Creta existe como isla desde el Plioceno, último estadio de la Era Terciaria, desde hace 5 millones de años, que se separara del resto del continente. Está situada en sentido horizontal justo al sur de Grecia y las islas del mar Egeo.
Los primeros seres humanos que poblaron la isla -mujeres y hombres-, se piensan procedentes del continente europeo, pero también acaso desde Anatolia en Turquía o Canaán en el levante mediterráneo. En ambos casos habrían llegado a la isla hacia el 8.000 0 9.000 años hace y ya hacia el año 6.500 antes de nuestra era existe Arte Rupestre y utensilios de obsidiana. Sin embargo, recientes descubrimientos de utensilios (bifaces, núcleos de piedra labrados por las dos caras), pueden situar los primeros homínidos en la isla desde los 300.000 hasta los 700.000 años hace y pertenecientes a las viejas especies de H. Heidelbergensis y/o Erectus Occidental.
Con el desarrollo del Neolítico aparecen por la isla los típicos productos de ésta era, los animales domésticos, ovejas, cabras, perros y las plantas cereales y hortalizas.
El desarrollo del Neolítico en Creta se trató como en otros sitios de una situación de oportunidad, de buena fortuna, pues se conoce que esos productos encontraron una acogida y un desarrollo inmejorables en los ambientes de la isla.
Y acaso fuera en Creta donde volviera a suceder la cosa, donde volvieran a repetirse, como en otros muchos lugares (Anatolia, Asia Menor, Grecia) los esquemas y ritmos del Neolítico. Los hombres, el grupo de hombres, seguiría con sus costumbres, necesarias y seculares de salir de caza en busca de provisiones y las mujeres habrían de encargarse de estas nuevas técnicas y productos que exigían un tiempo y una dedicación especial.
Y hete aquí que la historia, en este caso la Prehistoria, no seguiría su progreso por las atávicas costumbres paleolíticas de caza y recolección estacional, trabajos realizados por los hombres, sino, por curiosidad, por las novísimas técnicas llevadas a cabo por las mujeres, de la siembra y recolección de grano y el pastoreo de animales. Lo más curioso es que de esa manera -giro del destino-, las mujeres de vieron dueñas de tierras y rebaños y así lo defendieron ante los jueces de la comunidad.
Para conseguir una cierta perspectiva de lo que se pretende y la forma peculiar que tienen las cosas para manifestarse, o sea llegar al misterioso embrujo y vibración de la cultura cretense, el tipo de sociedad allí desarrollado, incluso aventurar el estado de protagonista que tuviera la mujer en esas eras del del final del Neolítico, se puede recurrir a otras situaciones o famosos lugares anclados en esas remotas eras.
Porque parece que en un tiempo muy avanzado de la Prehistoria, en Eridu, Mesopotamia, por ejemplo, los tipos de estatuaria encontrados en su cementerio, cuando la figura femenina parece algo muy relevante e incuestionable para, poco más tarde en Uruk (Mesopotamia), la mayoría de estatuaria rescatada corresponde a figuras masculinas como de grandes y famosos jueces y administradores.
Con el paso de los siglos, en ese mismo lugar Mesopotamia y, según referencias escriturales aparece la figura del “En” o señor y de “Nin” o señora y propietaria, en el sentido preciso de reparto de poderes y propiedades. Pero a continuación, sin embargo, la figura femenina evoluciona, según mismas referencias y la información que se puede obtener en rescates arqueológicos de grabados en placas y otros artefactos, aparece divinizada y volatilizada con curiosos añadidos impuestos por los propios artistas.
Es como si por algún giro de la fortuna esa misma mujer hubiese perdido toda su clase y posesiones en el ambiente proceloso y la dinámica de los negocios urbanos o mismamente en el intrincado problema de la defensa militar de las ciudades y la aparición de la guerra, y su mejor lugar -en su recuerdo-, fuera ese de la figura señera o mitológica. La figura femenina. así, su propio nombre, gran nombre que llegara a disfrutar en anteriores épocas, se eclipsa, desaparece para siempre en el panorama social e histórico en la mayoría de los lugares planetarios.
En Creta, sin embargo, según una cierta interpretación de los rescates arqueológicos, desde la más pequeña estatua, el más insignificante sello o anillo, hasta la arquitectura, disposición y decoración de los grandes palacios cretenses se puede conseguir de nuevo eses gran nombre y figura de mujer.
