El Papa Francisco expresó su cercanía y apoyo a más de 300 exorcistas de diversas partes del mundo que se reunieron en Roma para analizar la difusión y consecuencias del ocultismo, el satanismo y el esoterismo. «Los exorcismos reales no son tan dramáticos como muestran las películas de Hollywood, pero sí están basadas en eventos que en verdad sucedieron».
El pontífice envió un mensaje a Francesco Bamonte, presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas, cuyos miembros participan estos días en su primer congreso tras el reconocimiento jurídico de parte de la Congregación para el Clero del Vaticano, en junio pasado.
El líder católico pidió que los exorcistas «en el particular ministerio ejercitado» y «en comunión con los propios obispos« manifiesten «el amor y la acogida de la Iglesia hacia quienes sufren a causa de las acciones del maligno».
Según Valter Cascioli, portavoz de la asociación, el ocultismo y el esoterismo son prácticas que abren el camino a la «actividad demoníaca extraordinaria», que corresponde a las posesiones diabólicas extremas y violentas, así como son reflejadas en diversas películas.
«El número de las personas que usan estas prácticas con graves daños sociales, psicológicos, espirituales y morales, está en constante aumento y esto nos preocupa por que, como consecuencia, tenemos un aumento de la actividad demoníaca extraordinaria, en modo particular vejaciones, obsesiones o, sobre todo, posesiones diabólicas», indicó en declaraciones a la Radio Vaticana. Cascioli constató que muchas veces no se toman en serio los riesgos de la «actividad demoníaca ordinaria», es decir las tentaciones cotidianas y sencillas que inducen a los pecados menos grave. Aseguró que el tiempo actual es «particularmente crítico», porque la superficialidad, el individualismo exasperado, la secularización, parecen casi dominar nuestra sociedad.
Por eso, estableció, la lucha contra el mal y el maligno «se está volviendo cada vez más una emergencia». «Esto claramente es debido, además que a la acción directa del enemigo de Dios, del enfriarse de la fe, la armonía, es decir la falta de valores y el relativismo cultural que campea», explicó. «Asistimos a un continuo proliferar de mensajes mediáticos, libros, programas televisivos, programas cinematográficos, que en alguna manera por el sensacionalismo incentivan, sobre todo en las nuevas generaciones, a ocuparse de ocultismo, satanismo, e incluso a practicarlo», ponderó.
Como cirugía cerebral para el reino espiritual El exorcismo «es un ministerio altamente inusual para la condición humana, es muy raro, pero está creciendo en frecuencia», dijo el Padre Dwight Longenecker de la parroquia Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur —quién no es exorcista pero apoya la práctica. «Es como cirugía cerebral para el reino espiritual. Los exorcismos reales no son tan dramáticos como muestran las películas de Hollywood, pero sí están basadas en eventos que en verdad sucedieron», explica Longenecker.
Los exorcismos se remontan a los tiempos de Jesús, quien —según la Biblia— tenía el poder para expulsar demonios y liberar eficazmente a las víctimas que estaban sujetos a ellos. Las señales que indican que una persona está poseída, a pesar que la ciencia nunca lo ha podido probar, incluyen aversión a cualquier cosa que tenga que ver con la Iglesia, como agua bendita o crucifijos; fuerza supernatural o conocimiento insólito; voces alteradas; y la levitación entre otros fenómenos paranormales.
Al respecto, Longenecker expresa: «Siempre buscamos explicaciones naturales primero, como desórdenes mentales o problemas de adicción». Los exorcistas modernos normalmente tienen experiencia tanto en el campo de la psicología como en asuntos espirituales, y el trabajo requiere un entrenamiento especializado.
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