En su nuevo paso hacia la “iglesia pobre”, el papa Francisco ha cancelado el bonus anual de alrededor de 33.000 dólares que solía recibir cada uno de los cinco cardenales, que forman la Comisión de control del Banco del Vaticano.
De este modo los cardenales percibirán únicamente su sueldo, que es de alrededor de 6.500 dólares mensuales.
El Banco del Vaticano ha sido objeto de críticas en los últimos años por supuestos lavados de dinero.
Austeridad en el Vaticano
Basta de bonus para los cardenales que controlan el Banco del Vaticano. Cada cardenal ya tiene un «sueldo» de 5000 euros mensuales. En una época se llamaba «plato cardenalicio»; ahora, el nombre fue modernizado y pasó a llamarse «asignación cardenalicia». Las asignaciones de los cardenales de la curia son todas iguales, mientras que los demás purpurados perciben su retribución de las diócesis de las que son obispos. Pero hay una excepción. Los cinco administradores del IOR han gozado hasta ahora del beneficio de una entrada adicional de 2100 euros mensuales.
La «spending review» del papa Bergoglio también toca al Sagrado Colegio. Después del recorte a las asignaciones de los 4000 empleados de Oltretevere por la elección pontificia, sigue la línea de la austeridad la nueva decisión de «ruptura» de Francisco en el campo de la gestión de los recursos económicos. El pontífice decidió eliminar la retribución que normalmente les corresponde a los cinco cardenales que forman la comisión de control del IOR. La decisión fue tomada en concomitancia con la reunión de la comisión para la aprobación del balance 2012. El «recorte» asciende a 25.000 euros por cada purpurado, que se pagaban anualmente. La Santa Sede, también como consecuencia de la situación financiera mundial, está poniendo en práctica una estrategia de «spending review» y de gestión parsimoniosa de los recursos para evitar que los balances continúen en tendencia negativa. Hablando de las cuentas del 2012, el presidente de la APSA, Calcagno, admite: «El año pasado salimos ilesos, nos podría haber ido mucho peor».
Mientras tanto, en la carta dirigida a sus exhermanos argentinos, reunidos en asamblea plenaria en el santuario de Pilar, Francisco pidió disculpas «por la ausencia debida a compromisos asumidos recientemente, que me retienen». En el refectorio se sienta siempre en un lugar distinto; al final de la misa reza sentado en el fondo de la capilla; se prepara solo el café y lo ofrece a los guardias suizos que vigilan su habitación.
Ayer, el papa Francisco había decidido que, con ocasión de su elección, en lugar de la tradicional paga extra a los empleados vaticanos, «se realice una donación para algunas entidades asistenciales y de caridad con los fondos disponibles para la caridad del papa, como signo de la atención que la Iglesia pone en las personas en dificultad», ha destacado el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi. «En el pasado —recordó el religioso—, con ocasión del comienzo de un pontificado, se había acordado una paga extra para los empleados vaticanos», pero, agregó, «en el caso actual, dada la difícil situación económica general, no resultó posible ni oportuno gravar los balances de las entidades vaticanas con un considerable gasto extraordinario no previsto». Los empleados vaticanos son aproximadamente 4000. En 2005, por la elección de Benedicto XVI, recibieron casi 1500 euros cada uno. Decisiones en línea con el estilo sobrio del pontificado. Más que papa, Francisco se autodefinió enseguida como obispo de Roma y, como tal, celebró la misa de toma de posesión en la basílica de San Juan de Letrán (San Giovanni in Laterano), catedral de Roma y del mundo. Una definición que puede asumir un peso positivo incluso en sentido ecuménico y de diálogo interreligioso. Humildes para servir a los últimos. «No olvidemos jamás de que el verdadero poder es el servicio y que también el papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio, que encuentra su vértice luminoso en la cruz», recuerda Francisco.
«No temed a la bondad, no temed a la ternura», exhortó Francisco en la homilía de la misa de inauguración del pontificado. Y es precisamente esta ternura de ánimo que inspiran sus gestos una característica señalada por todos los fieles que han tenido la oportunidad de acercarse a él.
Nota de GIACOMO GALEAZZI
Vatican Insider, CIUDAD DEL VATICANO, 20 de abril de 2013
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