Es por eso que en algunos lugares de escritura como aquellos que aluden a la “Señora del Laberinto”, “Señora de las Serpientes” o solo “Señora” podrían referirse por simpleza a un hecho real que reconociese y situase la figura de la mujer en el contexto de aquella civilización, la de los Palacios Cretenses, -llamados “laberintos” en el lenguaje popular-, protagonista y dueña del asunto y todo ello producto de una situación de corte neolítico anterior.
La mujer. así en Creta, como protagonista -apenas existen representaciones de personajes relevantes masculinos-, de algún suceso o situación extraordinaria. Y pudiera ser que esa situación no fuese tan banal como podría parecer a simple vista o con fines de mitos o religión, con fines de caricatura en una palabra, de la figura de aquellas “reinas” o “señoras” para vender o comerciar su símbolo, sino como muestra o información de una situación real de estilo predinástico relacionado con aquellos famosos palacios Cnosos, Faistos, Malia.
Siguiendo con el universo de datos y dentro de la Era de los Metales en Creta, antes del 2.500 antes de nuestra era, son escasas las piezas fabricadas con ese material. Había utensilios de obsidiana. Por esas fechas y hacia el 2.200 antes n.e. crece la población y aparece la metalurgia, aunque se siguen usando los útiles compuestos de piedra y los de arcilla. Poco después y al olor del negocio aparecen diversas gentes en el ambiente de la isla, artesanos, nuevos colonos, artistas, escribientes, gentes de la construcción, comerciantes, procedentes de Grecia, Islas Cícladas, Anatolia, Siria y Egipto.
En el desarrollo de la Cultura Cretense se suceden varios periodos: Cretense Antiguo, que abarca desde el año 2.700 al año 2.000 antes de nuestra era; Cretense Medio entre el 2.000 y el 1.750 antes de n.e. y el Cretense Final desde el 1.700 al 1.400 antes de esa era. En un primer desarrollo las primeras poblaciones se sitúan al este de la isla en lugares como Paliocastrón, Vasiliki y Mochlos.
Hacia el año 2.000 antes de n.e. comienzan a construirse los edificios llamados palacios distribuidos por toda la isla y conocidos como Cnosos, Zakro, Malia, Festos, Hagia Tríada, Gurniá y otros. Aunque también se desarrollaron poblaciones como Tilisos, Kamilari, Mirtos y Palakaistro.
Desarrollo civilizacional por una confluencia de intereses, la construcción de esos grandes edificios provendría de acuerdos entre las trabajadoras o trabajadores de la tierra, fabricantes de productos artesanales, una clase media comercial, otra de administración y unas “señoras” o “señores”, una élite que, en base a su riqueza habría hecho más fluida aquella economía elemental.
Así esos edificios habrían servido desde centros de producción artesanal múltiple: joyas y perfumes, cerámicas, fabrica de armas para gente rica de otros países, vestidos, etc, un centro de comercio y mercado de productos del campo que, desde al gran patio central adonde llegarían esos productos, se conservarían hacia los almacenes y más tarde saldrían hacia destinos lejanos por medio de la flota de barcos, si se pasa por los lugares de administración y oficinas, otros de reunión de comerciantes y el ojo avizor de la singular corte allí asentada.
Edificios de confluencia de intereses muy parecidos a los desarrollados en el centro de cualquier ciudad al sur de Mesopotamia cuando allí se aunaron los dos edificios de gobierno, el templo y el palacio.
Dos destrucciones de esos palacios no dilucidadas por la ciencia, en 1.700 antes de nuestra era y a causa de terremotos o gran incendio intencionado o no y otra en 1.400 antes de n.e. por causas muy parecidas. El final de la civilización cretense, la más auténtica y característica, sucedió a causa de una serie de desastres como la destrucción de los más importantes palacios y la invasión por barcos con gentes armadas procedentes de Micenas en el interior de Grecia-
Tan solo faltaría por dilucidar la grave y crucial cuestión de quien era la figura que se sentaba en el trono de esos palacios y presidía las reuniones y vida comunitaria. Pero en un simple vistazo a las manifestaciones culturales, estatuaria, sellos, anillos, decoración de paredes y sarcófagos y simbología precisa en todos esos medios, incluida la arquitectura palacial, los hombres no solo llevan las de perder, sino que solo aparecen en muy contadas ocasiones, aparte del servicio y los eunucos.
