El arzobispo de París celebró misa en Notre Dame, a escasos días de cumplirse el primer aniversario del incendió que la derrumbó, para enviar un mensaje de esperanza en medio de la pandemia
Están donde acostumbran los señores obispos: con el que manda.
Y si el Gobierno socialcomunista quiere que la tragedia del coronavirus, que ha segado ya oficialmente en España 25.000 vidas, aparezca como un ‘guateque de balcones‘ sin cadáveres ni dolor, no van a ser los eminentísimos, excelentísimos y reverendísimos prelados quienes le estropeen la fiesta a Pedro Sánchez con un luto.
Aquí no se honra a los muertos, ni se ponen banderas a media asta por orden gubernativa y, otra vez, Francia nos da una lección que no se debería olvidar jamás.
Mientras en España, el cardenal que preside la Conferencia Episcopal o los obispos que conforman la cúpula de la Iglesia católica, han sido incapaces de celebrar siquiera una misa a puerta cerrada por los muertos por coronavirus, en el país vecino, Michel Aupetit ha mandado a todos los galos «un mensaje de esperanza«, desde la catedral de Notre-Dame, a pocos días de cumplirse el primer aniversario del incendio.
El arzobispo de París ofreció el pasado 10 de abril de 2020, en ‘petit comité‘, una misa solemne desde la famosa catedral.
Monseñor Aupetit tuvo que acceder al edificio con un casco de obra por motivos de seguridad, ya que las labores de construcción del inmueble aún no han terminado.
En España, ¿a qué espera el cardenal Juan José Omella para irse al templo de la Sagrada Familia y allí, con las cámaras de 13TV, que es suya, y los micrófonos de la Cadena COPE, retransmitiendo en directo, celebrar una misa-funeral solemne por las decenas de miles de españoles fallecidos víctimas de esta pandemia?
El ejemplo, a puerta cerrada y con estrictas medidas de seguridad y sanitarias, ya lo tienen en el país vecino.
Y contando con la ventaja de ser replicada en los potentes altavoces de los que goza la Conferencia Episcopal: COPE y 13TV.
Ante esta innación, que abochorna a todos los católicos españoles, es urgente que Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, asuma sus responsabilidades.
Ante todos los españoles y en especial los católicos que son abrumadora mayoria.
Por su condición de arzobispo de Barcelona, tiene muy a mano la Sagrada Familia para celebrar de una vez por todas ese recuerdo y homenaje religioso a tantos y tantos caídos en esta tragedia, cuyas cifras de muertes se ensanchan día tras día.
Y si no le dan permiso sus amigos de la independentista Generalitat, lo dice y ya veremos como se hace esa misa en Madrid, Sevilla, Burgos, Valencia, León o Santiago de Compostela.
LOS DE A PIE Y SIN PÚPURA
Cierto que la Iglesia española se ha movilizado ante la emergencia sanitaria y las consecuencias sociales de la pandemia del Covid-19 y que ha puesto sus recursos para ofrecer servicio, acompañamiento, ayuda y oración a todos los afectados y a toda la sociedad, para servir al bien común. Pero Omella y sus pares brillan por su ausencia.
Estas más de 300 iniciativas de la Iglesia en las diócesis atienden necesidades pastorales, espirituales, sociales, asistenciales, educativas y de entretenimiento ocasionadas por el confinamiento.
Actualizado: 02 May 2020 - 07:30