Quien no haya viajado a esos lugares, no tiene derecho.
10 marzo, 2020 04:03
¿Le asusta el coronavirus? ¿Tiene miedo del alarmante aumento de contagios en nuestro país? ¿Se lava las manos 50 veces al día? ¿Tiene síntomas, cree que ha podido estar en situaciones de riesgo y le gustaría que le hiciesen las pruebas?
Pierde el tiempo.
No va a suceder. Es muy probable que se vaya a contagiar pero que, salvo que se muera de ello, no vaya a saber nunca si está infectado. Olvide el bombardeo mediático: usted, ahora mismo (como la inmensa mayoría de los españoles), no tiene derecho a que le hagan las pruebas.
En ese mismo caso estoy yo. Por cuestiones que no vienen al caso, he pasado el último mes dando vueltas por Europa y alrededores. He estado en cinco países y casi una decena de aeropuertos. Allí me he cruzado con gente de todas las nacionalidades, he respirado el mismo aire, he usado los mismos aseos y he tocado las mismas bandejas en el control de seguridad. Ahora he vuelto a Barcelona, tengo 38 de fiebre, tos seca y dolor de huesos.
Son los síntomas habituales del coronavirus. Pero yo no voy a saber si lo tengo o no, porque el servicio sanitario catalán no quiere realizarme las pruebas. Puedo estar contagiando a todo mi barrio, pero para mí no hay test. Dicen que es el protocolo: que si no he estado en China, Corea o Italia, no hay nada que hacer.
Fiebre desde que volví
Empecé mi periplo hace un mes. He estado en varias ciudades de España, Israel, Reino Unido, Albania y Turquía. Los síntomas se me empezaron a manifestar hace tres días, recién llegado a Barcelona. Llamé al 061 (para no saturar ambulatorios ni contagiar a nadie) y me dijeron que me devolverían la llamada. Me telefonearon al cuarto de hora y me hicieron una serie de preguntas. La única que tomaron en cuenta fue la de si yo había estado en China, Corea o Italia
Les expliqué que en esos tres sitios no. Pero que he pasado por ocho terminales de aeropuerto: Barcelona (T1 y T2), Londres (Gatwick y Luton), Tirana, Tel-Aviv, Estambul y Bilbao. He estado cenando en un restaurante coreano con gente de Seúl.
He compartido vuelo y aseos con personas de Bérgamo, así como sala de espera con un grupo de Milán. Según mis cálculos (y sin ser yo epidemiólogo), solamente me ha faltado chupar murciélagos. Pero el Servei Català de Salut dice que no. Que solamente tengo derecho a esa prueba si he viajado a China, Corea e Italia.
No voy a reproducir las tensas conversaciones telefónicas con los médicos, que daban una sensación de absoluta inseguridad respecto a lo que estaban haciendo. De estar improvisando. Me llegaron a recetar por teléfono medicamentos a los que soy alérgico.
Me dijeron que si me sentía mal, fuese al ambulatorio como si fuese una gripe normal (sin miedo a contagiar, todo lo contrario a lo que recomiendan). Tampoco voy a señalar a quien me atendió poniendo su nombre, porque en todo momento me dio la sensación de que no era cosa suya, sino de que era algo más parecido a “órdenes de arriba, no podemos hacer nada”.
Que digo yo que tal vez sea el protocolo, pero igual esos parámetros tenían sentido hace un mes, cuando en España no había más de mil casos (y en mi propia ciudad aún no había positivos confirmados, como ya ha sucedido).
Pero ahora se ha desbordado, o esa es la sensación que da. Estamos en el Top 10 de países del mundo con más contagiados y en el Top 5 europeo. La cifra no deja de subir. Eso son datos a día 10. Veremos mañana.
España, peor protocolo que Albania
No sé exactamente qué nos creemos los españoles, concretamente la administración. Qué imagen de normalidad queremos vender. Pero lo que yo he percibido estos días en estos países (impresión personal) es que nos ven como un gran foco de infección. Antes decías “España” y te contestaban “Real Madrid, Barça”.
Ahora dices “España” y te dicen “España Italia coronavirus”. A veces no hace falta ni decirlo en alto. Recuerdo que tras aterrizar en el aeropuerto de Tirana, en el trayecto en bus desde el avión hasta la terminal, yo llevaba mi pasaporte español bien visible en las manos y la gente me miraba como si estuviese paseando a una familia de pangolines.
Pues, a pesar de que Albania es uno de los países más pobres de Europa y que llegué a horas intempestivas, en el aeropuerto Madre Teresa nos esperaba un grupo de operarios con termómetros para controlar nuestra temperatura. Lo mismo me encontré en Estambul, pero sólo para la gente que se quedaba en Turquía.
A los que hacíamos escala ni nos miraban porque es un problema que se va, y a enemigo que huye, puente de plata. Eso no está pasando aquí. Volví el sábado a Barcelona y en El Prat esperaba solamente un policía nacional que me dijo “Buenos días, para el pasaporte mejor que uses la máquina porque yo estoy solo”. Que no les líen a ustedes con lo bien que se están controlando las entradas, porque es mentira.
En Albania controlan la temperatura a los pasajeros que llegan al aeropuerto. En Barcelona, no. DLF
Luego lo de lavarse las manos. Que está muy bien lavarse las manos y ponerlo en Twitter. Pero que en un aeropuerto eso no funciona. Hay una zona que es innegociable e inevitable para cualquiera: el control de seguridad.
Allí coges una bandeja que previamente ha usado no se sabe quién y ha metido allí su ropa, sus manos y sus enseres personales. Eso no te lo desinfecta el guardia civil que hay vigilando; eso te llega tal cual lo dejó el anterior usuario (que no sabes si se lavó las manos). Y allí metes tu chaqueta, tu mochila, tu ordenador y tu teléfono, que luego va a la cara.
