Cuando los primeros europeos llegaron al Nuevo Mundo, conocieron historias sobre una legendaria ciudad de oro en la selva a la que se referían como El Dorado. El Conquistador español Francisco de Orellana fue el primero en aventurarse a lo largo del Río Negro en busca de esta ciudad fabulosa.
En 1925, a la edad de 58 años, el explorador Percy Fawcett también se adentró en las selvas de Brasil para encontrar otra misteriosa ciudad perdida que él llamaba “Z”. Él y su equipo desaparecerían sin dejar rastro y su historia resultaría ser una de las noticias más comentadas de su época. A pesar de incontables misiones de rescate, Fawcett nunca fue encontrado. ¿Fue asesinado por miembros de una tribu amazónica? ¿Existe alguna base real que nos lleve a creer en la existencia de su desaparecida Ciudad Z?
El Coronel Percy Harrison Fawcett nació en Inglaterra en 1867 y fue un famoso explorador británico cuyas legendarias aventuras cautivaron al mundo entero. Oficial topógrafo del ejército, Fawcett fue el último de los grandes exploradores territoriales: esos hombres que se aventuraban a adentrarse en las desconocidas e inexploradas manchas en blanco de los mapas con poco más que un machete y una brújula.
Sobrevivió durante años en la jungla sin otro contacto que el de tribus indígenas que jamás habían visto un hombre blanco hasta su aparición y con las que trabaría amistad. Sus proezas en el Amazonas han inspirado multitud de películas de Hollywood así como muchos libros: Indiana Jones está basada, supuestamente, en Fawcett.
El Coronel Percy Harrison Fawcett en 1911.
La selva del Amazonas tiene, aproximadamente, el mismo tamaño que los Estados Unidos continentales y, durante la época de Fawcett, era una de las últimas regiones que aún seguían inexploradas.
En 1.906, la Real Sociedad Geográfica, organización británica que patrocina expediciones científicas, invitó a Fawcett a inspeccionar la frontera entre Brasil y Bolivia.
Pasó 18 meses en la región del Mato Grosso y fue a lo largo de las diferentes expediciones que llevó a cabo en ese período de tiempo cuando se obsesionó con la idea de civilizaciones perdidas en esa parte del mundo.
La inexplorada selva del Amazonas en Brasil, en la que Percy Fawcett dirigió numerosas expediciones
Fawcett describe la ciudad de Z
Fawcett formuló sus teorías sobre la ciudad que llamó ‘Z’ en 1912. Su convicción se alimentó en parte del redescubrimiento de la ciudad perdida inca de Machu Picchu, en 1911, oculta hasta entonces en los remotos Andes peruanos. A lo largo de sus viajes, Fawcett también oyó rumores de una ciudad secreta subterránea en las selvas de Chile que, según decían, tenía las calles pavimentadas de plata y los tejados de oro. El propio Fawcett tenía ideas muy concretas sobre cuál podía ser el aspecto de Z. Así, en una carta de 1.912, dirigida a su hijo Brian, Fawcett escribió:
El aspecto de las ruinas parece ser de tipo monolítico, anteriores a los descubrimientos egipcios más antiguos. A juzgar por las inscripciones halladas en muchas partes de Brasil, sus habitantes empleaban una escritura alfabética similar a muchas otras antiguas escrituras europeas y asiáticas. Hay rumores, también, de una fuente extraña de luz en los edificios, un fenómeno que llenó de terror a los Indios que aseguraban haberlo visto.
El lugar llamado “Z” – nuestro objetivo principal – está situado en un valle rodeado de altas montañas. El valle tiene, aproximadamente, diez millas de ancho y la ciudad se halla sobre un promontorio en medio del valle, llegándose hasta ella por un camino de piedra cubierto por una bóveda. Las casas son bajas y sin ventanas, y hay un templo piramidal. Los habitantes del lugar son numerosos, poseen animales domésticos, y han excavado minas en las colinas circundantes. No muy lejos hay una segunda ciudad, pero la gente que la habita es de rango inferior a los habitantes de “Z”. Aún más al sur hay otra gran ciudad, medio enterrada y completamente destruida.
El Manuscrito 512
En 1920, Fawcett encontró por casualidad un documento en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro llamado el Manuscrito 512. Fue escrito por un explorador portugués en 1753, que aseguraba haber descubierto una ciudad amurallada, evocadora de la antigua Grecia, en las profundidades del Mato Grosso, región de la selva tropical del Amazonas. El manuscrito describía una ciudad perdida rebosante de plata, con edificios de muchas plantas, altos arcos de piedra y amplias calles que conducían hasta un lago sobre el cual dicho explorador había visto a dos Indios blancos en una canoa. Sobre los laterales de un edificio aparecían letras grabadas que se asemejaban al griego o a algún antiguo alfabeto europeo. Estas afirmaciones fueron rechazadas por los arqueólogos que creían que una selva no podía albergar ciudades de gran tamaño, pero para Fawcett, todo encajaba.