La clave se podría encontrar si se sigue la manifestación del famoso símbolo del “doble hacha”, el Labrys, acaso llevado a la isla por los primeros emigrantes interesados desde Lidia en Turquía, o procedentes del continente europeo , de viejos comerciantes euroasiáticos. Pero acaso su principal uso -en el marco preciso de la civilización cretense- fuese relativo a la representación o el poder de la persona que lo utilizara y que siempre se asocia o aparece junto a figuras de mujeres. De Labrys se encontraron muestras en los propios palacios, grabados en sus paredes y es un símbolo muy utilizado en ceremonias y lugares relacionados con ritos de veneración por los antepasados. Hay que recordar que aquí en la isla de Creta existía un especial respeto y veneración por las antiguas cuevas y cavernas que había utilizado la gente de la isla para vivir.
Pero también podría ser, por otra parte, la gran figura de Minos en aquella civilización de los palacios.
La tradición cretense y la interpretación foránea confunden ese nombre a todos los gobernantes de Cnosos y se piensa que era un título pues no se revelaron los nombres de las reinas o reyes que presidieron ese palacio, Es por esto último por lo que en Creta no se pueden establecer relaciones dinásticas pues cuando el desarrollo de la escritura lo hubiese permitido, todo el sistema cayó en manos extranjeras, micénicas, en concreto.
Cuando llegaron los gobernante micénicos (de Micenas en Grecia) y que llegaron hacia el 1.400 antes de nuestra era, se adueñan de la isla, sus tesoros y palacios y toman el tradicional nombre de Minos. Se conoce además, que el más famoso Minos que llegara hasta nosotros por la tradición y las especiotas mitológicas, aquel de cruel dominación y que extendiera su poder en base a la dialéctica bélica y la flota armada era de tradición micénica. Así mismo esa figura legendaria servirá a los Dorios, invasores de Creta en eras posteriores y también procedentes de Grecia para afirmar y legitimar su poder es esa isla.
El Minos cretense, en un análisis no exhaustivo, sin embargo, el auténtico, es una figura de muy diferente corte y en él hay que reconocer, al igual que en otras culturas, Anatolia (los santuarios de comercio en Catal Huyuk) o en otros lugares de Mesopotamia, incluso en la Civilización del Indo, una intención y significado preciso y específico relacionado con la riqueza y el progreso, el comercio y el dinero.
Según eso pensemos y situemos dentro del marco arqueológico de los palacios, esas villas de corte real que se construyeron muy cerca de esos palacios y hagamos a Minos propietario y habitante de esas villas. Minos así sería el mayordomo plenipotenciario de los palacios. alguien que, procedente de la casa de los varones o el mismo consorte de la reina se encargaría de las graves cuestiones de la administración, organización cortesana y la defensa de los interese de los palacios y de la misma isla. Se podría pensar que esa figura de mayordomo legendario creó escuela y sería imitada en muchos reinos y sociedades posteriores.
En relación con el concepto de Matriarcado para la cultura cretense, acaso ello no podría definirse pues no se conocen datos de cómo fuera la cosa en los lugares sin palacio, pueblos y ciudades de la isla. La sociedad cretense de aquella época se piensa que debió contar entre los 400.000 y los 500.000 habitantes repartidos entre las diferentes poblaciones y, por supuesto, en el entorno de los palacios, cifra un tanto exagerada pues supondría ser solo algo inferior a la actual, unos 650.000 habitantes, podría ser una sociedad de corte masculino, pero con reinas y herederas/os de reinas como algo normal en los palacios, “laberintos” citados.
Desacralizar, entonces, profanizar la cultura y civilización cretense y acaso el resto de las civilizaciones de la Edad de los Metales para conferirles su auténtico valor, un valor enmarcado dentro de las cosas normales y la buena salud de aquellas gentes de finales de Neolìtico. Aunque de cierto en el mundo antiguo quedarían misterios y manifestaciones horrorosas como la que aparece en un reciente descubrimiento arqueològico en la propia isla de Creta, un edificio usado para extrañas ceremonias, acaso relacionadas con suicidios rituales o algo parecido, jóvenes de las más ricas familias que se hacían quitar la vida por amor o desprecio de su honor.
Otro portentoso misterio bien guardado es el que se podría presentar de la siguiente manera: ¿Por qué en la civilización cretense no tenían miedo a las invasiones o ataque bélicos desde el exterior y las culturas próximas, en Micenas por ejemplo, y otros muchos lugares sí lo tenían?
