“Juro solemnemente ante Dios, que mi informe sobre el encuentro con los extraterrestres, el 10 de mayo de 1978, es absolutamente cierto. Dios es mi testigo que estoy diciendo la verdad.” Ese fue el juramento firmado por Jan Wolski, un devoto Católico Romano, en la presencia de dos testigos y convenció al sacerdote local de casi 100 años de edad que Wolski realmente estaba diciendo la verdad.
Esta es una historia de un anciano agricultor polaco que fue abducido por los extraterrestres en la época cuando Polonia era un país comunista controlado por la Unión Soviética. Debido a esta abducción alienígena, que fue la primera registrada en Polonia, se convirtió en el primer país en el entonces mundo comunista en desarrollar un movimiento ufológico civil con organizaciones.
Este encuentro/abducción alienígena es el más famoso y el más conocido en Polonia. Se ha vuelto tan popular que en 2005 se erigió un monumento en Emilcin, Polonia, en el lugar donde se dice que la abducción había ocurrido, para conmemorar la abducción de Jan Wolski. El texto en polaco, dice: “El 10 de mayo de 1978 en Emilcin un objeto ovni aterrizó. La verdad nos asombrará en el futuro”.
Además, Wolski no tenía exposición a los informes de los ovnis ya que no tenía televisor, ni siquiera una radio, y sólo leía los periódicos cuando sus hijos los traían a casa.
La Historia:
El 10 de mayo de 1978, temprano en la mañana unos minutos después de las ocho, Jan Wolski de 71 años de edad, viajaba en su carreta por un bosque cerca de su pueblo (Emilcin, Polonia). De pronto vio caminando delante de él a dos pequeños humanoides (alrededor de 1,5 metros de altura), vestidos con trajes negros ajustados, encapuchados y yendo en la misma dirección en el camino. Se movían de una manera torpe extraña, manteniendo sus piernas bien separadas.
Cuando Wolski comenzó a alcanzarlos, inesperadamente saltaron en ambos lados de su carreta sorprendiéndolo de su agilidad. En este momento, la carreta se sacudió como si hubiera un aumento desproporcionado de carga. Sentados en ambos lados en la carreta detrás de Wolski, empezaron a conversar entre sí en un idioma extraño, que constaba con chillidos y sonidos muy agudos similares a las palomas y las risas de las hienas. Esto despertó sus sospechas de que no eran humanos.
“Los miré de mi lado”, dijo Wolski, “De una manera extraña, vestían con trajes ajustados negruzcos, sólo la cara y las manos estaban descubiertas. Pensé que podrían ser chinos, pero no pregunté. Sus piernas colgaban fuera de la carreta y era obvio que tenían zapatos raros del mismo color que el resto de la ropa, pero la parte delantera tenía forma de aleta. También tenían entre sus dedos una pequeña membrana desde la base hasta el final de la primera articulación del dedo. No entendí nada de lo que decían… como que ‘gorjeaban’ entre ellos.”
Cuando llegaron a unos trescientos metros de un pequeño claro delante de la carreta, Wolski notó contra una pared de árboles un vehículo plateado inusual cerniéndose unos 4 a 5 metros sobre el suelo.
Su forma más o menos se parecía a un helicóptero de dos rotores. El vehículo no tenía ventanas y su única abertura era una puerta situada en el centro de la pared frontal. La jamba de la puerta reveló el espesor de las paredes estimadas alrededor de 20 centímetros. El ovni no tenía cuello, alas, patas o ruedas. Las únicas cosas que sobresalían de su exterior eran cuatro dispositivos en forma de cilindro colocados en cada esquina. Cada uno de estos cuatro “cilindros” contenía espirales verticales, descritos por Wolski como parecidos a “brocas”. Se arremolinaban muy rápido, pero no echaban aire. Mientras giraban, parecían estar haciendo un zumbido débil, algo similar al sonido producido por un abejorro.
Desde la puerta del vehículo cayó una pequeña plataforma elevadora unida a cuatro cables. De repente, uno de los alienígenas se colocó en él “y con un gesto amistoso me invitó a entrar”, Wolski dijo. Al instante ascendió a donde esperaban dos humanoides más dentro del vehículo. El humanoide que se había quedado en la planta baja, también subió para unirse a los otros tres. El vehículo tenía cuatro tripulantes.
