Betty y Barney Hill retornaban a su hogar en Portsmouth (Estados Unidos), luego de haber pasado unas semanas de vacaciones en el estado de Nueva York y en Canadá. Corría el año 1961, ya era de noche y estaban a mitad de viaje cuando ella comenzó a ver una luz que aparecía y desaparecía en el horizonte, donde las montañas se reflejaban contra el cielo. ¿Sería un globo climatológico? ¿Un cometa? Tal vez. El punto luminoso parecía estar cada vez más cerca y pronto cobró la forma de un objeto circular. Barney detuvo la marcha del automóvil y descendió con sus binoculares para observar mejor el fenómeno. Lo que sus ojos devolvieron como imagen era la de una nave espacial -esa fue la mejor forma en que pudo describirla- y la de seres cuyas siluetas se dibujaban en lo que era un tipo de ventana. Cuando notó que la nave estaba a muy pocos metros de distancia, casi arriba suyo, volvió a conducir y escapó lo más rápido que pudo hasta que los perdió de vista.
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El “caso Hill ” podría haber sido un testimonio más de los cientos de miles que han habido a lo largo de la historia sobre el avistamiento de objetos voladores no identificados (OVNIs ). Sin embargo, trascendió por lo que ocurrió después. Betty comenzó a tener pesadillas que describían su presencia dentro del ‘plato volador’, donde había sido examinada por seres humanoides. Su esposo no compartía estos recuerdos, pero para colaborar con su mujer aceptó ver a especialistas. Médicos y psiquiatras coincidieron en que podían haber sido un invento de su mente para explicar un episodio que la razón no pudo comprender. Una consecuencia del estrés postraumático. La curiosidad los llevó hasta un hipnologo que, sin embargo, corroboró la historia, una que se repetía en las entrevistas por separado a la pareja; una que Barney habría querido reprimir conscientemente por lo aterrador que le resultó.
Según sus relatos, ambos habían sido víctimas de una abducción ; en ufología , de un encuentro cercano del cuarto tipo, o sea, del secuestro de seres humanos por parte de seres de otro planeta.
Los relatos sobre abducciones comenzaron a mediados del siglo pasado y persisten hasta la actualidad. La mayoría de ellos coinciden en haber sucedido en zonas aisladas, de noche y con un “tiempo perdido” en la experiencia -un lapso temporal en el que no se recuerda con claridad lo vivido-.
Amén de las sospechas sobre la veracidad del testimonio, ese “tiempo perdido” se repite en el relato del matrimonio Hill: tardaron el doble del tiempo usual en completar el recorrido a su casa.
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Antonio Vilas-Boas vivía en Río de Janeiro, Brasil, en el año 1957. Tenía 23 años y trabajaba en el campo por la noche porque hacía menos calor. Durante las últimas jornadas laborales había observado en el cielo una luz con trayectoria irregular que desaparecía a los pocos minutos. Hasta que en una ocasión se hizo más intensa. Irradiaba un color rojo y llegó a posicionarse lejos encima de su cabeza. Cada vez estaba más cerca hasta que se situó a unos quince metros de distancia. Partía de un objeto metálico circular del que salían como tres patas.
Atónito, intentó escapar con su tractor, pero el motor y las luces se apagaron a los pocos metros. Cuando comenzó a correr, cuatro seres con trajes y cascos grises, de aproximadamente un metro y medio de estatura, lo redujeron y arrastraron hasta su vehículo. Dentro lo desnudaron y lo cubrieron con un líquido viscoso transparente. Le hicieron señales de que mantuviera la calma mientras sacaban una muestra de sangre desde su barbilla y luego lo trasladaron a otra habitación, donde un gas casi lo asfixia. Pasaron varios minutos hasta que apareció una bella humanoide desnuda. Tenía una estatura mediana y el cuerpo de una mujer con perfectas proporciones. Poseía un rostro angular, cabello platinado y grandes ojos azules. Él se sintió inexplicablemente atraído y mantuvieron una relación sexual, tras lo que ella se frotó el vientre y señaló el cielo. Antonio fue llevado a recorrer la ‘nave’ y dejado nuevamente en el campo.
Vilas-Boas denunció lo ocurrido con lujo de detalles y fue examinado por un médico a raíz de unas extrañas manchas en su piel. Tuvo que lidiar con el descrédito de las autoridades, pero hasta el último de sus días insistió en la veracidad de su historia. De adulto se convirtió en abogado, se casó y tuvo cuatro hijos.
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La segunda historia incorpora ribetes aún más fantásticos. Y si bien buena parte de los relatos pueden sonar reales, los científicos sostienen que son episodios psicóticos, o de parálisis del sueño, o sueños lúcidos. Quien los experimenta los vive como algo real y por eso los recuerda de tal modo o reaparecen mediante el proceso de hipnosis. La explicación podría subyacer en la sugestión o autosugestión que sufren los sujetos producto del folclore fantástico que se trasmite a través del cine y la literatura. Tal vez por ello todas las abducciones se parecen:
* Captura.
* Examen.
* Excursión: en este u otros mundos.
* Teofanía: se revela alguna deidad.
* Regreso.
* Consecuencias: marcas en el cuerpo, pesadillas o fobias inexplicables.
Esta secuencia fue descripta y estudiada mediante cientos de entrevistas por el doctor en psicología y antropólogo Thomas E. Bullard , quien hacia el final de su carrera se inclinó por descreer.
Si de rigor científico se trata, como dijo el astrónomo Carl Sagan : “Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria”. Y como ninguno de estos dos relatos cuenta con pruebas irrefutables han servido por sobre todo para alimentar la mitología moderna. Por las dudas, en Estados Unidos y el Reino Unido ya hay compañías de seguro que permiten a sus clientes tener pólizas en caso de secuestro o embarazo extraterrestre. No vaya a ser cosa…
http://id.tudiscovery.com/abducciones-origen-y-causas-de-los-secuestros-extraterrestres/
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