Una misteriosa bruma se cierne sobre los fuertes circulares (‘ringforts’) que salpican el paisaje irlandés. Se han documentado más de 45.000 fuertes circulares en todo el norte de Europa, y aún sabemos muy poco sobre la datación, función y ocupación humana de estas estructuras. Quizás este misterio persiste a causa de los mitos que giran en torno a ellos; que existen como portal al reino de las hadas y constituyen una parte protegida de la historia de Irlanda en la que muy pocos se atreven a aventurarse. Relatos de reses que desaparecen, trances, muertes y otras desgracias han facilitado la protección de los fuertes de hadas durante muchos años. Sin embargo, un puñado de valerosos historiadores y arqueólogos están empezando a rascar la superficie del misterio en busca de respuestas a los interrogantes que plantean estas antiguas estructuras.
Fuerte circular, o ringfort en inglés, es un término que se aplica a un espacio circular que puede encontrarse en ocasiones elevado sobre el terreno circundante, y en otros casos rodeado de una zanja poco profunda como demarcación. El “círculo” de los fuertes circulares era una frontera que delimitaba el área que albergaba la vivienda o conjunto de viviendas que se encontraban en su interior. La zanja que rodeaba el fuerte estaría en su época fortificada por una empalizada de madera, un seto o un espeso cerco de árboles y arbustos. Aunque las medidas habituales de los fuertes circulares tienden a oscilar entre los 27 y los 30 metros de diámetro interior, se ha descubierto que su diámetro exterior a menudo alcanza los 75 metros. El tamaño de un fuerte circular, según algunos investigadores, estaba directamente vinculado a la población de su asentamiento. Los fuertes circulares más grandes habrían acogido a las clases más altas de la sociedad, mientras que alrededor de estos fuertes de mayor tamaño surgirían numerosos fuertes más pequeños.
Las antiguas crónicas irlandesas se refieren a los fuertes circulares como “rath” o “lios”. Un “rath” sería un fuerte circular hecho de tierra, mientras que los términos “caiseal” o “cathair” designaban a un fuerte circular de piedra. Estos últimos habitualmente no tenían zanja externa y tendían a ser de menor tamaño que sus equivalentes de tierra. La palabra “lios” se refiere al interior del fuerte, mientras que “urlann” es la zona circundante, es decir, todo aquello que “no es el lios”. Se ha descubierto que algunos fuertes circulares disponían de un “souterain” o pasadizo subterráneo, generalmente excavado en la roca o arcilla natural sobre las que se asentaba el propio fuerte, aunque en algunos casos estaban construidos con piedra. Algunos investigadores apuntan que estos elementos eran utilizados como refugio por los habitantes del fuerte, además de como almacén en épocas más seguras.
Fuerte circular de Lisnagade. ( CC BY-SA 2.0 )
Se pueden encontrar fuertes circulares en todo el norte de Europa, pero más especialmente en Irlanda y el sur de Gales. En toda esta zona geográfica hay documentados 45.000 ejemplos de fuertes circulares. Tienden a encontrarse sobre las elevaciones de terreno de las llanuras, presumiblemente por su facilidad de drenaje. Aunque existen miles de estos fuertes esparcidos por el paisaje irlandés, muy pocos se han aventurado a estudiar en detalle estas estructuras.
El historiador Dr. Matthew Stout, sin embargo, ha empezado a llenar esta laguna con su estudio de los fuertes circulares irlandeses. Stout sugiere que la mayor parte de estas estructuras fueron construidas en un período de trescientos años, desde principios del siglo VII hasta finales del IX. Ha basado su teoría en dataciones realizadas mediante carbono-14 y el estudio de los anillos de los árboles en 47 fuertes circulares excavados. De este modo, no se dispone de una cantidad de datos suficiente como para confirmar esta teoría, lo que da pie a teorías alternativas muy diversas. Otras ideas que han salido a la superficie sugieren que los fuertes circulares se remontan a épocas mucho más antiguas, hasta la Edad de Hierro (800 a. C. – 100 d. C.), mientras que otras apuntan a que su construcción se prolongó hasta mucho más tarde, finales de la Edad Media o incluso ya la época moderna. No obstante, una amplia mayoría de expertos coincide en que la mayor parte de los fuertes circulares fueron construidos y habitados dentro del marco temporal sugerido por Stout.