Los historiadores se refieren a ello sobre que esa falta de previsión en defensa o la misma y famosa ausencia de contingentes guerreros en Creta fue debido a su prepotencia, la importante flota comercial de la isla. Otras causas podrían ser el hecho de que la guerra, en aquel entorno marítimo se observara todavía como algo lejano, noticias sorprendentes de otros países y culturas, acaso el aparato policial establecido desde los palacios y a sus contactos diplomáticos con Egipto una de las primeras potencias en esos tiempos.
Por esas fechas del 2.000 al 1.500 antes de n.e. cualquier lugar o población que se preciara ya poseía murallas y gentes dedicadas a las armas. El caso cretense aparece y queda así, como un caso excepcional donde los hubiere y las gentes que habitaron Creta sean acaso, muestra de ese carácter de cosa ancestral de viejas costumbres y maneras de hacer las cosas llegadas desde el Neolítico, bucle de oro de eras anteriores, de aquel “pacifismo o “estado natural” que lo caracterizan.
Antes de hablar del final de la Cultura Cretense, que no de decadencia, ya que esto no sería posible debido a las razones traumáticas que lo terminaron, hay que decir antes unas palabras de la forma peculiar que tuvo esa cultura de manifestarse en sus deferentes fases de desarrollo y momentos de esplendor.
Pues ello fuera así que el influjo y presión comercial de Creta resultó una auténtica primera mano en el inicio de la cultura griega. La tenacidad de sus barcos y marineros sabiamente organizados desde la metrópoli impusieron sus ideas y productos en todo el orbe de las islas Cícladas y una primera fase del desarrollo en Micenas quedaría bajo su influencias. Acaso su poder de irradiación fue tal que llegara hasta la región de Atenas, algo que provocó la ira y la reacción visceral de la primitiva sociedad ateniense que acusarían de “talasocracia” el régimen de poderío marítimo instaurado desde Creta.
Fuere como fuere a partir del año 2.000 antes de la era occidental, o sea hace exactamente 4.000 años, un poco antes o algo después empiezan a construirse los primeros palacios, pero ya sobre estructuras preexistentes. Justo en año 1.700 antes de n.e. esos primeros palacios son destruidos.
El hecho se atribuye a dos causas diferentes. Por una parte los terremotos, algo muy frecuente en las isla por aquellas remotas eras. En los muros de los palacios cretenses aparecieron unos como a modo de cajones horizontales fabricados con vistosas lajas de piedras de color -los famosos “depósitos de fundación”-, en cuyo interior había unos curiosos recipientes en forma de tetera que en su momento debieron permanecer llenos de agua para controlar la intensidad y frecuencia de los terremotos. Y en otro sentido se habla también, por pruebas concluyentes de incendios que habría sido producidos por los vecinos de las poblaciones cercanas que no estarían de acuerdo con el trato para sus productos impuesto desde las oficinas del palacio, acaso hartos también de la fiesta y el elitismo manifiesto de los mismos. Esta segunda posibilidad no es algo tan remoto, por esas mismas fechas en Anatolia, se produjo la destrucción de los Karums -centros de negocios asirios-, con pruebas de incendio y destrucción violenta.
Los palacios fueron construidos de nuevo, acaso más fastuosos que los anteriores a partir del 1.700 y duraron unos 300 años. Hacia el año 1.450 antes de nuestra era, esos palacios son destruidos de nuevo y por curiosidad se plantean las dos mismas alternativas, y otras por supuesto, incluso una a continuación de la otra, la destrucción por seísmo y la posibilidad e protesta y revolución en el ambiente social de la isla.
Lo que más llama la atención es la simultaneidad que aparece en la datación y las pruebas para esas dos destrucciones, caso que pondría el hecho de parte de la hipótesis de los terremotos, movimientos sísmicos en la isla. Pero los terremotos, al menos en aquella época raras veces producirían incendios y en Malia, por ejemplo, se rescató un importante sedimento de destrucción por el fuego.
Y lo malo no fue eso, aquí en 1.450, pues acaso esa destrucción de los centros de poder debió ocasionar a continuación la debacle en el comercio y las relaciones diplomáticas de la isla y a continuación, aquel estado urbano de Micenas que habría tenido la posibilidad de organizarse y armarse, encontrara ahora su oportunidad y allá mandara sus barcos.
Hay un cierto lío de cualquier forma ahí, entre lo “minoico”, que así se llamaba la cultura cretense y lo “micénico” y que pudiera ser que las mismas razones de consenso, de confluencia de intereses que ocasionaron la construcción de aquellos palacios, sean ahora los mismo que decretarán su destrucción, acaso a los vecinos lugareños, productores, la nueva gente micénica no les iba tan mal para sus negocios.