La nave espacial Kepler de la NASA puso fin a su vida laboral en mayo de 2013. Sin embargo, expertos del Centro Harvard-Smithsoniano para Astrofísica (CfA) han denunciado que el informe que hablaba de su mal funcionamiento era «muy exagerado».
La evidencia llega con el descubrimiento de una nueva super-Tierra a partir de datos recogidos durante la ‘segunda vida’ de Kepler. Ilustración: CFA. «Como un ave fénix que renace de las cenizas, Kepler ha renacido y sigue haciendo descubrimientos. Aún mejor, el planeta está preparado para que se le realicen estudios de seguimiento», ha explicado el autor principal Andrew Vanderburg. La nave espacial Kepler de la NASA detecta planetas mediante la búsqueda de tránsitos, cuando una estrella se atenúa ligeramente cuando un planeta pasa por delante de ella. Cuanto menor sea el planeta, más débil es la regulación, por lo que las medidas de brillo deben ser exquisitamente precisas.
Para lograr esta precisión, la nave debe mantener un apuntador constante. La misión principal de Kepler llegó a su fin cuando una de sus cuatro ruedas de reacción, utilizadas para estabilizar la nave, y, según los ingenieros de la NASA, ya no podía señalar con precisión. Pero, en lugar de renunciar a la nave espacial, un equipo de científicos e ingenieros del CfA desarrollaron una ingeniosa estrategia por la que utilizaban la presión de la luz solar como una rueda de reacción virtual.
Gracias a esta técnica podían controlar la nave espacial. La segunda misión resultante, llamada K2, promete continuar no sólo con la búsqueda de Kepler de otros mundos, sino también introducir nuevas oportunidades para observar cúmulos de estrellas, galaxias activas y supernovas. Debido a la reducción de las capacidades de apuntamiento de Kepler, la extracción de datos requiere análisis informático sofisticado.
Pero Vanderburg y sus colegas desarrollaron también un software especializado para corregir los movimientos de la nave espacial. La nueva vida de Kepler comenzó con una prueba de 9 días en febrero de 2014. Cuando Vanderburg analizó los datos obtenidos por la nave, descubrió que Kepler había detectado un único tránsito planetario. Los científicos confirmaron el descubrimiento con mediciones de velocidad radial desde el espectrógrafo HARPS-Norte en el Telescopio Nazionale Galileo en las Islas Canarias.
Los tránsitos adicionales fueron débilmente detectados por el Microvariabilidad y Oscilaciones de Estrellas (MOST) por satélite. UN NUEVO MUNDO El planeta recién descubierto, HIP 116454b, tiene un diámetro dos veces el del tamaño de la Tierra. Además, HARPS-N mostró que pesa casi 12 veces más que el planeta, lo que hace de este nuevo mundo una ‘súper-tierra’, una clase de planetas que no existen en el Sistema Solar.
La densidad media sugiere que este planeta es o bien un mundo de agua (compuesto por cerca de tres cuartas partes de agua y una cuarta parte de la roca) o un mini-Neptuno con una atmósfera gaseosa extendida.
Este planeta cercano rodea su estrella una vez cada 9,1 días a una distancia de 8,4 millones de kilómetros. Su estrella anfitriona es un tipo K enana naranja, ligeramente más pequeña y fría que el Sol.
El sistema está a 180 años luz de la Tierra, en la constelación de Piscis. Dado que la estrella madre es relativamente brillante y cercana, los estudios de seguimiento serán más fáciles de realizar, según han apuntado los autores de este trabajo, que ha sido publicado en The Astrophysical Journal.
Artículo publicado en MysteryPlanet
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