A unos 400 kilómetros al norte de San Francisco Monte Shasta es una de las montañas más altas del estado de California, un volcán durmiente (aunque no totalmente inactivo) el cono principal alcanza los 4322 metros de altura sobre el nivel del mar mientras que otros tres conos secundarios alcanzan alturas menores a su alrededor.
Entre sus cimas los glaciares mantienen su blanca presencia durante todo el año.
Entre sus cimas los glaciares mantienen su blanca presencia durante todo el año.
En la lengua de los indios kurak el nombre que recibe la montaña es Uytaahkoo “montaña blanca”.
Sin embargo el origen del nombre de Shasta es todavía motivo de discusión, algunos creen que deriva de una palabra rusa que significa “puro”. Existe mucha y diversa información que señala que algo extraño sucede en dicho lugar o en sus cercanías.
Antiguas leyendas y relatos modernos.
La montaña lleva representando un lugar de iluminación religiosa y significado espiritual desde tiempos antiguos.
Una leyenda de los klamath, una de las tribus que habitan en la región desde antes mucho antes de la llegada del hombre blanco, cuenta que el espíritu celeste Skell descendió a la cima del monte Shasta para enfrentarse al espíritu del inframundo, Llao.
Una leyenda de los klamath, una de las tribus que habitan en la región desde antes mucho antes de la llegada del hombre blanco, cuenta que el espíritu celeste Skell descendió a la cima del monte Shasta para enfrentarse al espíritu del inframundo, Llao.
Las leyendas de otra tribu india, en este caso los indios hopi, habitantes hoy día del estado de Arizona. también hablan sobre la montaña.
Cuentan los ancianos que en el pasado la superficie del mundo no era habitada tan sólo por seres humanos, si no que estos convivían con una raza más antigua y poderosa que ellos llaman sheti o “hermanos serpiente”.
Un desastre del que las leyendas no dan más detalles forzó sin embargo a los sheti a retirarse bajo tierra, construyendo 30 ciudades subterráneas de las que una de las más grandes se encontraba bajo monte Shasta.
Allí se refugiaron con su tecnología secreta y con las placas de oro donde narraban su historia y destino.
Cuentan los ancianos que en el pasado la superficie del mundo no era habitada tan sólo por seres humanos, si no que estos convivían con una raza más antigua y poderosa que ellos llaman sheti o “hermanos serpiente”.
Un desastre del que las leyendas no dan más detalles forzó sin embargo a los sheti a retirarse bajo tierra, construyendo 30 ciudades subterráneas de las que una de las más grandes se encontraba bajo monte Shasta.
Allí se refugiaron con su tecnología secreta y con las placas de oro donde narraban su historia y destino.
En 1904 J.C. Brown, un prospector que buscaba metales preciosos, encontró una caverna semioculta por la vegetación en la que según él había rastros de extracción de cobre.
Al penetrar más en la montaña afirma haber encontrado decenas de salas y habitaciones donde encontró laminas doradas cubiertas de jeroglíficos y armas de bronce. que no se parecían a nada visto en norteamérica Brown decidió guardar en secreto su descubrimiento y durante los siguientes treinta años se dedicó a investigar para identificar cual podía ser el origen de este yacimiento.
Al penetrar más en la montaña afirma haber encontrado decenas de salas y habitaciones donde encontró laminas doradas cubiertas de jeroglíficos y armas de bronce. que no se parecían a nada visto en norteamérica Brown decidió guardar en secreto su descubrimiento y durante los siguientes treinta años se dedicó a investigar para identificar cual podía ser el origen de este yacimiento.
En 1934, convencido de que los restos encontrados pertenecían a la civilización Lemuria, reapareció en la zona y reunió voluntarios para una expedición. Sin embargo la misma mañana en que la expedición debía partir, el 19 de junio de 1934, Brown desapareció sin dejar rastro… y sin haber dejado indicaciones exactas de la localización del túnel.
En 1905 se publicó un curioso libro titulado Un habitante de dos planetas, que aunque interpretado comúnmente como una novela el escritor aseguraba que le había sido revelada por medio de la canalización espiritual.
Habiendo muerto cinco años antes de la publicación de su obra es imposible pedir referencias más completas sobre lo narrado o su fuente espiritual.
La novela, si es que se trata de tal, cuenta la vida de un hombre de la Atlántida y su reencarnación en los Estados Unidos de finales del siglo XIX. Pero sobre todo la menciono aquí pues habla sobre una ciudad oculta en túneles en el interior del volcán donde residían supervivientes avanzados del hundimiento de Lemuria y la Atlántida.