Jan Wolski recordaba algunas cosas durante su estancia en la nave alienígena. Dentro del vehículo había un solo cuarto rectangular. Sus paredes totalmente no penetraban la luz. No había tampoco ventanas. Estaba oscuro y la única fuente de iluminación era la puerta abierta. La puerta estaba envuelta en una especie de tubo vertical situado a la izquierda del marco de la puerta. El piso, las paredes y el techo plano se veían como si estuvieran moldeados de un material duro similar al vidrio. El cuarto estaba vacío, sin muebles, sólo contenía pequeños bancos negros atados a las paredes con cables de 60 centímetros (dos cables por asiento). Wolski no notó ningún interruptor o indicadores de luz. Cerca de la entrada yacía una docena de aves vivas: cuervos o grajillas. El techo era semicircular y a lo largo de él corría un “tubo” negro.
Wolski dijo: “Eran un poco más cortos que los terrícolas, tenían las caras verdes oscuras y llevaban trajes negros/grises ajustados que cubrían todo el cuerpo y no había botones o cremalleras. Tenían los ojos inclinados y una boca que asemejaba a una delgada línea incolora. Cada uno de los dedos fue rodeado por una membrana. Hablaron entre sí en un idioma desconocido“.
En algún momento, cuando entró en el cuarto, le obligaron a desvestirse. Wolski dijo, “Me dijeron, en lengua de signos, que tenía que desnudarme… Empezaron a examinarme con unos discos que parecían platos. Cuando estaba desnudo comieron algo horriblemente transparente que se parecía al hielo. Entonces uno se colocó cerca de una pared con dos pequeños agujeros perforados sobre ella. Él metió una barrilla negra dentro de los agujeros y les dio vueltas como si estuviera ajustando algo. Lo hizo varias veces.”
Unos minutos después de examinarlo, le permitieron que se vistiera. La visita por lo visto se había terminado. Él se colocó en la puerta donde estaba la plataforma elevadora, se volvió hacia los alienígenas, puso su sombrero en el pecho e inclinó la cabeza y la parte superior del torso, en un gesto cortés. Ellos también se inclinaron hacia él. Wolski dijo además: “De todos modos, siempre fueron muy amables conmigo. Querían que me comiera un hielo extraño, pero yo ya quería volver a casa. Me apresuré a bajar unos pocos metros donde estaba mi carreta y yo estaba pensando en cómo pronto llegar a casa y contarle a todos sobre lo que me sucedió”.
Cuando Wolski llegó a su casa, ató las riendas de su caballo y corrió adentro. Allí alertó a sus dos hijos y notificó a los vecinos. Fueron a buscar el ovni, pero ya no había un rastro de él. Obviamente no había un rastro donde el ovni flotaba en el aire, pero en todo el suelo blando los alienígenas dejaron mucho de su presencia en forma de huellas. Como tal, en los bosques y en el prado estaban llenos de huellas de estos ovninautas. Por desgracia, en los próximos días estaban completamente pisoteadas por cientos de personas y de la policía.
Cuando huyó a su casa, él no registró la hora de su salida del vehículo. Un niño de cinco años vio el objeto salir volando a baja altura sobre el pueblo de Emilcin y lo describió como un “autobús volador”. Ese testigo informó que vio una escotilla cuadrada debajo del vehículo. Poco después de pasar por el pueblo, el vehículo aceleró, produjo un “trueno” (como una explosión sónica) y desapareció. Unos minutos antes de Jan Wolski anunciar lo que había experimentado, algunos residentes en Emilcin escucharon un estruendo espantoso procedente del subsuelo.
La siguiente es una historieta de la abducción de Jan Wolski que estaba escrito originalmente en polaco. Siempre quise traducir esta fascinante historieta, pero yo no hablo polaco. Revisé todo el Internet para ver si lo encuentro en español o en inglés, pero no había nada. Por suerte, lo encontré en francés, el único idioma que fue escrito aparte del polaco, que se me hizo más fácil para traducirlo en español e inglés. El siguiente artículo fue traducido por Nelson C. Rivera (PRUFON).
Fuente: Impacto Ovni
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