Rusia trata de evitar la confrontación con Turquía, pero en 2016 este conflicto es inevitable, revela un pronóstico de la agencia de inteligencia geoestratégicaStratfor, citado por el diario RBK.
Stratfor publicó un informe con un pronóstico de la situación política y económica en 2016 y, según él, las relaciones entre Rusia y Turquíaseguirán deteriorándose el año que viene.
Es muy probable que Ankara lance una acción militar en el norte de Siria, así como que trate de ampliar su presencia en el norte de Irak, declaran expertos.
Añaden que el objetivo turco será no solo combatir a los yihadistas de Daesh –o autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y varios países más-, sino contener a los kurdos sirios.
Los pronósticos dicen que Turquía fortalecerá su influencia en la región.
Stratfor advierte que estas acciones aumentarán el riesgo de confrontación de Turquía con Irán y Rusia.
"Lo menos que quiere Rusia es una confrontación con Turquía que custodia los accesos al mar Negro y el Mediterráneo, pero no podrá evitarla", dice agencia.
Rusia también tratará de llegar a un compromiso con EEUU para frenar un poco "el adelantamiento de Occidente en el espacio de la antigua URSS". Washington estará dispuesto a negociar cuestiones técnicas, pero se negará a vincular la lucha antiterrorista con un debate más amplio sobre la estrategia.
Según Stratfor, Rusia está capaz de superar un año más de sanciones, pero "después de 2016 amenazarán la estabilidad financiera del país y su capacidad de mantener el nivel actual de producción energética".
La cotización del rublo, advierten los expertos, seguirá siendo inestable, lo que intensificará la tensión social y económica y podrá provocar protestas en todo el país.
"El Kremlin permitirá pequeñas acciones de protesta vinculadas con las condiciones económicas, pero tratará de eliminar las protestas de gran escala y bien organizadas, más similares a las anti-Kremlin", revela el pronóstico.
El pasado 24 de noviembre un caza turco derribó en el espacio aéreo sirio un avión ruso Su-24 que retornaba a su base tras bombardear objetivos terroristas.
El presidente Vladímir Putin calificó lo ocurrido como una "puñalada por la espalda" por parte de los "cómplices de los terroristas".
El ataque desencadenó una crisis en las relaciones entre Ankara y Moscú que respondió con una batería de sanciones económicas y desaconsejó a ciudadanos rusos visitar Turquía.