Cuentan los Yucatecos, que en la espesura de la selva de la península del Yucatán, existen unos pequeños hombrecillos que son invisibles para los humanos. Sólo algunas personas con poderes ocultos pueden verlos y hablar con ellos. Quizás lo que me dispongo a narrarsea una de esas historias que nos hacen recordar los cuentos de hadas y nos plantean la posibilidad de creer en los duendes.
Uxmal, es una ciudad de origen maya y de cultura Puuc situada en las tierras bajas del sur de México y distando unos 80 km. de la ciudad de Mérida, capital del Yucatán. El nombre de Uxmal, significa en lengua maya “ciudad tres veces construida “ cosa que como veremos tiene un reflejo simbólico con la historia en la que nos introducimos. Fue considerada en su pleno auge, como una de las ciudades más grandes e importantes del mundo maya contando con unos 25.000 habitantes hacia el año 600 D.C. Pero fue completamente abandonada hacia el año 900 D.C. quizás debido al renacer de la próxima Chichén-Izá o incluso como cuentan los ancianos de los poblados cercanos, fueron los guerreros del mayapán que a golpe de hacha y con la fuerza de las lanzas hicieran sucumbir a esta inmensa y próspera ciudad.
Nos adentramos en la selva
Siempre me han gustado las historias y más aun las leyendas, pues pienso que entre sus textos y palabras siempre encierran un hecho verdadero que normalmente oculta la existencia de un tesoro o la posibilidad de conseguir poderes místicos o mágicos.
La mañana era bella y húmeda, calurosa e indefinida ya que el sol no terminaba de despuntar a causa de algunas nubes y mientras, nos adentrábamos en la espesa selva del Yucatán para alcanzar la ciudad de Uxmal. Siguiendo una estrecha carretera que parecía no tener fin, paramos en un poblado maya para recoger a un anciano que nos iba a servir de guía, el cual como saludo, emitió un vocablo extraño y desconocido que supuse que era lengua maya. Un mal presentimiento me hizo pensar que no me iba a enterar de nada, pero al poco rato este personaje se me acercó y me preguntó con voz muy clara y susurrante mientras estrechaba mi mano; “Hola, ¿ cómo estás ?”. A lo cual le respondí, con una sonrisa de descanso, e hicimos las pertinentes presentaciones.
Sólo la vieja hechicera, podía hablar con los seres invisibles de los cerros Uitzes
Tras largas e interesantes conversaciones, tales como que los originarios del Yucatán se llamaban “Los hijos del Maiz” y no “Mayas”, que fue lo que los primeros españoles escucharon de sus bocas y significa “No Entiendes”, el viejo se centró en algo que me hizo prestar la mayor de las atenciones.
Contó que en aquellos tiempos los cerros Uitzes estaban llenos de casas de labradores que recogían sus cosechas para alimentar a sus familias. Nadie sabía acerca del arte de la guerra desde que el señor Kukulkan fundó Mayapan, la ciudadela de los hombres fuertes y el estandarte de los Mayas. Entonces, Uxmal existía pero no como hoy la conocemos, sólo había un templo y una casa blanca que era la casa del rey. Estaba situado junto a un camino que conducía al cercano Nohpat, que era donde vivía la gente. Y junto a este pueblo, estaban los cerros Uitzes que era el lugar habitado por los corcovados, diminutos e invisibles seres. A pesar de que la casa blanca del rey estaba algo separada del pueblo, éste mandaba sobre muchos señoríos ya que tenía numerosos guerreros y muchas propiedades.
Pues bien, dicen que en Nohpat vivía una vieja hechicera en una cabaña de tierra roja junto a los cerros y según se creía podía hablar con estos pequeños seres. También se contaba que esta vieja conocía el secreto y uso de hierbas mágicas que podían curar y matar. Había sido vista en numerosas ocasiones a la luz de la Luna recogiendo frutos y semillas que probablemente utilizaba en la confección de sus pócimas.
Cierto día, esta hechicera por medio de un sortilegio conoció que iba a morir pronto y acudió por la noche a las cuevas de los cerros donde solicitó a los corcovados que le dieran un hijo, ya que quería tener descendencia y era demasiado vieja para engendrar uno de forma natural. Así pues, los diminutos seres le dieron un enorme huevo que parecía de tortuga diciéndole que ella tendría que incubarlo como si fuera suyo, ya que de ahí nacería su hijo.