En 1930 un hombre llamado Guy Ballard fundó la I AM Activity, un grupo religioso de raices teosóficas, después de haber tenido en este mismo monte Shasta un encuentro con uno de los Maestros Ascendidos, que se identifico como el Conde de Saint-Germaine.
El grupo de Ballard, dirigido con mano firme por él y su esposa, llegó a tener, según algunas fuentes, un millón de seguidores y realizaba conferencias a lo largo de los EEUU.
Sin embargo su número decayó tras la muerte de Ballard en 1939 y tras un juicio contra su viuda y su hijo.
El grupo de Ballard, dirigido con mano firme por él y su esposa, llegó a tener, según algunas fuentes, un millón de seguidores y realizaba conferencias a lo largo de los EEUU.
Sin embargo su número decayó tras la muerte de Ballard en 1939 y tras un juicio contra su viuda y su hijo.
Otro estudioso de lo oculto, Dr. Maurice Doreal (nombre real Claude Doggins), afirma haber sido transportado espiritualmente en el año 1931 a una hermosa ciudad blanca oculta siete millas bajo el monte Shasta habitada por “atlantes” relacionados con una colonia en el pacífico.
Además durante años se han recogido declaraciones de testigos locales que hablan de individuos de comportamiento extraño que han aparecido en los establecimientos comerciales cercanos a la montaña pagando sus mercancías con pepitas de oro puro salidas de quien sabe donde para luego desaparecer de nuevo en el bosque.
Al intentar que los testigos aclaren más a que se refieren con el adjetivo extraños suele provocar confusión en estos incapaces de indicar exactamente que es lo que les parecía inusual.
Al intentar que los testigos aclaren más a que se refieren con el adjetivo extraños suele provocar confusión en estos incapaces de indicar exactamente que es lo que les parecía inusual.
Sus extraños habitantes
De tiempo en tiempo, se han observado intensos resplandores parecidos a flashes de fotografía. Esta luz inexplicable, de extraña luminosidad, alumbra grandes áreas de las laderas del Shasta. Y aunque algunos consideran que esto tiene un origen artificial, ningún sabio ha sabido explicarlo.
Mucho antes de la aparición de los hippies, algunos paseantes vieron allí a unos seres de largos cabellos rizados, vestidos de blanco, mucho más altos de lo normal. Se dice que son parecidos a los hombres antiguos, usan ropas largas, semejantes a las prendas que usaban los romanos en la antigüedad, y que huían al ser descubiertos.
Estos extraños individuos organizan a veces, gran-des reuniones alrededor de hogueras, que se ven desde lejos, en la montaña. Al no poder confundir su aspecto, de ningún modo, con el de una tribu cualquiera, forzoso es admitir, que no se trata de ningún olvido etnográfico.
En abril de 1972, James Hadauk, Irwing Lescer y William Schoner, estudiantes de geología de la Universidad de Berkeley (California) treparon al Monte Shasta y comprobaron que el cráter no presentaba ningún signo de actividad. ¿De dónde salía entonces el humo?
Mientras descansaban, antes de volver a bajar, ob-servaron con binoculares, a cinco hombres blancos, muy altos, de abundantes cabelleras onduladas, que caminaban y desaparecieron repentinamente detrás de un peñasco situado al pie del volcán... Pero donde estaba ese peñasco, no había ningún rastro: ¿acaso el Monte Shasta está habitado?
Algunos periodistas en busca de algo sensacional trataron de acercarse; impidiéndoles una barrera invisible, que se parece a los obstáculos electromagnéticos que prohíben en Asia, la entrada a Agartha.
Las declaraciones de un eminente astrónomo, el profesor Edgar Lucin Larkin, antiguo director del Observatorio del Monte Lowe, en California, refuerzan esta hipótesis. Al parecer, este sabio distinguió con el telescopio en lo alto del Monte Shasta, una cúpula resplandeciente rodeada de construcciones.
Si a esto añadimos algunas leyendas muy arraigadas entre los indios, que hablan de lugares debajo de la Tierra que conducirían a semejante ciudad, comprenderemos entonces el porqué del resurgimiento de las teorías de la existencia de pueblos hiperbóreos antidiluvianos.
En “A Dweller on Two Planets” (Un habitante de dos planetas) publicado en 1884 y escrito por un residente local, Frederick Oliver, describe a las criaturas del Shasta. Parece que Oliver fue invitado a esta morada subterránea, porque la describió con mucho detalle.
Según Oliver, estos seres son sobrevivientes de la Atlántida; poseen naves espaciales impulsadas magnéticamente y se mantienen en comunicación con los venusinos. Se han visto algunos OVNIS en esta área.
En octubre de 1956, alguien vio un OVNI que abandonó una formación de 14 naves espaciales y que descendió en la cumbre del Monte Shasta.
