Los cuasicristales, un extraño materiaal cuyos átomos se ordenan de forma asimétrica y cuyo descubrimiento mereció el Nobel de Química en 2011, son extraterrestres.
Así lo asegura un equipo de científicos italianos y estadounidenses que ha estudiado al detalle uno de los pocos cuasicristales naturales que se han hallado hasta la fecha.
En 1982, el israelí Daniel Shechtman estaba haciendo aleaciones de aluminio rápidamente enfriadas cuando descubrió una estructura imposible.
Era una mezcla de aluminio, cobre y hierro cuyos átomos estaban dispuestos en una estructura ordenada, pero que no se repetía una y otra vez, al contrario que en el resto de cristales.
El anuncio de aquel cuasicristal granjeó a Shechtman décadas de críticas y burlas por parte de sus colegas, incrédulos del hallazgo. En 2009, otro equipo reforzó a Shechtman al presentar los primeros cuasicristales naturales, sacados de unas rocas recogidas en 1979 en las montañas siberianas Koryak, en el extremo noreste de Rusia.
Una de las muestras, el especimen tipo, se guarda en el Instituto Minero de San Petersburgo. Otra, procedente de la misma roca, está en el Museo de Historia Natural de Florencia y ha sido ahora analizada por el equipo de Nan Yao, de la Universidad de Princeton.
Los átomos de oxígeno en la muestra son de variantes nunca vistas en la Tierra, pero sí en condritas carbonáceas, un tipo de meteorito. Los expertos señalan que esos cuasicristales, idénticos en composición a los que formó Shechtman, se formaron en los albores del sistema solar, hace 4.500 millones de años y llegaron a la Tierra en un meteorito.
Para Jesús Martínez-Frías, experto español en meteoritos e invstigador del Centro de Astrobiología, ” si se demostrara que se trata de un cuasicristal de origen extraterrestre, sería un hallazgo realmente interesante y novedoso”. Sin embargo,el investogador cree que “quedan algunos aspectos por clarificar, como el origen último de la roca procedente de las montañas Koryak en Rusia”.
“Los autores infieren un origen meteorítico principalmente a través de sus relaciones isotópicas de oxígeno. No obstante, este espécimen no corresponde a ningún meteorito que forme parte de la colección internacional existente en la Meteoritical Society y por lo tanto habría que clasificarlo y catalogarlo”, advierte Martínez-Frías.
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