De un huevo nació un niño con la inteligencia de un sabio
La vieja enterró el huevo en la roja tierra, junto al fogón de su cocina que le proporcionó el calor suficiente para que se incubara. Una noche, cuando las estrellas brillaban más fuerte y las alimañas del bosque se habían congregado cerca de la cabaña de la hechicera iluminada por la luz de la Luna, el huevo comenzó a moverse y al poco nació un niño con rostro de hombre y de siete palmos de altura, que jamás rebasó. Nació sabiendo el habla y dotado de una suprema inteligencia. Contaba maravillas encantando a las gentes del pueblo que se sintieron muy intrigadas por la presencia de ese raro hombrecillo. A esto, la vieja dijo que era su nieto para no levantar sospechas y que fuera acusada o temida.
Según se sabe “el enano” solía revolver todas las pertenencias de la vieja cuando ella no estaba en casa, para buscar lo que escondía. Como era muy listo, este pequeño ser se percató de que la hechicera siempre estaba cercana al fogón, aunque no estuviera cocinando nada.
En la pequeña plaza del pueblo, había un pozo público donde las gentes extraían el agua para beber y cocinar. Todos los días la vieja hechicera se acercaba a llenar un cántaro de barro, con agua de este pozo. Es ahí donde la anciana un día mientras subía el recipiente, escuchó una voz resonante que le advertía de un hecho magnífico que iba a tener lugar en la ciudad de Uxmal. Sorprendida por la claridad de su mensaje, caminó dubitativa y ligera por la senda que conducía hasta su choza. La anciana presentía algo, pero nada ocurrió. Por la noche se acostó cercana al fogón como de costumbre y el enano se percató de que antes de dormir pasaba su mano por las cenizas del mismo.
Durante la noche el enano ideó una fórmula para que la abuela en su salida para llenar el cántaro, tardara más tiempo y pudiese rebuscar lo que presentía oculto. Humedeciendo un pequeño bastoncillo de madera, hizo un agujero en el fondo del cántaro tan escondido que no pudiese verse.
Por fin el enano encontró lo que buscaba, pieza indispensable para que la antigua profecía se cumpliera.
A la mañana siguiente el enano permaneció fingiendo estar dormido y esperando a que la vieja como de costumbre se fuera a por agua al pozo del pueblo. Cuando ésta salió de casa, el enano brincó como centella del lecho y comenzó a rebuscar por todos los rincones. La anciana se entretuvo más de la cuenta llenando el cántaro, ya que a causa del agujero nunca podía hacerlo del todo y lo intentaba una vez tras otra. El enano desesperado, fijó su atención en el fogón y lentamente se acercó e introdujo la mano entre las cenizas. Su cara se llenó de asombro cuando extrajo un pequeño címbalo de oro.
Con una mano en el címbalo y el bastoncillo de madera con el que había hecho el agujero al cántaro de su abuela en la otra, miró al cielo y subiendo las manos lentamente los golpeó. A esto, un enorme estruendo resonó en todas las tierras del Mayab. Todas las gentes se estremecieron e incluso las aguas de los ríos variaron sus cauces. Las aves de la selva levantaron el vuelo repentinamente y las entrañas de la tierra parecieron brotar por doquier. Tras este terrible trueno, las gentes comenzaron a salir de sus casas asustadas e inseguras para reunirse en la plaza del pueblo. El rey de Uxmal, atemorizado envío a sus hombres para congregar a todo el mundo en audiencia pública, ya que según una antigua profecía, algo muy importante iba a ocurrir.