En octubre de 1956, alguien vio un OVNI que abandonó una formación de 14 naves espaciales y que descendió en la cumbre del Monte Shasta.
Este libro del siglo XIX, afirma que esa gente podría producir bolas de fuego de diferentes colores, en especial rojo, anaranjado, amarillo y verde.
En 1951, se vieron juntas 9 bolas de fuego verde en el cielo, cerca de Alburquerque, Nuevo México; eran brillantes como lunas. Muchas bolas de fuego de extraño color verde fueron vistas a comienzos de la década de los años 50, pero sólo en el suroeste, donde está situada la planta de energía atómica de Los Álamos.
En 1951, se vieron juntas 9 bolas de fuego verde en el cielo, cerca de Alburquerque, Nuevo México; eran brillantes como lunas. Muchas bolas de fuego de extraño color verde fueron vistas a comienzos de la década de los años 50, pero sólo en el suroeste, donde está situada la planta de energía atómica de Los Álamos.
Las bolas de fuego tenían el aspecto del cobre ardiendo o de un tubo de gas de neón verde; después se desvanecieron esas bolas de fuego verde. Sin considerar de dónde venían, ni quién las enviaba, existe la idea, de que su finalidad era eliminar el exceso de radiación después de las pruebas atómicas.
Viene a colación, a manera de epílogo, una serie de extraños acontecimientos en torno al Monte Shasta. Resplandores sobre el volcán, incendios inexplicables en la selva, discos voladores que se alejaban del volcán y volvían a entrar en él (cuando el fondo del cráter está lleno), barreras invisibles y “vibraciones” que impidieron a los curiosos, turistas y exploradores, acercarse a ciertas zonas forestales en la montaña.
¿Es posible que el Monte Shasta constituya una base terrestre camuflada o intraterrestre; de una civilización antiquísima no identificada, o en su defecto, entidades biológicas extraterrestres, coexistiendo en el planeta Tierra desde tiempos inmemoriales?
Existen diversa variedad de misteriosas leyendas referidas a la existencia de grandes túneles subterráneos ubicados en los más variados puntos de los 5 continentes y hasta en los polos.
Para no ser menos, los indios hopi poseen también una leyenda que consiste en la existencia de una civilización desconocida que construyó una serie de túneles subterráneos en el subsuelo americano y habitantes que moran en su interior.
Una de las leyendas hopi sostiene que ellos proceden de un continente ya desaparecido, ubicado en lo que hoy es el océano Pacífico. Este mundo perdido se denominaba KASSKARA.
Quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que ya poseían conocimientos tecnológicos relativos al vuelo y a la construcción de túneles e instalaciones subterráneas (estos son los dioses extraterrestres llamados kachinas, provenientes de las Pléyades). Recuerdan que sus antepasados fueron instruidos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas.
Quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que ya poseían conocimientos tecnológicos relativos al vuelo y a la construcción de túneles e instalaciones subterráneas (estos son los dioses extraterrestres llamados kachinas, provenientes de las Pléyades). Recuerdan que sus antepasados fueron instruidos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas.
Como sabemos las tribus hopi que existen hoy en día, se encuentran en la zona llamada las cuatro esquinas, (estado de Arizona, cerca de la costa del Pacífico).
Cera de allí se encuentra el imponente volcán blanco llamado SHASTA (ubicado en el macizo montañoso de Sierra Nevada, California).
Cera de allí se encuentra el imponente volcán blanco llamado SHASTA (ubicado en el macizo montañoso de Sierra Nevada, California).
Las misteriosas leyendas hopi del lugar narran que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores a los nuestros, y que son sobrevivientes de una cultura muy antigua que ya esta desaparecida hoy día.
Uno de los pocos testigos que han accedido a dicha ciudad, es el médico Dr. Doreal, allá por el año 1931, quien afirmó haber tenido la oportunidad de acceder allí a través de una entrada secreta.
Comentó que pudo observar una ciudad subterránea en perfecto estado de conservación y que dicha ciudad poseía gran similitud con las construcciones mayas, e incluso se topó con unos hombres extraños, poseedores de extraordinarias facultades psíquicas.
Si observamos bien las fotos podemos ver las extrañas formaciones nubosas que se generan en torno a este monte. Existe allí un extraño campo energético
Se dice que el nombre SHASTA, es un vocablo sánscrito, que se lo puede traducir como “venerable”, "sabio", o "juez". Las leyendas hopi hablan de seres superiores que moran en el interior de esta montaña blanca, supervivientes de una tierra hundida en el océano y que la misma vendría a representar un puerta de acceso (sipapu) a un mundo interior muy antiguo.
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