Como se ha comentado en otros artículos, la superstición y la ignorancia son las principales responsables de crímenes cometidos contra el ser humano a lo largo de la historia.
La Iglesia Católica es quizá la institución que ha impuesto más castigos en contra de personas que practicaban actividades ante las cuales no encontraban explicación y que además estaban en contra de sus intereses.
El mejor ejemplo de lo anterior ha sido la persecución y condena de mujeres y hombres acusados de practicar brujería en los célebres Juicios de Salem iniciados con el ahorcamiento de Bridget Bishop en 1692.
Sin embargo, los crímenes por brujería datan de fechas más antiguas, durante la Edad Media, por ejemplo, el Tribunal del Santo Oficio se dio a la tarea de perseguir, enjuiciar y en muchos casos, llevar a la hoguera a personas sospechosas de estas prácticas.
En esta primera entrega hablaremos de las bulas papales y concilios realizados entre los siglos X al XV que originaron que la herejía fuera perseguida en lo que serían los primeros pasos de la Santa Inquisición por abatir cualquier creencia que no se adecuara a sus intereses:
Siglo X
Alrededor del 906 Regino de Prüm, por órdenes del Arzobispo de Trier, elabora elCanon Episcopi, un documento eclesiástico que servía básicamente como guía disciplinaria para uso de los obispos. A pesar de que este documento estaba plagado de referencias hacia la brujería y testimoniaba casos de mujeres poseídas por el diablo, se negaba la existencia de las brujas y se las consideraba producto de la imaginación.
Siglo XII
1148. En el Concilio de Reims, presidido por el Papa Eugenio III se amenaza con perseguir a todos aquellos que protegieran a los herejes y sus cómplices.
1163. En el Concilio de Tours se sientan las bases de los procedimientos de la Inquisición contra los herejes y sospechosos de ofrecerles protección, a quienes se amenaza con ser excolmulgados, denunciados, perseguidos y castigados.
1184. El Papa Lucio III promulga la bula Ad Abolendam que sentaría las bases de la Inquisición Medieval y, más adelante, sería el embrión de la Santa Inquisición y el Santo Oficio. Esta bula pretendía acabar con la herejía cátara y exigía a los obispos intervenir en la búsqueda de herejes, además de otorgarles poder para juzgarlos y condenarlos.
1199, en Italia. El Papa Inocencio III promulga la bula Vergentis in senium en la que los herejes y sus protectores eran acusados de cometer crímenes de “lesa majestad Divina”, es decir, crímenes contra el Papa, la fe y la institución que representaba.
Siglo XIII
1229, en Francia. Se firma el Tratado de París con el cual Raymond VII, Conde de Toulouse se compromete a buscar y expulsar de sus tierras a los herejes, brujos y sus protectores. En ese mismo año, en el Concilio de Toulouse, se confía en los obispos la instauración de la fe católica, además de la persecución y castigo de los herejes y sus protectores; en aquella época la concepción de hereje aún no hacía referencia a una creencia en específico. Asimismo, en el Concilio se promulgan los derechos inquisitoriales y el tipo de castigo conforme a la falta cometida
1233, en Alemania. Se aprueba la ley presentada por el Arzobispo Sigifrido III que pretendía que las personas acusadas de herejía se convirtieran a la ley de Dios, en lugar de quemarlas en la hoguera.
Siglo XIV
1307, 13 de octubre en Francia. El templario Jacques de Molay es detenido por órdenes del Rey Felipe IV, “El Hermoso”, y acusado de herejía, idolatría y sacrilegio contra la Santa Cruz. Molay admitió bajo tortura los cargos ante una asamblea de clérigos.
1318, febrero. El Papa Juan XXII promulga la primera bula en la historia donde se discutía el tema de la brujería. Recordemos que anteriormente sólo se hablaba de persecución y castigo por herejía y el documento más antiguo que trataba el tema (Canon Episcopi) negaba la existencia de las brujas.
Siglo XV
1484, 5 de diciembre en Alemania. El Papa Inocencio VIII promulga la bula Summis desiderantes Affectibus que perseguía a las brujas. Esta bula también amenazaba con la excomunión a aquellos que no cooperaran con los inquisidores, la bula revoca el Canon Episcopi del 906.
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