Cuenta la cultura maya, de una profecía trasmitida de padres a hijos y que dice que algún día aparecería en el lugar donde hoy se ubica la ciudad de Uxmal, una prospera ciudad, diez veces más grande. De igual manera, nos dice que el rey del antiguo Uxmal, que habita en su casa blanca, será destronado y muerto. En su lugar aparecerá un gran rey que poseerá las fuerzas de la montaña, la magia de las estrellas y la sabiduría de la naturaleza y éste dominaría en todo el territorio. Este rey vendrá de un lugar que nunca nadie se espera, desde las mismas entrañas de la tierra. Será para el que fue labrado un címbalo mágico de oro que permaneció oculto desde las antiguas generaciones. Este rey, sabrá hallar su paradero bajo tierras y fuego y hacerlo resonar para que la humanidad reconozca su aparición. De esta forma se escuchará un terrible trueno que no vendrá de las nubes ni del suelo, vendrá de la magia de la profecía. Nadie, nadie, podrá impedir su coronación como futuro rey de Uxmal y pobre de aquel que ose impedirlo.
Cuando se cumpla la profecía, todas las gentes deberán adorarle y rendirle culto, pues él será el elegido por los dioses para gobernar el Mayab.
El viejo rey aterrado, ordenó su caza y captura para su ejecución
El rey preocupado y furioso al escuchar tan terrible estruendo, augurio de la profecía que vaticinaba su propia derrocación y muerte, mandó a todos sus hombres a buscar al personaje que había hecho producido dicho sonido.
Las gentes, guiadas por el instinto de la antigua profecía, se preguntaban unos a otros de la procedencia del sonido. Muchos recorrían los caminos en busca del artífice, otros permanecían en el pueblo por si éste se presentaba a voluntad propia. Y en poco tiempo, llegaron los guerreros del rey a la plaza de Nohpat, en busca de lo mismo que todos. Un anciano dijo haber escuchado la procedencia del sonido por el camino que conducía a los cerros Uitzes. Sólo una cabaña se encontraba por aquel lugar, la de la vieja hechicera.
Llevaron a la vieja y al enano a la plaza del pueblo, donde se les preguntó públicamente si habían sido ellos. La hechicera respondió: “ ¡ No, no hemos sido nosotros !”. A lo que el enano, afirmó haber sido él, el que resonó aquel címbalo de oro y levantando su mano derecha, alzó el susodicho instrumento. Las gentes se postraron ante él ya que conocían la profecía y sabían que podría ser el rey de Uxmal.
Fue conducido ante la presencia del rey en la enorme plaza de Uxmal, que le esperaba sentado bajo la sombra de una ceiba milenaria. Todas las gentes del contorno se congregaron para ver que ocurría con el enano.
El rey preguntó en voz alta: “Tu, enano, ¿ eres el que ha hecho sonar el címbalo de oro ?”. A lo que el pequeño hombre respondió afirmativamente. El rey había consultado previamente al consejo de ancianos de palacio para resolver la situación, y estos le dijeron que debería poner una serie de pruebas al nombrado por el destino, antes de ceder su trono y sino cumplía alguna de ellas, debería ser ejecutado el vulgar timador.
Según los dioses las pruebas debían ser tan difíciles, que nadie pudiera usurpar el trono.
El rey miró al enano de arriba hacia abajo y le dijo que si era el que la profecía anunciaba como su sucesor, debería demostrar su inteligencia diciéndole cuantos frutos tenía la ceiba bajo la cual estaban, sentados.
El enano, miró a la milenaria ceiba y vio que estaba completamente repleta de pequeños frutos. Tras unos momentos de indecisión, se dirigió al rey y le dijo: “ En esta ceiba, hay un total de veinte veces diez mil y cuatro veces treinta y tres veces siete “. El rey, sonriendo le preguntó que como lo sabía, que era imposible. A lo que el enano le respondió: “ Si no me crees, ¡ Sube tu mismo y cuéntalos ! “.
El rey comenzó a estremecerse y cambió su dorado color a gris pálido. Todas las gentes aplaudieron porque el enano había resuelto la primera de las pruebas. Pasados unos minutos de júbilo entre el pueblo, el rey decidió plantear una segunda prueba al enano, anunciándole de que a la mañana siguiente se levantaría un tablado en el centro de la plaza y el justiciero rompería sobre su cabeza una cesta llena de frutos de la palma, con un enorme martillo de piedra.
Imagínense ustedes, la dureza de los frutos de las palmeras del Yucatán, ya que no se trata de dátiles, sino de cocos. Para romper un coco verde hace falta algo más que un simple golpe, se lo puedo asegurar.
