Sólo una prioridad: el referéndum independentista. Los impagos, la deuda y la falta de liquidez continúan en la herencia de sus dos anteriores años.
En seis meses, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha conseguido dividir a CiU, al PSC y a la sociedad catalana. No obstante, ha mostrado su pésima gestión al frente del Ejecutivo autonómico: Los impagos, como a las farmacias o al tercer sector continúan vigentes, al igual que la creciente deuda y sin cumplir con el déficit.
Tampoco se ha atrevido a presentar presupuestos, que de estar listos ahora se aprobarían en octubre, casi finalizando el año. Los dos sondeos, el último de ellos de la propia Generalitat, publicados hasta ahora auguran un batacazo de CiU sin precendentes, obtendría entre 35-37 escaños y perdería las elecciones por primera vez. CiU viene de perder 12 escaños y ahora podría llegar a ceder incluso quince.
Su única apuesta en su segunda legislatura ha sido el referéndum independentista lo que le obligó a presentar un plan de Gobierno con horizonte a 2015, un plan que ha pasado casi inadvertido por la consulta separatista y que fue definido por la oposición como "pólvora mojada".Y es que, desde que se presentó el pasdo 11 de junio en el Twitter de CiU sólo se pide la consulta separatista. No hay más prioridad para el Ejecutivo preso y en manos de los republicanos e independentistas de ERC, liderados por Oriol Junqueras.
No hay plan para reducir los seis niveles de la Administración, tampoco para dejar libertad comercial, ni bajar impuestos. Todo lo contrario, se quiere blindar el gigantesco entramado burocrático, imponer el horario a los comercios y subir impuestos, y rescatar otros como el de Patrimonio, mientras que los únicos que bajan son a los casinos.
De esta forma, la sociedad catalana ve mermada su capacidad adquisitiva y sufriendo los recortes en Sanidad y Educación, junto con otros servicios básicos como seguridad y transportes. Todo más caro y con menos dinero.
El órdago independentista de Mas ha ido tan lejos que se ha encontrado en un callejón sin salida -una escapada que sólo le puede dar el Gobierno de Mariano Rajoy-. Con cada mensaje ha ido subiendo el listón tanto que ha colmado la pacienda del líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, quien ante un nutrido grupo de empresarios holandeses señalaba: "Quien diga que Cataluña puede ser un Estado dentro de la UE miente". Duran Lleida negó que se hubiera expresado en "estos términos". El lío interno se montó hace dos semanas, con un cruce de acusaciones entre Convergència Democràtica de Cataluña y Unió. Un frente que profundiza la herida abierta entre ambos partidos.
En estos seis meses no se ha puesto otra cosa que el llamado 'derecho a decidir', con votaciones en el Parlament y en el Congreso, poniendo de manifiesto la división interna también del PSC. La declaración de soberanía fue el detonante, una vez aprobada el pasado 23 de enero, el Gobierno, con el informe del Consejo de Estado, decidió impugnarla y el Tribunal Constitucional la dejó en suspenso. Cataluña dejaba de ser sujeto político y soberano. Mas decía por entonces que el referéndum se haría sí o sí, con la legalidad española o con la legalidad catalana.
Los pasos independentistas se han sucedido en los últimos meses, como un simposio que ponía a España como un país represor, el Diplocat usaba a las 'embajaditas' para criticar a España, y las declaraciones de los dirigentes de la Generalitat sólo han ido en este sentido. La economía y el paro se han defendido desde la perspectiva independentista: Con la separación, bajará el paro. Todo ello antes de que el Gobierno de España cortara las alas a la internacionalización de las CCAA.
A partir de ahora, quedan otros seis meses para terminar el primer año. Lo primero que hará Mas será presentar una propuesta de referéndum al Gobierno de Mariano Rajoy en la segunda quincena de julio
Jordi Pujol y la S. S.
Cuánta razón llevaba el viejo Pla en su descreída réplica a los cuentos de hadas de Jordi Pujol, cuando propugnaba la socialdemocracia sueca como modelo a imitar para el país petit.
Porque, aquí, hay de todo menos suecos.
Ni tan siquiera el propio Pujol resultó ser sueco, aunque parece que se lo hace a la hora de pagar sus cuotas a la Seguridad Social. Así, el expresident ha sido desposeído de la cartilla sanitaria tras negarse a abonar 1.864 euros a la Consejería de Salud de la Generalitat. Ésa es la cuota establecida por ley para cuantos gocen de unas rentas anuales superiores a los cien mil euros, circunstancia que concurre en el padre de los hermanos Pujol-Ferrusola.
Solo en su condición de excargo público, Pujol senior ingresa de la Generalitat 86.418 euros anuales repartidos en catorce pagas de 6.173 euros. No obstante, el patriarca considera que hasta el último céntimo está mucho mejor en su patriótico bolsillo que en las arcas de la sanidad pública catalana. Esa sanidad pública a la que recurrió para que le operaran gratis total de una afección urológica en el Hospital de la Vall d’Hebron, tal como ha revelado el periodista Alfons Quintà. La misma sanidad pública en la que los cirujanos del Hospital de Sant Joan de Reus se han ofrecido a trabajar horas extra sin cobrar a fin de reducir las listas de espera. La que a día de hoy sigue adeudando las recetas de noviembre y diciembre de 2012 a todas las farmacias.
Que en Cataluña no había ni un sueco igual lo certifica la muy airada reacción de sus criaturas políticas, la de Pujol, a la sugerencia de que acaso procedería ahorrar algo en juguetitos administrativos. Las farmacias pueden pasar sin cobrar y los pacientes de la Seguridad Social sin operar, eso no importa. Pero si Madrit quiere un casus belli, que intente cerrar, ¡ay!, el Servicio Meteorológico de Cataluña, el Centro de Estudios de Opinión o el Instituto Cartográfico doméstico. Sigan ellos haciéndose los suecos con la construcción nacional, perorecuerde Rajoy que también puede hacerse el francés con su financiación. ¿Para qué si no la Ley de Estabilidad Presupuestaria y el Fondo de Liquidez Autonómica? Úsense. Y sin miedo.
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