Páginas del Manuscrito 512
En 1921, Fawcett preparó su primera expedición a la búsqueda de Z. Poco después de comenzarla, él y su equipo se sintieron desmoralizados por las dificultades que presentaban la selva, los animales peligrosos, y las desconocidas enfermedades a las que se enfrentaban. Esta expedición fracasó pero Fawcett saldría de nuevo ese mismo año, en busca de su ciudad fabulosa, partiendo en esta ocasión, completamente solo y desde la ciudad brasileña de Bahía. Recorrió ese camino durante tres meses antes de regresar con un nuevo fracaso a sus espaldas.
La desaparición de Percy Fawcett
El final de la búsqueda de Z acabó con la completa desaparición de Percy. En abril de 1925, intentó una vez más encontrar Z, en esta ocasión mejor equipado y mejor financiado gracias al patrocinio de periódicos y sociedades, incluyendo a la Royal Geographical Society (Real Sociedad Geográfica) y a los Rockefeller. El resto del equipo de esta expedición estaba formado por su gran amigo Raleigh Rimell, su hijo mayor de 22 años, Jack, y dos trabajadores brasileños.
El 29 de mayo de 1925, Fawcett y compañía alcanzaron el límite del territorio inexplorado, que se internaba en selvas que ningún extranjero había pisado jamás. Explicó en una carta dirigida a su familia que cruzaban el Xingu Superior, un afluente al sudeste del Río Amazonas y que habían enviado de regreso a uno de sus compañeros de viaje brasileños, que deseaba abandonar la expedición. El equipo llegó hasta un lugar llamado el Campo del Caballo Muerto, desde el que Fawcett fue enviando mensajes y cartas durante cinco meses para, después del quinto mes, cesar toda comunicación. En su último envío, Fawcett escribía a su esposa Nina afirmando: “esperamos atravesar esta región en unos días…. No debes temer fracaso alguno.” Estas fueron sus últimas palabras. Nadie volvió a tener noticias de ellos, jamás.
Los expedicionarios habían declarado antes de su marcha que tenían previsto estar fuera cerca de un año, por lo que al transcurrir dos años sin obtener noticias de ellos, comenzó la preocupación de sus seguidores. Numerosas expediciones se pusieron en marcha en busca de respuestas, muchas de las cuales sufrieron el mismo destino que Fawcett. Un periodista llamado Albert de Winton salió en busca de los desaparecidos y tampoco se le volvió a ver nunca más. En total se organizaron 13 expediciones para encontrar a Fawcett y su equipo, y más de 100 personas perdieron sus vidas intentándolo o, como el propio Fawcett, desaparecieron para siempre en la selva. Durante décadas, miles de personas intentaron continuar con la búsqueda llevándose a cabo docenas de expediciones similares para intentar dar con su paradero.
El informe oficial de una de las misiones de rescate afirmaba que Fawcett había remontado el Río Kululene y que fue asesinado por insultar a un jefe indio, historia que se ha dado por válida hasta el presente. Sin embargo, Fawcett siempre aseguró mantener buenas relaciones con los indígenas de la región y el modo en que le recuerdan sus habitantes se corresponde con lo que Fawcett contaba. Otra posibilidad es que tanto él como su equipo murieran a consecuencia de un accidente, por alguna enfermedad o, simplemente, se ahogaran en el río. Una tercera posibilidad es que fueran apresados, robados y asesinados. En la zona había estallado una revolución poco antes de las expediciones y había soldados rebeldes ocultos en la selva. En diversas ocasiones, meses antes de la expedición, otros viajeros habían sido capturados, robados y en algunos casos incluso asesinados por los rebeldes.
En 1952, los Indios Kalapalo del centro de Brasil explicaron que un grupo de exploradores había atravesado su territorio y que los mataron por hablar mal a los niños del pueblo. Los detalles del relato sugerían que las víctimas podían haber sido Fawcett Percy, Jack Fawcett y Raleigh Rimmell. Después de este informe, el explorador brasileño Orlando Villas Boas, investigó la supuesta área en la que habrían sucedido los hechos y recuperó huesos humanos, así como objetos personales que incluían un cuchillo, botones, y pequeños objetos metálicos.
Orlando Villas Boas con dos Indios Kalapalo junto con los supuestos huesos del Coronel Fawcett. 1952
Los huesos fueron sometidos a numerosas pruebas. Sin embargo, sin el ADN de los miembros de la familia Fawcett, que rechazaron aportar muestras, no se puede confirmar la identidad del individuo al que pertenecen los restos. Los huesos se encuentran en la actualidad en el Instituto de Medicina forense de la Universidad de Sao Paulo.
Mientras que la ciudad perdida de Fawcett, Z, nunca fue descubierta, en los ultimos años sí que se han encontrado numerosas ciudades antiguas así como restos de ancestrales lugares de culto en las selvas de Guatemala, Brasil, Bolivia y Honduras. Con la llegada de las nuevas tecnologías al mundo de la exploración y la aventura quizá sea posible que la antigua ciudad de Z, que dio pie a tantas leyendas, pueda, por fin, ser descubierta.
Imagen de Portada: Ilustración de El Dorado, autorizada su reutilización.
Autor: Bryan Hilliard
Fuente: Ancient Origins.es