Ninguno de los candidatos a gobernar la Alcaldía de Barcelona se libra de lanzar promesas electorales difíciles de cumplir. Estas son sus propuestas
Xavier Trias (CiU), Jaume Collboni (PSC), Alberto Fernández (PP), Ada Colau (Barcelona En Comú) y Alfred Bosch (ERC), tras el debate televisivo. EFE/Toni Garriga
09.05.2015 – 19:58 H.
Llegan las elecciones y, con ellas, los brindis al sol. Nadie se salva: todos quieren presentar propuestas y promesas atractivas que enganchen a los ciudadanos y que hagan caer votos en los sacos de cada una de las candidaturas.
El actual alcalde, Xavier Trias, por ejemplo, se compromete, para la próxima legislatura, a destinar 600 millones de euros para construir 6.000 pisos públicos en cuatro años y a eliminar los módulos prefabricados en las escuelas en 2016. ¿Cómo? Destinando 250 millones de euros procedentes del turismo “a la mejora de escuelas y al refuerzo de profesores donde haga falta”. En el plano identitario, saca pecho y una de sus propuestas habla de reclamar al Estado “un porcentaje del IVA que genera el turismo en Barcelona para que lo gestione el Ayuntamiento y tenga un retorno en más servicios”. En otro capítulo, Trias afirma que construirá “la Barcelona capital del Estado creando estructuras y estrategias culturales y de conocimiento”. Todo ello, afirma en este capítulo (que apenas ocupa un folio de los 167 de su programa), porque “Barcelona ha actuado, y ha de continuar actuando, como capital en el mundo. Afronta el futuro como potencial capital de Estado, en diálogo con el resto de capitales internacionales”.
Trias asegura también que durante los últimos cuatro años creó más de 50.000 puestos de trabajo y en la próxima legislatura “nos proponemos aumentar esta cifra hasta los 100.000 empleos duplicando los Planes de Empleo, aumentando la inversión pública en infraestructuras para el siglo XXI y trabajando para captar más inversión extranjera”.
Más comedido es el candidato de ERC, Alfred Bosch, que pretende crear sólo 50.000 puestos de trabajo, la mitad que Trias, aunque retoma la idea de establecer un sueldo mínimo para los barceloneses. Bosch ha sacado pecho en el inicio de campaña vanagloriándose de que su partido es el que genera más consenso. Entre la gente, desde luego, esa afirmación se pone en cuarentena.
El republicano lo aclaró diciendo que la mayoría de los partidos quieren pactar con él para gobernar: CiU, Barcelona en Comú y PSC. Pero lo tiene difícil para ello, porque ni de lejos les llegan los cuatro concejales que pueda obtener Esquerra para sumar a lo que saquen sus rivales: según las encuestas, el que más ediles saca es Barcelona en Comú y se queda en 11, cuando la mayoría absoluta se sitúa en 21.
Pagas para niños y jóvenes
El socialista Jaume Collboni se muestra más realista en cuanto a creación de empleo: propone la creación de 30.000 puestos de trabajo, materializados por la suma de todos los planes municipales. Y promete rebajar la tarjeta de 10 viajes (la T10) a 8,95 euros. De hecho, hace un año obligó a Trias a rebajarla de 10,30 a 9,95 euros, por lo que no le resultará especialmente difícil. Pero también ofrece una “renta infantil garantizada” de 100 euros al mes para 17.500 niños que viven bajo el umbral de la pobreza y “una renta básica para jóvenes, que el PP retiró, de 200 euros mensuales”.
El popular Alberto Fernández Díaz, por su parte, promete aumentar en 7.500 las viviendas de protección pública en la capital catalana, de las que 6.000 se destinarán al alquiler. Carina Mejías (Ciutadans) critica el que los impuestos hayan subido exageradamente los últimos años y apuesta por suavizar el IBI si llega a gobernar Barcelona, al mismo tiempo que redistribuir el gasto público y eliminar las partidas destinadas a lo que considera gastos superfluos identitarios, como el del Museo del Born, donde el consistorio enterró 70 millones de euros para convertir un antiguo mercado en “un lugar donde se tergiversa la historia. Mejor hubiera sido ubicar allí la biblioteca municipal”.
Una paga para todos los barceloneses
La favorita del CIS, Ada Colau, cabeza de lista de Barcelona en Comú, también ha entrado en el selecto club de los alcaldables que lanzan brindis al sol. Su primera propuesta es nada más ni nada menos que una renta municipal para conseguir que todos los salarios de la ciudad lleguen a los 600 euros. Para ello, reservaría una bolsa de 25 millones de euros del presupuesto municipal que serviría para abonar ese salario a los que no tengan uno oficial y que, sobre el papel, estarían dentro del segmento de la pobreza. De esta manera, su intención es que las ayudas del Ayuntamiento pasen a ser estructurales en vez de asistenciales. Haciendo números, ello supondría un salario de 600 euros al mes para 3.470 ciudadanos (la demarcación de Barcelona tiene algo más de 1,6 millones de habitantes).
Una de las propuestas más curiosas de Colau es la creación de una moneda local para Barcelona, similar a otros experimentos que se han levado a cabo en Bristol (Bristol pound), Toulouse (Sol-Violette), Nantes (SoNantes) o Suiza (Wir). A través de esta moneda local, que se podría exportar luego a otros municipios del área metropolitana, se pretende “promover el desarrollo local y generar unefecto multiplicador de la riqueza generada que beneficie principalmente al pequeño y mediano comercio”. Para apoyar este proyecto, parte de las subvenciones del Ayuntamiento se darían en esta moneda local, lo mismo que parte de las retribuciones de los empleados públicos. También se tendrían que “crear mecanismos para que la ciudadanía pueda cambiar euros por moneda local con una cierta bonificación”.
Otra de sus novedades es la introducción de nuevos procedimientos de contratación municipal.
En 2014, Xavier Trias firmó contratos por 215 millones de euros, pero la mayoría de los procedimientos utilizados no sontransparentes, lo que para Barcelona en Comú “alecciona la corrupción, reduce la competencia y beneficia a las elites dominantes. Nuestro objetivo es trabajar por la transparencia, la equidad y la justicia en la contratación municipal, incorporando en todos los procesos criterios que favorezcan la redistribución e inspirados en parte en el modelo de la ciudad de Medellín”.
Entre esas novedades están fomentar el equilibrio en la composición de los jurados de los concursos, que habrían de estar compuestos por cargos públicos, personal técnico y ciudadanía. También se impulsaría la rotación de personas en la toma de decisiones y se redactaría un “manual de contratación transparente para todas las instancias municipales que asegure la publicidad de los criterios, de las deliberaciones y de los resultados de la evaluación mediante baremos claros y cuantificables”.
Ninguno de los candidatos, pues, se libra de sus particulares brindis al sol, promesas que en muchos casos son casi imposibles de llevar a la práctica. Pero todos confían en la memoria de pez del elector.
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