Bien, el enano asintió con la cabeza pero propuso como condición, que si él pasaba todas las pruebas, el rey se sometería a ésta misma. Como esperaba que el enano no resistiera las pruebas restantes, el rey afirmó en público que se sometería a ellas. Y tras esto, le dijo que se fuera a su cabaña a descansar a lo que el enano replicó, que el blanco camino que conducía desde Uxmal a Nohpat, no era digno de un rey, así pues lo arreglaría. Y cantando una tonadilla, se alejó por el blanco camino.
A la mañana siguiente, el camino que conducía desde Nohpat hasta Uxmal, estaba completamente relleno de brillantes piedras que anunciaban junto con el amanecer el paso de un rey. Las gentes asombradas, acompañaban al enano que iba cogido de la mano de su anciana madre en dirección Uxmal. Durante la noche y presintiendo lo peor, la vieja hechicera había confeccionado una pequeña plaquita encantada de cobre y la ocultó entre los cabellos del enano.
Al poco, se presentó ante el rey que no había podido pegar ojo en toda la noche, diciéndole: “ Estoy preparado para mi segunda prueba “. Acto seguido, el rey lo colocó en el centro de la plaza y el justiciero, comenzó a romper cocos en su cráneo. Ante el asombro de todas las gentes incluso del propio rey, el enano sonreía cada vez más.
Una comitiva de extraños personajes acompañaba al enano bajando las escaleras de su descomunal palacio.
Tras superar esta dura prueba, el rey sabía que aquel pequeño ser iba a proclamarse rey de Uxmal sin lugar a dudas. Pero, todavía tenía que asegurarse bien de ello y dijo a las gentes que todavía quedaba una ineludible prueba, que sería anunciada en la mañana del siguiente día.
El rey quería ganar tiempo y ver como se comportaba el enano para poder plantearle la más difícil de las pruebas, así que le propuso públicamente que esa noche permaneciera en Uxmal y residiera en su casa blanca. El enano, mirándole con desconfianza y dirigiéndose al público replicó que permanecería en Uxmal, pero no en su casa blanca, ya que no era digna de un rey como él, por ello construiría un palacio propio en esa misma noche.
En efecto, cuando los primeros rayos despuntaban por los cerros, un enorme palacio se erguía frente a la casa del rey. Cuando todas las gentes llegaron al pueblo y vieron tan descomunal y maravillosa construcción, esperaron la aparición del misterioso hombrecillo que tras superar las pruebas que los dioses habían escogido para él, iba a ser proclamado rey de Uxmal. Cuando el rey salió de su casa y contempló el magnífico palacio, pareció desplomarse ya que intuía su derrota.
De repente, el alboroto cesó y por la impresionante puerta de aquel palacio aparecía el enano acompañado de diminutos y desconocidos hombrecillos que le seguían como vasallos por todas partes. Dicen los que lo saben, que aquellos eran los corcovados de los cerros Uitzes.
Cuando hubo bajado por las extrañas escaleras de su labrada y magnífica construcción, se presentó ante el rey preguntándole sarcásticamente cual iba a ser su siguiente prueba. El pobre, viejo y atemorizado rey, titubeante le dijo: “ Según los dioses, ambos tendremos que hacer una figura representándonos a cada uno y después la arrojaremos al fuego. Así los dioses podrán deliberar quién de los dos será digno de ostentar el trono de Uxmal, y vencerá aquel cuya figura no se destruya por más fuego al que se somenta”.
El enano asintió nuevamente con la cabeza, marcando una irónica sonrisa. Todas las gentes, expectantes y asombradas por la presencia de esos diminutos y extraños seres que se movían como los hombres normales siendo muy distintos, esperaban impacientes la prueba. El rey comenzó elaborando una figura de la madera más fuerte que sus hombres encontraron. Una vez terminada la arrojaron al fuego que la consumió en pocos instantes. El rey desolado pidió una segunda oportunidad al enano, que tras una sonrisa afirmó. Entonces el rey mandó a sus hombres a las canteras más duras de la ciudad y mandó hacer una estatua de la piedra más fuerte.
