La era de Hu Jintao al frente de China no solo será recordada por el avance económico del gigante asiático, sino
también por su afán por convertirlo en una potencia militar. Para
conseguirlo, el presidente no escatimó esfuerzos para ampliar y
modernizar las Fuerzas Armadas y, muy especialmente, la Marina de
Guerra, incluyendo la aviación naval y la infantería de marina.
En diciembre del año pasado, Hu expuso
claramente la intención del gobierno de “acelerar la modernización de la
marina” y de disponer de una fuerza militar con una “preparación
intensiva para el combate”. El presidente justificó esta política por la
necesidad de “salvaguardar la seguridad nacional y la paz mundial”.
Para cuando Hu declaró esta vocación de
potencia naval, la Armada china ya había sacado músculo con ejercicios
militares frente a las costas de Taiwán y en otros puntos del Mar de la
China meridional, donde tiene conflictos territoriales con varios
vecinos.
El último y más sonado de estos roces fue el enfrentamiento que han protagonizado Pekín y Tokio por
la soberanía de las islas Senkaku / Diaoyu. El archipiélago está
deshabitado, pero se encuentra cerca de importantes rutas navieras,
alberga ricos recursos de pesca y bajo sus aguas yacen recursos
petrolíferos sin explotar.
Sonado también fue el envío por parte de Pekín de
un acorazado al mar Mediterráneo para proteger la evacuación de sus
nacionales durante la guerra en Libia, considerado como una de las
mayores exhibiciones del creciente poder naval y de que China se prepara
para proteger sus intereses lejos de sus fronteras, sobre todo en
África.
Recientemente China entró
a formar parte del reducido número de países que cuentan con
portaviones, adquiriendo a Ucrania el buque Varyag y que el año pasado
ya fue botado con bandera china y rebautizado Liaoning. Más tarde,
comenzó a circular por las publicaciones especializadas la imagen de un
nuevo proyecto de portaviones chino totalmente revolucionario, dotado de
un doble casco —tipo catamarán—, que ofrece posibilidades inéditas de
maniobrabilidad y funcionalidad. El proyecto disparó las alarmas del
almirantazgo estadounidense.
Sin duda la Marina se lleva la parte
del león dentro de las fuerzas chinas ya que cuenta, además del
portaviones, con otros 600 buques. Aunque la cifra es bastante inferior a
la estadounidense (2.300 navíos), la Marina china tiene una potente
capacidad de fuego que rebaja mucho esa diferencia numérica. En cuanto a
submarinos, China ha dado un salto cualitativo y cuantitativo enorme.
En los últimos años ya ha sido capaz de producir submarinos nucleares
—hasta hace bien poco solo disponía de submarinos de propulsión diésel—
que ha exhibido sin tapujos en sus aguas.
En enero pasado, China realizó con
éxito un vuelo de prueba de su avión J-20, un cazabombardero invisible
para los radares. Lo hizo además coincidiendo con una visita oficial del
secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates. “La aeronave,
denominada J-20, voló por unos 15 minutos en los alrededores de la
ciudad de Chengdu”, indicó la edición electrónica del diario chino
Global Times. El diario informó de que la aeronave estaba equipada con
la más avanzada tecnología stealth (furtiva) y tiene capacidades
similares al caza estadounidense F-22 Raptor. Tras conocerse la prueba,
un portavoz de Exteriores chino declaró que la política armamentista del
país tenía “un carácter defensivo”, para intentar aplacar la cada vez
mayor preocupación de Occidente.
Algunos análisis publicados
recientemente en diferentes portales de defensa dan algunas pistas de
cuál es la estrategia militar china a medio y largo plazo. El Ejército
de Tierra destinado a la defensa continental se apoya sobre el número de
hombres que está siendo sistemáticamente reducido si se lo compara con
el aumento del papel de la Marina de Guerra y a la Fuerza Aérea. En
número de carros de combate y vehículos blindados, los chinos están muy
por debajo de Rusia y EE UU, con menos de 7.500 frente a los más de
20.000 y casi 10.000 de rusos y estadounidenses, respectivamente. Y es
que gran parte del aumento de los recursos destinados al Ejército de
Tierra chino se están utilizando para mejorar los salarios de los
militares, muy bajos frente a los salarios medios del trabajador chino
en las grandes urbes.
http://internacional.elpais.com/
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