base de presiones y favores económicos.

2.- ¿Quiénes son los implicados?

Los señalados de esta investigación son altos cargos de FIFA. Dos vicepresidentes, el uruguayo Eugenio Figueredo y el caimanés Jeffrey Webb, además del expresidente de la Conmebol, el paraguayo Nicolás Leoz, son los más importantes. El departamento de Justicia anunció que se presentaron 47 acusaciones ante el tribunal por "organización mafiosa y blanqueo de dinero". El resto de los federativos acusados son el costarricense Eduardo Li, el nicaragüense Julio Rocha, el trinitense Austin Warner, el venezolano Rafael Esquivel, el brasileño José María Marín y el caimanés Costas Takkas.

3.- ¿Por qué se investiga desde Estados Unidos?

La investigación ha comenzado desde EEUU después de que la justicia norteamericana haya demostrado que buena parte de las transacciones sospechosas de ser sobornos y compras a otros integrantes de la FIFA hayan tenido lugar en territorio estadounidense. Y, además, muchas de las transacciones se habrían llevado a cabo a través de bancos norteamericanos, que habrían registrado importantes intercambios económicos que se habrían convertido en un futuro no muy lejano en 'favores' políticos de federacionesen determinados intereses, como votos a Mundiales o a candidatos a la presidencia de FIFA.

Álbum: Estos son los nueve detenido en el 'FIFAGate'

4.- ¿Cómo se ha llevado a cabo la investigación?

Después de que se hayan tramitado las órdenes pertinentes desde EEUU, varios agentes suizos se presentaron en el hotel de lujo Baur au Lac en los Alpes en la madrugada de este miércoles. Vestidos de paisano y sin levantar sospechas, han presentado las órdenes de detención en el recinto, con lo que se les han facilitado las llaves de las habitaciones de los sospechosos, entre los que se ha detenido a nueve miembros. En las próximas fechas, muchos miembros de la FIFA tendrán que declarar, y no sería descartable que pudieran producirse más arrestos a lo largo de la semana.

5.- Hay dos causas distintas

Aunque pueda parecer una casualidad, se han abierto dos causas a la vez que no están relacionadas entre sí. Por ello, todas las informaciones que han surgido este miércoles sobre el proceso penal que se ha abierto en Suiza por laelección de la sede de los Mundiales de 2018 y de 2022 no tiene nada que ver con la trama de EEUU. Es más, esta segunda, en la que se investigan los votos a Rusia y Qatar, nació de la propia FIFA, que entiende que existen sospechas de irregularidades. Por ello, el organismo del fútbol mundial presentó una demanda penal contra desconocidos.

6.- ¿Hay más implicados?

Además de los altos cargos de la FIFA, en la investigación abierta por Estados Unidos hay muchos otros implicados. Los principales señalados son los responsables de empresas relacionadas con el marketing deportivo y los derechos televisivos, que habrían sido algunas de las compañías que habrían cedido ante los favores económicos para ofrecer sus servicios. Así, también están acusados los ejecutivos de empresas relacionadas con la FIFA, comoAlejandro Burzako, de la argentina Torneos y Competencias; Aaron Davidson, de Traffic Sports USA, y Hugo y Mariano Jinkis, del Full Play Group de Argentina.

7.- ¿Qué cantidades se han movido?

Al tratarse de un caso que llevaría produciéndose de manera sistemática desde hace más de 17 años, la justicia norteamericana calcula que el importante total de los sobornos que han tenido lugar en esta década estarían por encima de los 150 millones de dólares. Se trataría de un caso de corrupción "profundamente enraizada", en palabras de la fiscal general Loretta Lynch, que considera que existía una trama impuesta a lo largo de los años para conseguir perpetuar el abuso de poder de algunos mandatarios, que conseguían sobresueldos a base de mordidas y sobornos.

8.- ¿Está Blatter implicado?

Pese a lo que pueda parecer, el máximo mandatario de la FIFA, Joseph Blatter, no estaría implicado en este caso perpetuado a lo largo de los años dentro de su organización, la misma que lleva presidiendo desde hace 17 años. En las primeras palabras oficiales desde el organismo del fútbol mundial, el portavoz de la organización, Walter De Gregorio, se ha apresurado a negar rotundamente que ni el presidente de la FIFA ni su secretario general, Jerome Valcke, tengan ningún tipo de vinculación con una trama de la que no teníanningún tipo de conocimiento hasta la fecha.

9.- ¿Seguirán las elecciones a la FIFA?

Pese a la complicada situación que atraviesa la FIFA en la actualidad, De Gregorio confirmó que la elección del nuevo presidente seguirá adelante, tal y como estaba programada antes de que saltara el escándalo a la luz. "Es un momento duro para nosotros, pero la investidura tendrá lugar", confesaba el portavoz de la FIFA. Por tanto, este viernes sigue en pie el congreso en el que se elegirá al próximo presidente para los próximos cuatros años, en una elección entre dos candidatos tras la renuncia de Luis Figo: el propio Sepp Blatter y el príncipe jordano Ali bin Al Hussein.

10.- ¿Es Villar el viajero misterioso?

Es necesario confirmar que Ángel María Villar no está implicado, aunque sí deberá declarar en los próximos días en el marco de la investigación. Pero una noticia ha quedado oculta entra tanta detención: tal y como informó The New York Times, un alto cargo de la FIFA fue "dirigido por las autoridades desde su habitación a una puerta trasera para abandonar el hotel, permitiéndole llevar consigo su equipaje". Curiosamente, el presidente de la RFEF viajó esta mañana desde Zúrich a Varsovia, mismo viaje que hizo Michel Platini, presidente de UEFA y también vicepresidente de la FIFA.

http://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/internacional/2015-05-28/diez-claves-para-entender-la-trama-de-sobornos-y-mordidas-de-la-fifa_859111/