La población del lobo gris europeo cerca del sitio del desastre nuclear de Chernóbil se ha incrementado siete veces más que en otras reservas regionales.
Foto: Sergey Gashchak, Chernobyl Center
En lugares asolados por lluvia nuclear, guerrillas y armas químicas, las poblaciones de animales salvajes se han recuperado en grandes cifras en tierras que hemos vuelto demasiado contaminadas –o peligrosas- para la habitación humana.
De esta manera, en algunas partes del mundo, las catástrofes para las poblaciones humanas se han convertido en ventajas para la vida silvestre. Zona de exclusión nuclear de Chernóbil: desastre nuclear
El accidente nuclear de Ucrania, ocurrido en 1986, fue uno de los peores en la historia y obligó a evacuar a 116,000 personas de una zona de 4,144 kilómetros cuadrados. Pero hoy, las poblaciones de fauna están multiplicándose en el área que une la frontera de Ucrania con Bielorrusia. Lobos, alces, jabalíes, osos, linces, ciervos y docenas de especies prosperan en el área evacuada tras el desastre de Chernóbil, informa el nuevo estudio de Jim Smith, profesor de ciencias terrestres y ambientales en la Universidad de Portsmouth, Reino Unido. “La naturaleza florece cuando los humanos son eliminados de la ecuación, incluso después del peor accidente nuclear del mundo”, afirmó Smith.
La reserva natural “accidental”, creada en esta “zona de exclusión” casi completamente despoblada, está repleta de grandes herbívoros y depredadores, incluido el raro lince europeo y el oso pardo europeo, los cuales no se habían visto en la región desde hace casi un siglo. También han prosperado el caballo de Przewalski y el amenazado bisonte europeo, introducidos en el área.
Abundan los lobos, cuyos niveles poblacionales son siete veces mayores que en reservas comparables que no fueron contaminadas por la lluvia nuclear. “No decimos que los niveles de radiación sean buenos para los animales; sabemos que dañan su ADN. Pero la habitación humana y el desarrollo de la tierra son peores para la vida salvaje”, afirmó.
Zona desmilitarizada de Corea: líneas militares
El leopardo del Amur es una especie en peligro crítico que podría estar viviendo en la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur. Créditos: Wikipedia La frontera con más armamento del mundo se conoce como zona desmilitarizada y se extiende 249 kilómetros entre Corea del Norte y Corea del Sur.
La franja de 4 kilómetros de ancho está sembrada de minas de tierra y protegida por búnkeres, trincheras, muros, rejas, alambradas y cientos de miles de soldados; pero también alberga una asombrosa variedad de especies en peligro.
El parque involuntario, que cubre una superficie un poco mayor que la Ciudad de Nueva York y contiene desde pantanos, montañas y praderas hasta marismas, lagos y un litoral, se ha convertido en el hogar de grullas de Manchuria y grullas cuelliblancas, así como del oso negro asiático. La estrecha zona de seguridad también podría albergar al rarísimo leopardo del Amur y al tigre siberiano.
Gracias a las continuas tensiones entre las dos Coreas, es probable que la reducida franja de tierra permanezca como un refugio seguro para la vida salvaje durante algún tiempo. Región del Darién, Colombia y Panamá: territorio de guerrilla La Guacamaya verde limón, es una de las especies amenazadas.
Créditos: flickr
Con una extensión de decenas de miles de kilómetros, la Autopista Panamericana conecta la Bahía de Prudhoe, Alaska con Ushuaia, en el extremo sur de Argentina; pero no del todo. En un sector de casi 80 kilómetros, en la frontera de Panamá y Colombia, el camino desaparece en una de las zonas de selva tropical, pantanos y montañas más inhóspitas del mundo.
La falta de caminos se traduce en una endeble autoridad central y transforma el territorio en refugio para grupos de la guerrillera colombiana, así como para los migrantes que circulan en los 5.700 kilómetros cuadrados del Parque Nacional Darién de Panamá, sitio de Patrimonio Mundial UNESCO.
El parque alberga especies en peligro y amenazadas como el mono araña de cabeza marrón, la guacamaya verde limón, el jaguar y la arpía mayor. “Es una ventaja que no hayan terminado la autopista”, dijo el Dr. Ricardo Correa, asesor de programas de conservación en Panama Wildlife Conservation. “La guerrilla y la pobreza son obstáculos para el desarrollo, pero esto ayuda a proteger la biodiversidad de la región”, agregó. Cortina de Hierro, Europa: una división colapsada
A diferencia de la zona desmilitarizada de Corea, el Muro de Berlín y la Cortina de Hierro cayeron hace tiempo. Ahora, la frontera se ha transformado de una franja de muerte en una frondosa región que contiene cerca de 1.200 especies, cruza 24 países y se extiende cerca de 12,400 kilómetros del extremo norte de Europa al Mediterráneo.
Salpicado de viejos búnkeres y torres de vigilancia de concreto, el territorio fue despejado hace tiempo de sus minas de tierra, alambradas y nidos de ametralladoras, y ahora acoge a muchas especies raras, aves en peligro, mamíferos, plantas e insectos. “Es una franja relativamente angosta, pero muy valiosa”, dice Melanie Kreutz, vicedirectora de BUND Friends of the Earth Germany y coordinadora regional de Green Belt, Europa Central. “Allí viven especies que antes no podíamos encontrar a pocos kilómetros de distancia”.
Refugio Nacional de Vida Silvestre Arsenal Montañas Rocosas, Colorado: pasado tóxico
Turones patinegros, bisonte americano y más de 330 especies merodean las praderas de hierbas cortas de esta reserva, con el fondo de los rascacielos del corazón de Denver.
Con una extensión de 65 kilómetros cuadrados, la antigua fábrica de armas químicas de la Segunda Guerra Mundial es ahora el hogar de perritos de las praderas, águilas calvas, coyotes, ciervos y gran variedad de aves y especies vegetales.
“Durante la guerra, cuando cercaron este sitio, también encerraron manadas de ciervos y coyotes, y sus descendientes han estado aquí desde que se estableció este lugar”, dice Edward Tagliente, guarda del parque que ha trabajado desde hace más de una década en la reserva. Y los animales se han quedado pese a los químicos, metales pesados y plaguicidas, agrega.
“La principal causa de la decadencia de las poblaciones de fauna es la pérdida de hábitat, sea por la agricultura, la minería, la construcción de ciudades o incluso, la producción de armas químicas”, prosiguió Tagliente. “Cualquiera que sea nuestra actividad, estamos afectando su hábitat”. National Geographic
Artículo publicado originalmente en Voxapiens