Grianán Ailigh, Condado de Donegal, Irlanda ( Public Domain )
Al igual que se ha discutido su época de ocupación, la función de los fuertes circulares también ha sido objeto de debate. Tradicionalmente se entendía que estos fuertes eran propiedad de un hombre libre y su familia, y que solían consistir en una granja dedicada habitualmente a la ganadería y la cría de reses. No obstante, existen nuevos indicios que apuntan a que ésta no era la única función de los fuertes circulares. Como su propio nombre indica, los fuertes presentan asimismo un aspecto defensivo. Sus empalizadas y fosos poco profundos sugieren que los fuertes circulares eran utilizados como protección en las antiguas comunidades agrícolas. Aunque no les protegerían de una guerra a gran escala, sí suponían una defensa suficiente contra incursiones o ataques por sorpresa de saqueadores o ladrones de ganado.
Restos de un pequeño fuerte circular de tierra, empleado en la actualidad para guardar el ganado. ( CC BY-SA 2.0 )
Aparte de su función práctica y su arqueología, los fuertes circulares incluyen un aspecto cargado de tradición y significado mitológico. Los “raths” son conocidos también en Irlanda como “fuertes de hadas”, ya que se decía de ellos que eran hogar de criaturas mitológicas como hadas, duendes y gigantes. Se contaba de los fuertes que estaban imbuidos de la magia de los druidas, y que por esta razón las hadas se encontraban protegidas en su interior. Los antiguos habitantes de Irlanda según las leyendas, las razas conocidas como “Tuatha De Danann” y “Fir Bolg”, supuestos arquitectos de los fuertes, acabaron siendo conocidos como “Las Buenas Gentes” y se les asociaba con mitos e historias de hadas. De este modo, los propios fuertes eran considerados portales que comunicaban con el mundo de las hadas. Se dice también que los duendes o leprechauns eran capaces de encontrar el oro supuestamente oculto en el interior de estas estructuras.
Retrato de un hada, obra de Sophie Gengembre Anderson (1869). ( Public Domain )
En el Labor Gabala, el “libro de las invasiones” irlandés, los “Tuatha De Dannan” son derrotados por los ancestros de los irlandeses actuales , y desterrados posteriormente al inframundo. Al apoderarse los vencedores del país que había pertenecido en el pasado a las “buenas gentes”, o hadas, los fuertes circulares se convirtieron en el único rastro de las hadas que quedó en nuestro mundo. Es por esta razón por la que las hadas defienden enérgicamente estas estructuras. De esta leyenda provienen los relatos de gente que ve u oye luces y música procedente de los raths durante la noche. Por esta razón, mucha gente no se atrevía ni siquiera a acercarse a estos lugares, y ni se les pasaba por la cabeza perturbar su paz. Cuando ocurre esto último es cuando surgen los rumores de reses que se pierden y gente que cae en trance o en un profundo sueño, pudiendo llegar incluso a morir. Históricamente ha sido quizás esta superstición la que ha impedido que los fuertes circulares fueran estudiados en mayor profundidad.
Folio 53 del Libro de Leinster. El Lebor Gabála Érenn se encuentra en más de una docena de manuscritos medievales, siendo el Libro de Leinster únicamente una de las fuentes principales por las que conocemos su texto. Dublín, TCD, MS 1339 ( Public Domain )
Al estar los fuertes de hadas protegidos por la magia, se cuenta la leyenda de que cualquiera que se atreva, por ejemplo, a cortar los arbustos que rodean uno de estos fuertes, encontrará la muerte. Existen numerosos mitos en torno a estos fuertes, que van desde el pasado más remoto hasta nuestros días. En 1992, Sean Quinn profanó la tumba en cuña de Aughrim, un fuerte circular irlandés del condado de Cavan, cuando procedía a la ambiciosa ampliación de una cantera. El monumento fue trasladado a pesar de las advertencias de que debería afrontar la “cólera de las hadas”. Desde entonces, Quinn perdió sus fábricas de cemento, su hotel y otras empresas y negocios, lo que le hundió en la bancarrota. Aunque muchos se niegan a aceptar que estas desgracias fueran obra de las hadas, hay quien cree que Quinn pagó con su ruina el no haber prestado atención a las advertencias que le habían lanzado en relación con las hadas que habitaban en el interior del fuerte circular de Aughrim.
magen de portada: Fuerte de hadas de Rathrar, condado de Roscommon, Irlanda ( CC BY-SA 4.0 )
Autor: Veronica Parkes