Tras vivir marginada durante su juventud, al cumplir 37 años subió al trono de Inglaterra y se casó con Felipe II de España, entonces un joven príncipe.
Pero su breve reinado dejaría un amargo recuerdo
La vida de María Tudor estuvo marcada, desde un principio, por la fatalidad. Sus padres, Enrique VIII y Catalina de Aragón, habían esperado un varón que asegurara la sucesión al trono, pero María fue la única hija que tuvieron.
Once años después del nacimiento de María —que se produjo el 18 de febrero de 1518—, y al no poder garantizar su descendencia, Enrique VIII pidió a Roma la cancelación de su matrimonio con Catilina.
Pero el Papa se negó, por lo que Enrique VIII optó por contraer matrimonio con Ana Bolena, con la que tuvo a la futura Isabel I. La separación de sus padres le ocasionó a María Tudor un gran pesar y frente al dilema de seguir el protestantismo de su padre o inclinarse por la fe católica de su madre, decidió por mantenerse fiel a su madre.
En 1533 tuvo que renunciar al título de princesa y un año después una nueva ley del Parlamento inglés la despojaba de la sucesión en favor de la princesa Isabel. María, por su parte, continuó apoyando a su madre.
Ante la posición religiosa adoptada por Inglaterra, los acontecimientos no se hicieron esperar: la Torre de Londres se llenó de prisioneros que desobedecían el régimen impuesto.
La ejecución de Ana Bolena en 1536 mitigó el ambiente enrarecido, pero la nueva esposa de Enrique VIII, Juana Seymour, logró que María capitulara y jurara las nuevas leyes religiosas, con la consecuente marginación de la joven Isabel. Fruto del matrimonio entre Enrique VIII y Juana Seymour nació Eduardo, que fue designado el heredero de la corte.
Pero Eduardo VI murió en 1553 y María ocupó el trono, con el deseo de ser fiel a la religión de su madre; un gesto de esperanza para los católicos ingleses. María se fijó en el príncipe Felipe —hijo de Carlos V— y tras muchas dificultades finalmente el Parlamento aprobó la boda en abril de 1554.
El matrimonio transcurrió en un clima sosegado entre abril de 1554 y 1555, pero entonces María emprendió una feroz represión contra todos aquellos contrarios a la reinstauración del catolicismo,condenando a la hoguera a 273 personas.
La historiografía protestante posterior no iba mal encaminada cuando decidió apodar a la reina como Bloody Mary, «la sangrienta María».
http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes_reportajes/7682/maria_tudor_reina_sangrienta.html
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