domingo, 15 de septiembre de 2013

La Armada siria se prepara para "repeler cualquier ataque"

Aunque el acuerdo entre Rusia y EE.UU. sobre la entrega de armas químicas sirias ha congelado la posibilidad de un ataque inminente de las fuerzas estadounidense, la Armada del país árabe siguen preparándose para responder a cualquier ataque.

"Las fuerzas navales de Siria son capaces de repeler cualquier agresión en las aguas territoriales y en la costa ante los combates más intensos", señaló un capitán de la Armada siria a RT en Árabe. 

La Armada del país árabe, que ha tenido que librar duras batallas en épocas anteriores, trata de mantener la moral alta, a pesar de que las Fuerzas Armadas no dejan de percibir la amenaza política y militar de EE.UU. en la región. 

Otro de los oficiales a cargo de las maniobras navales explicó que "cada soldado se encuentra en posición de combate durante las 24 horas. Estamos en plena disposición combativa y preparados para repeler cualquier ataque de misiles, de aviones, a cualquier buque de guerra que invada las aguas territoriales sirias. No van a violar nuestro espacio aéreo, nos cueste lo que nos cueste". 

Estamos en plena disposición combativa y preparados para repeler cualquier ataque 

Las tropas de la Armada están desplegadas en los puertos de Latakia, Tartus y Banias y cuentan con aproximadamente 10.000 hombres activos, además de submarinos armados, buques anfibios y distintos buques de guerra. 

El pasado sábado se abrió un nuevo capítulo en la solución de la crisis en Siria. Moscú y Washington pactaron un acuerdo sobre el desarme químico que descarta la posibilidad de una intervención militar contra ese país árabe. El proceso diplomático arrancaba con medidas concretas por parte de Damasco, pese a que hubo algunos intentos de socavar la iniciativa.



Irán: Los rebeldes en Siria todavía disponen de armas químicas


"Tenemos pruebas de que han sido los rebeldes quienes han usadoarmas químicas en Siria. Es responsabilidad de las agrupaciones extremistas y terroristas", ha declarado el ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif.

En la entrevista para la cadena libanesa Al Mayadeen, Zarif puntualizó que los extremistas todavía siguen teniendo acceso a las armas químicas. Insistió en que los gases mortales en manos de los terroristas son una amenaza muy grave no solo para Siria, sino también para todo el mundo. 

Comentó, además, que Irán condena el uso de armas de destrucción masiva, independientemente de qué parte las use y quiénes sean las víctimas.

Cabe recordar que Irán ha expresado su apoyo al plan de entrega de los arsenales químicos de Bashar al Assad al control internacional estipulado por Rusia y EE.UU. Además, se comprometió ante la ONU a contribuir en el aumento de la ayuda humanitaria en Oriente Medio, incluyendo a Siria.

Fuente: RT

EEUU ha perdido su pretexto para atacar a Siria


El viceministro iraní de Exteriores para Asuntos Árabes y Africanos, Husein Amirabdolahian, expresó el sábado que “dado el reciente acuerdo logrado entre Washington y Moscú sobre la destrucción de las armas químicas sirias, EE.UU. ya no tiene pretexto para atacar a Siria”.

“Teniendo en cuenta las nuevas circunstancias en Siria, EE.UU. y algunos otros países ya no tienen pretexto para llevar a cabo una acción militar contra Siria”, manifestó.

“De momento, la pelota está en el campo de la otra parte y ellos (los occidentales) necesitan llegar a un acuerdo basado en la confianza con los sirios”, agregó el funcionario iraní para luego exigir medidas que detengan a los mercenarios y los terroristas extranjeros en Siria.

De igual manera, el viceministro iraní calificó el reciente acuerdo de “un éxito” para el frente de resistencia antisraelí.

El sábado, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, llegaron a un acuerdo sobre Siria, según el cual, la eliminación completa de todo el material de armas químicas y equipamiento del país árabe debe completarse en la primera mitad de 2014.

El 9 de septiembre, el canciller sirio, Walid al-Muallem, expresó la disposición del Gobierno de Siria para aceptar la propuesta presentada por Rusia y poner su arsenal de armas químicas bajo supervisión internacional.

El plan de Rusia tiene como objetivo evitar un ataque militar de EE.UU. en represalia por un supuesto ataque químico ocurrido el pasado agosto en los suburbios de Damasco, a pesar de que todas las pruebas presentadas indicaban la no participación del Gobierno sirio, la Casa Blanca inició una carrera de amenazas bélicas.

El embajador de Siria ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Bashar al-Yafari, informó el jueves que su país había firmado la convención internacional que prohíbe el uso de las armas químicas. El mismo día, las Naciones Unidas también confirmó haber recibido documentos de Siria para adherirse a la Convención sobre Armas Químicas.

A pesar de todas las negociaciones, la sombra de la guerra no ha abandonado la región, ya que EE.UU. -como el mayor apoyador del régimen de Tel Aviv- está al acecho para desestabilizar cualquier país que considere un eje de resistencia contra el sionismo mundial.