Después vuelve a meter las manos en la máquina del control de pasaportes, que eso no lo han desinfectado en la vida. Lávate 100 veces si quieres; tú no puedes controlar lo que ha hecho el de delante. Los aeropuertos son lugares claves. ¿Por dónde creemos que ha llegado el virus? ¿Conduciendo por carretera y con el pasaporte en la boca? Hasta donde yo sé, no. Llega por avión. Está en los aeropuertos y lo expande la gente.
Pues en esa situación me he encontrado yo hasta en 8 ocasiones en el último mes. “Es el protocolo”, me dicen desde Mutua Terrassa. Muy bien. Yo creería a pie juntillas en el protocolo si esto fuese sota, caballo y rey. Es decir, que si no he estado en China, Corea o Italia (ni siquiera me mencionaron Irán), es imposible el contagio. Pero eso tampoco es verdad. Ya hay numerosos casos en nuestro país de gente que ha dado positivo sin salir de su barrio.
"Supercontagiadores"
Nos alertan de los "supercontagiadores”, de personas que pueden ir propagando el virus sin darse cuenta. Yo, en función de mis síntomas y mi bagaje, podría ser uno de ellos. Pero en la sanidad catalana se niegan a hacerme el test.
Digo la catalana porque es la que me ha negado a mí las pruebas. Y en esas estoy, imponiéndome mi propia cuarentena que tampoco sé cuanto voy a poder mantener. Porque yo no sé si a ustedes les dejan en su trabajo tomarse 14 días libres por si acaso. No en el mío, desde luego. Escribiendo a 38 de fiebre estoy, no les digo más.
¿Cuál es el problema? ¿Evitar saturar los ambulatorios con la paranoia? Yo puedo entender que a alguien que solamente va del trabajo a su casa, o que el viaje más largo que haya hecho sea a Cerdanyola, no le practiquen las pruebas para no saturar.
Pero en mi caso he estado en contacto con perfiles de riesgo. En Albania, por ejemplo, el presidente pedía hace unos días desde Radio Tirana ayuda internacional por la grave situación que está atravesando el país. Y allí he estado yo. Pero para nuestra sanidad, es imposible infectarse allí. Solamente en tres países.
Las compañías buscan a contrarreloj un tratamiento contra el coronavirus.
Luego llegan las sorpresas y caen 450 vecinos en La Rioja o pueblos enteros en el País Vasco (cuyo aeropuerto también pisé estos días). Yo estoy seguro de que ninguno de esos afectados españoles ha estado en Bérgamo, como tampoco ha estado en Wuhan la niña de cinco meses de que ha dado positivo en Murcia, o no han pasado por Seúl los ancianos de los centros de Madrid.
El auténtico motivo
¿El motivo es lo complicado de hacer el test? ¿Es porque hay que aislar un centro entero? Para nada. El test es un bastoncillo por la nariz, otro por la boca… y a analizar. ¿El problema entonces es que el test es caro?
Eso sería surrealista. Porque si identificar el virus que está paralizando literalmente el mundo (eventos suspendidos, ciudades confinadas, bolsas en picado y pavor global) depende de una prueba que no realizamos por ahorrar, no nos van a salir las cuentas.
Entretanto, desde el gobierno nos mandan mensajes tranquilizadores a diario. Mensajes tranquilizadores por un lado y alarma mundial por el otro. Así que todo son preguntas. ¿Tiene el gobierno español este asunto controlado? Yo diría que no. Si apenas puede controlar vuelos que llegan desde Venezuela, difícilmente lo va a poder hacer con virus que llegan de China.
¿Lo tiene controlado el gobierno catalán? Menos todavía. No fueron capaces de hacerlo con los incontrolados que se saltaron la ley. ¿Cómo se supone que iban a hacerlo con un virus que ni siquiera habla catalán?
¿Vamos a morir todos de coronavirus? Pues tampoco. Esto no es el ébola. A pesar de la histeria y la crisis mundial que ha provocado, este matchball lo salvamos. Aunque con esas medidas de control e identificación tan laxas, lo más probable es que en unos días le estemos disputando el liderato europeo de casos a Italia.
En casa y sin salir
Y de momento aquí sigo, en casa. Sin saber si tengo el bicho o no. Con fiebres altas y los huesos como si me hubiera pasado por encima el desfile entero del Carnaval de Wuhan, con carrozas, dragones y sambódromo incluidos (si es que allí se estila eso).
Por las noches sudo como finlandés en sauna y dejo la cama encharcada. Una sensación terrible que yo no había experimentado en la vida. Sin salir a la calle y con miedo a ser un “súpercontagiador”, porque a esos luego los miran fatal en las reuniones de vecinos.
Pero lo peor es que, de momento, no puedo ir a visitar a mi abuela. Tiene 96 años y veo el fútbol todos los domingos con ella. Ya me he perdido esta jornada "por precaución" y ella anda disgustada porque cree que si palmamos contra el Betis fue porque fallé a la cita.
Son los daños colaterales, no del coronavirus, sino de un protocolo que en cosa de una semana ya se ha quedado anticuado. Estaba todo controlado y en un lunes suben los casos un 70%.
Así que… por mucha información que le demos los medios, por mucho que salga Fernando Simón en la tele, por mucho que suba el número de contagios... que no cunda el pánico: si se siente mal y no ha estado en China, Corea o Italia, relájese, haga de tripas corazón y tómeselo con humor. Porque usted tampoco tiene derecho a que le hagan las pruebas del coronavirus.