Un equipo internacional de científicos ha demostrado que los individuos de una especie indonesia de cacatúa pueden resolver un complejo problema mecánico de cinco pasos para obtener una recompensa alimenticia encerrada en una caja con múltiples “cerraduras”.
Una de las cacatúas en plena labor. (Foto: Alice Auersperg)
Resolver un problema para obtener el acceso a otro, el cual te permite dirigirte hacia un tercer problema (y así sucesivamente) para alcanzar al final un objetivo (lo que se conoce como solución secuencial de problemas) es considerado un desafío cognitivo alto, ya que requiere la capacidad de distanciarse espacial y mentalmente del objetivo final deseado.
En un nuevo estudio, diez cacatúas no entrenadas de esa especie indonesia fueron puestas frente a una caja con múltiples “cerraduras” que mostraba una recompensa alimenticia detrás de una puerta transparente cerrada por cinco dispositivos entrelazados diferentes, cada uno permitiendo el acceso al siguiente de la serie, y siendo requeridas distintas acciones motoras para abrir cada uno de ellos. Para conseguir el regalo, los pájaros tenían que hacer cosas como desatornillar un tornillo, descorrer un pestillo y hacer girar 90 grados un volante, entre otras. El individuo más eficiente, el ejemplar conocido como Pipin, lo logró, sin ayuda, en menos de 2 horas. Cinco pájaros más abrieron la secuencia de cerraduras después de ver hacerlo a un congénere, o se enfrentaron al desafío poco a poco.
Que se sepa, con excepción de los humanos y los chimpancés, hasta ahora los problemas de cinco pasos, cada uno requiriendo distintas acciones motoras, y sin entrenamiento previo tal como lo fue en el caso de Pipin, no habían sido resueltos jamás por otros animales, tal como destaca Alice Auersperg, del equipo de investigación y científica del Departamento de Biología Cognitiva de la Universidad de Viena en Austria.
El hecho de que los pájaros fueron recompensados con el obsequio alimenticio solamente después de que hubieran resulto los cinco problemas, y también el hecho de que estuvieron trabajando con una firme determinación para superar un obstáculo tras otro, es notable. Además, estaba claro que aprendían cosas y se acordaban bien de ellas: Una vez que descubrían cómo abrir una “cerradura” raramente tenían dificultades con el mismo dispositivo cuando lo volvían a encontrar en las siguientes ocasiones.
Después de que los pájaros completaron la secuencia entera, se continuó investigando, para aclarar si comprendían el efecto de las cerraduras sobre la disponibilidad del alimento dado en recompensa.
El conjunto de 5 “cerraduras” que las cacatúas son capaces de abrir. Incluso para un humano no es una tarea fácil. (Foto: Alice Auersperg)
El equipo de Auersperg, Auguste von Bayern y Alex Kacelnik, estos dos últimos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, pusieron a los seis animales investigados en situaciones en las que se intercambiaba el orden de las “cerraduras” e incluso algunas de ellas eran eliminadas. Los pájaros reaccionaron con flexibilidad, demostrando que se daban cuenta de lo que implicaba cada cambio o supresión.
Tal como apunta la zoóloga alemana Auguste von Bayern, la mejora repentina, y sin apenas errores subsiguientes, de los pájaros indica la existencia de una marcada plasticidad conductual y una memoria práctica. “Creemos que se han valido de cualidades típicas de su especie, tales como una intensa curiosidad, su persistencia y técnicas de exploración táctil: Las cacatúas exploran los objetos de su entorno con el pico, la lengua, y los pies. Un explorador que sólo utilizase la vista quizás no hubiese detectado jamás la movilidad de las cerraduras”, explica von Bayern.
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