PARO DESORBITADO, RENTA DESIGUAL, GRAN DEUDA...
Artur Mas, durante su reciente viaje a Israel (Efe)
"Cataluña nacería como Estado independiente en unas circunstancias dramáticas". Lo afirman sin rodeos tres economistas catalanes (Modest Guinjoan, Xavier Cuadras y Miquel Puig) muy cercanos a CiU y poco sospechosos de querer torpedear el sueño soberanista de Artur Mas. Su recomendación es que, para sortear los numerosos obstáculos que debería afrontar una Cataluña separada de España, Mas debe tomar como "modelos de éxito" a ocho países del centro y norte de Europa "de dimensión similar a Cataluña y que se encuentran entre los más prósperos del mundo": Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Holanda, Suecia y Suiza.
El paisaje económico de la Cataluña del día siguiente a la proclamación de independencia es más que sombrío. Los gobernantes del nuevo Estado se encontrarían con "una tasa de paro extraordinariamente elevada, una economía muy castigada por la crisis, un modelo productivo caracterizado por la excesiva dependencia del turismo barato y la progresiva desindustrialización, una distribución de la renta muy desigual y un elevadísimo endeudamiento público". ¿Sería viable una Cataluña que naciera con tan pesado lastre? Pese a todo, Guinjoan, Cuadras y Puig creen que sí.
Los tres acaban de publicar Com Àustria o Dinamarca. La Catalunya possible, cuyo título parafrasea el discurso que Mas pronunció el pasado 30 de mayo ante los empresarios del Círculo de Economía reunidos en Sitges:"Cataluña puede ser como Austria o como Dinamarca", afirmó entonces el presidente de la Generalitat. Los autores sostienen que Mas pretende mirarse en el espejo de esos países porque "encabezan de forma regular los índices globales de competitividad económica y desarrollo humano, y son, en definitiva, sociedades muy competitivas y cohesionadas".
Dos de los tres economistas que han elaborado el estudio ocuparon altos cargos en la Generalitat. Guinjoan fue director del Centro de Innovación y Desarrollo (CIDEM) del Ejecutivo autonómico y es socio de la consultora Barcelona Economía; Puig fue director general de Industria y director de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, y Cuadras es director de la Escuela Superior de Comercio Internacional de la Universidad Pompeu Fabra. Todos son doctores en Economía.
Paro y desigualdad
Los autores de La Catalunya possible advierten de que, más allá de las similitudes de superficie y población, Cataluña presenta dos claras desventajas con el grupo de países de referencia. Por un lado, un índice de desempleo "espantosamente elevado" que roza el 25%, frente al 3,1% de Noruega, el 4,2% de Suiza o el 4,3% Austria. Y por otro, la brecha entre ricos y pobres: Cataluña tiene 5,3 puntos en la escala de quintiles S80/S20, que mide la desigualdad en la distribución de los ingresos tomando como referencia los del 20% de la población más rica y los del 20% de los hogares con menor renta. Noruega tiene un índice de 3,3 y Finlandia de 3,7.
La riqueza de Cataluña en términos de PIB por habitante es inferior a la de todos esos países, y lo mismo ocurre con la productividad, lo que, a juicio de los autores, demuestra que los recursos no se han "invertido adecuadamente". El Gobierno español "debería haber invertido más y hacerlo en ferrocarriles de mercancías en vez de en trenes de alta velocidad para pasajeros. Y el sector privado, más en automatización de procesos industriales y en la innovación de productos para la exportación, y menos en segundas residencias y en hoteles y discotecas para dar cabida a más turistas".
Guinjoan, Puig y Cuadras sostienen que "la independencia no resolvería por sí sola" el desempleo, la desigualdad, el endeudamiento o la desindustrialización que asuelan Cataluña, pero "liberaría al país del yugo del déficit fiscal y le permitiría aplicar sus propias recetas de política económica". Calculan que el esfuerzo financiero que un nuevo Estado independiente debería hacer para recortar distancias con sus modelos del centro y norte de Europa sería de 12.000 millones de euros anuales, equivalentes al 6% del PIB. "Esa es la cantidad de la que dispondría Cataluña manteniendo la presión fiscal después de haber hecho frente al coste de la deuda heredada" de España.
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