El secreto de los gases israelíes
por Thierry Meyssan


Históricamente, las investigaciones israelíes sobre las armas químicas y biológicas fueron el factor determinante en la decisión de Siria de rechazar la Convención internacional que prohíbe las armas químicas. Y es por eso que la firma de ese documento por parte de Damasco podría acabar sacando a la luz la existencia y la posible continuación de investigaciones sobre armas destinadas a matar únicamente a la población árabe.

El doctor Wounter Basson durante su segundo juicio, en 2011. El Dr. Basson dirigió el programa secreto de investigación para la producción de armas químicas y bacteriológicas que Israel y Sudáfrica desarrollaron conjuntamente en tiempos del otro apartheid, de 1985 a 1994.

Los medios occidentales parecen extremadamente sorprendidos por el inesperado cambio de actitud de Estados Unidos ante Siria. Los mismos medios que hace dos semanas anunciaban en coro una campaña de bombardeos y la inevitable caída del «régimen», se han quedado mudos ante el retroceso de Barack Obama. Retroceso que era sin embargo muy probable, como yo mismo adelanté desde esta columna, en la medida en que la implicación de Washington en Siria carece de objetivo estratégico importante. Su política actual responde sobre todo al deseo de mantener su estatus de única hiperpotencia.

Cuando propuso la adhesión de Siria a la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas, retomando así al vuelo lo que había empezado siendo no más que una respuesta rápida a una pregunta de último momento, Moscú complació la exigencia retórica de Washington ahorrándole a la vez la complicación de tener que embarcarse en una guerra en este duro momento de crisis económica. De esa manera, Estados Unidos conserva en teoría su estatus, aunque todo el mundo se da cuenta de que ahora es Rusia quien lleva la voz cantante.

Las armas químicas tienen dos usos posibles: se les da un uso militar o se usan para exterminar a la población. Fueron utilizadas en las guerras de trincheras, desde la Primera Guerra Mundial hasta la agresión iraquí contra Irán, pero de nada sirven en las guerras modernas, con frentes en perpetuo movimiento. Fue por lo tanto con alivio que 189 Estados firmaron, en 1993, la Convención que prohibía ese tipo de armas, ya que ese documento les daba la posibilidad de deshacerse de las cantidades ya almacenadas de un armamento muy peligroso y a la vez inútil, cuyo cuidado se había hecho oneroso.

Su segundo uso es el exterminio de la población civil como paso anterior a la colonización del territorio donde vive esa población. En 1935-1936, la Italia fascista conquistó gran parte de Eritrea mediante la eliminación de su población con gas pimienta. Fue con ese mismo objetivo colonial que Israel financió –de 1985 a 1994– las investigaciones del doctor Wouter Basson en el laboratorio de Roodeplaat, en Sudáfrica. El régimen sudafricano del apartheid, aliado de Tel Aviv, trabajaba allí en la creación de sustancias químicas y fundamentalmente biológicas, que debían matar a la gente únicamente en función de sus «características raciales» (sic), ya fuesen palestinos, árabes en general o personas de piel negra. La Comisión Verdad y Reconciliación creada posteriormente en Sudáfrica nunca logró determinar los resultados que llegó a obtener aquel programa, ni adónde fueron a parar. Pero sí demostró la implicación de Estados Unidos y Suiza en aquel proyecto secreto de gran envergadura. Y también se demostró que varios miles de personas murieron al ser utilizadas como conejillos de Indias en las investigaciones del Dr. Basson.

Lo anterior explica por qué ni Siria ni Egipto firmaron la Convención en 1993. Y también explica por qué la posibilidad que Moscú acaba de ofrecer a Damasco de incorporarse a ella constituye una magnífica oportunidad, que no sólo pone fin a la crisis con Estados Unidos y Francia sino que además permite deshacerse de un arsenal inútil y cada vez más difícil de defender. Para precisar las cosas, el presidente Assad especificó que si Siria acepta esa opción no es cediendo a la presión de Estados Unidos sino a pedido de Rusia, lo cual es una manera elegante de subrayar la responsabilidad que Moscú asume en cuanto a la futura protección del país árabe ante un eventual ataque químico israelí.

En efecto, la colonia judía de Palestina sigue –por su parte– sin ratificar la Convención que prohíbe las armas químicas, situación que puede convertirse rápidamente en un problema político para Tel Aviv. Es por eso que el secretario de Estado John Kerry viaja este domingo a Israel, donde discutirá el tema con Benjamin Netanyahu. Si el primer ministro del último Estado colonial es hábil, debería aprovechar de inmediato esta ocasión para anunciar que su país está dispuesto a reconsiderar el asunto. A no ser, claro está, que el Dr. Basson haya logrado producir algún tipo de gas étnicamente selectivo y que los halcones israelíes sigan acariciando la posibilidad de utilizarlo.


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