La profecía decía que sólo podía quedar uno, el vencedor sería el rey de Uxmal y el otro moriría
Acto seguido arrojó su figura al fuego, que aunque tardó un tiempo convirtió la piedra en cal y cenizas. El rostro del desolado rey hizo que el enano tuviera compasión y le otorgó una tercera oportunidad. El rey ordenó traer el metal más duro del reino y hacer una estatua suya. Al cabo de algún tiempo una maravillosa figura de metal relucía con los rayos del sol.
Con más esperanza que orgullo, el rey introdujo la imagen en el fuego, que resistió mucho tiempo sin arder, pero cuando pasó un tiempo comenzó a deshacerse hasta quedar convertida en un charco de metal fundido.
El rey dijo al enano: “Muy bien me has vencido, a no ser que tu figura también sea devorada por las llamas, por que, ¿ cómo va a ser posible que tengas un material resistente al fuego ?”. El enano sonriendo se agachó y recogió un montón de tierra sobre la que derramó agua y con el barro, modeló una figura parecida a él. Cuando estuvo terminada la introdujo en el fuego y ante el asombro de todos y el desencajado rostro del rey, cuanto más tiempo pasaba entre las llamas, más dura y fina se convertía la imagen de barro.
Entre júbilos y alborotos las gentes gritaban proclamando al nuevo rey de Uxmal, el rey enano. Este dijo que no se coronaría rey hasta que construyera una casa digna para su madre, la vieja hechicera. Y muchas tierras para sus guerreros y para su corte y una plaza pública y un juego de pelota… Pero antes de todo , el rey tendrá que ser sometido a la segunda de mis pruebas, por que es lo que se había pactado.
El viejo rey fue colocado sobre el tablado y en el primero de los golpes de martillo, su cráneo se rompió no aguantando semejante golpe.
A la mañana siguiente, todo lo que el enano había dicho, estaba construido y Uxmal relucía como una ciudad nueva, repleta de templos y edificaciones labradas en la roca y mágicamente construidas. De esta forma se proclamó rey de Uxmal entre la alegría de su propio pueblo.
Según contaban las gentes, el palacio del enano adivino, sobresalía entre la espesura de la selva envuelto entre mágicos y misteriosos poderes. El enano permanecía oculto en su palacio, excepto los días que había Luna, que salía por la puerta acompañado por sus sacerdotes y hablaba a sus gentes de lo que deberían hacer para obtener mejores cosechas, caza y riquezas. También les enseñaba el arte e construir y el de fabricar instrumentos y tocarlos, de modelar figuras con el barro. Así como también les enseñaba los secretos de la naturaleza y el arte de curar con las plantas y muchas otras cosas secretas. Por eso los hombres de esta era se llamaron los “ Hijos de la Luna “, a diferencia de como se llamaban los anteriores,
“ Hijos del Sol “.
El rey enano fue amado por todas las gentes hasta su muerte ocurrida tras setenta vidas de un hombre normal. Cuando murió, el pueblo danzó hasta enloquecer, con rituales mágicos y secretos que en otras épocas fueron utilizadas para los mismísimos dioses. Creen que por ello fueron castigados y eso fue la causa por la que los guerreros del Mayapan invadieran estas tierras y fueran abandonadas.
Cuenta la leyenda que la vieja hechicera vive todavía y va caminando por los senderos y caminos que conducen hasta Uxmal. Sentada, en ocasiones se ofrece a guiar a los viajeros que se pierden en la selva y a su paso les vende un pequeño cántaro de agua fresca. A cambio pide que le sea entregado un niño para que su serpiente signo del mal nigromántico, lo devore y se alimente.
Una curiosa Psicofonía nos plantea la realidad de este hecho
Sentado en lo alto del palacio del adivino y pensando en la leyenda que me había contado aquel curioso guía, contemplaba la inmensidad de la selva mientras en el interior del templo mi magnetofón intentaba registrar alguna psicofonía. Tras una breve presentación y transcurridos dos o tres minutos de grabación, detuve la cinta. Cuando rebobiné de nuevo para reproducir lo grabado, tras mi presentación, una clara voz con la misma tonalidad que la de un enano resonó en el altavoz del magnetofón diciendo un corto vocablo en lengua maya. Según los que la conocen, se trata de un antiguo saludo amistoso.
Pedro Amorós
http://cristinacandela.com/index.php/leyendas-y-rompe-mitos/83-el-duende-de-uxmal
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